lunes, 10 de diciembre de 2012

Gozos a San Severo

Los Gozos (Goigs en catalán) son unas composiciones poéticas de alabanza a Dios, a la Virgen o a los santos y mártires. Su origen es muy antiguo y van dirigidos a ser cantados por el pueblo.

Se trata de un género semipopular, pues aparte de estar compuestos para ser cantados tienen un soporte tipográfico que suele ir acompañado de una xilografía alusiva (técnica de impresión sobre madera) y se difunden impresos desde el siglo XVI.

Su estructura métrica y estrófica se remonta, según sus estudiosos, a las danzas medievales provenzales. Su difusión es característica del ámbito catalán y los ejemplares que se conservan suelen reproducir episodios narrativos o devociones litúrgicas dispuestas para ser cantadas en misas patronales, encuentros o romerías.

Un ejemplo característico de estos gozos es el dedicado a San Severo.

Según la tradición San Severo nació en Barcelona en el seno de una familia distinguida y se entiende que recibió una sólida formación cristiana, pues alcanzó el obispado de Barcelona en torno al año 300.

Durante la persecución a los cristianos emprendida por Diocleciano (303-305) en la región Tarraconense, a la que pertenecía Barcelona, Severo se vio obligado a ocultarse en la actual San Cugat del Vallés.

La leyenda refiere que, al llegar San Severo a la entrada del lugar, vio a un hortelano que estaba sembrando habas en su campo, y, reconociéndolo como cristiano, le advirtió de que si venían sus perseguidores en su busca no les mintiese y les dijera que, efectivamente, había pasado por allí.

Al encontrarse los soldados con Emeterio (o Medir), que así se llamaba el hortelano, le preguntaron si había visto pasar por allí al que perseguían. Pero quiso su suerte que, por intervención divina, las habas del campo recién sembrado ya se encontraban en flor y a punto de ser recogidas. Emeterio les dijo que, en efecto, el obispo había pasado por allí cuando sembraba las habas, con lo cual no mintió, tal y como le prometió a Severo.



Este episodio recuerda al "Milagro del trigo", también conocido como "El labrador y la Virgen", nombres ambos con los que se conoce el pasaje que narra la composición tradicional recogida en los evangelios apócrifos y que transcurre durante la Huida a Egipto decretada por un ángel a san José para salvar al Niño de la Matanza de Inocentes. El tema aún se canta en gran parte de la península con ligeras variantes y suele formar parte del repertorio navideño. Para ampliar estos datos remito a los siguientes enlaces:



Severo tomó la decisión de presentarse espontáneamente ante sus perseguidores e inmediatamente fue apresado junto con otros cuatro sacerdotes de Barcelona que con él se hallaban. Todos ellos fueron azotados bárbaramente al igual que Emeterio, el hortelano, que también fue castigado.

La leyenda cuenta que azotaron a Severo con látigos emplomados para que renegara de su fe.  Como vieron que todo era inútil, uno de ellos tomó un clavo de hierro y se lo fijó sobre la cabeza, mientras otro le daba con una maza hasta clavárselo por completo. De estos hechos se hace eco la ilustración del pliego donde se le adjudica como abogado contra el dolor de cabeza [sic].

Noticias posteriores aseguran que los restos del glorioso mártir San Severo fueron sepultados allí mismo en San Cugat, donde no mucho después se levantó una iglesia dedicada a su culto. A su lado se construyó posteriormente un célebre monasterio benedictino donde se trasladaron las reliquias del obispo. Más tarde, a principios del siglo XV, algunas de ellas fueron trasladadas a Barcelona, a las cuales se les acreditan legendariamente numerosos milagros por su intercesión.

El hortelano Emeterio (San Medir) pasó a ser durante largo tiempo el Patrón de los agricultores de Cataluña, y aún hoy se celebra su fiesta cada 3 de marzo en el barrio barcelonés de Gràcia, hasta que su patronazgo fue desplazado muy recientemente y de forma un tanto arbitraria por Juan XXIII, quien en una bula del año 1960 declaró de forma oficial como patrono de todos los agricultores españoles a San Isidro Labrador. Con ironía no disimulada, los catalanes achacan al santo madrileño el que tuviera una vida más fácil y regalada, ya que, según cuenta la tradición, eran los propios ángeles quienes trabajaban para él arando los campos mientras Isidro se dedicaba a la oración y a la meditación…

Gozos a San Severo. Barcelona, impr. viuda Bassas, 1866


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