domingo, 31 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Historia del feo cabezota


De la imprenta madrileña de la calle Encomienda, 19, reproduzco este pliego donde se nos narra la infortunada vida del feo cabezota.

El pliego consta de 25 viñetas (lo normal es que sean 48). Lo divido en secciones continuas y lo reproduzco entero al final.






Antonio Lorenzo

sábado, 30 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: La vida de los gitanos


De la imprenta madrileña de la calle Encomienda, 19, donde se vendían romances y aleluyas 'al por mayor', material generalmente editado anteriormente por otros impresores radicados en Madrid, traigo este pliego de aleluyas dedicado a ilustrar la vida de los gitanos. Obviamente, el pliego está lleno de tópicos sobre sus profesiones, fiestas y actividades.

Divido el pliego en cuatro secciones que hay que ir recorriendo prestando atención a la numeración correlativa, lo que resulta algo enojoso, pero es la única manera que se me ocurre para poder apreciar con cierta nitidez cada viñeta y el texto que la acompaña y lo reproduzco completo al final.







Antonio Lorenzo

miércoles, 27 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Ramillete de chistes


De la imprenta madrileña de la calle Colegiata, 6, donde se vendían 'al por mayor' romances y pliegos de aleluyas, ya editados anteriormente, este surtido de chistes que divido en cuatro secciones y que reproduzco completo al final.












Antonio Lorenzo

miércoles, 13 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Las calderas de Pedro Botero


De la imprenta madrileña de la calle Colegiata, 6, este pliego de aleluyas de venta 'al por mayor' en dicho establecimiento.

El pliego fue publicado anteriormente y sacado a la venta por la Librería y Casa Editorial Hernando, en la calle Arenal, 11, con el número 53.

Según Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611), en su acepción de la palabra 'caldera', escribe:
"Caldera de Pedro Botello se toma por el infierno; fúndase en algún particular que yo no alcanzo; sospecho debía ser algún tintorero caudaloso que hizo cualque caldera capacísima".
Por su parte, Gonzalo Correas, en su célebre Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), recoge la expresión 'En las ollas de Pedro Botello' asociándola a un hipotético Maestre de Alcántara.


Quevedo también se hace eco de la expresión, entre otras obras, en sus llamados Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio (1634) bajo el título de 'La caldera de Pedro Botero'.

Una referencia a Pedro Botero, como sinónimo del diablo, también se recoge en La Santa Juana, una de las comedias religiosas de Tirso de Molina (1583-1648):
Santa: ¿Yo, hermano? ¿Aqueso dice?
Gil: Si permite que mi Marica vuelva a casa sana, os diabros se van al alcrebite (expresión desusada del azufre) donde Pedro Botero los batana en su caldero, quedaré contento.
Santa: ¿Quién soy yo para hacer cosa tan grande?
Llorente: Ella puede sacarlos [...]
No faltan tampoco aquellos que han querido asociar a Pedro Botero con una leyenda protagonizada por un labrador catalán de Tordera (Barcelona) llamado Pere Porter. La leyenda parece que tuvo cierto éxito a juzgar por el libro, del que reproduzco la portada y la justificación de su historicidad, editado en Lérida en 1870. Dicho libro, donde curiosamente no figura el autor, se basa en manuscritos y en papeles apócrifos encontrados aquí y allá. No deben de sorprendernos  estas atribuciones cuando también hay quienes defienden la ascendencia catalana de personajes como Cervantes (Joan Miquel Servent), Fray Bartolomé de las Casas (Bartomeu Casaus), Colón (Joan Colom i Bertran), Francisco Pizarro (Francesc de Pinós de So i Carròs) y hasta la del mismísimo Leonardo da Vinci (Leonardo de Vinçà), donde hay quienes quieren apreciar dibujadas a lo lejos de su famosísima Gioconda las propias montañas de Montserrat.




La leyenda catalana sobre el tal Pere Porter también ha encontrado eco en la red, de la que facilito un enlace:


Dejando aparte estas referencias reproduzco, por su indudable interés iconográfico, una representación de las calderas del infierno que pueden observarse en el tímpano de la fachada principal de la catedral de León.


Aunque nuestro pliego nada tiene que ver con estos antecedentes, salvo en el nombre que recoge una tradición anterior, en él se nos cuenta la historia de Pedro Botero que fue nombrado por Luzbel gobernador de la 'mansión del dolor' y que a su vez 'él inventó unas calderas, del infierno las primeras' [viñeta 5] a las que, a juzgar por el pliego, sacó un extraordinario provecho.

Divido el pliego en cuatro secciones y lo reproduzco completo al final.








Antonio Lorenzo

martes, 12 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Historia de un muerto (contada por él mismo)


De la imprenta madrileña de la calle Colegiata, 6, donde se vendían 'al por mayor' romances y aleluyas editadas anteriormente por otros impresores, traigo la estrafalaria e increíble historia de un muerto contada por él mismo.

Divido el pliego en secciones para apreciar mejor cada viñeta y su texto correspondiente y lo reproduzco completo al final.








Antonio Lorenzo

lunes, 11 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Aventuras del Barón de la castaña


Del depósito de aleluyas y romances de la madrileña calle de Tabernillas, 2,  estas estrafalarias aventuras del llamado Barón de la castaña.

Esta aleluya se aparta del modelo canónico de 48 viñetas reduciéndose a la mitad en este caso. La divido en cuatro secciones y la reproduzco completa a continuación.









Antonio Lorenzo

domingo, 10 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Aventuras del caballero del pan pringado


De la imprenta madrileña de la calle Encomienda, 19, donde se vendían al por mayor toda clase de pliegos de aleluyas procedentes de distintos editores, reproduzco la dedicada a las desgracias del caballero del pan pringado a causa de su fealdad y de su extraordinaria y portentosa nariz.

El pliego fue también editado en Madrid por los Sucesores de Hernando con el número 71.

Divido la aleluya en cuatro secciones para poder visualizarla mejor, aún a costa de la molestia de ir saltando de una a otra, y la reproduzco completa al final.







Antonio Lorenzo

viernes, 8 de agosto de 2014

Pliegos de aleluyas: Vida de Juan soldado


Una respetable cantidad de aleluyas están dedicadas a contar la vida de personajes, más o menos imaginarios, protagonistas efímeros de una existencia más bien anodina y víctimas de los caprichos de la suerte donde, las más de las veces, sufren continuadas desgracias o son protagonistas anónimos de peripecias simplistas y cuyo interés para el lector ocasional se centra en su carácter moralizador o abiertamente satírico. Las hay de todos los gustos, como la 'vida de Juan Palomo', 'vida del enano don Crispín', 'vida del hombre y de la mujer mala', 'vida de un necio y un sabio', 'vida del hombre flaco', 'vida de un aprendiz de zapatero'…, etc., de las que pretendo ir dando cuenta poco a poco.

Un ejemplo de estas 'vidas' es la dedicada a Juan soldado, editada repetidamente en Madrid por los impresores Marés, Minuesa y Hernando y distribuida en su etapa final 'al por mayor' por la imprenta de la calle Colegiata, 6.

Hasta el siglo XVIII el reclutamiento en España se efectuaba a través de levas de vagos o mendigos, hasta que con la llegada de los Borbones se introdujo el modelo francés del reclutamiento de ‘quintas’ donde se elegía a uno de cada cinco mozos en edad militar mediante sorteo.

En las Cortes de Cádiz de 1812 ya se dictamina que los soldados no prestan servicio al rey, como era costumbre, sino a la nación. El rechazo a la obligatoriedad del servicio puede considerarse masivo debido a las arbitrariedades del sorteo y a la declaración de inútiles o exentos con claras sospechas de fraude y a los sistemas de redención o sustitución personal que favorecía a los más ricos, aparte de las malas condiciones de vida o a la lejanía del destino respecto al lugar de origen del mozo.

Son numerosas las coplas y canciones populares que se hacen eco de estas situaciones y que fueron recogidas y estudiadas por el gran recopilador riojano Bonifacio Gil y publicadas póstumamente por su hijo bajo el título de Cancionero popular de quintos y soldados de Bonifacio Gil [editado por el Ministerio de Defensa en 2002].


Si nos atenemos al pliego observamos la gran cantidad de peripecias que le suceden al protagonista resumidas apretadamente en las 48 viñetas canónicas hasta llegar a su fusilamiento final, lo que supone un verdadero ejercicio de condensación mental para construir una completa historia de vida con tan escasas referencias tanto de texto como de imágenes.

Divido el pliego en cuatro secuencias que hay que ir enlazándolas numéricamente para una mejor visualización y lo reproduzco completo al final.







Antonio Lorenzo