domingo, 5 de mayo de 2019

Virtudes del cagar y defensa del pedo [XI]


Traigo en esta ocasión un rarísimo folleto que alcanzó una notable popularidad, aunque de forma subrepticia y medio a escondidas, no solo por su contenido sino también por su autor, que corresponde al religioso jesuita Ramón María Vinuesa, aunque figure como anónimo en las ediciones que conocemos amparándose discretamente en una X.

Le edición que vamos a reproducir entera en esta y en sucesivas entradas, se corresponde con la editada en Tolosa por la Casa editorial de T. López en 1925. Conocemos también otra edición, mucho más reciente, de la madrileña Ediciones Studium del año 1971.

En el Catálogo del fondo histórico vasco de la biblioteca universitaria de Deusto 1831-1939, editado por la propia Universidad el año 2014, figura este folleto como editado en San Sebastián en 1910 por la imprenta de P. Hernández, de 62 páginas, y atribuido a Ramón María Vinuesa.

El interés de esta obrita es notable al tratarse de una nada despreciable singularidad literaria, divertida y sorprendente, que ha hecho las delicias de las generaciones que han tenido la suerte de conocerla o disfrutarla y que ahora pongo a disposición de todo aquel que quiera sumergirse entre sus olorosas  y aromatizadas páginas.

La autoría de la obra fue erróneamente atribuida al P. Luis Coloma (el célebre autor de «Pequeñeces» y recreador del «Ratoncito Pérez»), así como a su hermano Gonzalo, a quien se atribuyó el prólogo, seguramente por ser todos jesuitas.

Sin embargo, lo más documentado y creíble es la atribución de su autoría al P. Ramón María Vinuesa, hermano del también jesuita y brillante orador P. José Vinuesa. Ramón María, aparte de sus incursiones escatológicas, también es conocido por ser poeta y articulista colaborador de las publicaciones «Bromas y Veras» y «La Avalancha» entre 1915 y 1919, publicando ese último año su poemario «Rimas».

Entre 1898 y 1903 desempeñó el cargo de director del Colegio La Inmaculada de Gijón.

Según diversos datos consultados falleció el 14 de julio de 1920.

Con el título de coprógenas, aludiendo a la materia orgánica en descomposición, se inician sus «páginas turbias» con un larguísimo prólogo donde se desarrolla un documentado tratado sobre la mierda y su relación con el arte y la literatura, se repasa su evolución a lo largo del tiempo y se añaden unos apuntes sobre teoría jurídica entremezclados con utilísimos consejos de índole práctica y moral convenientemente aromatizados. El prólogo resulta de interés por su ilustrada documentación y por proporcionar noticias o alusiones a escritores consagrados o a personajes importantes de la época, como Azorín o Antonio Maura.

En esta primera entrada reproduzco el prólogo (naturalmente, sin desperdicio) dejando para las siguientes el resto de tan suculenta obra.



















©Antonio Lorenzo

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