domingo, 15 de diciembre de 2013

Las guerras de España con Marruecos [2ª parte: 1859-1860]

Cromolitografía: El general Prim al frente de los voluntarios catalanes

Si hay un personaje destacado que brillara con luz propia en esta primera guerra contra Marruecos no es otro que el general Prim. 

Nacido en Reus en 1814 y muerto en atentado en Madrid en 1870, llegó a ser presidente del consejo de ministros en 1869, cargo al que precedieron otros como el de capitán general de Puerto Rico. Acreditó su valor y estrategia en la Primera Guerra Carlista y, sobre todo, en la campaña de África.

Su victoria en la batalla de Castillejos (1 de enero de 1860), le valió el título de marqués de los Castillejos y grande de España otorgado por Isabel II. Con la incorporación de un batallón de voluntarios catalanes al segundo cuerpo del ejército bajo su mando, a principios de febrero de 1860, se produjo una importante victoria con la conquista y toma de Tetuán a la que se añadió unos días más tarde la victoria en la batalla de Wad-Ras (marzo de 1860). El tratado de paz entre España y el sultanato de marruecos, representados por O’Donnell y el hermano del sultán Muley-el-Abbás, se firmó el 26 de abril, como da cuenta el pliego editado en Barcelona en el mismo año de la firma o como refleja el cuadro que reproducimos a continuación.







Joaquín Domínguez Bécquer: La Paz de Wad-Ras

Como curiosidad añadida, un comentario: los leones que hoy lucen en la entrada del Congreso de los Diputados en Madrid, fueron moldeados en bronce con los cañones fundidos de los capturados a los marroquíes en dicha batalla.
Las biografías y hazañas que se recogen en los pliegos de cordel, aún en vida del protagonista, son numerosas. Reproduzco, a título de ejemplo, las portadas de algunos de ellos.




















Episodio de la guerra de África de 1859






Los pliegos de cordel y las coplas divulgadas por los ciegos constituyen una fuente de información paralela muy poco tenidos en cuenta por los historiadores y sociólogos. Al margen de la prensa oficial, estos romances y coplas atienden más a los sentimientos de las madres o las novias por la marcha de un recluta al frente que a las consecuencias políticas de los acontecimientos. De ahí su interés como expresión de una mentalidad popular que se ha mantenido en el tiempo. Salvo los romances o coplas que aluden expresamente a determinadas batallas o hechos conocidos, otros pueden referirse a cualquiera de los diferentes enfrentamientos desarrollados en un amplio margen del tiempo. Los hechos pasan, los sentimientos y la memoria permanecen.
Transcribo a modo de ejemplo unas cuantas coplas donde se ridiculiza a los moros extraídas de los 'Cantos populares' (1882-1883) de Rodríguez Marín.

De las patillas de un moro
tengo que hacer una escoba,
para que barra el cuartel
[de] la infantería española.

Del pellejo del rey moro
tengo de hacer un sofá,
para que se siente en él
el capitán general.

De las costillas de un moro
me atrevo a formar un puente,
para que pase la España [sic]
y su ejército valiente.

¿Qué importa que los moros
tengan “pingardas” [sic],
si luego se las quitan
con la metralla?


Otras coplas contextualizan más su procedencia aludiendo expresamente a la batalla de la Sierra de Bullones ganada por el general Zabala.
                   
                                Al pie de Sierra Bullones
                                una morita decía:
                                –¡Ya viene la flor de España!
                                ¡Ya dio fin la morería!

                                 ¿Qué importa que los moros
                                 tengan cañones,
                                 si la plaza de Tánger
                                 la gana O’Donnell?

                                 ¿De qué le sirve a Marruecos
                                 tener bombas y cañones,
                                 si ha perdido a Tetuán
                                 después de Sierra Bullones?

                                 ¿Quién me compra una chinela
                                 del hermano del sultán,
                                 que se le cayó al salir
                                 huyendo de Tetuán?


O en esta airosa seguidilla:
                    
                                 A tus ojos le llaman
                                 Sierra Bullones,
                                 que pelean por ellos
                                 los españoles,
                                 y con sus rayos
                                 iluminan y alumbran
                                 hasta el Serrallo.


Las Aleluyas (auques o aucas en catalán) forman parte de la literatura popular y se hallan emparentadas con los pliegos de cordel. Consisten, por lo general, en un pliego impreso por una cara que contiene en su forma arquetípica un conjunto de 48 viñetas (aleluyas) que suelen ir acompañadas cada una de ellas por unos versos, generalmente pareados, donde tratan de explicar cada una de las ilustraciones. 

Resultan de gran interés por cuanto son una fuente de estudio sobre la evolución de la imagen gráfica y claros precursores de la prensa gráfica, el comic o las foto-novelas.

Su uso como formas primitivas de lectura en una sociedad poco alfabetizada descansa en su función informativa-narrativa, comunitaria y oralizada, lejos aún del recogimiento de una lectura individual.

Atendiendo al caso que nos ocupa reproduzco la impresa en Barcelona por Ramírez en 1861.




Antonio Lorenzo