domingo, 8 de octubre de 2017

El facineroso de La Mancha


Un ejemplo más de historia truculenta y de amores contrariados por causa de la avaricia del padre de la joven, lo que encamina al pretendiente a buscar fortuna como bandolero. Todos los tópicos del género se hallan reunidos en esta impreso, salvo el final, donde no acaba ejecutado y arrepintiéndose de sus hechos, lo que es frecuente en este tipo de impresos, sino que encuentra la muerte abriéndose una herida y dejándola sangrar.

En otras impresiones el protagonista se llama Juan Gutierra, como figura en el pliego distribuido en Barcelona por Antonio Bosch en 1872.

El pliego reproducido está editado en Barcelona por Ignacio Estivill en 1850.





©Antonio Lorenzo

martes, 3 de octubre de 2017

Historia de Cataluña, según el "auca" o "aleluya" de 1871

Portada del álbum de cromos de "Chocolates Juncosa"
Reproduzco el auca o aleluya, de contenido histórico, sobre la Historia de Cataluña editada en Barcelona por la Imprenta de Ramírez y Cª en 1871. Hay que tener el cuenta la fecha de edición para contextualizar debidamente cada viñeta y su correspondiente texto.

Divido la aleluya en secciones y la reproduzco entera a continuación.






©Antonio Lorenzo

lunes, 25 de septiembre de 2017

Cataluña [Trobos nuevos del año 1834]

Isabel II, junto a su madre María Cristina, durante su minoría de edad
Interesante pliego donde se reivindica de forma encendida la titularidad del trono para Isabel II, frente a la pretensión del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, que daría pie a las guerras carlistas entre los pretendientes a la corona. El pliego, editado en 1834, hay que contextualizarlo dentro de la Primera Guerra Carlista (1833-1840), entre los «carlistas» (españoles leales a pretendiente Carlos María Isidro) y los «isabelinos o cristinos», españoles leales a Isabel II. Hay que recordar que en 1834 Isabel II apenas contaba con tres años de edad, ejerciendo la regencia del trono su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias hasta la proclamación de mayoría de edad de Isabel (declarada en 1843 cuando apenas contaba con 13 años).

El bando cristino o isabelino contó, sociológicamente hablando, con los resortes del poder administrativo: desde los altos cargos de la administración estatal hasta la burocracia provincial y municipal, la casi totalidad del ejército, de los banqueros, comerciantes y hombres de negocios. Por el contrario, el bando carlista contaba entre sus filas a los sectores populares: los campesinos, jornaleros y pequeños artesanos y comerciantes, puesto que por la nuevas medidas administrativas se veían abocados a la emigración o a la ruina, aparte de ver peligrar sus fueros.

Los historiadores ya no sostienen que fuera la cuestión dinástica la única causa de las guerras carlistas, sino que obedece a una gran protesta social y a una verdadera lucha de clases iniciada por los sectores menos favorecidos.


El bando carlista tampoco puede considerarse un movimiento ideológicamente homogéneo. Su mayor arraigo se encontraba en el norte, donde los mandos carlistas eran fieles defensores del régimen foral y lo utilizaron como argumento para atraer a las masas populares, sobre todo del País Vasco y Navarra. Si bien es un reduccionismo el considerar que todo el mundo rural era afín a los carlistas y el urbano a los liberales isabelinos.

Las principales zonas de implantación del carlismo se encontraban en el Norte de España, especialmente en el País Vasco, Navarra, la Cataluña interior y el Maestrazgo, aunque con con núcleos destacados en Valencia y en Aragón, donde el pequeño campesinado era importante.

El pliego reproducido hay que situarlo, pues, dentro del conjunto de circunstancias que dio inicio a la Primera Guerra Carlista. Aparte de su interés como documento histórico, los pliegos nos dan cuenta también de las preocupaciones de las mujeres por la escasez de mozos para contraer matrimonio, ya que estos se encontraban luchando en uno u otro bando. Esta preocupación de las mujeres se refleja muy bien en este pliego, editado en Barcelona, justamente en los inicios de la Primera Guerra Carlista. El valor sociológico de los pliegos, tan escasamente estudiado, queda patente en estos «clamores de las doncellas».

                                                  Unos se llaman carlistas
                                                  Otros se llaman cristinos
                                                  Lo cierto es que nosotras
                                                  Nos quedamos sin maridos.
                                                  Hace muchos años
                                                  que anda la guerra
                                                  nada han adelantado
                                                  Carlos ni la Reyna;
                                                  Paz, paz, españoles
                                                  Paz, paz en la España
                                                  Maridos queremos
                                                  que es lo que nos falta.


En el trobo VII se menciona a Llauder. Se trata de Manuel Llauder y Camín (1789-1851), fiel a la causa de Isabel II tras la muerte de Fernando VII. Rechazó a las tropas carlistas en Barcelona y ocupó la capitanía general de Cataluña entre 1832 y 1835, en los inicios de la Primera Guerra Carlista.





©Antonio Lorenzo