jueves, 14 de diciembre de 2017

Sobre el modo que tienen las currutacas para engañar a los hombres


Un ejemplo de las habilidades de las taimadas 'currutacas' y 'petimetras' para engañar a los hombres ingenuos y sacarles el dinero.

Sobre estos personajes pueden consultarse las ocho entradas que les dediqué en este mismo blog con el título:
"Pisaverdes, petimetres, lechuguinos, currutacos, gurruminos, linajudos, mariposones, gomosos..."
El pliego, cuyo escenario está situado en Madrid, está editado en Valencia en el año 1815 por la imprenta y librería de Manuel López. Manuel López y Gimeno aparece establecido como librero en Valencia desde al año 1808. Tras su fallecimiento en 1848 se hizo cargo de la imprenta su hija, doña Rosa López, quien la vendió poco después don José María Ayoldi. Estos datos están sacados del Diccionario de imprentas que han existido en Valencia desde la introducción del arte tipográfico hasta el año 1868, obra de José Enrique Serrano y Morales, Valencia, imprenta de F. Domenech, 1898-99, págs. 250 y ss.





©Antonio Lorenzo

viernes, 8 de diciembre de 2017

El pan barato, el vino bueno y la carne gorda


Este pliego recoge el animado diálogo entre don Blas, doña Sinforosa y don Criterio (supuestamente tres locos del hospital de Zaragoza), defendiendo respectivamente la bondad del pan, el vino y la carne en su relación con la vida.

                            "Hay locos que sabios son y no lo parecerán,
                             y hay cuerdos que estando locos, no se lo conocerán".

Al final del pliego reproducido aparece esta anotación:
Se advierte que es propiedad y que no hagan la locura de reimprimirlo, porque el autor lo ha hecho para aliviar el hambre de los ciegos y no le da la gana que se aprovechen los que tienen vista.
Tras el fallecimiento del rey Fernando VII (1833), las nuevas disposiciones legales sobre la libertad de imprenta enlazan con las Hermandades de ciegos, tanto en Madrid como en otras ciudades, como en Zaragoza y Barcelona. Estas cofradías se encargaban de asegurarse el control y difusión, a modo de monopolio, de la venta y distribución de estos impresos populares. Bien es cierto que dicho control muchas veces se saltaban por los ciegos que no pertenecían a la cofradía, dando lugar a disposiciones municipales acompañadas de multas que raramente se ejecutaban. La dificultad de ejercer dichas disposiciones viene dada por la propia naturaleza híbrida o transversal de los pliegos de cordel, lo que dificultaba grandemente el impedir su venta y cumplir la reglamentación oficial.

Más allá de la advertencia de que no se reimprimieran o reeditaran de nuevo estos impresos sin las debidas licencias, se procuraba que no figurase en muchas ocasiones el nombre del autor o la fecha de edición y la imprenta correspondiente, lo que favorecía la venta ambulante de este tipo de impresos populares.

Tal fue la importancia adquirida y el control que ejercían estas Cofradías de ciegos, que en un escrito fechado en Madrid el 3 de diciembre de 1683, citado por Cristobal Espejo en su trabajo Pleito entre ciegos e impresores (1680-1755), [Revista de la Biblioteca Archivo y Museo, Ayuntamiento de Madrid, abril, 1925, Nº VI], donde anota:
"...la corruptela de los ciegos para apropiarse lo ajeno, es que cuando el impresor no beneficia por sí o no puede hacerlo, «dos o tres ciegos que se llaman magnates o autores los atraviesan en las imprentas y los toman por su cuenta, suponiendo que es suyo el original de donde se copió, y lo llevan a resmas a una taberna de la zapatería de viejo donde se juntan, y llevándolo a 12 o 15 quartos cada mano, y esso fiado y que muchas veces no pagan, y allí lo reparten a dinero de contado a los demás ciegos a precio cada mano de 25 quartos, percibiendo los tales llamados autores un logro tan crecido de sus mismos compañeros, sin la granjería que adquieren en los papeles que reservan para sí y venden por sí mismos, siendo en tanto grado que si algún impresor les quiere dar algún papel que le vendan, no lo quieren recibir si en el papel se pone nombre de autor y casa y calle de impresor, obligándole a perder el papel, trabajo y costa, porque dicen que ellos no venden papel que no mandan imprimir, solo con mira de que ni los vecinos ni forasteros gozen del beneficio que hallan en las imprentas, sin que ningún impresor se atreva a dar papel alguno para fuera de Madrid ni dentro de ella, por los alborotos y descomposturas que han hecho las partes contrarias y las veces que lo han entendido o sabido..."
El pliego está editado en Barcelona por la imprenta de J. Pont y Campins en el año 1847.

Esta misma imprenta editó el mismo año una Guía de Barcelona donde se «contiene cuanto puede ser útil a los forasteros y habitantes».







©Antonio Lorenzo

domingo, 3 de diciembre de 2017

Muerte y testamento de la polka


Según los estudiosos, la polka o polca tuvo su origen en la región de Bohemia, en la actual República Checa, hacia 1830. Se trata de una danza popular cuya forma musical deriva directamente del minueto, baile cortesano muy popular durante el siglo XVIII. A partir de su introducción en los salones de baile de Praga, se extendió rápidamente por Viena, París, Londres, Madrid y otras grandes ciudades de Europa. Esta modalidad rítmica se trasplantó rápidamente al suelo americano, aproximadamente a partir de 1844, donde adoptó estilos y variantes particulares en Argentina, México, Paraguay, Nicaragua, etc. convirtiéndose en parte de su folclore nacional y de su tradición musical.

La polka pasó de los salones de baile elegantes de las clases acomodadas a practicarse por las clases populares, lo que significó una especie de liberación de ataduras morales y prejuicios censurados por la iglesia católica. los grupos conservadores no tardaron  en manifestar, aunque  temporalmente, su oposición ante aquella novedad que relacionaban con el morbo y aspectos inmorales.


A diferencia del vals, la polca dejó poco a poco de bailarse en los salones de baile, quedando como baile folklórico en algunos países, lo que le ha dado fama como baile antiguo. De ahí la conocida expresión «ser del año de la polca», empleado en España para referirse a algo muy viejo, anticuado o pasado de moda.

Así como la literatura de cordel exaltó en un sentido amplio el casticismo y el «majismo» dieciochesco, también encontramos críticas hacia lo pernicioso de las modas extranjeras en la vestimenta y en el baile en clara reacción nacionalista en defensa de lo propio.

Es el caso de esta estampa donde se critica la nueva moda de la polka, de la que se dice que: 

                                       La polka vino de «estranjis»
                                       y causó tal novedad,
                                       como toda cosa nueva
                                       pero es nada en realidad.
                                       Es un baile bien insulso
                                       sin gracia garvo ni sal,
                                       pero aquí siendo estranjero
                                       tiene mérito cabal.

Se critica a aquellos que no bailan la polka por plebeyos y patanes y a su moda asociada trajes y complementos. El testamento y las mandas que deja la polka entronca con la gran tradición hispánica de testamentos burlescos, a los que ya he dedicado algunas entradas anteriores.



Abundando en las críticas sobre aquellos que no practican el baile de la polka, reproduzco el siguiente pliego, donde la caprichosa Serafina desdeña a Tomás «Calabaza» por no saber bailar bien la polca. Ejemplo de impreso burlesco donde se ironiza sobre las mujeres casquivanas y las costumbres foráneas.

El pliego está editado en Barcelona, sin fecha, y se hallaba en venta en la librería de J. Lluch.

Tras el pliego, añado un "ventall" o abanico, a los que ya he dedicado entradas, con el tema de la polka que nos ocupa.





©Antonio Lorenzo