jueves, 12 de septiembre de 2019

Ntra. Sra. de Valdejimena, abogada contra horas menguadas, aires pestilentes y mordeduras de perros rabiosos


El municipio de Horcajo Medianero constituye actualmente un partido judicial perteneciente a la provincia de Salamanca. La denominación de "medianero" debe su nombre a la situación fronteriza de su término entre los antiguos reinos de León y Castilla, formando parte de la antigua Región Leonesa en la división administrativa y creación de las actuales provincias en 1833. Fue ya en el siglo XX cuando se decretó su integración en la provincia de Salamanca. Cuenta con otros núcleos de población repartidos en su término municipal, algunos deshabitados: Padiernos, Sanchopedro de Abajo, Sanchopedro de Arriba, Valdejimena y Valverde de Gonzaliáñez.

El santuario de Valdejimena se encuentra en un territorio de frontera entre las actuales provincias de Salamanca y Ávila (una de las estampas que reproducimos la sitúa aún en Ávila). El hecho de su situación fronteriza ha contribuido a aumentar una devoción muy extendida de su imagen en un espacio geográfico de culto muy amplio, constituyendo una de las advocaciones marianas provinciales más conocidas y de referencia, como también son la virgen de Cueto, Cabrera o la de la Peña de Francia.

Al ser una zona de paso de la trashumancia y de ganado bravo, el mundo rural la acogió como benefactora y abogada "de horas menguadas, aires pestilentes y mordeduras de perros rabiosos".

La expresión de "hora menguada", es definida por la RAE como una acepción en desuso en el sentido de «tiempo fatal o desgraciado en que sucede un daño o no se logra lo que se desea».

La devoción a su imagen fue acogida por los pastores como protectora contra la rabia, enfermedad que podía resultar mortal en décadas pasadas, así como protectora ante las mordeduras de un perro rabioso según ciertas leyendas.

La leyenda de su origen

Cuenta la leyenda que a un vaquero, llamado Juan Zaleos, se le escapó de la vacada un toro llamado "Romo". En su búsqueda, lo encontró postrado junto a una encina. Temiendo por su bravura, trató de reducirlo con piedras y retornarlo a la vacada; pero observando que no respondía decidió acercarse al animal, pero antes de llegar, un enorme resplandor que procedía de la encina hizo que reparara en una hermosa imagen de la virgen colocada en el hueco del tronco. Juan Zaleos se postra ente la imagen, reza y corre a contar la noticia a sus compañeros, quienes se dirigen a la encina y contemplan el misterioso hallazgo. El toro se retira mansamente y acuerdan comunicarlo a las autoridades, pero antes hace una señal en la encina para no confundirla con otra. El hecho se identifica como una clara señal del cielo para que se construyese una ermita en el lugar de la aparición, antecedente del santuario actual, que goza ya en su larga trayectoria de 800 años de antigüedad. El actual santuario es el tercero desde sus orígenes. Fue comenzado en 1683 y terminado en 1698, es por tanto, de estilo barroco. El proyecto arquitectónico fue trazado por Juan de Setién Gümes, Maestro Mayor de la catedral de Salamanca, y realizado por el arquitecto Manuel de Ávila.

Al ser zona de paso de la trashumancia los pastores la acogieron como protectora. Es por ello que entre las humildes pertenencias de los hombres que pastoreaban los ganados en su marcha hacia otras tierras, fuera frecuente encontrar pequeñas medallas de esta Virgen, que en muchos casos cosían en el interior de sus ropas. 

Para saber más: Sánchez Vaquero, José: Nuestra Señora de Valdejimena (Historia de un santuario de Castilla en tierras salmantinas). Centro de Estudios Salmantinos, 1953.

La devoción popular a esta imagen ha desarrollado a lo largo del tiempo elementos recordatorios como las estampas que reproducimos, medallas alusivas o cuadros.






















El santuario de Valdejimena también conserva una serie de exvotos u ofrendas en agradecimiento por un favor recibido, que suele colgarse en la pared o el techo de la iglesia, representando la parte del cuerpo sanada (generalmente de cera o barro) o bien otro objeto alusivo dedicado a la intercesión de la imagen, como puede ser en forma de cuadros.


Un recorrido por estos exvotos pictóricos puede consultarse a través del siguiente enlace:






Añado otra estampa donde se relata un milagro debido a la intercesión de Ntra. Sra. de Valdejimena ante el ataque de unos perros rabiosos a dos niños y salvados por ser portadores de su imagen. Sigue la oración de un ángel vestido de peregrino y una más dedicada a santa Bárbara, protectora ante rayos y centellas.





Romance del peregrino

Del siguiente enlace copio esta hermosa composición dedicada a la virgen de Valdejimena. En ella se alude a su intercesión en rogativas para que llueva y riegue los campos y a la petición de que los vecinos de Horcajo no sean llamados para Melilla, lo que nos sitúa en el contexto de las llamadas guerras de África.


Virgen de Valdejimena, - que entre monte estás metida,
entre Valverde y Horcajo, - Sanchopedro y Chagarcía.
Apareciste en un tronco - y a un vaquero, gran Señora,
y aquí te hicieron la ermita - para ser Saludadora.
Pongo la carta en mis manos - y la lengua se me para
leyendo el primer renglón: - "Abogada de la rabia".
Toda la noche he venido - pisando cantos y arena,
sólo por venirte a ver, - Virgen de Valdejimena.
Tres puertas tiene la Ermita, - entremos por la mayor
y demos las buenas tardes - a la que es Madre de Dios.
Sacristán, abre las puertas, - las puertas de la alegría,
que venimos las doncellas - a cantar laudes a María.
Tres cosas tiene la Ermita, - lo que no tiene la España:
la Araña y el Camarín - y la Virgen Soberana.
De oro tienes la corona, - de plata la media luna;
como eres Madre de Dios - no tienes falta ninguna.
La corona de la Virgen - tiene veinticinco piedras
y los Señores de Horcajo - todos se miran en ella.
Si se miran que se miren, - ya se pueden remirar,
que si la corona es guapa, - la Virgen es mucho más.
Virgen de Valdejimena, - como eres tan milagrosa,
ni ha llovido ni nevado - y han florecido las rosas.
Agua pedimos, Señora, - aunque no la merezcamos,
que si por merecer fuera, - ni la tierra que pisamos.
Virgen de Valdejimena, - te venimos a pedir
el agua para los campos - y tu gracia hasta el morir.
¿Dónde vas, niña gloriosa, - con ese ramo florido?
Voy a pedir a la Virgen - por todos los desvalidos.
Virgen de Valdejimena, - te pedimos de rodillas
que los vecinos de Horcajo - no vayan para Melilla.
Virgen de Valdejimena, - ¿dónde tienes tus hermanas?
Una la tengo en la Vega - y otra en la Peña de Francia.
Virgen de Valdejimena, - que en el Camarín estás,
échanos la bendición, - que nos vamos a marchar.
©Antonio Lorenzo

sábado, 7 de septiembre de 2019

Extraño caso del hombre que llevaba a cuestas al demonio


Un motivo recurrente, tanto en la literatura como en las creencias y leyendas populares, es el relacionado con el pacto con el diablo. El pacto entre una persona y el demonio (en cualquiera de sus manifestaciones), consiste en la «venta» de su alma a cambio de obtener algún tipo de beneficio. Según los diferentes relatos los beneficios a obtener varían entre los de conseguir una eterna juventud, una vida de riqueza, la obtención del amor o el poder. Estos contratos con el diablo se asocian con la brujería aceptando el precio de la condena eterna del alma a cambio de lo pactado.

En el caso de este pliego el pacto lo firma con su propia sangre un mozo nacido en Flandes (sin indicar ciudad ni su nombre, y en la más cercana Mahón, según el editado por Marés) por cuya vida regalada de amores y riqueza, perdió todos sus bienes y hacienda a causa de su afición al juego. Tras invocar al demonio para resolver su penosa situación, este apareció en figura de niño, como de tres años, y con características físicas horrendas, ofreciéndose al joven para que lo llevase a cuestas a su espalda y lograse de esa forma la caridad de aquellos a quienes solicitara su petición. Las condiciones se resumían en que en sus peticiones de caridad y limosnas no se nombrara nunca ni a dios, ni a la virgen ni a cualquier santo; tampoco debería asistir a misas y su petición solo debería referirse como una ayuda para la carga que transportaba. El plazo pactado para esta situación de entrega del alma quedó fijado en siete años mediante un papel firmado con la propia sangre del joven.


Tras muchos avatares el indigente llegó al santuario de Santa Ana del Monte, en la villa de Jumilla, regida por franciscanos (fundado, por cierto, en el siglo XVI y que actualmente acoge unas bellas exposiciones artísticas). Allí el demonio fue reconocido rápidamente los monjes, proponiéndose estos, mediante toda clase exorcismos y conjuros, liberar a la pobre víctima de su pacto. 

Una vez conseguida su liberación, el joven tomó el hábito en dicho convento haciendo penitencia de sus culpas y pecados.

La historia que cuenta el pliego tiene correspondencias con muchos otros relatos plasmados literariamente, así como leyendas y cuentos tradicionales. El caso de Fausto de Goethe es el más significativo literariamente, aunque la tradición oral ha conservado numerosos cuentos sobre la intervención del diablo, que corresponden al Tipo 756, y sus variantes, de la famosa clasificación de Aarne-Thompson.

¿Es posible un pacto con el diablo?

Según el eminente teólogo español José Antonio Fortea, en la «Cuestión 31» de su Summa Daemoniaca. Tratado de demonología y manual de exorcistas (Zaragoza, ed. Dos Latidos, 2012) explica que «la gente suele pensar que los pactos con el demonio solo existen en la literatura. Están equivocados». «Hay personas que conscientemente, con toda advertencia, pactan con el diablo y le entregan el alma con tal de conseguir algo en esta vida», señala.

«Por supuesto uno puede firmar un papel, pero no se le va a presentar el demonio ni para entregarle el papel, ni para recogerlo», indica. «Cuando uno hace un pacto de este tipo siempre espera que se aparezca alguien, pero es uno mismo el que tiene que escribir los términos, y tampoco aparece nadie una vez firmado el pacto, con lo cual uno se queda con el papel en la mano», insiste.

«El alma puede arrepentirse siempre que quiera con un simple acto de su voluntad. Arrepintiéndose, el pacto queda en papel mojado fueran cuales fueran los términos del contrato. Incluso aunque se excluyera la posibilidad del arrepentimiento, esta cláusula no sirve de nada. Dios que nos ha dado la libertad para hacer lo que queramos, no nos ha dado libertad para renunciar a la libertad. Esto es válido también en la eternidad, en el cielo o en el infierno seguiremos siendo libres. Sólo que en el cielo ya no querremos pecar, y en el infierno ya no querremos arrepentirnos. «... El gran poder del pacto con el demonio es hacer pensar a la persona que ya está condenada haga lo que haga. Es difícil hacer entender a una persona que ha firmado tal trato que sigue siendo tan libre como antes. Pero es así».   

Un antecedente famoso de los conocidos como grimorios (libros de fórmulas mágicas), es Práctica de conjurar (1673) de Fray Luis de la Concepción, donde se contiene todo un manual de instrucciones para invocar a las fuerzas tenebrosas y alcanzar acuerdos con ellas, a cambio, por lo general, del alma del interesado. La primera edición de la Práctica de conjurar la publicó Francisco García Fernández en el año 1673, en Alcalá de Henares, si bien ha sido reeditada en numerosas ocasiones, donde también aparecen conjuras contra langostas y otros animales nocivos, así como contra las tempestades.

El pliego que reproducimos es uno más de los múltiples ejemplos sobre la presencia del diablo en este tipo de impresos, presente también en los cuentos folklóricos, que se relacionan con los sermones de los predicadores de la sociedad medieval trasladados eficazmente a la mentalidad colectiva para despertar o consolidar el temor al demonio y al infierno, si bien no faltan tampoco relatos caricaturescos sobre su presencia.

El pliego fue impreso en Barcelona por los herederos de Juan Jolis, editores entre los años 1760 y 1770.

Añado al final tres portadas sobre el mismo asunto editadas en distintas localidades y talleres de conocidos impresores.





Portada del pliego impreso en Madrid por J. M. Marés, s.a.

Córdoba, Imp. Fausto Gª Tena (s.a)
Valencia, Imp. Laborda (s.a)

©Antonio Lorenzo

martes, 3 de septiembre de 2019

Nueva canción de "La piconera"


Un ejemplo más de los estereotipos y tópicos tan recurrentes en la literatura popular impresa y en la lírica tradicional. En este caso, el pliego anuncia que una humilde y bella pastora andaluza, hija de un piconero sevillano, se traslada a Barcelona a trabajar, algo que consigue en casa de un marqués por no haber querido corresponder a los amores de un catalán. En realidad, se trata de un conjunto de estrofas de variado carácter y con un recurrente estribillo que poco o nada tiene que ver con la historia que anuncia. Ejemplo de ello es la inclusión de una conocida estrofa, que forma parte del folklore infantil y de cantes de estilo flamenco.

                                                            De Madrid han venido
                                                            cuatro pintores
                                                            a pintar a la virgen
                                                            de los dolores.

El marqués no aparece en ninguna parte y el requebrador de la bella andaluza se supone que es catalán, por lo que en conjunto más se parece a una canción de ronda que utiliza un mismo estribillo y se apoya en coplas diversas con poca hilazón entre ellas.





©Antonio Lorenzo