martes, 19 de noviembre de 2019

El controvertido conde de España conocido por "El tigre de Cataluña"


Me voy a detener en esta ocasión en una figura contradictoria, solapada y poco conocida, pero que ha protagonizado una de las páginas más negras de nuestra historia, dejando en la memoria la idea de que fue un acreditado sanguinario y funesto personaje. Al margen de su intervención en los campos de batalla desde la guerra de la Independencia nos detendremos especialmente en su etapa catalana, que es a la que se refieren los impresos populares que integramos. También nos detendremos en su muerte, ya que fue asesinado y arrojado al río Segre por unos sicarios con una piedra atada a su cabeza, desfigurado su rostro y profanada su tumba un año más tarde, en 1840, donde fue exhibido su cráneo por distintas poblaciones.

Roger-Bernard-Charles d'Espagnac de Ramefort (1775-1839), descendiente de una familia de origen hispano emigrada a Francia, (conocido posteriormente como conde de España o Carlos de España), nació el 15 de agosto de 1775 en Ariège. Hijo del marqués Henri d'Espagnac, coronel y senescal de Couserans-Comminges-Nébouzan, descendiente de los condes de Foix por una rama más joven.

A consecuencia de la Revolución francesa, su familia fue perseguida estableciéndose en su huida primeramente en Inglaterra y posteriormente en Palma de Mallorca en 1792. Charles d'Espagnac se casó en 1804 con la hija de unos grandes propietarios mallorquines: Dionisia Rosinyol de Defla y Comelles.

Alistado en el ejército español en 1792, defendió su patria adoptiva de su Francia natal sirviendo a Fernando VII incondicionalmente contra el liberalismo y a quien permaneció fiel durante todo su reinado lo que le valió ocupar importantes puestos en el mando de las distintas provincias. tras el fallecimiento de Fernando VII en 1833 se puso al servicio del pretendiente carlista Carlos María Isidro de Borbón en la primera guerra carlista (1833-1840). Así llegó a ser capitán general de Cataluña, instaurando en Barcelona un auténtico régimen de terror y represión. Fernando VII españolizó su apellido otorgándole el título nobiliario del condado de España en 1819 y el título de Grandeza de España (máxima dignidad de la nobleza española) el 27 de agosto de 1827. Su recorrido en el ejército y su participación en numerosas batallas lo llevó a ser nombrado general y posteriormente a ser nombrado capitán general de Cataluña (1827-1832) estableciendo su cuartel general en la Ciudadela de Barcelona. El régimen de terror y crueldad del que hizo gala hizo que se le conociese con el sobrenombre de «El tigre de Cataluña», por su afición de eliminar a sus enemigos con medidas enérgicas "lanzándolos a la eternidad" según su frase predilecta y repetida. Su crueldad con los enemigos y el trato vejatorio con las mujeres son un referente en la vida de este siniestro personaje.

En un principio Carlos de España dispuso en Cataluña de una corriente de opinión favorable por su fama de militar competente y buen organizador. Con el transcurso del tiempo, y al igual que sucedió con el general Maroto, para protegerse de los enemigos molestos, tanto de fuera como de sus propias filas, no dudaron en ejercer el terror mediante fusilamientos. El recuerdo del conde de España, figura desconcertante, resulta difícil de concretar en la historia, debido a la documentación dispersa y contradictoria sobre la disparidad de sus actuaciones según a qué bando u opiniones nos atengamos y a las evidentes contradicciones de su personalidad. Lo mismo fusilaba a un conspirador que a un tendero que hubiese aumentado el precio de los víveres de primera necesidad. Mientras sus partidarios resaltan el orden, respeto y temor que consiguió en Cataluña, sus adversarios destacan su crueldad y sadismo.

Grabado de José Gómez
Editado en 1856, por Francisco J. Orellana El Conde de España o la inquisición militar, se detallan las actuaciones del conde con sus adversarios, del que extraigo algunas de sus láminas ilustrativas


En esta estampa se nos muestra la escena de un grupo de presos rodeados y vigilados  por las fuerzas del orden en la explanada de la Ciudadela barcelonesa con la presencia del conde de España, Cantillón y otros asistentes a la ejecución. La imagen de los presos condenados a la horca pasaron a formar parte del imaginario popular convirtiéndose en un recurso iconográfico contra el conde de España.






















La figura contradictoria del conde de España fue ampliamente denostada, aunque desde el punto de vista del carlismo más radical, su figura es ensalzada justificando sus acciones por su defensa del rey y la religión, tachando de traidor al general carlista Maroto (protagonista junto al general Espartero del célebre "abrazo de Vergara") tal y como se recoge pormenorizadamente en el libro publicado en 1840 de Tresserra y Fábrega, Félix Ramón, del que reproduzco la portada y que, por cierto, tiene una curiosa historia. Parece ser que bajo el seudónimo de Tresserra y Fábrega, se escondía el monje y predicador mercedario Magín Ferrer i Pons, conocido propagandista de la causa carlista.

Como sucede con casi todos los personajes históricos, la valoración de sus acciones depende del punto de vista ideológico que los juzgue. Las portadas que reproduzco a continuación son un claro ejemplo de los distintos puntos de vista sobre la justificación de la trayectoria política de este oscuro personaje.




Su muerte

La muerte del conde de España, nunca aclarada del todo sobre quienes intervinieron en ella, puede considerarse como un ajuste de cuentas, no solo de sus adversarios políticos sino también de sus propios correligionarios y sus desavenencias y disensiones internas. La envidia, la constatación de que padecía una condición enfermiza y por el deseo de ocupar su puesto se optó por darle muerte.  Relevado del puesto y conducido a Francia en 1839, fue asesinado por unos sicarios y arrojado por el puente llamado de Espía. Su cadáver fue encontrado días después río abajo siendo enterrado finalmente en Coll de Nargó.

Para incrementar el morbo sobre esta muerte parece ser que ni siquiera el fallecido tuvo reposo, ya que un tiempo después su tumba fue profanada y su cabeza robada. Según se cuenta, un médico aficionado a la frenología, llamado José Roset (catedrático de medicina en la universidad de Cervera, en Lérida), ayudado por sus compañeros de viaje, abrieron la tumba, extrajeron el cráneo, lo pudieron en una bolsa y se marcharon. El fin era el de hacer un estudio sobre su mente criminal. Al poco de cometer el robo fueron sorprendidos por unos ladrones que los tuvieron retenidos. Consiguieron huir y se trasladaron a Igualada portando la cabeza del conde. Un tiempo después el médico se trasladó a Filipinas llevándose el cráneo junto a sus pertenencias. Tras el fallecimiento del médico en Filipinas a causa de una enfermedad tropical, José Roset legó en carta testamental a su hermana Antonia todos sus bienes. Así pues, hizo traer desde las Filipinas sus efectos personales y el cráneo hasta Igualada, de donde eran naturales. Antonia Roset depositó el cráneo en la iglesia de San Agustín, donde se estableció la Congregación de la Buena Muerte. Antonia Roset, al morir, dejó como herederos del cráneo a éstos religiosos. Pero en 1858, familiares del conde que residían en Mallorca, por Real Orden firmada el 25 de noviembre obtuvieron el permiso para exhumar los restos mortales del conde para trasladarlos a Defla (municipio de Sinéu en Mallorca). En junio de 1859 se realizó el traslado de los restos a falta de la cabeza.

Lugar donde reposan los resto del conde de España según el siguiente enlace

En definitiva, la muerte por asesinato del conde de España haría sin duda las delicias de los impresores de pliegos donde lo morboso y escatológico son características recurrentes en este tipo de impresos populares.

Del libro de Tresserra y Fábrega, entresaco y trascribo el relato sobre su muerte:
"Al llegar al puente llamado de Espía se juntaron algunos con los que llevaban la víctima: uno le tiró un pistoletazo y otro le dió una puñalada: le ataron una soga al cuello con una piedra y lo echaron del puente abajo, creyendo los asesinos que seria negocio concluido, y que ya jamás se hablaria del Conde de España, suponiéndose que se habria perdido en Francia. [...]
En los primeros dias de noviembre circularon las noticias sagazmente propagadas por los asesinos y cómplices, ó interesados en el asesinato, de que el Conde de España estaba oculto en Francia. El partido furibundo, cuando ya estuvo seguro de que el Conde no habia de hablar mas, y contaba asimismo que jamás habia de llegar el asesinato á descubrirse, dictó la tan calumniosa como ridícula y desatinada circular de la Junta de Berga de fecha 7 de noviembre en que se dieron por supuestos los vehementes indicios de que el Conde trataba de vender el Ejército y el Principado con la misma perfidia que lo hizo Maroto en las Provincias Vascongadas. Pero pronto se turbó la feroz satisfaccion de los que habian ordenado, con sentido y ejecutado el asesinato. El dia 4 las aguas del Segre arrojaron un cadáver á la playa que forma, el rio entre Coll de Nargó y Hostal dels Esplovins: dicho cadáver tenia una soga atada en el cuello. En aquella playa permaneció durante el dia 5, en la noche del cual fue enterrado en Coll de Nargó. El Conde de España era conocido de todo el país: los primeros que vieron el cadáver lo reconocieron por el del Conde: lo reconocieron cuantos pasaron por aquel camino en dicho dia 5: los primeros divulgaron la noticia, y fueron varios los que pasaron á aquel punto para reconocer el cadáver. La identidad de este con el cuerpo del Conde de España no dejó la menor duda; el reconocimiento fue general, público y notorio, y no contradicho por persona alguna; y si hubiese necesitado confirmacion era mas que suficiente el no haber aparecido el Conde en ninguna parte". 
La noticia de su muerte estuvo llena de incertidumbre por si hubiese sido un reclamo para distinguir a los amigos de los enemigos. Extraigo de la página 322 del libro La Guerra de Cataluña. Historia contemporánea, redactada por oficiales que fueron actores o testigos de los acontecimientos, bajo la dirección de Eduardo Chao, Madrid, 1847:
«Era tal el terror que Espagne inspiraba y tal el concepto que de estravagante tenia, que cuando en Berga tuvieron noticia de su muerte, los habitantes se la fueron comunicando unos á otros con el mayor sigilo, y nadie se atrevia á manifestar abiertamente la impresion que les causaba este suceso,porque todos llegaron á persuadirse que era una treta de que se valia para descubrir el ódio ó el cariño que cada cual le profesaba. Todos creian que Espagne mismo habia hecho circular la noticia de su muerte para que, dándola por cierta, suc enemigos no le tuviesen miedo y revelasen sus sentimientos hablando de él con completa libertad. Tan general era esta creencia que por espacie de algun tiempo en el pais dominado por los carlistas no se oian mas que estas espresiones ú otras análogas: «Dicen que Espagne ha muerto.... para el tonto que lo crea; farsa suya! Todo es una farsa!». 
Los pliegos



Continúo con este interesante pliego donde se desarrolla y se recrea una ficticia conversación entre Manuel Llauder y el conde de España. Hay que recordar que Llauder fue nombrado capitán general de Cataluña, en sustitución del conde de España en diciembre de 1832. El conde se retiró a Mallorca y posteriormente a Francia. Llauder fue nuevamente nombrado capitán general de Cataluña en 1835 siendo sustituido en su cargo al año siguiente por el liberal Francisco Espoz y Mina.

Un detalle significativo que acompaña la imagen de los dos generales es que ambos llevan atados a una cuerda unos aparentes feroces animales, sin duda para resaltar el apelativo de tigre que fue aplicado tanto al conde de España como a Llauder. El epíteto de tigre también se le aplicó al general Cabrera "El tigre del Maestrazgo"

Las críticas a ambos en el pliego vienen insistentemente reflejadas mediante una especie de letrilla repetitiva:
                                                       ¿Quién hizo mas de los dos?
                                                       Sábelo el diablo, sábelo Dios.





En el siguiente pliego, no solo se recoge la muerte del conde, sino que está impregnado de advertencias al general Cabrera "El tigre del Maestrazgo" anunciándole que correría prontamente la misma suerte que el conde  por sus excesos y crueldad.

Existe la teoría de que el propio Cabrera, junto a otras destacadas personalidades carlistas, urdieron en secreto un plan para acabar con la vida del conde de España. El proceso judicial abierto para aclarar el asesinato del conde nunca concluyó, quizá porque no interesaba que salieran a la luz sus verdaderos instigadores.



Para terminar, reproduzco otro interesante pliego donde se recoge el "sueño espantoso" del general Cabrera al recibir la noticia de la muere del conde de España. El pliego vaticina el castigo que tendría el propio Cabrera al bajar a los infiernos, como lo tuvo en sus sueños el tigre de Cataluña.

Aunque en el pliego no viene la fecha de edición, puede deducirse que corresponde al mismo año del asesinato del conde de España, en 1839.





©Antonio Lorenzo

lunes, 11 de noviembre de 2019

"La flor de la canela", notas a una antigua canción andaluza


«La flor de la canela» nos evoca y recuerda enseguida una célebre canción compuesta por Chabuca Granda que ha paseado por el mundo a través de numerosas interpretaciones por los artistas más destacados y asociada, en nuestro caso, a nuestra inolvidable María Dolores Pradera.

Sin embargo, y con el mismo título de la famosa canción, ya se conocía desde 1847 integrada en un pliego de cordel donde se recoge, junto a otros temas, esta canción «dedicada a una morena sandunguera». Obviamente, nada tienen que ver la una con la otra salvo en la coincidencia del título de la misma.

Sin más dilación reproduzco el pliego:





Se trata, sin duda, de una muestra más del considerado como género andalucista, donde los bailes, el vestuario, la puesta en escena y la forma de hablar cosecharon indudable éxito en los teatros donde se ejecutaban, no solo en Andalucía sino también en los teatros madrileños, donde tanto las clases acomodadas como los estamentos populares gustaban de estas manifestaciones frente a las influencias foráneas, sobre todo tras la Guerra de la Independencia.

Otra muestra de la canción recogida en pliego a la venta en una librería sevillana es esta:


La expresión «La flor de la canela» viene de antiguo, puesto que ya se encuentra recogida en el título de una pieza andaluza en un acto, original de José Sanz Pérez (1818-1870), uno de los más fecundos autores del llamado género andaluz, en su primera edición de 1846. Esta obra utiliza de forma recurrente el estereotipo de lo considerado como lenguaje popular andaluz, pero, salvo su coincidencia con el título, no recoge en su interior el texto de la canción.


Fernán Caballero (1796-1877), seudónimo de Cecilia Böhl de Faber, en su novela «La Gaviota», ejemplo de literatura costumbrista, editada en 1849, narra la historia del triunfo y la desgracia de una joven (Gaviota) dotada de una bellísima voz, que logra gran éxito en los escenarios de Sevilla y Madrid enamorándose de un joven torero que acaba muriendo en la plaza. Un fragmento de la novela recoge, precisamente el comienzo de la canción:
«María, además de su hermosa voz y de su excelente método, tenía, como hija del pueblo, la ciencia infusa de los cantos andaluces, y aquella gracia que no puede comprender y de que no puede gozar un extranjero, sino después de una larga residencia en España y sólo identificándose, por decirlo así, con la índole nacional. En esta música, así como en los bailes, hay una abundancia de inspiración, un atractivo tan poderoso, tal serie de sorpresas, quejas, estallidos de gozo, desfallecimientos, muestras de despego y atracción; una cierta cosa que se entiende y no se explica; y todo esto tan determinado, tan arreglado al compás, tan arrullado, si es lícito decirlo así, por la voz en el canto y por los movimientos en el baile; la exaltación y la languidez se suceden tan rápidamente, que suspenden, embriagan y cautivan al auditorio.
Así es que, cuando María tomó la guitarra y se puso a cantar:
                                          Si me pierdo, que me busquen
                                          al lado del Mediodía,
                                          donde nacen las morenas,
                                          y donde la sal se cría.
la admiración se convirtió en entusiasmo. La gente joven llevaba el compás con palmadas, repitiendo bien, bien, como para animar a la cantaora». 
«Si me pierdo que me busquen al lado del mediodía» es una frase común que suele encontrarse incorporada en algunas canciones populares, como es el caso de «El ramo verde», procedente de Ungilde (Zamora), recogida e interpretada, entre otros, por Joaquín Díaz.

En cuanto a la música, tiene un recorrido más amplio. Eduardo Ocón, en sus Cantos españoles. Colección de aires nacionales y populares, del año 1874, la considera de dominio público, aunque señala la popularidad de la canción, situándola aproximadamente en los años cuarenta.

La obra de Ocón se publicó extrañamente en Leipzig en 1874, en su afán de contribuir a un mejor conocimiento de nuestra música popular fuera de España.



«Esta canción, aunque moderna, no hemos podido averiguar quien háya sido su autor, ni el año en que se compuso, si bien se puede asegurar que pertenece al de 1840 [a]proxima[da]mente».
También se conoce una partitura de 1906 para canto y piano con igual melodía y letra como la reproducida en el cancionero de Ocón.


A su vez, el músico vasco Sebastián Iradier (conocido compositor de la famosa habanera «La Paloma»), también compuso un tema con el título de «La flor de la canela», si bien no guarda relación alguna con la aparecida en el pliego que nos ocupa. En la partitura editada en 1882, aparece la siguiente letra:
                                       Son tus ojos dos brasitas
                                       de purísima candela
                                       No me mires que me irritas
                                       y la noche paso en vela,
                                       pues tus ojos son
                                       la flor de la canela.
Tal fue el éxito de las composiciones de Iradier que hasta el mismo Pío Baroja le dedicó una pequeña biografía novelada con el título de «La sonrisa de Iradier», del que comenta:
«Era un sujeto interesante. Iradier es una figura atractiva, en gran parte por su oscuridad. Esta desaparición, este hundimiento en el vacío, es muy vasco. Hay mucho músico famoso y hasta ilustre que tiene menos originalidad y menos bagaje que el pobre Iradier. Hay roedores de lo antiguo que sobreviven. Cuando se oyen las composiciones de éstos hay que saludar como saluda Rossini al oír algunas melodías de las óperas de Meyerbeer. [...] Iradier era como el Iparraguirre de los salones. Este alavés no pensó que su música pudiera tener importancia. Vivió al día, puso unas letras detestables a sus canciones, se divirtió, mariposeó entre las bellas damas de la corte de Isabel II y de Napoleón III, viajó por América y cuando volvió a España a vivir en Vitoria, le debió entrar la melancolía y se murió». 
«La flor de la canela» de Chabuca Granda


María Isabel Granda Larco (1920-1983), quien adoptó el nombre artístico de Chabuca Granda, compuso el conocidísimo vals peruano el año 1950 inspirado en su amiga llamada Victoria Angulo, a la que dedicó y cantó en su 59 cumpleaños el conocido vals. Victoria le comentó a Chabuca el trayecto que recorría a pie, a través del Puente de Palo para regresar a su casa, lo que inspiró a Chabuca para describir su andar garboso y elegante «por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera».


En una entrevista de 1983, para la televisión en Lima, comentó: 
«Esta canción a la que todo debo, la hice para Victoria Angulo, señora limeña de fina raza negra, por quien Lima tendría que alfombrarse para que ella la paseara de nuevo. A ella y desde ella, esta canción como un íntimo homenaje a esta admirable raza que nos devuelve con ritmo, con sonrisa y con bondad, los hasta ahora incomprensibles años de injuria de la esclavitud, lo que la historia aún no ha calificado. Esta es mi "Flor de la Canela"».
La flor de la canela, se ha convertido para muchos peruanos en una referencia emblemática y representativa de su cancionero, al igual que ocurre con «Alma llanera» respecto a Venezuela o «Guantanamera» para el pueblo cubano.

El valentón del Perchel

En el pliego también se recoge como canción española «El valentón del Perchel». El Perchel alude a un antiguo barrio extramuros de la ciudad de Málaga de la que estuvo separado durante un espacio de tiempo y donde se secaba y sazonaba el pescado, atado en una especie de palos o perchas (de ahí el nombre de percheles)


Si hacemos un repaso por las carteleras de los espectáculos de los teatros, tanto de Cádiz como de Madrid en esos años, observamos el enorme éxito que tuvieron estas canciones y bailes de corte andaluz.

En el Teatro Principal de Cádiz, para el día 8 de mayo de 1843, se anunciaba en el periódico "El Comercio":
Esta tarde se ejecutará la gran función siguiente: 1° Sinfonía.- 2° la aplaudida comedia en dos actos, traducida del francés por Don Ventura de la Vega. nominada «Llueven bofetones», 3º. el gran Polo Andaluz de la ópera «Los contrabandistas», que tantos elogios ha recibido de este ilustrado público en su primera ejecución, cantado por el Sr. Ojeda, para quien fue escrito en Madrid por el Sr. Basili y donde recibió innumerables aplausos.- 4°, la lindísima comedia en un acto de don Manuel Bretón de los Herreros, «El padrino».- 5° la canción andaluza conocida por «Los Toros del Puerto», por dicho Sr. Ojeda.- 6° Baile nacional.- 7° A petición de multitud de personas se volverá a cantar por el mismo la Lindísima canción nominada «El valentón del Perchel de Málaga»,- 8º la preciosa comedia en un acto de Ventura de la Vega «El gastrónomo o un día en Vista Alegre».- 9° y último. Baile nacional.- A las 5 y media.
Las piezas andaluzas eran una fuente asegurada de éxito (sin olvidar la competencia comercial de los impresores de pliegos) donde triunfaban bailes como el polo andaluz, las seguidillas gitanas, la cigarrera de Cádiz, o el charrán, interpretado con el airoso traje que lucían los vendedores de pescado por las playas de Málaga. 

El valentón de Perchel, texto de Tomás Rodríguez Rubí puesto en música por el italiano Basilio Basili, a quien se le deben muchas de las músicas compuestas sobre textos populares.

El pliego va acompañado también de otras conocidas canciones, como «La rabanera», cuyas estrofas están entresacadas de una composición de Juan Martínez Villergas, canción puesta en música por Mariano Soriano Fuertes, según se desprende de sus «Poesías jocosas y satíricas», 2ª ed., Madrid, 1847. También se incluye en el pliego el pregón de La ramilletera, un ejemplo más de los desenfadados reclamos de las vendedoras para vender sus productos y atraer la atención de sus posibles compradores.
©Antonio Lorenzo

domingo, 3 de noviembre de 2019

Hazañas del valiente Bernardo el de Montijo


Pliego del siglo XVIII, ya recogido por Durán con ligeras variantes, en su «Sección de romances vulgares de valentías, guapezas y desafueros», en el tomo II de su famoso Romancero general. Colección de Romances Castellanos anteriores al siglo XVIII, Madrid, M. Rivadeneyra, 1851, con el número 1342.

El pliego resalta, como es recurrente a otros muchos del mismo estilo, las desproporcionadas hazañas y arriesgados lances de un «guapo». Bajo esta denominación, los pliegos de este género se refieren a la persona valerosa, animosa y resuelta, que afronta todas las dificultades despreciando los peligros y enfrentándose a empresas arriesgadas con valor y resolución. Son prototipos de personajes con valor y bizarría y protagonistas de arriesgadas proezas, muy del gusto de las comedias de valentones y de este género de pliegos, como el que nos ocupa, donde suele combinarse lo heroico con lo amoroso.

Se trata de un curioso pliego donde se entremezclan los típicos enfrentamientos con otros jaques para resaltar y dar protagonismo a las características de nuestro protagonista. El pliego narra que, con apenas dieciocho años, dio muerte al alcalde, al parecer y sin justificar «con bastante causa», por lo que se vio obligado a huir a tierras andaluzas donde demostró su arrojo y bizarría ante todos aquellos valentones que se le enfrentaban. La hija de un rico mercader se enamora de tan aguerrido joven, pero su padre trata de casarla a la fuerza con alguien de su confianza y alcurnia. La muchacha informa a Bernardo de la situación y este urde un plan para, junto con dos amigos, secuestrarla la noche anterior a la boda. Tras matar a seis alguaciles, al capitán de la guardia, al propio corregidor y al pretendiente a marido, huyen con la dama. Tras un duro enfrentamiento en su huida, Bernardo queda herido y muertos sus amigos. Tras reponerse de sus heridas pide al capitán Brazofuerte que le otorgue plaza en su ejército ofreciéndose voluntario para luchar contra los portugueses, lo que el capitán le concede.

Es a partir de aquí cuando, sin rechazar lo novelesco, se mezcla con ciertos aspectos más o menos históricos que se sugieren en el impreso, aunque sin ofrecer datos concretos, sobre la Guerra de Restauración (Restauração) portuguesa (1640-1668) entre el reino de Portugal y la monarquía española, que culminaría con el reconocimiento oficial por parte de España en el Tratado de Lisboa (1668) con la total independencia portuguesa de la monarquía hispánica.

Sin entrar en los motivos de estos enfrentamientos, propio de historiadores, lo que nos interesa resaltar son las sugerencias que se manifiestan en el pliego sobre la intervención del montijano en estos enfrentamientos, según parecen deducirse de estos versos:

                                                 «...Sírvete gran capitan
                                                 sirvete de darme plaza,
                                                 que por el Cielo de Dios,
                                                 y por esta humilde espada,
                                                que he de seguir tu Bandera
                                                hasta morir en campaña...».

En una de esas batallas entre los ejércitos portugués y español no se menciona ni se sugiere en el pliego dónde intervino el valeroso Bernardo. Sin embargo, sí encontramos relación con la posterior comedia de 1704 bajo el título El más valiente extremeño: Bernardo del Montijo, como luego comentaremos.

La batalla de Montijo tuvo lugar entre ejércitos portugueses y españoles el 26 de mayo de 1644, en el transcurso de la Guerra da Restauraçao. El portugués Matias de Albuquerque, al mando de un ejército compuesto por seis mil hombres de infantería, mil cien de caballería y siete cañones, junto con ciento cincuenta holandeses, cruzó la frontera hispano-portuguesa sin encontrar ninguna fuerza que le hiciera frente, tomando la plaza de Montijo en territorio español sin dificultades.

Tras la reacción de las tropas españolas se reconquistó de nuevo la plaza, lo que no impidió muchas otras escaramuzas entre los dos ejércitos en otras tantas localidades. El resultado del combate fue ambiguo, pues los dos bandos enfrentados se apropiaron de la victoria final. En todo caso, parece que la batalla tuvo dos momentos clave, dominados cada uno de ellos por el ejército portugués o el español. Según las crónicas a las que accedamos, ya sean de los historiadores lusos o españoles, existen divergencias sobre quiénes fueron los vencedores reales en dicha batalla. 


Batalha do Montijo (panel de azulejos del Museo Militar de Lisboa)
Añado la portada de una Relación en octavas heroicas sobre la batalla de Montijo
Relación en octavas heroicas, En que contiene todo lo real y verdadero del sucesso de la batalla del Montijo, auiendose primero inuestigado las noticias mas indiuiduales: juntamente con aquellas de que fue testigo de vista ... dedicadas al ... señor Carlos Andres Caracholo, marques de Torrecuso ... / compuestas por el capitan... Don Antonio Pardo de Gayoso, natural de... Seuilla, año del sucesso de 1644.


El más valiente extremeño: Bernardo del Montijo

Se trata de una comedia atribuida al dramaturgo José de Cañizares (Madrid, 1676-1750), muy popular en su época y autor de dramas de corte calderoniano, comedias de santos, de enredo, de magia, históricas y, como la que nos ocupa, de guapos y valientes, conservada en manuscrito en la Biblioteca Nacional de España [BNE Ms. 15.136]. Tras una primera aprobación de la censura para su representación, el censor y también autor teatral Pedro Francisco Lanini, rectificó la aprobación inicial de esta comedia redactando una segunda nota ordenando el cambio del título para no hacer de menos a otros conquistadores extremeños como Cortés o Pizarro, ya que en la comedia de Cañizares se ensalzaba de manera importante la figura de Bernardo del Montijo.

Pese a esta discrepancia de criterios sobre el título de la obra, la crítica ha mantenido la propuesta inicial otorgando su autoría a Cañizares.

El pliego

Editado en Barcelona, sin que figure el año, por los herederos de Juan Jolis, sabemos que estuvieron activos entre 1760 y 1770. (datos sacados de la entrada dedicada a esta saga de impresores en este mismo blog:

Un resumen de la actividad de esta importante y duradera imprenta es como sigue

     * Juan Jolis (padre), edita entre 1680 y 1705 
     * Juan Jolis (hijo), edita entre 1706 y 1759
     * Herederos de Juan Jolis (hijo), editan entre 1760 y 1770
     * Bernat Pla edita entre 1770 y 1801
     * Viuda de Pla edita entre 1801 y 1827
     * Herederos de la Viuda de Pla editan entre 1820 y 1860 aproximadamente.






Añado una portada más que trata el mismo asunto, editada en este caso por la imprenta cordobesa de Rafael García Rodríguez.


©Antonio Lorenzo