La primera mención metafórica sobre el Juego de la Oca en español se encuentra recogida en la obra Filosofía cortesana moralizada, del segoviano Alonso de Barros, publicada en Madrid en 1587, de la que se conocen dos ediciones del mismo año: la impresa por María Ruiz, viuda de Alonso Gómez y la de Pedro Madrigal, a la que siguieron otras escasas ediciones y traducciones.
El libro iba acompañado de un pliego grande acompañado con ciertas figuras y letras, es decir, asociado a un tablero de juego del que no se conserva la edición original, pero sí el de la edición italiana publicada en Nápoles un año después (1588) y reproducido más abajo, siendo el autor del grabado Mario Cartaro y conservado en el British Museum de Londres.
La importancia del conocimiento de este tablero es excepcional por su simbología y su riqueza gráfica, ya que se trata de la primera representación emblemática del juego de la oca que durante mucho tiempo se había dado por perdida. No deja de resultar curioso que el "descubrimiento" de tan impactante y sugerente lámina se hiciese de forma casual por un bloguero australiano de Sidney el año 2008.
El interés de esta obra, en cuanto al juego que nos ocupa, reside en que en ella se recoge, al margen de aspectos políticos, una excelente aproximación a cómo a través del simbólico juego de la oca quien pretenda ascender socialmente (entonces en la corte) ha de superar una serie de dificultades que vienen a enturbiar ese pretendido ascenso social, donde el azar, las apuestas y el uso de los dados, juegan un papel preponderante. Se trata, en suma, de un valioso entretenimiento manual simbólico del comportamiento cortesano.
La trayectoria del ascenso social que simboliza el juego, entronca con el viejo tema literario de la fortuna recogido en numerosas obras donde se reflejan las relaciones sociales de la vida en la corte, pero donde Barros no la atribuye a leyes imprevisibles o irracionales, sino que obedece a una cuidada estrategia que debe conocer quien pretenda ascender en la corte.
El tablero está dividido en 63 casillas numeradas, acompañadas de imágenes junto a una pequeña glosa constituyendo la primera descripción española conocida del juego.
El formato y la estructura del tablero se asemeja al concepto de emblema como combinación de dibujos y textos estructurados en tres partes: la inscripcio (o lema que da el título), la pictura (lo gráfico, la figura) y la suscriptiu (la glosa o versos al pie de la imagen), donde se vincula lo gráfico con lo textual en un conjunto.
Se trata, en definitiva, de un juego de apuestas donde la estrategia de los jugadores queda en parte oscurecida por la importancia azarosa que se concede a los dados.
La idea principal que subyace en la intención de Barros es contraponer la fortuna frente al trabajo. Alcanzar la fortuna depende, pues, de la diligencia y de la constancia en el trabajo
Filosofía cortesana de Alonso de Barros. Grabado de Mario Cartaro, Nápoles, 1588. |
El libro recoge las instrucciones del juego donde pueden intervenir dos o más personas quienes deben apostar previamente una cantidad acordada de dinero en el centro del tablero. La llamada polla o puesta es el nombre genérico que designa la bolsa del premio aportada inicialmente por los jugadores, pero que puede ir modulándose a medida de desarrollo y vicisitudes del juego.
Resulta de interés el detenernos en las figuras que pueden observarse en las esquinas del tablero y su significación simbólica.
En la esquina superior derecha aparece un pez (un delfín según interpretaciones), junto con un áncora o ancla. El delfín representaría el movimiento y el ancla la quietud o firmeza con la leyenda date prisa despacio.
En la esquina superior derecha se observa a una mujer calva que lleva una especie de mechón de cabellos levantados por el aire y que, como explica el propio autor, representa la ocasión, con la leyenda "No me pierdas", en el sentido de no desechar la oportunidad para alcanzar la fortuna, ya que la fortuna "menosprecia a los tímidos y favorece a los atrevidos y arriesgados".
En la esquina inferior izquierda y sobre un arco de entrada sostenido por dos columnas aparece un cisne con las alas desplegadas, tocando una trompeta y pisando una calavera como símbolo de la muerte e invitando al recorrido propuesto en el juego con la frase nosce te ipsum, o conócete a ti mismo, que ya se encontraba inscrita en la entrada del tempo del dios Apolo en Delfos. Para alcanzar la fortuna es preciso reconocer los límites de nuestra propia naturaleza, así como la importancia del autoconocimiento humano.
En la esquina derecha aparece una mano que señala un reloj de pared, representando la importancia del tiempo que corre inexorable y defendiendo el valor de la constancia para llegar hasta el final: hasta la postrera, hasta la muerte, en definitiva.
La imagen central de la llegada en la casilla 63 representa la victoria, el triunfo, mediante la conocida palmera, símbolo del triunfo, la paz y recompensa en la vida eterna. En la iconografía cristiana representa la victoria del espíritu sobre la carne, asociada simbólicamente a los mártires que llevan una rama en la mano alusiva a la palma del martirio.
El triunfo consiste en la realización de las aspiraciones personales, pero eso sí, Barros advierte que no hay que caer en la soberbia por haber alcanzado la prosperidad y lo ganado, pues es necesario mantener la templanza: ni lo mucho ni lo poco.
Asido a las ramas de la palma se encuentra un hombre tratando de levantarse ante la flaqueza de su suerte, ya que la palma se dobla, pero no quiebra y ayuda a levantarse a todo aquel que se agarra a ella. El hombre aparece como que ha pescado un pez, como alegoría de su trabajo, pero ha perdido uno de sus zapatos. Todo ello en un mar de aspecto agitado y lleno de dificultades, lo que da a entender que nada se consigue en balde: Mai salirà gran costa / che mira quanto costa // Nunca subirá gran cuesta / quien mirare lo q questa.
Nos encontramos con la primera representación y adaptación metafórica del juego de la Oca en español, anterior a los ejemplares baleares impresos por Guasp en el siglo XVII, sobre los que comentaré algo en una próxima entrada y su evolución gráfica
Seguramente Alonso de Barros conocería un referente italiano derivado del juego de la Oca antes de dar a la estampa su librito acompañado del tablero de juego con finalidad didáctica. La extraordinaria estructura del tablero acompañado de instrucciones moralizantes y motivos cortesanos, hacen sospechar que nuestro autor ya tuviera referencia de algún impreso italiano que le inspiró. El éxito de su librito y juego fue tal, que en toda Europa proliferaron enseguida impresos de grabadores con diferentes calidades y variados motivos simbólicos.
Invito a todo aquel que quiera profundizar y contextualizar más sobre la importancia de esta obra a consultar los trabajos de eminentes estudiosos e investigadores, sobre los que anoto una mínima y somera referencia.
Para saber más
* Lucero, Ernesto (estudio y edición crítica): Alonso de Barros, Filosofía cortesana, Madrid, Polifemo, 2019.
* Lucero, Ernesto: La Filosofía cortesana y el juego de la oca (I). Reglas generales, en Edad de Oro, Revista de Filología hispánica, Nº 39 (2020), pp. 117-130.
* Infantes, Víctor, Ludo ergo sum. La literatura gráfica y el juego áureo, Madrid, Turpin editores, 2014.
* Infantes, Víctor: "Una pintura que se contiene en un pliego grande". El tablero de la Filosofía cortesana de Alonso de Barros: una oca emblemática entre España e Italia (1587 y 1588), en Imago, Revista de Emblemática y Cultura Visual, [Núm. 2, 2010] pp. 127-135.
* Collar de Cáceres, Fernando, «El tablero italiano de la Filosofía cortesana de Alonso de Barros (1588); la carrera de un hombre de corte», Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, 21, 2009, pp. 81-104.
* Martínez Millán, José, Filosofía cortesana de Alonso de Barros (1587), en Política, religión e inquisición en la España moderna: homenaje a Joaquín Pérez Villanueva, Madrid, Universidad Autónoma, 1996, pp. 461-482.
©Antonio Lorenzo