martes, 29 de noviembre de 2022

Enigmas discretos para diversión de los curiosos


El formato de preguntas y respuestas, como técnica literaria, fue evolucionando paulatinamente desde el siglo XVI utilizado preferentemente como hábil recurso de enseñanza y aprendizaje de la doctrina cristiana, consustancial a la catequesis, hasta desembocar en un variopinto conjunto de adivinanzas o acertijos destinados a facilitar un repertorio de entretenimiento y diversión. Los pliegos de cordel que recogen estas muestras de enigmas o adivinanzas facilitan estos juegos de ingenio, aunque sin descartar su función didáctica.

Ya dimos cuenta en la entrada anterior de algunos antecedentes literarios del siglo XVI como referencias del género llamado literatura de problemas y que guardan relación con el tema que nos ocupa.

👉 Ivan Gonçalez de la Torre: Docientas pregvuntas con svs respvuestas en versos diferentes (1590)

👉 Hernán López de Yanguas: Cincuenta biuas preguntas con otras tantas respuestas (s.a)

👉 Luis de Escobar: Las quatrocientas respuestas a otras tantas preguntas... (versión de 1545)

Si nos remontamos al siglo XVII encontramos igualmente antecedentes literarios que mantienen vínculos con los enigmas o juegos verbales en general en la interesante obra del segoviano Alonso de Ledesma: 👉Juegos de Nochebuena moralizados a la vida de Cristo, martirio de Santos y reformación de costumbres. Con unos enigmas hechos para honesta recreación (1611).

Curiosamente, estos Juegos de Nochebuena aparecieron como prohibidos y censurados en el Índice expurgatorio del año 1632 ordenado por el entonces inquisidor general cardenal Zapata, debido supuestamente, al carácter festivo que preconizaba el título.

* Otro valioso ejemplo del siglo XVII se refiere a la obra del salmantino Cristóbal Pérez de Herrera, (1556-1620), quien fuera médico de Felipe II y de su sucesor Felipe III. De su amplia producción literaria, dedicada sobre todo a temas relacionados con la medicina, cabe destacar para nuestro caso sus 👉Proverbios morales, y consejos cristianos, muy provechosos... y enigmas filosóficas, naturales y morales con sus comentos (1618), obra de la que se conocen diversas impresiones.

En el apartado que dedica a los enigmas filosóficos hace referencia a las supuestas antiguas prácticas de los egipcios y donde nos brinda una definición. La obra contiene nada menos que 313 enigmas.

«Llámase la enigma oscura alegoría, que con dificultad se entiende, si no se declara o comenta. Algunas tiene la Sagrada Escritura. Y antiguamente los reyes, y principalmente los egipcios, hablaban por enigmas. Dice, pues, la primera nuestra, que está rica de discreción, porque quien la desatare y explicare ha de ser discreto; que el necio para nada es bueno. No hay persona curiosa, de ingenio claro e inclinado a buenas letras, que no se aplique y guste de leer enigmas, con deseo de entenderlas. Y esta primera se entenderá muy fácilmente advirtiendo las primeras letras de los seis renglones, que dicen ENIGMA».




Ejemplo del enigma 6 
No ha mucho que tuve vida,
y aunque ahora muerta estoy,
vivo y sirvo en tu comida
y cual hombre resumida
me vuelvo cuando me voy
Comento a "la leña":
«Todos los árboles tienen vida vegetativa, con que se aumentan y crecen, y por eso dice la enigma que ha poco que la tuvo la leña, aunque después, hecha brasa, torna a vivir, y no vegetable, sino accidentalmente. Sirve el fuego de ella para aderezar de comer. Conviértese en ceniza cuando se acaba, como acontece al hombre; y así se lo trae a la memoria la Santa Iglesia el Miércoles de Ceniza».
* La valorización de los juegos y rimas infantiles cuenta con un ilustre antecesor en el sevillano Rodrigo Caro (1573-1647) en su obra 👉Días geniales o lúdricos (ca.1626), donde nos proporciona una valiosa descripción de los juegos de la antigüedad que relaciona con los dichos y entretenimientos cotidianos de entonces.

* A su vez, la magistral obra 👉Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), de Gonzalo Correas, catedrático de griego y hebreo en la Universidad de Salamanca, tesoro indiscutible de la sabiduría popular, constituye un fundamental referente donde se encuentran recopiladas más de 25.000 paremias entre refranes o frases proverbiales, junto a adivinanzas, canciones, cuentecillos o juegos infantiles. Dicha obra, tuvo su tardía primera edición por la Real Academia en 1906 y luego en 1924, aunque sin haber corregido las defectuosas copias manuscritas y malas lecturas que se conservaban de las mismas hasta encontrar el paradero del manuscrito original en el Colegio Trilingüe de Salamanca, siendo editado con fidelidad por Louis Combet en 1967 a través de la Universidad de Burdeos como obra referencial y fidedigna de consulta.

También son conocidas numerosas variantes que se reelaboran o entrecruzan de una misma adivinanza dependiendo de su cronología, de su propia estructura o de su procedencia geográfica. Su amplia diversidad hace que se puedan encontrar sueltas en distintos cancioneros o en obras de autores reconocidos, como en la novela pastoril La Galatea de Cervantes, donde los pastores disfrutan de sus momentos de ocio tratando de resolver las diversas adivinanzas propuestas. A través del pastor Elicio se nos ofrece una espléndida definición de la adivinanza que transcribo:

Es muy oscura y es clara,
tiene mil contrariedades,
encúbrenos las verdades,
y al cabo nos las declara:
nace a veces de donaire,
otras de altas fantasías,
y suele engendrar porfías,
aunque trate cosas de aire.
Sabe su nombre cualquiera,
hasta los niños pequeños;
son muchas y tienen dueños
de diferente manera:
no hay vieja que no se abrace
con una destas señoras:
son de gusto algunas horas,
cuál cansa, cuál satisface.
Sabios hay que se desvelan
por sacarles los sentidos,
y algunos quedan corridos,
cuanto más sobre ello velan:
cuál es necia, cuál curiosa,
cuál fácil, cuál intrincada,
pues sea o no sea nada,
decidme qué es cosa y cosa.

Las adivinanzas, sobre todo las de procedencia culta y más elaboradas, también fueron utilizadas de forma dispersa por eminentes escritores como Lope, Góngora o Quevedo, y apareciendo también deslizadas entre los autos sacramentales de Calderón o en la Agudeza y arte de ingenio de Baltasar Gracián.

Antes de proseguir en sucesivas entradas con otras muestras y comentarios sobre la literatura popular impresa, reproduzco este interesante pliego, sin lugar de impresión ni año, donde se recoge un abundante repertorio de enigmas "discretos" y de variada temática para la diversión de los curiosos. 









Tabla de soluciones

©Antonio Lorenzo

domingo, 20 de noviembre de 2022

Cien divertidos enigmas para entretenimiento de los curiosos

Tanto los recopiladores como los estudiosos no acaban de ponerse de acuerdo sobre si los términos enigma, acertijo o adivinanza son sinónimos o si se pueden establecer diferencias entre ellos según nos atengamos a su forma de transmisión o a su métrica habitual. Sea como fuere, y dependiendo del punto de vista adoptado, parece documentado que el término enigma es de un uso muy anterior al de los acertijos y adivinanzas. No cabe duda de que estos términos aluden a un comportamiento híbrido y transversal en su difusión, ya sea oral o escrita. Lo que es común a todos ellos es que se trata de un juego de ingenio, aunque también con función didáctica, lúdica o de adoctrinamiento, ya figuren formulados en verso o en prosa.

Por citar dos eminentes recopiladores más próximos en el tiempo, como Cecilia Böhl de Faber "Fernán Caballero" en su Colección de cuentos, adivinanzas y refranes populares (1877) o Antonio Machado y Álvarez "Demófilo", en su Colección de enigmas y adivinanzas en forma de diccionario (1880) trataron de diferenciar los términos de acertijo y adivinanza. "Demófilo" considera el acertijo como una forma más próxima al refrán y expresado en prosa a diferencia de la adivinanza compuesta en verso. Tanto el acertijo como la adivinanza pueden considerarse como una subcategoría del enigma, estructuralmente más elaborado, artificiosamente encubierto y con una mayor complejidad interpretativa y que cuenta con precedentes mucho más antiguos. 

La evolución de estos géneros, desde los conocidos antecedentes de los pueblos primitivos, guardan entre nosotros una cierta relación estructural con determinadas muestras literarias del siglo XV en adelante, donde se observa un entremezclado origen culto con lo popular que acabaría con un claro sentido lúdico el mundo folklórico infantil y su inclusión en determinados cuentos populares.

Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la Lengua Castellana, publicado en 1611, define el enigma como «escura alegoría o qüestión y pregunta engañosa y entrincada, inventada al alvedrío del que la propone». Posteriormente, el Diccionario de autoridades, primer repertorio lexicográfico del español, ya en el siglo XVIII, lo define como «Sentencia obscúra, o propuesta y pregunta intrincada, difícil y artificiosa, inventada al arbitrio del que la discurre y propone. Es voz puramente Griega, de quien la tomaron los Latinos, y de ellos nosotros». 

A su vez, y entendido como un heterogéneo género literario, tanto de fuentes como en su desarrollo, la llamada Literatura de problemas se basa en un tipo de discurso donde se establece una duda o pregunta con su consiguiente respuesta. Su diferencia con el enigma consiste en que en el problema de carácter espiritual la pregunta y su respuesta han de solucionarse por la misma persona, mientras que en el enigma se plantea una cuestión que habitualmente es otro el que debe responder.

Ivan Gonçalez de la Torre: Docientas pregvuntas con svs respvuestas en versos diferentes (1590)
Hernán López de Yanguas: Cincuenta biuas preguntas con otras tantas respuestas (s.a)

Dentro de su amplia producción literaria y anterior a las definiciones señaladas, el franciscano Luis de Escobar nos ilustra con la primera documentación que tenemos del vocablo «enigma» en castellano en la nota introductoria de la Quinta Parte de Las quatrocientas respuestas a otras tantas preguntas, que el ilustrísimo señor don Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla y otras personas en diversas veces enviaron a preguntar al autor, que no quiso ser nombrado, más de cuanto era fraile menor en su versión de 1545. De dicha obra, que puede considerarse colectiva, se conoce una edición anterior y otras posteriores, aunque por su condición de predicador el fraile franciscano pretendía quedar en el anonimato a lo que se unía su desinterés por lo popular. Aun así, no pudo evitar aludir a los juegos populares al margen del uso de preguntas y respuestas para enseñanzas morales o teológicas a las que dedicó preferentemente su obra. Esta técnica fue aprovechada ampliamente como recurso literario para debates escolásticos, diálogos o coloquios de todo tipo, ilustradora de sermones, para usarla de forma provechosa en la enseñanza de los catecismos o como juegos intelectuales de mero entretenimiento. Los textos poéticos de preguntas y respuestas constituyen todo un recurso de didactismo literario muy extendido durante el Siglo de Oro con especial atención a determinados aspectos de naturaleza religiosa.

«enigma es la pregunta de «¿Qué cosa y cosa?» que alguno haze con palabras encubiertas y escuras para que los otros no la puedan entender sin que él mismo la declare. Como quando alguno pregunta por las trévedes diziendo «¿Qué cosa y cosa? ─Tres pies y una corona», y por la vaca preñada dize «¿Qué cosa y cosa? ─Va por el río y no se moja». Y destas preguntas que se llaman enigmas es toda esta quinta parte, y algunas vezes se llaman metháforas por otro nombre». 
Previos al siglo XV son escasos los antecedentes conocidos en España de la llamada literatura problemática en castellano en cuanto al desarrollo de técnicas narrativas de preguntas y respuestas, al margen de las consabidas traducciones de los clásicos. En la poesía cancioneril del siglo XV ya se va consolidando entre nosotros el género de las quaestiones con preguntas y respuestas en una especie de un «totum revolutum» de sugerente investigación donde la pregunta y su respuesta vienen a constituir una especie de atractivo juego cortesano que fue alcanzando notoriedad en las clases populares a modo de entretenimiento.

Durante el siglo XVI comienza a establecerse una distinta percepción sobre las diferencias entre lo que constituye una quaestio de lo que es propiamente una adivinanza, aunque ambas compartan el recurso del diálogo. La literatura de aquellos años está cuajada básicamente de preguntas de contenido teológico o moral, aunque sin desdeñar el entretenimiento que produce esta técnica literaria de contenido misceláneo en amplias capas de la población ajenas a estas cuestiones del debate escolástico.

La pregunta, como fórmula literaria y didáctica, jugó un importante papel tanto en la enseñanza de la teología en los conventos o escuelas catedralicias como en las escuelas y universidades.

Para no alargar en demasía esta entrada, me detengo en este interesante pliego de cordel impreso en Valencia en el taller de Laborda en el siglo XVIII, (impresor que desarrolló su actividad entre 1746 y 1774, continuada por su viuda, Vicenta Devis, a partir de 1780 y posteriormente por su hija), donde se contienen Cien enigmas divertidas para entretenimiento de los curiosos expresados en quintillas. La quintilla es una estrofa métrica de cinco versos octosílabos que admite una variedad de rimas consonantes sin que pueda acabar en pareado o que tres versos seguidos tengan la misma rima, estrofa utilizada frecuentemente en el teatro clásico del Siglo de Oro.

Este tipo de pliegos de amplia difusión constituye un ejemplo de la transversalidad entre la literatura culta y la popular.









Tabla de soluciones         

               

1.      La justicia

2.      El palmito o margajón

3.      El agua

4.      Las Ubas (sic)

5.      La aceytuna (sic)

6.      El centeno

7.      La nieve

8.      La aguja

9.      El libro

10.    El jubón

11.    Los calzones

12.    Las lámparas

13.    Las horcas

14.    El cubo o pozal

15.    El zapato

16.    La rueca

17.    La montera

18.    Los naipes

19.    La pluma

20.    EL abanico

21.    La pared

22.    La puerta

23.    La ventana

24.    El hígado

25.    La salvadera

26.    El vinagre

27.    La escoba

28.    La reja

29.    El amor

30.    La sal

31.    El alfiler

32.    El espejo

33.    La bota

34.    La tela

35.    El guadamacil

36.    El cuero

37.    La sepultura

38.    La celosía

39.    La disciplina

40.    El huso

41.    La pala

42.    El sombrero

43.    La galga

44.    El huevo

45.    La muela

46.    El tapiz

47.    La cama de campo

48.    La estera

49.    El hierro

50.    La redoma

51.    La guerra

52.    El sello

53.    La vidriera

54.    Ganar de manos

55.    Los toros

56.    La mula

57.    La honra

58.    El capote

59.    Las orejas

60.    La manzanilla

61.    La raposa

62.    Los cabellos

63.    La piedra de Bézar

64.    El reloj

65.    El lobo

66.    La memoria

67.    El nombre

68.    El trigo

69.    Los brazos

70.    Las despavilanderas

71.    El plato

72.    La caridad

73.    El queso

74.    El zapato

75.    Los eslabones

76.    El suelo

77.    La noria

78.    El marco

79.    Los dedos

80.    El azadón

81.    Las tijeras

82.    La tinta

83.    El ladrillo

84.    El candado

85.    Los dados

86.    El ajedrez

87.    La almohada

88.    La nuez

89.    La cortina

90.    La espada

91.    El mapa

92.    El balcón

93.    La llave

94.    La sombra

95.    La nube

96.    Las rodillas

97.    La media

98.    El arcabuz

99.    La nave

100. La guitarra

 

 

©Antonio Lorenzo