martes, 27 de febrero de 2024

Un drama ridículo de amor y celos

 

La primera parte del pliego con el título de "Un drama ridículo de amor y celos" tiene como finalidad el entretenimiento para quien lo lea o escuche. Se nos cuenta el traslado a Barcelona de la pareja formada por un caballero cubano y su asistenta huyendo del calor de "aquella antilla". Pero resultó que la asistenta, se enamoró de "una gatita muy blanca, miedosita, muy peluda, nada ladrona y muy mansa". El sorprendido señorito cubano, al ver que ya no era atendido como antes por la muchacha, urdió una "martingala" o argucia enseñando a un mono, claro enemigo de los gatos, para atacar al "gatazo amoroso" que también cortejaba a la gatita blanquita y que arañaba por envidia a la muchacha. El mono fue adiestrado para ejercer de espía y robar comida y dulces, aunque finalmente acabó maltrecho tras quemarse en una brasa como consecuencia de la emboscada que le propinó la criada. El argumento, como se aprecia, mezcla de una forma sorprendente e hilarante la pasión, los celos y los animales, todo ello entremezclado con alusiones críticas.

Tras el sugerente dibujo ilustrativo de la portada que anticipa esta singular historia, el pliego continúa con La canción de la jalea o amores de una dama con un confitero, donde se trasluce la conveniencia de que una joven debe casarse joven y pronto, según la mentalidad de la época, acabando el pliego con unos versos dedicados a La hermosa Julia

En el colofón de este curioso impreso figura que proviene de la Casa de Cristina Segura en Barcelona, situada en la calle de la Palma de Santa Catalina. Detenernos en la evolución en el tiempo de esta casa editorial es todo un intrincado recorrido debido a las diversas etapas de la saga unido a la escasez de datos. El fundador y primer impresor y librero fue Juan Llorens. Este impresor desarrolló una amplia labor editora de pliegos sueltos de variados temas, así como de aucas o aleluyas, abanicos o ventalls, sainetes y estampas. Sus ediciones más antiguas se remontan a mediados del siglo XIX donde ya figura en diversos pies de imprenta desde 1836 en adelante, dando noticia añadida sobre la imprenta impresora o simplemente a la venta de estos productos en su establecimiento como librería. Alrededor de los años sesenta su labor como librero se acompañó también como impresor, según consta en los pies de imprenta de algunos otros pliegos. Tras el fallecimiento de Juan Llorens, el negocio pasó a manos de su hijo Antonio, continuador de la labor editora de su padre. Tras el fallecimiento de Antonio, la saga editora continuó a través de su viuda, Cristina Segura, como continuadora del negocio en la última década del siglo XIX, como se deduce de los pies de imprenta de sus muchas reimpresiones de pliegos como el reproducido.

Tras este sucinto recorrido por contextualizar las diversas etapas de esta conocida distribuidora barcelonesa, paso a reproducir el pliego, del que también existen reimpresiones por otros conocidos talleres. 




En otras ediciones de pliegos, antes de dar paso a La Canción de la jalea o los amores de una dama con un confitero, viene antecedida por la que fuera una popular canción andaluza titulada La Jaca de terciopelo, propia del considerado costumbrismo andaluz, para resaltar la vitalidad y el baile de los jaleos de mediados del siglo XIX. Aunque en el pliego no figura, su música fue compuesta para ser acompañada de guitarra y piano por quien fuera el célebre compositor Sebastián Iradier (1809-1865), mucho más conocido por su difundida habanera La Paloma, cuya melodía se difundió en el tiempo por numerosos países dando origen a multitud de versiones.



©Antonio Lorenzo

sábado, 17 de febrero de 2024

Lo que no puede decirse y el por qué de la pobreza en España

Potada del pliego editado en Madrid por la Imprenta Universal

El pliego que reproduzco es otro ejemplo más de sátira burlesca, tan frecuente en otros muchos pliegos de cordel. En este caso, el título nos invita a adentrarnos en las causas de la pobreza en España y el por qué no pueden decirse, ya que: el que la dice, la paga. El pliego hace hincapié en la diferencia entre las clases sociales donde los pobres apenas tienen para subsistir, mientras que los ricos lucen vestimentas y trajes para resaltar su posición.

Se conocen numerosos estudios que analizan la evolución de la pobreza en España a lo largo del siglo XIX, siglo convulso y con grandes diferencias regionales. A lo largo del siglo en España se produjeron continuas revoluciones y golpes militares, aparte de las guerras carlistas, las intervenciones en los conflictos con Marruecos, las guerras de independencia hispanoamericanas, etc., lo que nos presenta un panorama del siglo XIX español en términos de pobreza. Pero si hay algo que define propiamente la situación económica de España a lo largo de todo el siglo es la desigualdad social.

Este pliego fue reimpreso por distintos talleres conteniendo una serie de aspectos cuya finalidad es básicamente el satirizar, como ya se anuncia en la cabecera. Por detenerme en una de las alusiones mencionadas se nos indica que la situación de pobreza podría mejorarse con motivo de la producción minera en Verja, Almagrera y Adra. En la Sierra de Almagrera, en el término de Cuevas de Almanzora (Almería), se descubrieron en 1838 unos filones de plomo argentífero, lo que supuso toda una accidentada historia minera a lo largo de los años, pero que repartió riqueza en sus buenos tiempos. En el pliego también se alude a las grandes diferencias en las vestimentas usadas por las mujeres según la conocida tendencia misógina de acusar a las mujeres por su deseo de lucir galas y moda y criticar al mismo tiempo la mejor valoración de los productos foráneos respecto a los nacionales.

Esta sátira burlesca titulada La Carpanta, término de origen incierto, evoca la lucha por encontrar alimentos en tiempos difíciles y por la urgente necesidad de llenar el estómago. La RAE define esta palabra como "hambre violenta", lo que nos recuerda indefectiblemente al célebre personaje caricaturesco creado por José Escobar Saliente (1908-1994). El personaje de Carpanta apareció por primera vez el año 1947 en la revista Pulgarcito. Carpanta es, sin duda, uno de los personajes populares caricaturescos más representativos del imaginario popular desde finales de los años cuarenta en adelante, aunque para evitar la censura propia del régimen establecido, donde se sostenía la idea oficialista de que "en la España franquista nadie pasaba hambre", el gran Escobar suavizaba en sus guiones con perspicacia la "hambruna" característica y definitoria del personaje con la palabra "apetito" para desligarse de la atenta mirada de los censores. El creador de este personaje, defensor de los derechos de los dibujantes y contrario políticamente al triunfo del bando nacionalista, fue juzgado por un tribunal militar y expulsado del trabajo que por entonces desarrollaba en Correos. Fue encarcelado en la prisión Modelo de Barcelona hasta su salida el año 1940, aunque en régimen de libertad controlada. Como dibujante colaborador para la editorial Bruguera, fue el creador del personaje caricaturesco y arquetípico de Carpanta como personaje marginal que sobrevivía en la calle en tiempos de penuria económica y con el que se identificaba mucha gente.

Este tipo de personajes caricaturescos, propios de las historietas y tebeos de la posguerra, entroncan con personajes que aparecen mucho antes en pliegos de cordel desde un punto de vista de enunciados textuales, lo que invita a considerar la evolución de las estrategias creativas a lo largo del tiempo desde un punto de vista sociológico y en su relación con el imaginario popular colectivo.


El pliego reproducido completo fue editado en Reus el año 1853, aunque se conocen otros anteriores, como el impreso en Madrid por Marés en el año 1845.







©Antonio Lorenzo

martes, 6 de febrero de 2024

Chistosa relación y testamento del Gran Palanquín


La relación chistosa del Gran Palanquín es un histórico pliego impreso en los inicios del siglo XVIII y reimpreso con cierta continuidad hasta mediados del siglo XIX. En la primera parte se nos cuenta sus graciosas habilidades y en una más desarrollada segunda parte las mandas de su testamento. El autor de esta chistosa relación no suele figurar en los pliegos posteriores, pero sí en algunos de los más antiguos con el nombre de Andrés de Porras Trenllado del que poco conocemos, ya que era frecuente relegar al anonimato a los autores a cambio de potenciar más el título de la publicación.

Conocidos talleres de impresores pusieron a la venta este curioso y divertido pliego a lo largo de más de cien años, según se desprende de los colofones de las diferentes ediciones. A pesar de la lectura más dificultosa respecto a los editados posteriormente, creo de mayor interés el reproducir el impreso más antiguo editado en Sevilla en el taller heredado por la viuda de quien fuera el conocido impresor Francisco Leefdael (Bruselas 1669-Sevilla 1728). Francisco Leefdael estableció su taller en el año 1700 siendo todo un referente por su labor impresora de comedias sueltas y entremeses hasta el año 1728, cuya viuda continuó con la labor impresora tras el fallecimiento de su marido hasta aproximadamente 1733. La continuidad a lo largo de tantos años de la reimpresión de este pliego indica la buena acogida que tuvo por parte del público consumidor de estas hojas volantes.

Desde una perspectiva actual el término palanquín se encuentra en desuso. Como personaje, la actividad de un palanquín se asociaba a un mozo de cordel o ganapán de oficio precario, y por extensión a una persona holgazana y vividora que se dedicaba preferentemente a cargar y transportar cargas de una parte a otra mediante andas o barras horizontales y paralelas. El término parece provenir de palanca, ya que era la manera de transportar heridos, enfermos, imágenes procesionales, personas consideradas importantes o ataúdes con cadáveres en los entierros. 

Como curiosidad, el nombre de palanquín ha quedado asociado a un tipo de exquisitos pralinés crujientes y trufados elaborados por un conocido obrador de pastelería artesanal en la localidad sevillana de Estepa.



La nueva y chistosa relación cómica se hace eco de las habilidades del Gran Palanquín, pariente de todo el mundo, vecino de todas partes, comedor de todos los manjares, bebedor de todos los vinos, empleado de todos los oficios y enfermo de todos achaques, como lo verá el lector, como consta en la portada de uno de los pliegos de mediados del siglo XIX editado en Madrid en el taller de José María Marés en 1845.

Según se cuenta en la primera parte del pliego nuestro personaje tiene más de noventa años y padece una infección en la vejiga, llamada "modorrilla" por los doctores, referida a los síntomas de una enfermedad cuando la orina gotea frecuentemente, por lo que cree intuir una pronta muerte y llama a un escribano para dictar su testamento, dando lugar también a una jocosa segunda parte del pliego que reproduzco a continuación del primero.

Impreso en Madrid por José María Marés en 1845

Esta primera parte del pliego fue impresa en Sevilla, en pleno movimiento intelectual de la Ilustración, dando lugar a otras reimpresiones con ligeras variaciones de texto, pero conservando en todas ellas su sentido burlesco.





La arraigada tradición de pliegos de burlas y de testamentos tuvo su continuidad en una segunda parte, donde el gran Palanquín otorga sus curiosos bienes a sus presuntos beneficiarios, lo que remonta a una vieja tradición con antecedentes medievales sobre los testamentos de personas o animales propios de la literatura popular impresa.

Los testamentos burlescos constituyen un subgénero poético y literario cuya finalidad consiste en satirizar todo lo disponible por el testador ridiculizando a su vez a aquellos a quienes iban destinados sus presuntos o inexistentes bienes. Mediante esta práctica, de la que existen en pliegos numerosos antecedentes, no solo se conocen testamentos de personas humanas, sino también de animales, como el gallo, el burro, el ratón, la pulga o la zorra, entre otros. Todo ello forma parte de un hábil recurso para criticar cualquier aspecto amparándose en la impunidad que conlleva al refugiarse de cualquier reprobación de las mandas al estar redactadas a un escribano o secretario poco antes del fallecimiento del testador. 

En esta segunda parte sobre el testamento del Gran Palanquín se recogen las mandas muy graciosas que hizo, entre otras, el reparto de su propio cuerpo como recurso para acentuar el sentido humorístico, puesto que, obviamente, ya no se admite reprobación al testador una vez fallecido. Estas mandas o encargos de sus hipotéticos o inexistentes bienes a sus destinatarios son claros ejemplos de intención burlesca para causar risa al público lector u oidor.






Para saber más

García de Diego, Pilar, «El testamento en la tradición popular». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol. 3 (1947), pp. 551-557.

García de Diego, Pilar, «El testamento en la tradición popular (continuación)». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol. 10 (1954), pp. 400-471.

Amades, Joan, «El testamento de animales en la tradición catalana». Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, Tomo XVIII (1962), cuadernos 3 y 4.

©Antonio Lorenzo