domingo, 1 de febrero de 2015

El hombre preñado (el parto del gallego)


La patraña del hombre que se finge o se cree preñado es lugar común en las celebraciones carnavalescas como mecanismo de inversión y transgresión propio de esas festividades. También se asocia con la demencia o locura propia de los ritos de pasaje o con cierta ambigüedad sexual que perdura simbólicamente en algunos cuentos folklóricos recogidos oralmente.

Sobre el parto supuesto o fingido se han recogido por tradición oral un número no despreciable de cuentos que abordan esta temática. El carácter netamente burlesco y paródico de los mismos incide de alguna forma en remarcar una distancia social entre los intervinientes. El protagonista del parto fingido puede ser un sacerdote (lo que puede asociarse a un larvado anticlericalismo) o un personaje de cortas luces según el imaginario colectivo reflejado en la literatura, y que en el caso de los pliegos que nos ocupan se identifica con un gallego. Las connotaciones de los gallegos como simples o cortos de entendederas es un lugar común que puede rastrearse tanto en los relatos orales como en los pliegos de cordel. La idealización de los usos y costumbres de la gente del sur (resaltando su majeza, garbo y gallardía) se opone a la imagen estereotipada y ciertamente hiriente de la gente del norte, según se desprende de la literatura costumbrista (cuyo centro de producción, hay que recordar, es la Corte y la ciudad), del llamado 'género chico' o bien de la reflejada en los viajes de los extranjeros por España, cuyos itinerarios preferidos eran siempre los del sur frente a un norte más desconocido y lejano, lo que alimentaba estereotipos y prejuicios. Abundan, pues, en los cuentos y en los chistes la imagen de las gentes del norte (gallegos, asturianos, vizcaínos, pasiegos, arrieros maragatos, etc.) como víctimas de bromas, chascos y lances achacables a su simpleza en el imaginario social.

El rústico Bertoldo empollando
 huevos, en edición de 1823
La relación del parto fingido con los cuentos de tontos o bobos que empollan huevos o con la muy discutible supervivencia matriarcal de la 'covada', costumbre ancestral por la que la madre recién parida cede su lecho al padre para ser atendido y cuidado, merecería también un desarrollo más pormenorizado, ya que estas narraciones, al margen de su manifiesto carácter burlesco y humorístico, incorporan una serie de dispersas herencias culturales con pluralidad de significados y entrecruzamientos.

Estos relatos han quedado como muestras de burlas, engaños o bromas haciéndose eco de la ingenuidad o credulidad de un ignorante (sea sacerdote o un rústico).

Los relatos sobre el 'parto masculino' suelen presentase en dos formas. Una de ellas es la que reflejan los pliegos y algunos de los cuentos recogidos oralmente: el protagonista envidia el trato y los cuidados que se prestan a la mujer recién parida y anhela convertirse en el protagonista del parto quedando embarazado. Algunos cuentos orales suelen recoger el motivo de la sustitución de la botella de orina que es llevada a analizar. En el trayecto se cambia accidentalmente o a sabiendas con la de una mujer embarazada, con lo que se hace creer al enfermo que es él quien se encuentra embarazado y debe prepararse para dar a luz.

En otros relatos al hombre le crece el vientre y sufre terribles dolores porque un animal o un objeto se le ha introducido por el ano o por la boca sin ser consciente de ello haciéndole creer que se encuentra embarazado, creencia alimentada de forma deliberada por los bromistas. Mediante algún artilugio (lavativa, potingue, etc) y tras una formidable ventosidad expulsa lo que cree que es el resultado de su embarazo.

En una versión salmantina (recogida por Luis Cortés Vázquez) el ingenuo y voluminoso hombre que se cree embarazado, por la previa sustitución de los orines, decide provocar el parto saltando desde lo alto de un árbol. En su caída espanta a un gato oculto en un matorral que sale huyendo despavorido y al que increpa: “-¡Ven acá! ¡no te vayas sin conocer a tu padre!”, lo que guarda relación con el cuento reproducido de Piedrabuena, recogido por Julio Camarena como variante del tipo internacional [Aa-Th, 1739] (Cuentos tradicionales (II) recopilados en la provincia de Ciudad Real, Instituto de Estudios Manchegos, 2012), cuando le dice al lagarto al que cree su hijo:

-Ojitos de milri,
dientecitos de rata,
¿fuiste tú el que le hicistes
tanto daño en el culito a papá?



El tema del hombre embarazado también aparece vagamente sugerido en determinadas comedias burlescas del Siglo de Oro, que parodian otras más serias, donde lo prodigioso o extraño toma carta de protagonismo. Así, y por citar un solo caso, en la comedia La ventura sin buscarla, parodia anónima de la comedia del mismo título de Lope de Vega, con clara intención burlesca de achacar el sermón a un albéitar (veterinario) en vez de al sacristán, llamado Pero Grullo, lo que ya nos previene de la intención satírica. Dice el Duque:

En la misa del entierro
(que hay misa, en fin, de difuntos)
hizo el sermón un albéitar,
que el sacristán Pedro Grullo
estaba de parto entonces
y hacer el sermón no pudo. (vv. 518 y ss)

Los pliegos

Reproduzco, en primer lugar, dos ejemplos completos con ligeras variaciones textuales que remiten a un mismo modelo. Bajo el epígrafe de 'satirilla o sátira nueva' se nos cuenta la broma cuya víctima en ambos casos es un rústico gallego. En el pliego editado en Barcelona por Llorens, en 1858, se sitúa la acción en Cádiz, mientras que en el editado en Madrid [Marés, s.a.] no figura localización.

El gallego, pues, envidioso del trato y los cuidados prodigados a la mujer de su amo que acaba de parir, y deseando ser él mismo el protagonista de las atenciones y de la rica comida, es objeto de una pesada broma por parte de los concurrentes, quienes provistos de un corcho taponador, pez y un lienzo, 'le pusieron el corcho bien ajustado, en un punto que nunca estuvo cegado', y el emplasto de pez en la barriga. Una vez liberado del corcho y tras desatascar todo lo que había comido abundantemente, le hacen creer que ha parido un lagarto al que colocan en su pecho para que mame, y el lagarto, al morderle la teta, hace que el gallego vocifere a los presentes: ¡este chico ha salido de los infiernos!

Otro de los pliegos que reproduzco como 'chiste gracioso y divertido', editado en Madrid por la Imprenta Universal, sin año, presenta una redacción diferente. Expone el caso sucedido a Juan Falandeira, situando la acción cerca de Ponferrada, y cuyo oficio es ejercer como pastor del tío Andrés. La broma de los vecinos consiste en este caso en hacerle creer que para aliviarle de su fingido embarazo, y equipados de un enorme embudo lleno de aceite que hará la función de lavativa que se supone facilitará el parto, culmina con un estruendoso río de excrementos, circunstancia que aprovechan hiperbólicamente los vecinos para 'estercolar los campos', consiguiendo ese año una extraordinaria cosecha.








Portada de la edición cordobesa de D. Fausto García Tena, sin año.

Antonio Lorenzo


domingo, 25 de enero de 2015

Calendario nuevo y curioso para acertar en la elección de la esposa por medio de los signos planetarios y nombres de las mujeres

Eugene von Blass (1843-1932)

De la imprenta madrileña de J. M. Marés en 1858, este calendario para acertar en la elección de la esposa teniendo en cuenta sus nombres y los signos de los planetas, lo que recuerda al tantas veces editado pliego de 'Los nombres, costumbres, y propiedades de las señoras mujeres', del que ya publiqué una entrada en este blog el 15 de abril de 2013 con el título de 'Dime como te llamas y te diré cómo eres'.

Tras este pliego añado otro editado en Carmona (Sevilla) por José María Moreno, sin que figure año y fecha.












©Antonio Lorenzo

martes, 20 de enero de 2015

El duque es muy cuerdo en todo


Sobre la relación entre el teatro, en sus diversas manifestaciones o subgéneros, y los pliegos de cordel queda aún mucho por investigar y conocer, aunque en estos últimos años se ha despertado un creciente interés entre los investigadores por las formas del teatro breve y sus relaciones con otros géneros.

El pliego que paso a reproducir más adelante lo he identificado como deudor y entresacado de un entremés de Francisco de Castro recogido póstumamente en su Libro nuevo de entremeses, intitulado Cómico Festejo (1742), aunque nuestro autor ya había publicado en vida tres volúmenes bajo el título de Alegría cómica, explicada en diferentes asuntos jocosos. Zaragoza, 1702.

Sabemos que el madrileño Francisco de Castro (1672-1713), hijo del también actor Matías de Castro,  fue un conocido comediante y autor de entremeses y de otras piezas breves que desarrolló básicamente su labor como actor en una de las compañías de la corte a caballo entre los reinados de Felipe IV y Felipe V. Adquirió fama entre sus coetáneos por sus papeles de gracioso en los teatros madrileños y al que apodaron 'Farruco' por sus interpretaciones de personajes de ascendencia gallega.

Si bien Francisco de Castro no figura entre los grandes nombres de autores de entremeses, sí fue apreciado por sus papeles de actor y por el donaire y facilidad para conectar con el público en su producción como escritor. La edición  que conocemos del entremés en el que se inspira el pliego data de 1742, es decir, cuando ya habían transcurridos veintinueve años de su muerte, siendo posible su publicación gracias al desvelo de José de Ribas, sucesor de una de las compañías de las que formó parte nuestro autor.

En las aprobaciones y privilegios que figuran en la edición del 'Cómico festejo' el censor de la publicación nos comenta respecto a Francisco de Castro:
'Uno de los dos referidos tomos se compone de Entremeses de un solo ingenio, que fue el celebrado 'Farruco', cuyo salado gracejo aún hoy le hace exequias el recuerdo, y perpetuamente se las hará en sus memorias el buen gusto cortesano, acordándose de un genio tan cabalmente festivo, que fue gracioso en el dicho y en el hecho, siendo muy raro el que lo es en hecho y dicho'.


































El personaje del vejete, que es el encargado en el entremés de recitar con frases encadenadas la relación que de forma exenta ha recogido el pliego, es personaje folklórico habitual en los entremeses que tratan de burlas amorosas. Su papel suele representar al cornudo o al marido engañado, aparte de su característica avaricia y corriente víctima de las burlas de los estudiantes o del personaje del soldado fanfarrón que suele rivalizar con el sacristán en cuanto a sus conquistas amorosas.

El pliego está editado en Valencia, sin año, por el impresor Cosme de la Granja al comienzo de la segunda mitad del siglo XVIII, según se desprende de la actividad de este impresor.

Del impresor Cosme de la Granja sabemos que en 1734 estaba establecido en la Plaza de la Seo de Valencia, trasladándose en 1742 a la calle de la Bolsería, según consta en los pies de imprenta.

En el 1746 se unió al también impresor valenciano Agustín Laborda, relación que duró poco tiempo, puesto que no se conocen impresiones de Granja entre los años 1747 y 1750. En cambio, a partir del 1751, ya trabaja solo de nuevo denominándose 'Impresor y Mercader de libros, vive en la Plaza del Mercado, junto al peso del Carbón'.

En 1757 se trasladó a la calle de Gracia, según se desprende de los pies de imprenta, fecha más o menos aproximada de la edición del pliego.

Del año 1765 es el último pie de imprenta que conocemos de este impresor, aunque tras su muerte, continuó su actividad su viuda (Basilia Tora) según se desprende de un documento que se envió el 22 de mayo de 1776 a los libreros de la ciudad por el Tribunal del Santo Oficio para que dictasen, en un término de sesenta días, todos los libros que tuviesen en sus tiendas. (Datos sacados de José Enrique Serrano y Morales: 'Diccionario de las imprentas que han existido en Valencia, desde la introducción del arte tipográfico hasta el año 1868', Valencia, Imprenta de F. Domenech, 1898-1899)





Antonio Lorenzo

sábado, 17 de enero de 2015

Santos protectores y sanadores: Hasta san Antón, pascuas son

                                         
                                                                                                           Oh glorioso san Antón,
                                                                                                           siempre te encuentro leyendo,
                                                                                                           si nunca pasas la hoja
                                                                                                           ¿qué leches estás haciendo? 
                                                                                                                 [copla popular]

El 17 de enero se celebra la festividad de san Antón o san Antonio abad, patrón de los animales. Se trata de una de las celebraciones más importantes de las fiestas de invierno y es costumbre muy extendida el llevar a la iglesia animales domésticos o de trabajo para su bendición.

A san Antón se le considera un santo muy «milagrero» y debido a la similitud del nombre muchas personas lo confunden con San Antonio de Padua, que se celebra el 13 de junio.

Cuenta la tradición que su vida fue una serie ininterrumpida de milagros: libró del demonio a un sinnúmero de posesos, curó a multitud de enfermos, por su intercesión brotaron milagrosos manantiales, domó a las fieras y venció numerosas tentaciones.



















Se le suele representar con un cerdo o jabalí junto a él. La leyenda cuenta que en el parto de una cerda uno de los lechones nació enfermo. La piedad del santo hizo que se compadeciese del pobre animal y lo bendijese. En aquel mismo instante el cerdito sanó y comenzó a andar. Otra leyenda cuenta que un jabalí, malherido por unos cazadores, había quedado ciego y fue a refugiarse junto al santo. San Antón, muy entristecido por la ceguera del animal, lo sanó. Desde entonces el jabalí se quedó a vivir junto a él defendiéndolo de cualquier fiera o alimaña que se acercase a su guarida.

Otro elemento que suele aparecer en los cuadros de san Antón es el cuervo llevándole un pan. Este motivo es frecuente en la imaginería de todos los anacoretas. A san Antón el cuervo le llevaba todos los días una hogaza. En este cuadro de Velázquez aparece junto a san Pablo, el ermitaño, mientras un cuervo les lleva la comida.


La leyenda cuenta también que llegado a la edad de 105 años sintió que su fin se aproximaba, lo que aprovechó para dar sus últimos consejos durmiéndose con el sueño de los justos el 17 de enero del año 356 entre 'conciertos angélicos'.

Aún subsiste en algunos pueblos de Castilla y León la tradición de celebrar las llamadas «hogueras de san Antón» y las vueltas propiciatorias a la iglesia antes de la bendición a los animales. Dicha tradición se sigue celebrando con gran vitalidad en muchas localidades, entre ellas en la ciudad de Madrid, donde tras las consabidas vueltas a la Iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza, se recogen los «panecillos del santo» que se guardarán hasta el próximo año.


En algunos lugares aún se conserva la costumbre del llamado «marrano o cerdo de san Antón». La cofradía o alguno de sus miembros regalaba un cerdo a la comunidad donde era alimentado por el vecindario. El cerdo podía deambular por donde quisiese y solía llevar una esquila al cuello para avisar de su presencia. El cerdo se lo acababa quedando el ganador de una rifa y el dinero recaudado por la venta de las papeletas quedaba para el culto al santo.


San Antón es también motivo común en los llamados Gozos o Goigs en el ámbito catalán y valenciano.


Goigs del glorios Abat Sant Antoni, Barcelona, Estamper y llibreter Juan Centene, s.a.

©Antonio Lorenzo

sábado, 10 de enero de 2015

La semana empleada buenamente entre un galán y su dama


Editado en la imprenta de Juan Bautista Vidal en Reus en 1850, este pliego de lenguaje alambicado y con ridículas pretensiones de elegancia y refinamiento hace que se convierta por su cursilería en una caricatura del movimiento romántico.







Antonio Lorenzo

lunes, 5 de enero de 2015

El rigor de las desdichas y mudanzas de la fortuna

Xilografía que ilustra la portada del pliego editado por el vallisoletano Santarén en 1891
Interesante pliego por cuanto algunos de sus versos recuerdan un canto de muerte o endecha conservado entre los sefardíes encajados en una sátira burlesca sobre la mala fortuna. Si nos detenemos en los primeros versos lo primero que llama la atención es la adaptación del pliego de parte de un conocido romance de Quevedo, que a su vez retoma los primeros versos de una tradición anterior.

Ya Sebastián de Covarrubias, en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611) en sus acepciones de 'cubrir' y 'endechas', cita los siguientes cuatro versos aludiendo a que eran muy conocidos y populares

                                Pariome mi madre una noche escura,
                                cubrióme de luto, faltóme ventura

Los versos también aparecen en las Silvas de Zaragoza, 1550 y Barcelona, 1550 y 1552. También en el Cancionero llamado Flor de enamorados, de Juan de Linares (Barcelona, 1562), versos que dieron pie a la 'contrafacta' o imitación de Quevedo en su obra Sueños y discursos de verdades (1627) con claros antecedentes en la poesía popular castellana, que paso a copiar.




En el romance, Quevedo refiere su adverso nacimiento y la especial conjunción o confabulación de los astros le convierten en el más desdichado de los mortales, quejándose de su infortunio y ejemplificando sus desventuras como prototipo del 'rigor de las desdichas'.

Es sabido que Quevedo reinventa, reutiliza y reinterpreta magistralmente motivos de la lírica amatoria grecolatina y de la tradición popular. Si cotejamos algunos de los versos del pliego con los del romance encontramos:


Sobre algunos de los versos del romance hay estudiosos de la obra de Quevedo, como José Luis Rivas y Juan Estadella, que creen encontrar en ellos unas pistas o claves astronómicas y astrológicas codificadas, a las que tan aficionado era el escritor [Rivas Cabezuelo, J. L., «Sobre el nacimiento de Francisco de Quevedo», La Perinola, 12, 2008] y Estadella Ferrater, Juan, «El horóscopo de Quevedo», Cuadernos de Quevedo, Fundación Francisco de Quevedo, 2010]. Dichos estudiosos consideran que Quevedo nos informa crípticamente en el citado romance sobre la verdadera fecha de su nacimiento, ocurrida el 14 de septiembre de 1580 y no el 17 del mismo mes, fecha que suele fijarse comúnmente en sus biografías y en la historia de la literatura.

En carta a su amigo Sancho de Sandoval, Quevedo asegura haber nacido el día de las 'Llagas de san Francisco', fecha que se celebra por la iglesia el día 17 de septiembre. Sin embargo, estos estudiosos consideran que la fecha de la celebración litúrgica no coincide con el acontecimiento real, que fue el día 14 de septiembre, circunstancia que el ilustre escritor conocía y que puede deducirse por ciertos indicios de los versos del romance que nos ocupa.

Otros aspectos oscuros de sus versos se refieren a las siguientes frases:

'Diome el León su cuartana' (alusión al signo zodiacal de Leo), siendo la cuartana una referencia a la fiebre llamada cuartana en su sentido de fogosidad e ímpetu.

'Diome el escorpión su lengua' (alusión al signo de Escorpio) y a la lengua mordaz, cáustica e irónica que tanto practicó en sus escritos.

'Virgo, el deseo de hallarle' (alusión al signo de Virgo) y la búsqueda de la pureza o castidad, según alguna de sus posibles interpretaciones.

'Y el carnero la paciencia' (referencia al signo zodiacal de Aries representado por el carnero) y a la paciencia como elemento y recurso irónico, tan del gusto de Quevedo, ya que justamente el carnero está asociado a la impaciencia y a la impulsividad.

Pero al margen de estas sugerentes interpretaciones, lo que es cierto es que el pliego es claramente deudor de parte de los versos de ilustre escritor barroco, aunque con lógicas modificaciones, amplificaciones y añadidos aprovechando el marcado carácter burlesco de la composición quevedesca.

Reproduzco el pliego editado en la imprenta valenciana de Agustín Laborda [s.a] cuya actividad impresora se desarrolló entre los años 1746 y 1774.







OTRAS REFERENCIAS

También se ha atribuido a Calderón la comedia El rigor de las desdichas y mudanzas de fortuna, título que se mantiene en la cabecera de algunos pliegos, pero parece ser que la atribución es errónea según los últimos estudios, pues apenas un año después de la muerte de Calderón el 25 de mayo de 1681 el impresor Juan de Vera Tassis ya tenía preparado el primero de los nueve tomos de comedias que editaría. Algunas de cuyas ediciones fueron desautorizadas en vida por el propio Calderón o retocadas y enmendadas o atribuidas falsamente, o bien circulando en copias manuscritas y adaptadas para ser representadas y presentando una anarquía gráfica disparatada tanto en copias manuscritas como en primeras ediciones, lo que nos introduce en un laberinto díficil de discernir y desde luego –aunque resulte  sugerente- muy ajeno al objetivo de este blog.

Todavía en julio de 1680, diez meses antes de su muerte, en carta al Duque de Veragua, reiteraba Calderón su lamento por la suerte que corrían sus obras:


«Yo, señor, estoy tan ofendido de los muchos agravios que me han hecho libreros y impresores (pues no contentos con sacar sin voluntad mia a la luz mis mal limados yerros, me achacan los ajenos, como si para yerros no bastasen los mios y aun esos mal trasladados, mal corregidos, defectuosos y no cabales), tanto que puedo asegurar a V.E. que, aunque por sus titulos conozco mis comedias, por su contexto las desconozco; pues algunas que acaso han llegado a mi noticia, concediendo el que fueron mías, niego el que lo sean segun lo desmadejadas que las han puesto los hurtados traslados de algunos ladroncillos que viven de venderlas porque hay otros que viven de comprarlas, sin que sea posible restaurar este daño por el poco aprecio que hacen de este genero de hurto los que, informados de su justicia, juzgan que la poesía mas es defecto del que la ejercita que delito del que la desluce.»
Reproduzco las portadas de otras ediciones de la misma relación burlesca.


Córdoba: Imprenta de Gª Rodríguez
Madrid: Sucesores de Hernando


















Lope de Vega también se hace eco de estos versos en su comedia Las famosas asturianas donde en una escena del Acto II intervienen unos músicos que cantan:

                                           Pariome mi madre
                                           una noche oscura,
                                           cubriome de luto,
                                           faltome ventura.
                                           Cuando yo nací,
                                           hora fue menguada;
                                           ni perro se oía
                                           ni gallo cantaba;
                                           ni gallo cantaba
                                           ni perro se oía,
                                           sino mi ventura
                                           que me maldecía.

Para no alargar estas consideraciones sólo comentar, como señalaba al principio, que por tradición oral se han conservado fielmente estos o parecidos versos en distintas versiones recogidas entre los judíos sefardíes de Marruecos como cantos de endechar.

Con el título de De Herodes a Pilatos o el rigor de las desdichas, se conoce una zarzuela en un acto con música de M. F. Caballero y también la zarzuela en tres actos que se representó en 1872 en el llamado Café-Teatro del Recreo, inaugurado en la madrileña calle Flor Baja en 1866 y que fue el inicio de los llamados 'teatros por horas' o 'de sesiones' y de los cafés-cantantes (me refiero solamente a los cafés líricos y musicales, no a los que ofrecían espectáculos flamencos, tan sabiamente estudiados por José Blas Vega en Los cafés cantantes de Madrid (1846-1936), ediciones Guillermo Blázquez, Madrid, 2006), donde se desarrollaban conciertos vocales o instrumentales junto a pequeñas obras teatrales o zarzuelas.

Dibujo de Juan Esplandiú (1901-1978)
En una gacetilla de la época, y al poco de inaugurarse el café-teatro, se recogía esta nueva actividad con las siguientes palabras:
"Aplaudimos sinceramente la idea de llevar el teatro a los cafés, pues de esta manera esos establecimientos, que hasta hoy han sido destinados a cierto género de espansiones (sic), pueden ejercer de hoy más notable y provechosa influencia en las costumbres del pueblo".
Representada el el Teatro del Recreo en 1872
Estrenada en el Teatro Eslava en 1892


















Con igual título también se conoce la comedia en tres actos del malagueño Tomás Rodríguez Rubí y la comedia en un acto de título El rigor de las desdichas o don Hermógenes (1853), de don Blas Molina.




El sevillano Narciso Campillo y Correa (1835-1900) escritor de cuentos y de relatos cortos, recoge también en su recopilación Una docena de cuentos, prologada por Juan Valera en 1878, el titulado 'El rigor de las desdichas' donde narra los infortunios del personaje Ventura (nacido en miércoles de ceniza) marcado desde su nacimiento por su aspecto físico y por su proverbial mala suerte que oscila entre lo risible y lo trágico, temática que aparece también en La buena o mala fortuna (1852) de Fernán Caballero, entre otros autores.

La frase, convertida a modo de locución adverbial, pasó por último a figurar como título de cuentos en las célebres editoriales de Saturnino Calleja o Ramón Sopena, dedicadas preferentemente a satisfacer los gustos lectores del público infantil.


















Antonio Lorenzo