domingo, 10 de mayo de 2015

El testamento del gallo


Sabemos que el autor de El testamento del gallo fue un poeta ciego cordobés llamado Cristóbal Bravo, ya que firmó algunas de sus obras como 'privado de la vista corporal'. La fecha más antigua donde aparece Cristóbal Bravo como autor remonta a 1572 en un opúsculo donde se recogen tres obritas:

1. la relación de un martirio de un fraile franciscano llamado fray Jerónimo Celo en Maçon (Francia)
2. los sacrílegos amores de un caballero con una monja a la que rapta de forma consentida y acaba contemplando su propio entierro y siendo devorado por unos mastines, lo que recuerda  la leyenda de Lisardo el estudiante, de tan largo recorrido literario.
3. Las angustias de la bolsa, obra de tono humorístico donde el galán disputa con su bolsa o escarcela su falta de dinero, que contó con numerosas ediciones ininterrumpidas durante ¡cuatro siglos!

Aparte de otras obras de autoría más o menos dudosa, lo que nos interesa en este caso es que se trata del autor de los famosos pliegos, tantas veces reimpresos, como son El testamento del gallo y El testamento de la zorra.

El testamento del gallo, como ya referí respecto al testamento del asno, remonta a antiguas tradiciones de la antigüedad clásica, pliego que se ha venido reimprimiendo, con las lógicas variaciones debidas a los caprichos de los diferentes editores o sencillamente por el paso del tiempo para adaptarse a las circunstancias, aunque el fondo de su sentido burlesco ha seguido manteniéndose inalterable.

Obviamente, los bienes y mandas que deja el gallo en su testamento parecen aludir o referirse a personajes conocidos en la época de la composición del pliego. Así, Juan Merino, Gonzalo el portugués, Juan Pérez Toledano y otros tantos mencionados serían nombres que los oyentes o lectores identificarían con personas conocidas facilitando su efecto satírico y burlesco.

La edición más antigua que se conoce del testamento del gallo se encuentra custodiada en la Universitäts-Bibliothek de Gotinga (Alemania) escrito en letra gótica junto a otras composiciones y fechada en 1590.
Aquí se contienen tres obras muy gracio / sas para passar tiempo. La primera es vn testamento que hizo / vn Gallo, y de las grandes mandas que mando a sus amigos. / La segunda, es vna pregunta que pregunto vn gentil hõbre / a vn doctor đ Medicina que orden tenia para curar a su mu / ger porque era braua ξ muy picuda. La tercera es vna Car- / tilla en copla, que pidio vna dama a vn galan poeta, para aprê / der a leer breuemente,  porque  era  ruda  de  ingenio.  El  testa-  /  mento  del  Gallo  y  la  obra  de  la muger picuda compue / stas en verso castellano por christoual brauo ciego / de la vista corporal  natural  đ  la  ciudad  đ  cordoua.
El testamento del gallo se enmarca dentro de las fiestas del carnaval, al igual que sucede con el testamento del asno o de la zorra. En ciertas localidades portuguesas y en Galicia (comarca de Redondela) hay tradiciones donde se entroniza a un gallo como el rey de la fiesta, se le pasea en procesión al tiempo que se lee su testamento. También es frecuente en otras localidades en atar una cuerda entre dos palos separados y colgar de ella uno o más gallos. Con los ojos vendados los mozos o mozas deben intentar cortar la cabeza del gallo con una espada o similar, mientras que otros mozos balancean la cuerda para demorar el golpe.


Las variantes, interpretaciones y antecedentes sobre estas practicas han sido magistralmente estudiadas en el capítulo IV, dedicado a 'El gallo de Carnestolendas', por Julio Caro Baroja (El Carnaval [1965], edit. Taurus, 2ª ed. 1979).

Conocemos igualmente textos de testamentos del gallo no sólo en Portugal y en Galicia, sino también en Brasil, seguramente difundidos por inmigrantes lusos.

















El pliego que reproduzco es una tardía reimpresión de la imprenta madrileña de Marés en 1857, que nos muestra una interesante xilografía y encabezamiento donde se nos habla de 'los gallineros de Madrid'. En la ilustración se aprecia lo que parece ser la familia del moribundo al tiempo que un gallo tocado con chistera ejerce el papel de escribano mientras el postrado gallo le va dictando su testamento.





Aunque extenso, no me resisto a reproducir un texto copiado de un manuscrito por Carlos Lopes Cardoso en 1955 y publicado en Um 'testamento do galo' de Arcos de Valdevez (Revista Lusitana, Nº 4, 1982-83).









También resulta de interés el trabajo de Rosario Álvarez y Xosé Xobe: Un testamento do galo de 1786 (en «Estudios en homenaje a Dulce Estefanía Álvarez», Universidade de Santiago de Compostela, 2004). En dicho trabajo los autores recuperan y estudian un texto mixto entre castellano y gallego con clara influencia de otros textos portugueses de finales del siglo XVIII, donde el gallo se despide de sus gallinas y les advierte del peligro en que quedan. También citan sendos pliegos de cordel editados en Porto con variantes en 1839, 1846 y 1888, con los que guardan similitudes textuales.

Antonio Lorenzo

lunes, 4 de mayo de 2015

El testamento del asno

Mosaico romano
Los testamentos recogidos en los pliegos de cordel, ya sean estos de animales (asno, zorra, mona, gato...) o de personajes reales o ficticios hunden sus raíces simbólicas en antiguas prácticas culturales. A grandes rasgos, la clasificación de los mismos puede resumirse en testamentos dictados por personajes históricos o bien en testamentos de marcado carácter satírico-burlesco. En esta primera aproximación me voy a detener en un ejemplo de testamento burlesco de gran recorrido literario como es el referido al testamento del asno.

Para situar convenientemente este tipo de testamentos satíricos-burlescos es obligado recurrir al clásico trabajo de Pilar García de Diego El testamento en la tradición (Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, IX y X, 1953-1954) y a los artículos publicados en la misma revista por José Pérez Vidal Testamentos de bestias (RDTP, III, 1947) y por Joan Amades El testamento de animales en la tradición catalana (RDTP, XVIII, 1962, cuadernos 3º y 4º). García de Diego cree hallar el origen de estos testamentos en los sacrificios de víctimas humanas de épocas pretéritas. En apoyo de esta tesis cita como ejemplo el llamado testamento de Grunnius Corocotta, fechado en el siglo IV de nuestra Era y ya citado por san Jerónimo como ejemplo de diversión entre la juventud escolar de Roma donde se parodiaba un sacrificio y la víctima legaba sus pertenencias. La parodia, que era cantada, se refiere en este caso al cerdito Grunnius Corocotta. Aunque la cita es larga, creo conveniente ofrecer la traducción de este primer testimonio literario del latín coloquial que he entresacado del estudio de Jairo Javier García Sánchez El Testamentum Porcelli, una fuente del latín vulgar siempre sugerente (en Romanística-Um, Universidade de Coimbra, 2014).

Se trata de un ejemplo de literatura burlesca, de autor anónimo, escrita hacia el año 350 d.C. La parodia alude a las últimas disposiciones del cerdo que va a ser sacrificado donando sus bienes a sus parientes y partes de su cuerpo a otros destinatarios


Mijail Bajtin en su libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento (1941) menciona los testamentos del cerdo y del asno como propios de la Europa de los siglos VII y VIII asociándolos a la época carnavalesca que giraba alrededor de la muerte fingida en las llamadas 'mascaradas'.


Estos testamentos de animales también aparecen mencionados en algunos de los fabliaux, divulgados principalmente por los juglares franceses durante los siglos XII y XIII, de carácter generalmente licencioso u obsceno. De los aproximadamente ciento cincuenta que se conservan hay uno atribuido a Rutebeuf (siglo XIII) conocido por El testamento del asno donde el avaricioso obispo acepta el dinero del clérigo que supuestamente habría dispuesto el asno en su testamento y le absuelve por haber enterrado a su borrico en tierra sagrada de cristianos.
'Quien tiene dinero suficiente, nada tiene que temer en este mundo y puede hacer de un asno un cristiano. Así nos lo enseña con este cuento Rutebeuf, el buen poeta que nunca tuvo dónde caerse muerto'
En época más reciente Rodrigo Caro (1573-1647) en su obra Días geniales o lúdricos (1626), donde recoge gran cantidad de materiales folklóricos, entre ellos los referentes a los juegos infantiles que se practicaban en el siglo XVII, da noticia en su Diálogo VI: 'cantares de los muchachos: nina, nina y lala, lala' del testamento de Cocorotta, recogido por san Jerónimo en la epístola Ad Eustochium, como antecedente de los cánticos sobre los testamentos de la zorra o del gallo que se cantaban en la época del erudito sacerdote y arqueólogo sevillano.

En España, y asociado al carnaval, perduran costumbres que guardan relación con el testamento del burro, como sucede en el conocido entroido o carnaval de Laza (Orense) del que muestro una reproducción del traje ritual del Peliqueiro, como curioso ejemplo de las máscaras fustigadoras, propias también con diferentes nombres en otras zonas de España, conservado en el Museo del Traje de Madrid.

 La celebración que pone fin al entroido de Laza recibe el nombre de 'Entierro del Entroido' y testamento del burro', donde se repasan los acontecimientos sociales y políticos del último año y se completa la parodia adjudicando a determinados vecinos  diversas partes del burro.


El testamento del burro, cuento folklórico

El testamento del asno, como cuento folklórico, está catalogado en el Índice Internacional de Aarne & Thompson con el Tipo 1842 y variantes. La tradición española apenas ha conservado este relato en su forma oral, aunque sí viene recogido en la obra póstuma de Fernán Caballero Las noches de invierno en las gañanías con el número 6, que transcribo:


Antes de reproducir la versión completa de este pliego, añado la portada del publicado en Córdoba, sin año, por el impresor Rafael García Rodríguez.


Reproduzco el pliego editado en Barcelona por los Herederos de Juan Jolis, sin año. Para saber más sobre esta importante familia de impresores remito a la entrada que les dediqué.











Antonio Lorenzo

sábado, 2 de mayo de 2015

Nueva relación jocosa del alcalde


De la imprenta madrileña de Marés este pliego, fechado en 1846, donde se contiene la relación jocosa del nuevo alcalde y el desarrollo de un pintoresco programa de gobierno decidiendo los precios que han de aplicarse a distintos productos en una retahíla de eufemismos y dobles lecturas.





Antonio Lorenzo

domingo, 26 de abril de 2015

Crueles asesinatos de seis ladrones a la familia de un comerciante de Sevilla


De la imprenta murciana de Pedro Belda este pliego, fechado en 1857, donde se nos narran los crueles asesinatos cometidos a la familia de un comerciante de Sevilla por seis ladrones 'alucinados', según nos dice el papel.






Antonio Lorenzo

martes, 21 de abril de 2015

La preciosa habanera de 'Los Timplaos'

Las relación entre los pliegos de cordel y la zarzuela se encuentra aún poco estudiada a pesar de que la misma se nos muestra más estrecha de lo que a primera vista pueda parecernos. El pliego que reproduzco al final es deudor de un número de zarzuela que obtuvo un gran éxito a raíz de su estreno en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 29 de noviembre de 1901.

El libreto de la zarzuela Los Timplaos se debe a Eusebio Blasco y a Carlos Fernández Shaw y la música al compositor sevillano Gerónimo Giménez 1852-1923), maestro al que debemos partituras tan conocidas como La tempranica o El baile y las bodas de Luis Alonso.

La acción de la zarzuela, tal y como se señala en el libreto, se desarrolla en el Madrid de 1866, dos años entes de que triunfara el estallido revolucionario de 1868 (La Gloriosa) que acabaría con el derrocamiento del reinado de Isabel II e iniciando un convulso periodo conocido como el Sexenio Democrático

El éxito de la zarzuela fue enorme, sobre todo por lo original de su planteamiento al alejarse de los tópicos argumentos que  por entonces predominaban en el llamado género chico y planteaba, si bien de una forma caricaturesca y superficial, episodios no lejanos al imaginario colectivo de su público, a lo que se unía una inspirada música del maestro Giménez, donde uno de sus números, con tempo de habanera y cantada por tres ciegos alcanzó gran repercusión.

Tal fue el éxito de esta habanera que los avispados editores de pliegos no tardaron en editarla para venderla al gran público con coplas añadidas que no figuran en el libreto, pero que reflejan el tono satírico y burlón que adornaba la composición.

Añado la partitura:



El texto que se recoge en la habanera hace velada alusión a los pronunciamientos e intentos fallidos del general Prim por derrocar la institución monárquica de Isabel II y a su huida a Portugal el 20 de enero de 1866 tras el fracaso del pronunciamiento en Villarejo de Salvanés. Expulsado de Portugal pasó enseguida a Londres y después a París. La copla parece aludir a que Prim ya no se encontraba en Portugal y por tanto era de esperar que capitanease nuevos pronunciamientos, como así fue, hasta desembocar en el derrocamiento de la reina dos años más tarde.

Extraigo del libreto:
                                          Al gobierno le ha salido un grano
                                          y alguno se lo va a reventar.
                                          A Narváez le han puesto ventosas;
                                          don Juan Prim ya no está en Portugal.





Recojo de las publicaciones de la época algunos comentarios sobre el estreno de la obra, como estas dos páginas publicadas en Vida Galante y publicadas a la semana escasa del estreno.



Antes de dar paso al pliego recojo otros comentarios publicados en las gacetillas de la época.



Una vez contextualizado el pliego, editado en Madrid en la antigua imprenta universal, expongo sólo la segunda parte. Hay que suponer que la primera, que no he logrado localizar, recoge el texto de la habanera de la zarzuela mientras que la segunda introduce una serie de coplas que se cantarían con la melodía de la famosa composición.

Como dato curioso, al final del pliego se recoge el anuncio de unas clases de bandurria y laúd, tanto a señoras como a caballeros, por un tal Francisco Alenda, eso sí..., a precios módicos.



Antonio Lorenzo

miércoles, 15 de abril de 2015

El enamorado explica su amor con títulos de comedias

Charles-Amable Lenoir (1860–1926)
Reproduzco un interesante pliego, sin pie de imprenta, donde el enamorado utiliza títulos de comedias para declarar su amor a la dama, a lo que siguen unas 'folías para cantar' en forma de diálogo.

Son nada menos que treinta y nueve los títulos de comedias que se citan en el pliego. He tratado de buscar a los autores de las mismas y las ofrezco en tabla al final. He de advertir que la atribución de una determinada comedia a un autor hay que contemplarla con cautela, pues es relativamente frecuente la atribución errónea o dudosa de determinados títulos. No obstante, si observamos la tabla, vemos que figuran autores poco conocidos si los comparamos con figuras tan representativas como Lope o Calderón, lo que permite suponer que el autor del pliego era buen conocedor de las comedias que se representaban en la época, por lo que la datación del pliego bien podría situarse a finales del siglo XVII o comienzos del XVIII.

La atribución de una obra a la pluma de un autor no es siempre tarea fácil. El teatro, al tener una dimensión comercial cuyo público abarcaba todas las condiciones sociales, desde el rey a los jornaleros o trabajadores, daba lugar a un cúmulo de factores donde no sólo intervenía el verdadero dramaturgo autor de la obra, ya que al venderla perdía los derechos y el texto original podía ser modificado o adaptado para ser representado. Hasta el mismo Calderón llegó a negar obras suyas de juventud, lo que convierte en muchos casos la correcta atribución de obras a un determinado autor en casi una labor detectivesca.






Relación de comedias y autores:


Antonio Lorenzo

sábado, 11 de abril de 2015

Pascuala la criminal


De la imprenta barcelonesa de Ignacio Estivill, al que dediqué una entrada sobre su actividad impresora que puede consultarse a través de este enlace:


traigo otro ejemplo de crímenes horrorosos, tan frecuentes en este tipo de producciones, con una ilustración impactante y fechado en 1852.






Antonio Lorenzo