martes, 31 de octubre de 2017

¡Vivan, vivan Fernando y Cristina, e Isabel la Princesa Real!

Federico de Madrazo (1815-1894) - La enfermedad de Fernando VII (1832)
Este pliego, editado en Barcelona por Ignacio Estivill el 22 de junio de 1833, nos informa sobre la enfermedad del rey Fernando VII (fallecido el 29 de septiembre del mismo año, apenas tres meses después de la edición del pliego) y de cómo se van desarrollando los acontecimientos junto a la proclamación de Isabel II como heredera al trono.

A comienzos de 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo y se temió por su vida. El ministro Calomarde convocó entonces a varios ministros a una reunión en la que se trató sobre las medidas que se habían de tomar para asegurar la sucesión al trono de la princesa Isabel. Decidieron que la reina María Cristina tendría que asumir la regencia y que el infante don Carlos María Isidro (hermano del monarca) renunciara a sus hipotéticos derechos. Lo primero se consiguió mediante la firma por Fernando VII de un decreto que habilitaba a su esposa para ejercer la regencia. 

Grabado del rey Fernando VII entregando poderes de gobierno a su
 esposa María Cristina durante su enfermedad, 1832 (© Archivo Arlanza)
Contra todo pronóstico la salud del rey mejoró, y el 31 de diciembre de ese mismo año de 1832, el rey, ya repuesto, hizo una declaración oficial por la que anulaba cualquier documento firmado por él en su período de convalecencia y aseguró la sucesión de su hija Isabel mediante el reconocimiento de las Cortes como princesa de Asturias. Durante la regencia de María Cristina, a causa de la enfermedad del rey, se decretó una amnistía concediendo importantes cargos políticos a liberales, amnistía que se mantuvo tras el fallecimiento de su esposo. El nuevo gabinete, presidido entonces por Cea Bermúdez, permitió el regreso de la gran mayoría de los liberales exiliados, los cuales estaban dispuestos a defender la sucesión femenina al trono español. El siguiente paso de la reina fue despedir de los puestos que ocupaban en la Administración a los más fervientes absolutistas, porque podían ponerse del lado de su cuñado, el infante Carlos María Isidro.

Parte de estos acontecimientos, llenos de percances y vaivenes, son los que se desprenden del pliego reproducido, y que sería tarea de historiadores y sociólogos el desarrollarlos convenientemente y dar la importancia adecuada a estos impresos populares que se inscriben en el imaginario social de sus potenciales consumidores.





©Antonio Lorenzo

martes, 24 de octubre de 2017

Aleluya: Personalitats de l'historia catalana

Cromos entresacados de los álbumes editados
por la fábrica de chocolates de Evaristo Juncosa
Reproduzco este auca o aleluya, en un singular recorrido histórico, donde conviven en controvertida mezcla santos, reyes, militares, poetas, artistas o políticos como personajes ilustres a los que se considera pertenecientes a la historia catalana.

Estos personajes, en realidad, deberían incluirse en el mejor de los casos dentro del equívoco y ambiguo término de los llamados «Països catalans», si es que tratan de referirse al ámbito general lingüístico y cultural, donde en una visión pancatalanista expansiva y discutible, se englobarían, entre otros, territorios como la actual Comunidad Valenciana, las Islas Baleares, Andorra, una parte del territorio de la Comunidad de Aragón (la llamada Franja de Aragón), parte del Departamento de Pirineos Orientales (Región francesa de Occitania), así como la ciudad de Alguer (en la isla italiana de Cerdeña)...

Solo puede entenderse, de este modo, que las personalidades que integran el auca puedan haber nacido en Huesca, en el antiguo Reino de Aragón, en Valencia, en Provenza, en Mallorca o hasta en la italiana Brindisi, como en el caso de Roger de Flor.

En realidad, nunca existieron los llamados países catalanes, ni la Corona catalano-aragonesa, ni la Confederación catalano-aragonesa, o cualquiera de estos nombres con los que un catalanismo exacerbado intenta forjar un pasado glorioso exclusivamente catalán que nunca existió.

Divido el auca en secciones y la reproduzco entera a continuación. El auca fue editada por la imprenta de Bartomeu Baxarias, cuya actividad impresora se extiende hasta los primeros años del siglo XX.






©Antonio Lorenzo

miércoles, 18 de octubre de 2017

Pronunciamiento de Barcelona (13 de junio de 1843)

Revuelta contra Espartero en Barcelona (1842)
Ejemplo de impreso popular, editado en 1843, donde se reivindica en la ilustración el apoyo incondicional a la efímera Constitución de 1837, siendo regente Baldomero Espartero, junto a la adhesión a la causa de la niña Isabel II, que contaba entonces con apenas 13 años de edad.

Obviamente, se trata de un impreso (en realidad un ejemplo de «ventall» o abanico, a los que he dedicado anteriores entradas bajo su etiqueta) y que hace alusión a los acontecimientos producidos en Barcelona en 1843.


Tratar de contextualizar los hechos referidos en el impreso es ciertamente complicado. Tanto la regencia de María Cristina como el reinado de Isabel II se caracteriza por su enorme inestabilidad. A ella contribuyeron también los jefes militares que se saltaban la legalidad constitucional con sus continuos golpes de Estado, llamados pronunciamientos. Reflejo de la inestabilidad política de esta época son las cinco constituciones que se suceden durante el reinado de Isabel II (1834, 1837, 1847, 1854 y 1856). Cada cambio de gobierno iba acompañado de la correspondiente constitución, unas veces moderada, otras progresista o democrática según la alternancia en el poder. La etapa que nos interesa (en relación al impreso reproducido) es la del liberalismo progresista del General Espartero, entre 1840-1843.

En 1843 una oposición conjunta entre progresistas y moderados derriban el gobierno del general Baldomero Espartero, que ejercía la regencia desde 1840 y al que se le reprochaba una forma de gobernar autoritaria y militar, desantención de las Cortes y rodeado de militares afines a sus ideas. Baldomero Espartero, tras su triunfo en la Primera Guerra Carlista, tuvo una entrada triunfal en Barcelona el 14 de junio de 1840. La Constitución de 1837 a la que se refiere el impreso se promulgó durante la regencia de María Cristina y se mantuvo vigente hasta 1845 donde el Partido Moderado redactó una nueva Constitución. La Constitución de 1837 tuvo una función integradora consolidando un régimen representativo en España. Obviamente, considerada desde la perspectiva actual, resulta ciertamente reprobable y discriminatoria.

Durante este periodo tan convulso y tan rico en acontecimientos solo me detendré en los dos siguientes hechos: la insurrección y el bombardeo de Barcelona a finales de 1842 y en la revolución conocida como La Jamancia. El 13 de noviembre de 1842 estalló en Barcelona una insurrección a causa, entre otras razones, por la predisposición del gobierno a firmar un acuerdo comercial con Gran Bretaña que perjudicaba gravemente a la reciente industria textil catalana en beneficio de los productos textiles ingleses. Espartero se presentó en Barcelona para reprimir personalmente la insurrección. El 3 de diciembre de 1842 comenzó el bombardeo y al día siguiente la ciudad se rendía y entraba de nuevo el ejército. La represión ordenada por Espartero fue muy dura. Se castigó a la ciudad con el pago de una contribución extraordinaria, disolvió la Asociación de Tejedores y cerró todos los periódicos, salvo el conservador Diario de Barcelona. Con esta represión, Espartero perdió todo el apoyo social y político que había tenido tradicionalmente en la ciudad. Barcelona se llenó de barricadas y fue bombardeada desde el Castillo de Montjuic. Se castigó duramente a los insurrectos y muchos de ellos fueron fusilados. De su acogida triunfal de 1840 se pasó a una clara animadversión hacia su figura convirtiéndose en un personaje hostil.

Un solo apunte más: dentro de la situación caótica de estos meses de 1843, hay que comentar la “revolución centralista” catalana de septiembre-noviembre de 1843 conocida como «La Jamancia». El ideario de los llamados jamancios mezclaba reivindicaciones laborales con propuestas prefederales. El apelativo les venía del verbo de procedencia gitana «jamar» (comer), basado en los cánticos de los sublevados que amenazaban con "comerse" a sus enemigos de clase.

Estatua de bronce del Marqués del Duero
 en Madrid por Andrés Aleu (1885) 
La otra plana del «ventall» está dedicada al general Marqués del Duero donde fue recibido en Barcelona como «el pacificador». De nombre Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen (1808-1874) destacó por sus victorias sobre los carlistas y por participar activamente en 1841 en el golpe contra el regente Baldomero Espartero promovido por Narváez, golpe que fracasó y que costó la vida, entre otros, al general Diego de León. En 1849, siendo ya Capitán General de Cataluña, pacificó la insurrección de los Matiners (madrugadores, en catalán) durante la Segunda Guerra Carlista.

Estos impresos, en definitiva, son portadores de una serie de elementos que, junto a las xilografías que los acompañan, resultan de interés, tanto para historiadores como para sociólogos, en orden a comprender y valorar el imaginario social de una población popular consumidora de estos impresos.




©Antonio Lorenzo

domingo, 15 de octubre de 2017

Aleluya: Reinado de Isabel II

Federico de Madrazo - Retrato de Isabel II (1844),
 Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Las aleluyas representan una codificación simplificada de los hechos que tratan de exponer. El desarrollo de las distintas viñetas tratan de conectar el pasado con el presente y, de esa forma, vincular el imaginario colectivo con un desarrollo lineal y temporal tratando de eliminar lo accesorio para potenciar lo que se considera importante.

El trayecto lineal de las viñetas va asociado a un sentido cultural e histórico donde no importa tanto la valoración estética de las mismas, ni si responden a recorrido histórico más o menos objetivo, sino que su finalidad es sugerir y seducir, mediante la interiorización emocional, a un amplio sector del público consumidor de estos impresos.

El reinado de Isabel II que recoge esta aleluya es todo un ejemplo de recorrido, más emocional que objetivo, que invita a un detenido estudio sobre la elección de los momentos y acontecimientos históricos que presenta.

La aleluya fue editada en Madrid, sin fecha, por los Sucesores de Hernando (Perlado, Páez. y Cía., «Sucesores de Hernando» (1904-1920).

La divido en secciones para una mejor visualización y la reproduzco entera al final.






©Antonio Lorenzo

martes, 10 de octubre de 2017

Amor a la unión y odio eterno a la discordia

Abrazo de Vergara (1839) - Imagen del Museo Zumalakarregi
«Con la unión, y patriotismo, venceremos las furiosas tramas de la discordia», se lee en la cabecera del pliego. Un ejemplo, en suma, del diálogo entre la Unión y la Discordia, eso sí, en el contexto en este caso de un convulso siglo XIX.

Impreso editado en Barcelona, sin fecha.





©Antonio Lorenzo

domingo, 8 de octubre de 2017

El facineroso de La Mancha


Un ejemplo más de historia truculenta y de amores contrariados por causa de la avaricia del padre de la joven, lo que encamina al pretendiente a buscar fortuna como bandolero. Todos los tópicos del género se hallan reunidos en esta impreso, salvo el final, donde no acaba ejecutado y arrepintiéndose de sus hechos, lo que es frecuente en este tipo de impresos, sino que encuentra la muerte abriéndose una herida y dejándola sangrar.

En otras impresiones el protagonista se llama Juan Gutierra, como figura en el pliego distribuido en Barcelona por Antonio Bosch en 1872.

El pliego reproducido está editado en Barcelona por Ignacio Estivill en 1850.





©Antonio Lorenzo

martes, 3 de octubre de 2017

Historia de Cataluña, según el "auca" o "aleluya" de 1871

Portada del álbum de cromos de "Chocolates Juncosa"
Reproduzco el auca o aleluya, de contenido histórico, sobre la Historia de Cataluña editada en Barcelona por la Imprenta de Ramírez y Cª en 1871. Hay que tener el cuenta la fecha de edición para contextualizar debidamente cada viñeta y su correspondiente texto.

Divido la aleluya en secciones y la reproduzco entera a continuación.






©Antonio Lorenzo

lunes, 25 de septiembre de 2017

Cataluña [Trobos nuevos del año 1834]

Isabel II, junto a su madre María Cristina, durante su minoría de edad
Interesante pliego donde se reivindica de forma encendida la titularidad del trono para Isabel II, frente a la pretensión del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, que daría pie a las guerras carlistas entre los pretendientes a la corona. El pliego, editado en 1834, hay que contextualizarlo dentro de la Primera Guerra Carlista (1833-1840), entre los «carlistas» (españoles leales a pretendiente Carlos María Isidro) y los «isabelinos o cristinos», españoles leales a Isabel II. Hay que recordar que en 1834 Isabel II apenas contaba con tres años de edad, ejerciendo la regencia del trono su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias hasta la proclamación de mayoría de edad de Isabel (declarada en 1843 cuando apenas contaba con 13 años).

El bando cristino o isabelino contó, sociológicamente hablando, con los resortes del poder administrativo: desde los altos cargos de la administración estatal hasta la burocracia provincial y municipal, la casi totalidad del ejército, de los banqueros, comerciantes y hombres de negocios. Por el contrario, el bando carlista contaba entre sus filas a los sectores populares: los campesinos, jornaleros y pequeños artesanos y comerciantes, puesto que por la nuevas medidas administrativas se veían abocados a la emigración o a la ruina, aparte de ver peligrar sus fueros.

Los historiadores ya no sostienen que fuera la cuestión dinástica la única causa de las guerras carlistas, sino que obedece a una gran protesta social y a una verdadera lucha de clases iniciada por los sectores menos favorecidos.


El bando carlista tampoco puede considerarse un movimiento ideológicamente homogéneo. Su mayor arraigo se encontraba en el norte, donde los mandos carlistas eran fieles defensores del régimen foral y lo utilizaron como argumento para atraer a las masas populares, sobre todo del País Vasco y Navarra. Si bien es un reduccionismo el considerar que todo el mundo rural era afín a los carlistas y el urbano a los liberales isabelinos.

Las principales zonas de implantación del carlismo se encontraban en el Norte de España, especialmente en el País Vasco, Navarra, la Cataluña interior y el Maestrazgo, aunque con con núcleos destacados en Valencia y en Aragón, donde el pequeño campesinado era importante.

El pliego reproducido hay que situarlo, pues, dentro del conjunto de circunstancias que dio inicio a la Primera Guerra Carlista. Aparte de su interés como documento histórico, los pliegos nos dan cuenta también de las preocupaciones de las mujeres por la escasez de mozos para contraer matrimonio, ya que estos se encontraban luchando en uno u otro bando. Esta preocupación de las mujeres se refleja muy bien en este pliego, editado en Barcelona, justamente en los inicios de la Primera Guerra Carlista. El valor sociológico de los pliegos, tan escasamente estudiado, queda patente en estos «clamores de las doncellas».

                                                  Unos se llaman carlistas
                                                  Otros se llaman cristinos
                                                  Lo cierto es que nosotras
                                                  Nos quedamos sin maridos.
                                                  Hace muchos años
                                                  que anda la guerra
                                                  nada han adelantado
                                                  Carlos ni la Reyna;
                                                  Paz, paz, españoles
                                                  Paz, paz en la España
                                                  Maridos queremos
                                                  que es lo que nos falta.


En el trobo VII se menciona a Llauder. Se trata de Manuel Llauder y Camín (1789-1851), fiel a la causa de Isabel II tras la muerte de Fernando VII. Rechazó a las tropas carlistas en Barcelona y ocupó la capitanía general de Cataluña entre 1832 y 1835, en los inicios de la Primera Guerra Carlista.





©Antonio Lorenzo

martes, 19 de septiembre de 2017

1560 zapatazos a culo-pelado (aviso a engañados y coquetas)


Curioso pliego donde se entremezcla la descripción de los hechos por un narrador con el diálogo, lo que lo relaciona con la teatralización propia de los sainetes o entremeses. No en vano, en los teatros triunfaban obras como Abre el ojo, o sea el aviso a los solteros, comedia en tres actos de Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648), refundida muy posteriormente por D. F. E. Castrillón (Félix Enciso Castrillón), y representada en Madrid en 1814 o Aviso a las coquetas, comedia en un acto de Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873).

El pliego desarrolla la venganza de los seis pretendientes engañados por madre e hija de una curiosa manera: azotando en el culo a la coqueta por dos feas 'manolas" por encargo de don Lucas, un militar subalterno. La detallada ilustración que acompaña da perfecta cuenta de la venganza: los seis pretendientes en semicírculo con vela encendida en la mano; doña Prudencia, madre de la coqueta junto a la tía Remedio, con las manos atadas y pañuelo en la boca, y Carmen, la coqueta, puesta en "culo pajarero", recibiendo zapatazo y tente tieso, dejándola el culo como un tomate.

El pliego fue editado en Barcelona por la imprenta de J. Tauló en 1857 para la Casa de Juan Llorens. 





©Antonio Lorenzo