miércoles, 8 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Aiguals de Izco


A mediados del siglo XIX español el desarrollo de la ilustración marcó un antes y un después, no solo en las estampas o en los pliegos de cordel, tan apreciados por el público generalista popular, sino también a través de la prensa, revistas románticas y en las novelas populares como medio de acercamiento y motivación para su lectura.

La importancia de las ilustraciones populares, derivadas de los textos, no ha suscitado el suficiente interés por parte de investigadores y críticos hasta hace relativamente poco tiempo. Hasta la llegada de la fotografía a fines del siglo XIX, proliferaron dibujantes y grabadores cuyo trabajo se reflejaba primordialmente en la prensa y en revistas de la época, aunque poco a poco fueron ilustrando cada vez más novelas de carácter popular que fueron alcanzando una mayor profusión. El concepto generalista de literatura popular es ciertamente ambiguo, con numerosos perfiles e interpretaciones diferentes, pero que en un sentido amplio hace referencia a su aceptación por amplias capas sociales, generalmente las menos favorecidas socialmente, pero que encuentran en esos escritos motivos que les resultan atractivos y son fuertemente demandados. Obviamente, las fronteras entre la considerada literatura culta y la popular se influyen mutuamente y en ellas se entremezclan gustos y motivos, temas y tipos que hacen difícil su tratamiento si no es con fines expositivos y didácticos ya que señalan una práctica lectora en desarrollo en amplias capas de población. La literatura popular, considerada en su conjunto, ha de entenderse como códigos culturales compartidos, aunque con diferencias, según el aspecto concreto que consideremos, así como los estilos y modos de apropiación que se interrelacionan de forma híbrida.

En esta primera entrada me voy a detener en una novela que alcanzó gran difusión y que fue traducida a otros idiomas, obra de un autor muy desconocido actualmente por el público en general, pero que fue referencia indiscutible como escritor y editor. Me refiero a Wesceslao Ayguals de Izco (Vinaroz, Castellón, 1801-Madrid, 1873). Aparte de sus escarceos políticos, fue director de periódicos, crítico de arte, poeta y destacado precursor de las novelas por entregas adelantándose unos cuantos años a su más amplia difusión. 

La importancia de estas manifestaciones no solo reside en su interés literario, sino que en ellas aparecen más o menos entreveradas opiniones políticas, gustos estéticos o formas de comportamientos y preferencias que iluminan el imaginario social de la época.

Este polifacético y polémico personaje, considerado como un escritor de segunda fila según la más difundida crítica académica, es un referente inexcusable de la literatura popular y de la novela por entregas, asociada al costumbrismo y a sus incursiones por la conocida como novela histórica para decantarse mediante agudas opiniones morales contra la aristocracia y el poder ejercido por la iglesia acorde a su acendrado anticlericalismo.

Los modelos editoriales del folletín y la novela por entregas, aunque en un principio respondiesen a diferentes motivaciones económicas editoriales, para atender a un público lector consumidor de periódicos, con el paso del tiempo tendieron a igualarse y a considerarse sinónimos. En un primer momento el folletín consistía, según María Moliner:
"Escrito que se inserta en la parte inferior de alguna hoja de un periódico, de modo que se puede cortar para coleccionarlo; generalmente se publican así novelas por partes; a veces, también artículos literarios o ensayos". (Moliner, 2007:1379).
Ayguals fue también el creador de la que fuera importante editorial llamada Sociedad Literaria, desde la que difundía sus propias obras y en las que incluía en apéndice los elogios a sus obras de personalidades del mundo literario, aumentando el prestigio del escritor al tiempo que servían como estrategias comerciales para la difusión de su obra.

La venta de novelas en fascículos o cuadernillos era otra forma de responder a distintas formas de entender el negocio editorial según se buscara un resultado económico. Tanto el folletín como la novela por entregas tenía su propio público lector. No hay que olvidar que el alto grado de analfabetismo de entonces promovía distintas formas de enfrentarse a lecturas en voz alta y en pequeños círculos de lectura, sobre todo en las zonas rurales, o a prestarse las lecturas entre los lectores, lo que disminuía claramente el negocio editorial buscando posponer a la siguiente entrega el resultado de un conflicto para motivar en el lector el resultado del mismo.

Las ilustraciones que acompañan muchas de estas novelas populares, tuvieran más o menos relación con la trama de las mismas, funcionaban como estrategia para atraer la atención de los consumidores de este tipo de literatura al incluir ilustraciones de corte costumbrista, de escenas o de paisajes cotidianos que resultaran reconocibles. 

Es importante contextualizar la labor de este escritor en la época que vivió durante el reinado de Isabel II. La obra a la que dedico esta primera entrada es una de las más célebres del escritor con el título de María, la hija de un jornalero, publicada primeramente por entregas en Madrid en 1845-1846, y consolidada en dos volúmenes el año 1847, todo ello publicado por la propia imprenta del autor. El intrincado argumento desarrolla las desventuras de María, enamorada del noble Luis de Mendoza, y acosada por el padre franciscano fray Patricio en su afanoso intento de seducir a la joven. En el desarrollo de los acontecimientos aparecen también personajes como la marquesa de Turbias Aguas, la baronesa del Lago, etc. Pero el mayor interés de la novela no es propiamente el argumento sino las ideas y valoraciones que subyacen en su desarrollo, donde desprecia la ostentación de la aristocracia y el poder de la iglesia y postula la exaltación del liberalismo. Todo ello va acompañado de numerosas descripciones de lugares tan emblemáticos como San Francisco el Grande, El Escorial, el palacio de San Ildefonso en La Granja o el de Aranjuez, aparte de incursiones sobre ambientaciones populares y modos de diversión como en la Pradera de San Isidro, descripción de tabernas, festejos taurinos, bailes populares, comidas campestres, modas del vestir o los bailes de máscaras de las clases privilegiadas en el Carnaval. 


Para hacernos una somera idea del desarrollo en capítulos de la novela reproduzco los índices de la obra publicada en dos tomos en 1847.



Tal fue el éxito editorial de María, la hija de un jornalero que hasta fue adaptada como obra de teatro en cuatro actos, drama del que no he logrado reunir más información.


No deja de resultar de interés las diferencias de opinión sobre la obra de Ayguals de Izco según tengamos en cuenta la ideología de la prensa liberal, que representaba el escritor, o la ideología de la prensa conservadora. 

En el juicio crítico sobre la obra del también escritor Antonio Ribot y Fontseré (1813-1871), incluido junto con otros, al final del tomo II (pp. 394-395) expresa de forma laudatoria:

[...] Las reflexiones morales del señor Ayguals de Izco, dirígense á des­truir vulgares preocupaciones con tal ra­ciocinio y tal copia de sólidos argumentos, que cautivan agradablemente la atención del lector, así como entusiasma la enér­gica convicción de sus principios democrá­ticos, y el denuedo con que anatematiza los abusos del poder arrancando la más­ cara de los hipócritas y haciendo revela­ciones de importancia. [...] El señor Ayguals ha conocido perfec­tamente las leyes del contraste; ha in­terpolado con particular criterio lo jocoso y lo patético, ha buscado también con­traste en las situaciones y contraste en las personas, y ha conseguido de este mo­do que todo en su obra se presentase en relieve, porque lo blanco junto á lo negro es cuando parece mas blanco. ¡ Qué con­ traste entre las virtudes de la pobre hija de un jornalero y la asquerosa lascivia de Fray Patricio! ¡Qué contraste entre la mi­seria y la opulencia, entre el pueblo y sus opresores, entre la libertad y el despo­tismo!
Sin embargo, y a modo de ejemplo, los periódicos de ideología conservadora criticaron agudamente la obra del escritor de Vinaroz calificándola de "disparatada, lánguida y fastidiosa" (La Censura, 1848). La Iglesia reaccionó contra esta y otras novelas de Ayguals de Izco, debido a la fama adquirida de escritor anticlerical, incluyéndolas en su Índice de Libros Prohibidos. A partir de 1859 la censura prohibió todas las obras publicadas por la Sociedad Literaria.

Considerado con gran desinterés por la crítica académica, la figura de Ayguals ha ido adquiriendo un mayor interés desde un punto de vista de la historia cultural en sus variados aspectos como uno de los iniciadores de la novela moderna en España en su dimensión social.

Mediante esta entrada pretendo otorgar un merecido valor, no solo al propio contenido de la novela, sino a la importancia añadida de las ilustraciones que la acompañan. Para ello ha elegido algunas que representan tipos populares y las relacionadas con determinados monumentos y palacios que sirven al autor para dotar de conocidos escenarios su trayectoria narrativa.

Ayguals se valió de importantes dibujantes e ilustradores, entre ellos con el conocido Vicente Urrabieta (ilustrador también de las Escenas Matritenses de Mesonero Romanos y destacado colaborador en el Semanario Pintoresco Español o del Museo de las Familias, entre otras publicaciones). Otros ilustradores que intervinieron fueron Benedicto y José Vallejo. El auge progresivo de la ilustración constituye un eje vertebrador entre el autor y el artista gráfico en la literatura en general a partir de estos años centrales del siglo XIX. La ilustración actúa cada vez más como reclamo para el público lector al reflejar detalles del paisaje urbano, de las fiestas o de circunstancias relacionadas con la trama.

Pequeña selección de ilustraciones








En el Museo del Prado
Convento de San Francisco el Grande

Casa de Correos

Fachada de la colegiata de San Isidro

Palacio Real de Aranjuez
Monasterio de San Lorenzo del Escorial

Panteón Real del Monasterio del Escorial

Palacio de San Ildefonso en La Granja (Segovia)

©Antonio Lorenzo

martes, 31 de agosto de 2021

Las faltas de los hombres según como se llamen

 

Un tema recurrente en los pliegos de cordel se refiere al «dime cómo te llamas y te diré cómo eres», que, desde al menos el siglo XVII, se asocia cada nombre de forma satírica con supuestas características de carácter, defectos o aficiones.

Los más difundidos se refieren a los nombres de las mujeres, a quien dediqué una entrada anterior donde se apuntaba como precedente literario una loa atribuida a Lope de Vega, en el primer cuarto del siglo XVII, con el título Loa famosa de las calidades de las mujeres, recogida en la «Tercera parte de las comedias de Lope y otros autores», aunque no tengamos la certeza absoluta de que corresponda a su autoría.



Estas «calidades de las mujeres», recogida en la comentada loa del XVII, encontró prontamente su correspondencia en la literatura popular impresa con el título genérico de «Sátira jocosa de los nombres, costumbres y propiedades de las señoras mujeres», muy difundida y reimpresa por distintas imprentas. 

Sin embargo, la asociación de diferentes nombres masculinos con sus faltas no alcanzó la misma difusión en pliegos como los atribuidos a las mujeres. Es por ello que me detengo en ofrecer un par de muestras.

En el primero de los pliegos que reproduzco nos presenta el burlesco escenario de un «congreso de mujeres con experiencia» con el fin de prevenir a las mujeres casaderas de los defectos y faltas de los hombres según se llamen, donde se incluye al final unos trovos de amor para completar el pliego.





Un ejemplo más, editado en este caso en Madrid por Marés en 1873, desarrolla el mismo tema aunque con significativas diferencias.



©Antonio Lorenzo

jueves, 26 de agosto de 2021

Canción nueva del oficialito

De la imprenta barcelonesa de los Sucesores de Narciso Ramírez (año 1878) reproduzco este pliego que se hallaba a la venta en la tienda de los Sucesores de Antonio Bosch. El pliego comienza con una serie de coplas donde una madre y su hija manifiestan el deseo de casarse con un «oficialito», que parece postularse para tal fin. No deja de sorprender el enfrentamiento entre madre e hija por conseguir los favores del militar, mucho más si tenemos en cuenta su relación filial. También resulta chocante la actitud de la madre al propinar un bofetón a su hija y que esta aluda a su juventud como argumento para ser la elegida.

El resto de coplas apenas guardan relación unas con otras, lo que contribuye al escaso interés narrativo del pliego.




©Antonio Lorenzo


viernes, 20 de agosto de 2021

Carta de amor de un galán a su dama y su quejosa contestación


De la imprenta vallisoletana de Santarén esta carta de amor de un enamorado a su dama, con la posibilidad de poner el nombre que se desee, y la contestación de la misma.

Sobre la casa Santarén puede consultarse la entrada que dediqué a dicho establecimiento tipográfico que se mantuvo en activo durante más de ciento cincuenta años.






©Antonio Lorenzo

martes, 10 de agosto de 2021

San Lorenzo, martirizado y asado en la parrilla

Fra Angélico - Juicio y martirio de san Lorenzo

El día 10 de agosto celebra el santoral católico el día de san Lorenzo. La tradición sitúa el nacimiento del santo en la ciudad de Huesca, perteneciente entonces a la Hispania Tarraconensis. Cuando en 257 Sixto II fue nombrado papa, ordenó como diácono a Lorenzo, razón por la cual se le considera oficialmente como el santo patrono de los diáconos. Se dice que era también el encargado de administrar los bienes de la Iglesia y atender el cuidado de los pobres. El año de su martirio se sitúa en el año 258.

Según la leyenda, entre los tesoros de la Iglesia confiados a Lorenzo se encontraba el Santo Grial (la copa usada por Jesús y los Apóstoles en la Última Cena) y que consiguió enviarlo a Huesca, junto con una carta y un inventario, donde fue escondido y olvidado durante siglos.

A los tres días del martirio del papa Sixto II, quien fue quien ordenó diácono a Lorenzo, fue detenido y conminado a entregar los bienes que custodiaba de la iglesia, de los que no quedaba alguno pues los había distribuido entre los pobres. Fue condenado a ser asado en una parrilla sobre un manto de brasas, suplicio inverosímil e infrecuente en la época de la persecución de Valeriano en la tradición romana, aunque acabó convirtiéndose en el símbolo iconográfico característico del martirio del diácono.

Su culto se extendió rápidamente por muchos lugares, con especial mención en España al famoso Monasterio de San Lorenzo del Escorial, mandado edificar por Felipe II para conmemorar su victoria en la batalla de San Quintín, que tuvo lugar un 10 de agosto del año 1557. Hay quienes sostienen que, si se mira desde arriba, el monasterio tiene forma de parrilla con cuatro torres en las esquinas y el palacio real haciendo de mango.


Tras san Pedro y san Pablo san Lorenzo es el tercer santo patrón de la ciudad de Roma

 Su actitud ante la muerte

Según repetidas leyendas se dice que Lorenzo, mientras se quemaba en la parrilla y en medio de su atroz martirio exclamó a sus verdugos: "Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho".

Este arranque burlón y con cierta arrogancia chulesca mientras se encontraba asándose en la parrilla a modo de barbacoa, fue reinterpretado con sorna por la tradición popular en una irreverente, pero hilarante coplilla:

                                                    San Lorenzo en la parrilla
                                                    fue y le dijo a los judíos:
                                                    -Dadme la vuelta, cabrones,
                                                    que tengo los huevos fríos.


Aunque Lorenzo parece que aguantó el tormento con beneplácito y sentido humorístico no pudo evitar dejar escapar algunas lágrimas, las mismas que desde la Edad Media se supone llueven en el firmamento cada año coincidiendo con la festividad de su salvaje muerte el 10 de agosto. En realidad, esas lágrimas son estrellas fugaces conocidas por los astrónomos como Perseidas al provenir de la constelación de Perseo. Pequeñísimos restos de su cola inferiores a un grano de arroz que al entrar en contacto con la atmósfera se encienden como una yesca.

La leyenda popular sostiene que las lágrimas del santo durante su martirio fueron recogidas por un ángel en un cáliz que llevó al cielo. Desde entonces, Dios toma el cáliz cada año en su fiesta y arroja a las nubes parte de su contenido. Desde la tierra se ven esas lágrimas transformadas en una especie de lluvia de oro, simbolizando que el propio cielo llora la muerte de santo.

Otros dichos o refranes populares se refieren al habitual calor intenso propio del 10 de julio, como se expresa en: «al sol le llaman Lorenzo y a la luna Catalina», «Por San Lorenzo, calor intenso», «San Lorenzo en la parrilla y el labrador en la trilla»...

 Culto a san Lorenzo

El culto a San Lorenzo se difundió tempranamente por toda la Cristiandad tras su muerte. Los escritores medievales, interesados especialmente por los motivos religiosos, ampliaron los temas de su predilección haciendo caso omiso o modificando la realidad histórica.

Desde un punto de vista religioso y trascendente sobre la justificación de tan extraña actitud de Lorenzo frente a los verdugos se basa en la idea, recogida en escritos antiguos sobre los mártires, de que "cuando el alma está enteramente en el cielo, la carne que sufre no es la nuestra; el cuerpo permanece insensible cuando el espíritu está en Dios" (Passio Montani atque lucii et comitum, año 259).

Los primeros testimonios literarios sobre san Lorenzo aparecen un siglo posterior a su martirio. San Lorenzo es uno de los mártires más famosos de la iglesia universal debido a las sugestivas circunstancias de su martirio divulgadas por san Dámaso, papa de 366 a 384; el célebre obispo de Milán, san Ambrosio (340 a 397) y el poeta Prudencio (348 a 415).

Un antecedente literario de gran importancia entre nosotros es el poema narrativo medieval hagiográfico el Martiryo de Sant Laurencio elaborado por Gonzalo de Berceo, máximo representante del mester de Clerecía, compuesto en el siglo XIII hacia el año 1264. La importancia de este poema es notable porque indica la pronta devoción al santuario de Sant Lorent que se encontraba próximo al monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla.

El poema de Berceo, al igual que el más conocido dedicado a San Millán de la Cogolla, tenía como finalidad fomentar su devoción y servir de estímulo para las peregrinaciones.

Tras una extensa serie de hagiógrafos medievales, la consolidación de su culto y leyenda se produjo en el siglo XVII donde el Padre Juan van BOLLAND (1596-1665) dio nombre a la sociedad formada por los padres jesuitas para coleccionar y publicar, depurando de forma crítica la vida de los santos, bajo el título de Acta Sanctorum. Los conocidos desde entonces como los bolandistas trataron de expurgar lo fabuloso o legendario de lo más o menos creíble de la vida de los santos.

En posteriores investigaciones sobre el diácono san Lorenzo reformaron aún más algunos aspectos de lo admitido anteriormente recogiendo solamente lo considerado como fuentes ciertas o verosímiles.


Son innumerables los lugares de culto distribuidos por numerosos países y poblaciones. Aparte de los cultos locales en toda la geografía española que sería prolijo enumerar, san Lorenzo es el patrón de Huesca, su ciudad natal, junto con otras poblaciones menores donde su culto está muy extendido, entre otras muchas, como patrón de La Zarza de Pumareda, o Saucelle en la provincia de Salamanca, dando nombre, incluso, a localidades como a San Lorenzo de la Parrilla en la provincia de Cuenca, al igual que a barrios populares que se conocen por su nombre y a su relación con numerosos topónimos.

En toda Italia, y especialmente en Roma, existen numerosas iglesias bajo su advocación. Incluso se cree que parte de sus restos se conservan en un sepulcro en la basílica de San Lorenzo Extramuros.

Sobre la autenticidad y la credibilidad de las reliquias

Con clara intencionalidad divulgadora y ejemplificadora, el jesuita francés Jean Croisset (1656-1738) recoge en su conocidísima obra Año Cristiano o ejercicios devotos para todos los días del año, publicada originalmente en Lyon entre 1712-1720, con versión española en ocho volúmenes de J. Francisco de Isla (Salamanca, 1753 y ss.) la vida de san Lorenzo. Se trata de una obra de referencia con más de cincuenta ediciones a lo largo del siglo XIX. En ella se recogen casi cinco mil santos biografiados donde no duda en recoger ecos históricos-legendarios sobre los mismos. Respecto a las pretendidas reliquias conservadas de san Lorenzo, anota:
«Consérvanse en Roma, además de la mayor parte de su santo cuerpo, todos los instrumentos con que fue martirizado. Muéstrase una parte de las parrillas en que fue tostado, y una gran piedra de mármol, teñida aun de su preciosa sangre, sobre la cual tendieron el santo cuerpo después que consumó su martirio. En otras iglesias de Roma se muestra la ceniza y algunos de los carbones que sirvieron para tostarle. También la Francia se gloria enriquecida con parte de sus huesos y con algunos de los instrumentos que concurrieron a su triunfo, como se ve en el tesoro de San Dionisio y en la iglesia de San Vicente de Mens, en que se manifiestan varios fragmentos de las parrillas. En la iglesia de San Martin de León se expone a la publica veneración parte de su brazo, cubierto aun de la piel tostada; en Puy uno de sus huesos; y en todas partes se experimentan los efectos de lo que san Lorenzo puede con Dios en favor de los que fervorosamente le invocan. Apenas hay santo padre que no haya hecho magníficos elogios de san Lorenzo; y a su martirio, principalmente, atribuye el poeta Prudencio la entera conversión de la ciudad de Roma».
El Real Monasterio de El Escorial, además de palacio, pinacoteca, convento, biblioteca y basílica, es también depositario de numerosas reliquias donde se conservan y veneran. En el libro Las reliquias del Monasterio del Escorial. Documentación hagiográfica. Transcripción, introducción, notas e índices por Benito Mediavilla y José Rodríguez Díez, OSA. Ediciones Escurialenses, Vol I (2004), se recogen en su inventario, entre otras muchas, las conservadas de san Lorenzo, obtenidas por solicitudes, encargos y deseos de Felipe II de diversas iglesias romanas. En el inventario se recogen las respuestas a las dichas solicitudes junto a los testimonios acreditativos.

En cuanto a las reliquias, tanto mayores como menores, de su patrono san Lorenzo, el monasterio conserva más de cuarenta, superando, incluso, a las recogidas en la basílica romana de San Lorenzo Extramuros. Se conservan, entre otras, y algunas como respuesta a los deseos de Felipe II, obsesionado con la obtención de reliquias de diversas iglesias romanas y del resto de Europa. En cuanto a las reliquias, tanto mayores como menores, el monasterio conserva más de cuarenta, superando, incluso, las custodiadas en la referente basílica romana de San Lorenzo Extramuros. Se conservan, entre otras:

* Una imagen de San Lorenzo, de tamaño natural, regalo de Carlos II, de 18 arrobas de plata y 8 libras de oro.
* Reliquia del brazo de san Lorenzo y de un dedo.
* Dos pedazos de costillas de san Lorenzo recogidas en relicarios
* Testimonio del muslo de san Lorenzo que da el obispo de Montpellier de Francia.
* Dos huesos grandes de los muslos de los bienaventurados santos señor san Lorenzo y señor san Vitor.
* Reliquia de vn diente de san Lorenzo Mártyr; y que quien se le dio, le hubo de la Priora de el Monasterio de santa Cathalina del orden de Sto. Domingo en Mompellier de Francia,
* Un pedazo de la espalda de san Lorenzo
* Testimonio de una muela de san Lorenzo, etc., etc.

Reescrituras en la literatura popular impresa sobre la vida de los santos

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII hubo un importante desarrollo de folletos y novelas cortas, como lecturas para cada vez un numeroso público. Impresores como Manuel Martín se especializaron en este tipo de publicaciones como fuente de ingresos. En el contexto de la Ilustración los hombres de letras denostaban las publicaciones de romances de ajusticiados, relaciones de sucesos, jácaras, almanaques y pronósticos para el considerado como público vulgar y que no contribuían a la mejora de la educación pública en las escuelas. Eruditos como Juan Menéndez Valdés lamentaba estas lecturas como vulgares e impropias en su Discurso sobre la necesidad de prohibir la impresión y venta de las jácaras y romances vulgares (Madrid, 1798). Sin embargo, al margen de las opiniones ilustradas, muchos pliegos y folletos de cordel se imprimieron sin licencias y ocultando premeditadamente el lugar y nombre del impresor para escapar de la censura y de litigios.

El impresor Manuel Martín diseñó y llevó a cabo un proyecto editorial con una amplia oferta de folletos con reescrituras de personajes famosos de la historia de España, así como de vidas de santos entresacadas de acá y de allá, distribuidos por los vendedores ambulantes con preeminencia de los ciegos. Su labor editora de todo tipo de papeles se desarrolló en Madrid entre los años 1756 y 1782.

Es en ese contexto se publicó la vida de san Lorenzo donde el autor del folleto señala las distintas fuentes a las que acudió para dar un marchamo de autoridad y de intento de veracidad cronística y de aceptada moral a su publicación, mostrando en sus portadas contar con las licencias necesarias. Experto en adaptaciones y reescrituras en ediciones baratas publicó una cuarentena de libritos de cordel, accesibles para un amplio sector de público, bajo el título Colección de varias historias, así sagradas como profanas…, figurando como autor Manuel Joseph Martín Santos Alonso. Su distribución de historias sueltas y su venta en pequeñas lonjas, así como por los ciegos ambulantes alcanzaron gran difusión. En un principio, estas historias fueron concebidas para formar parte de dos tomos encuadernados, aunque posteriormente pasaron para su venta a modo folletos sueltos. Antes de distribuirse de forma suelta, la vida de san Lorenzo formaba parte del tomo I (1767-1768). Reproduzco la portada del folleto:


Ejemplos de gozos populares y oraciones dedicadas al santo:


La vida y el martirio de san Lorenzo también se ha recogido en forma de comic en un tipo de folletos populares, como el publicado por una editorial mexicana formando parte de la amplia colección de Vidas ejemplares, de las que rescato la portada y la hoja final.

Vidas ejemplares, año VIII, nº 106, Editorial Novaro, México, 1961

Algunos ejemplos iconográficos

De joven y con la cara descubierta, a san Lorenzo se le suele representar con una dalmática de diácono. Suele llevar el Libro de los evangelios y una cruz procesional, ya que llevar la cruz y guardar los evangelios era misión y responsabilidad de los diáconos. También es frecuente su representación con la palma del martirio.

Sin embargo, el atributo más emblemático y conocido es la parrilla como símbolo de su martirio. Suele llevarla en la mano, aunque también puede verse representada sobre el hombro, a modo de pedestal o en una especie de tarima donde apoya los pies.

Hay cuadros emblemáticos donde, aparte de figurar asado en la parrilla, aparecen también escenas del juicio al que fue sometido.

Su figura aparece en frescos, vidrieras, retablos, tallas, relicarios, tímpanos de catedrales, capiteles, etc. 

Recordemos algunos ejemplos.








Tiziano - Martirio de san Lorenzo

Tiziano - Martirio de san Lorenzo (detalle)

©Antonio Lorenzo