jueves, 17 de marzo de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [XIII]


Este primer número del Almanaque de la ilustración para el año 1874 fue el comienzo de una serie de almanaques de igual título y factura de periodicidad anual y larga trayectoria. A partir del año 1897 formó parte provisionalmente de la revista Almanaque de la Ilustración española y americana, donde aparecían en las portadas ambas publicaciones, siendo absorbida por completo a partir de 1908.

Su primera época estuvo a cargo de Carlos Frontaura, conocido y prolífico periodista y escritor, director del periódico El Cascabel (1863-1875), periódico que también editaba almanaques para el año próximo bajo su dirección, a los que hemos dedicado atención en anteriores entradas. También colaboró en otras importantes publicaciones, como El Museo Universal, La Ilustración española y americana y como fundador y director de Los Niños, aparte de su obra personal. De ideología conservadora, desarrolló también una actividad política de la mano de Cánovas del Castillo ejerciendo el cargo de gobernador de distintas provincias y contribuyendo a la llamada Restauración borbónica con la figura de Alfonso XII.

El 11 de febrero de 1873, año de la edición del almanaque, se proclamó la I República española, tras la renuncia al trono de Amadeo I, lo que ello supuso de revuelo político y desconocidas expectativas coincidiendo con una turbulenta situación económica y social, entre otros factores por las consecuencias de la Tercera guerra carlista, el recrudecimiento de la guerra  de los Diez años en Cuba, el auge del movimiento obrero y campesino, y el conflicto dentro de las filas republicanas entre unitarios y federalistas «intransigentes». Todo ello desencadenó la llamada Insurrección cantonalista o revolución cantonal que comenzó en julio de 1873 con la proclamación del Cantón de Cartagena, (símbolo del movimiento), queriendo junto a otros territorios que lo secundaron instaurar inmediatamente una "República Federal" sin esperar a que las Cortes Constituyentes elaboraran y aprobaran la nueva Constitución Federal que estaba en marcha, como defendía el presidente del poder ejecutivo de la república Francisco Pi y Margall.

Este levantamiento cantonal contribuyó a debilitar la tambaleante república considerado desde el gobierno central como un movimiento separatista que lo que buscaba era reformar la estructura del estado mediante una división administrativa (región o territorio) que gozase de gran autonomía de gobierno dentro de una organización política más amplia para constituir "desde abajo" la "República Federal" española.

Esta revolución cantonalista se ha descrita de forma parcial por algunos historiadores tachándola tan solo como un movimiento localista y desfasado, liderado por notables burgueses sin atender a los problemas reales de su tiempo y ocultando establecer similitudes con la Comuna de París, movimiento insurreccional activo entre el 18 de marzo al 28 de mayo de 1871 en la capital francesa.

En el "Juicio del año" del almanaque, escrito por Carlos Frontaura, tras repasar la trayectoria mitológica de Júpiter, principal dios de la mitología romana, solicita de forma metafórica su intervención para el año venidero debido a la lamentable situación en la que encontraba envuelta España en ese momento. 


A su vez, en el exhaustivo balance del año 1873 que también desarrolla Carlos Frontaura atendiendo al contexto histórico y social, escribe al final del mismo lo siguiente:
«Triste es, -como puede verse por los anteriores apuntes- la historia del año último: la desgraciada España le ha ocupado casi por entero con el ensayo de la República, pudiendo asegurarse que la revolución del 1868 no ha logrado su desarrollo hasta febrero de 1873. Las pasiones contenidas durante cuatro años (desde la revolución de 1868), se han manifestado en toda su desnudez, y han causado numerosas víctimas; y el problema constituyente, planteado por la abdicación del rey Amadeo de Saboya, queda sin resolver al terminar el año. Tenemos república; pero unos quieren que sea unitaria, otros federal y otros socialista. Suframos sus consecuencias, y pues que tenemos que pasar por dicha forma de gobierno, penetremos con timidez en el año 1874, buscando la mejor de las repúblicas, como el célebre Jerónimo Paturot». (pág. 20)

La mención a Jerónimo Paturot se refiere a la novela satírica de Louis Reybaud, donde comentaba humorísticamente las extravagancias de la sociedad francesa de entonces en su obra Jerónimo Paturot en busca de la mejor república (original de 1848 con edición española de 1856) que alcanzó cierto éxito en los círculos intelectuales. 

La insigne escritora Emilia Pardo Bazán en su ensayo crítico La literatura francesa. La Transición (1911), desarrolla unas lúcidas reflexiones sobre el tránsito del romanticismo al realismo en la literatura gala y los espacios creativos e híbridos entre ellos, sobre los que se detiene.

Comentando la influencia de Louis Reybaud, escribe:

«Si se inclina un poco Reybaud a lo vulgar, sus héroes, Jerónimo y Malvina, serán sencillamente personajes de Paul de Kock; si se remonta, lo serán de Eugenio Sue. La sátira social de Reybaud ha evitado estos dos escollos. Es imposible desplegar mayor donaire en la sencillez. Nótese que esta sátira de un régimen deja muy mal parado al romanticismo; y así tenía que suceder, tratándose de un escritor castizo, dotado del humorismo nacional, y cuyos númenes son la sensatez, la claridad, la moderación y un grano de sal irónica. La forma de Reybaud es sucinta, incisiva, sin galimatías ni digresiones; su vena, cáustica y mordaz. No diré que Jerónimo Paturot llegue a la altura de Gil Blas [se refiere a "La Historia de Gil Blas de Santillana" o "Aventuras de Gil Blas de Santillana", novela picaresca escrita en francés por Alain-René Lesage entre 1715 y 1735, personaje que posteriormente también dio pie a la revista satírica Gil Blas impresa en Madrid entre 1864 y 1872],  pero es de su raza, de la estirpe de esos buscavidas aventureros, descentrados, que al cruzar todos los medios sociales, abarcan en su historia la de una generación». 
A continuación, y bajo la etiqueta de "Recuerdos literarios", el colaborador y escritor Manuel Ossorio (1839-1904) hace un repaso por las más importantes contribuciones artísticas del año 1873 a las que divide en los siguientes apartados:

* Obras de carácter político e histórico
* Literatura científica y filosófica
* Novelas (con especial mención a los primeros cuatro volúmenes ya publicados de los Episodios nacionales de Pérez Galdós.
* Poesía lírica.
* Sobre el Teatro español, comenta lo poco destacado de las obras en estrenos competentes, aunque resalta el éxito popular de lo representado en algún café-teatro "gracias a la benignidad de los espectadores, más larga que los vestidos de las bailarinas, que suelen llevar el secreto de un éxito en sus rosadas pantorrillas de algodón".

Al finalizar el almanaque se recoge un registro de artistas de las letras, ciencias y artes distribuida en meses con las fechas de nacimiento o fallecimiento en su caso señalando su actividad artística.

Ilustraciones destacadas

Las magníficas ilustraciones que aparecen en el almanaque recogen aspectos o episodios característicos del año, como la salida del rey Amadeo I fuera de España; sugerentes imágenes sobre los insurrectos cantonalistas; referencia a la participación española en la Exposición Universal de Agricultura, Industria y Bellas Artes, celebrada en Viena desde el 1 de mayo al 31 de octubre de 1873; referencias a la guerra civil carlista; la catástrofe por descarrilamiento en el puente sobre el río Duero en las cercanías de Viana de Cega (Valladolid) el 11 de septiembre de 1873 con el resultado de 21 muertos y 58 heridos; el traslado de la estatua de Felipe III de la Plaza Mayor madrileña a los almacenes municipales en previsión de posibles actos de vandalismo por la recién proclamada república o la escena donde se recoge la visita de la destronada reina Isabel II al papa Pío IX en 1873 para influir sobre las relaciones entre la Santa Sede y los gobiernos republicanos que promovían entonces el proyecto de separación Iglesia-Estado.









©Antonio Lorenzo

jueves, 10 de marzo de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [XII]

 

La entrada anterior estuvo dedicada al Almanaque burlesco para 1873. Para el mismo año se editó también este Almanaque cómico, al que dedico esta breve entrada y del que extraigo unos versos alusivos a los acontecimientos del año y algunas de las ilustraciones incluidas, con especial atención a las dedicadas a las suripantas.

El año 1872 estuvo cuajado de acontecimientos que traté de contextualizar históricamente a grandes rasgos en la entrada anterior, aunque en esta ocasión me detendré más en el importante suceso que se produjo en los primeros meses del año próximo, como fue la proclamación de la I República española como consecuencia de la incapacidad de los dirigentes en la resolución de los problemas surgidos y a las distintas e incompatibles ideas de los partidos.

Amadeo I abdicó como rey de España el 11 de febrero de 1873 debido fundamentalmente a las discrepancias surgidas con quien fue su último presidente del gobierno, Manuel Ruiz Zorrilla, sobre la conveniencia, o no, de disolver el Cuerpo de Artillería, lo que actuó como detonante junto a otras razones.

Tras su renuncia al trono el Congreso y el Senado, reunidos en Asamblea Nacional, declararon como nueva forma de gobierno de la nación la República y proclamando a Estanislao Figueras como presidente del nuevo poder ejecutivo.

El año de edición del almanaque, previo a la instauración de la república, contó con una serie de acontecimientos desestabilizadores, como el sucedido en abril de 1872 donde el autoproclamado Carlos VII, nieto del primer pretendiente al trono español y jefe de la rama dinástica carlista, inició una guerra civil implantando una especie de pequeño estado en la ciudad de Estella contando con un pequeño ejército de insurrectos que no lograron expandirse más allá del Ebro.

En 1872 también dio sus primeros pasos el asociacionismo obrero, sobre todo en Cataluña, lo que despertó gran temor entre las élites de empresarios y en buena parte de la clase media por la creciente conflictividad social que podría suponer.

Pero volviendo al almanaque editado, reproduzco primeramente el autotitulado como cuento, escrito por Manuel de Palacio, donde coinciden en el infierno un progresista liberal y un neo conservador, defensores cada uno de sus ideas y acabando ambos en la caldera por su intransigencia. Tras ello doy paso a algunas de las significativas viñetas incluidas dedicadas humorísticamente a los solterones, los criados, las suripantas o el carnaval.



Las viñetas que mayor interés despiertan son las dedicadas a las suripantas, lo que las hace merecedoras de unas curiosas reflexiones. 

El término suripanta lo creó Eusebio Blasco (1844-1903) para la opereta El joven Telémaco, pasaje mitológico-lírico-burlesco en dos actos y en verso estrenada el 23 de septiembre en el teatro Variedades de Madrid en 1866, parodiando un supuesto episodio de la Odisea y aludiendo a las integrantes de un coro de señoritas (las suripantas). Se trata de un curioso caso de semantización que merece detenernos en su origen y difusión.

Óleo sobre lienzo de José de Cala y Moya - Suripanta saliendo de los Bufos de Arderius

El joven Telémaco fue la primera y arriesgada propuesta del creador del llamado género bufo dirigida por Francisco Arderius y con música del maestro José Rogel (1829-1901) donde solicitó a Blasco que escribiera algo inconsistente, al modo de la opereta bufa francesa, para trasladarlo a la escena española. «Hazme para empezar una tontería mitológica. Un pretexto cualquiera para que salgan unas mujeres guapas y canten una musiquilla agradable... Una gansada sin pies ni cabeza. Lo primero que se te ocurra».  Fue así como en menos de una semana Blasco escribió el disparate mitológico El joven Telémaco donde se representaba burlonamente las peripecias del hijo de Ulises y Penélope. El éxito de la representación fue tal que supuso el afianzamiento del género bufo por la presencia del coro de ninfas cantando una absurda letra pretendidamente en griego macarrónico que alcanzó enorme éxito.

Suripanta la suripanta,
maca trunqui de somatén;
sun fáribun, sun fáriben,
maca trúpiten sangasinén
Eri sunqui
¡maca trunqui!
Suripantén
¡suripén!
Suripanta la suripanta
melitonime ¡son pen!
¡Acachuchi! ¡Melicuqui!
¡Acachuqui la somatén!

La reacción del público no se hizo esperar desencadenando un enorme estallido de risa al escuchar estos incongruentes y lúdicos versos cantados por doce jóvenes muchachas a modo de coristas moviéndose rítmicamente al son de una música compuesta para la ocasión. La popularidad de estos versos hizo que el término suripanta se aplicase en lo sucesivo a las coristas del teatro frívolo, consideradas entonces como ejemplo de desvergüenza por la escasa indumentaria de la que hacían gala al tiempo que mostraban sus pantorrillas en sus estudiados vaivenes.

El nuevo término de suripanta, a diferencia de otras palabras de uso pasajero, arraigó en el lenguaje popular siendo recogido y registrado en la 15.ª edición del Diccionario de la Real Academia Española en 1925 con dos acepciones: 1. mujer corista en un teatro y 2. Despectivo: mujer baja, moralmente despreciable.

El joven Telémaco, debido a la popularidad alcanzada, se imprimió también a modo de pliego de aleluyas donde se presenta a los personajes principales y se narra la historia de forma abreviada a través de las características 48 viñetas con sus dísticos correspondientes al pie de cada una de ellas.


Algunos de los requisitos apuntados para ser aspirante de suripanta de los Bufos se encuentran recogidos en el periódico de tono burlón La Correspondencia de los Bufos, [Año I, Número 1] del jueves 16 de febrero de 1871, donde una tal Pepa pregunta a Soler, mediante un telegrama, las características a seguir para ser corista de los Bufos madrileños


Pepa:
Ayer me planto Soler.
La vida agreste me espanta.
Quiero entrar de suripanta.
Dime lo que debo hacer.

Soler:
De Soler ya no te acuerdes.
¿Suripanta quieres ser?
Lo primero que has de hacer
Es comprarte botas verdes.
Otras de color de grana
También te harán muy al caso;
Y serán siendo de raso,
Mucho mejor que de lana.
Debes el pelo cortarte
En cuanto pienses venirte
Y debes mas que á vestirte
Aprender á desnudarte;
Debes pensarlo primero
Y si á ello después te atreves,
Debes… ante todo debes.
Deber algo al zapatero
Muy puntual deberás ser
Al ensayo…y deberás…
Bien que en Madrid ya tendrás
La conciencia del deber,
Debes conseguir que halague
Tu palmito á cierta gente,
Que influye aquí y finalmente
Deberás….buscar quien pague.
Si guapa, no exijen notas.
Conversación, natural;
Mas de un colorcillo igual,
Al de las primeras botas.
En esto sígueme á mi.
El sueldo, dos pesetillas.
¿Cómo estás de pantorrillas?
¿Sabes solfa? ¿dás el sí?
Con maña no es esto un potro.
Deja de ser sexo bello.
Dime el volumen de aquello
Para gobierno del otro.
Bailar, hacer una plancha,
Buenas formas, poca fecha,
Gancho, la cintura estrecha,
Salero, la pierna ancha,
Manejos, evoluciones,
Cancán, sonrisa, mareo
Gracia, chic, y algún toreo.
Si te hallas en condiciones
Deja tu rústico aprisco,
Y suripanta serás;
Que una suripanta mas…
¿Qué le importa a Don Francisco?
R. Liern








©Antonio Lorenzo

martes, 1 de marzo de 2022

De almanaques, calendarios y predicciones [XI]

A lo largo del recorrido que vengo haciendo por los almanaques de diferentes años me detengo en esta ocasión en el titulado como Almanaque burlesco para 1873.

Contexto histórico-político

Desde un punto de vista histórico-político, y a muy grandes rasgos, los acontecimientos del año de edición del almanaque en 1872 son como siguen: en 1872, reinando ya en España Amadeo I (desde el 2 de enero del año anterior), se convocaron para el mes de abril unas segundas elecciones generales (las primeras se convocaron el 8 de marzo del año anterior) debido a las divisiones internas de los partidos políticos más representativos de entonces. Los progresistas, que se presentaron en coalición con los conservadores, ganaron las elecciones. Práxedes Mateo Sagasta fue nombrado jefe del gobierno, pero debido al estallido de la Tercera guerra carlista en 15 de abril, y tras nuevos nombramientos y dimisiones de cargos, debido a las dificultades de las tareas del gobierno, quien ejercía entonces como jefe del gobierno era Juan Ruiz Zorrilla, viéndose obligado a convocar unas terceras elecciones para el mes de agosto.

El 24 de agosto, bajo la presidencia de Juan Ruiz Zorrilla, líder del Partido Demócrata-Radicalse convocaron las terceras elecciones generales ante la imposibilidad de formar un gobierno estable y una mayoría parlamentaria. Los radicales ganaron nuevamente las elecciones quedando de nuevo investido Ruiz Zorrilla como presidente del gobierno.

Todos estos convulsos acontecimientos vinieron a coincidir con la llamada Tercera guerra carlista (1872-1876), guerra civil entre los partidarios del pretendiente carlista al trono español, Carlos VII, y los diferentes gobiernos del Amadeo I, desarrollada fundamentalmente en Cataluña, Navarra y en las provincias vascas, unido todo ello al recurrente conflicto insurreccional mantenido en la isla de Cuba.

Fue a finales de este turbulento y agitado año cuando se editó el almanaque que nos ocupa de cara al próximo año.

El almanaque

La sección del "juicio del año", que aparece en todo almanaque, no se limita en este caso en hacer un balance sobre el año transcurrido, sino que se decanta por aventurar una serie de predicciones para el año venidero. Respecto a esas predicciones creo de cierto interés comentar algunas de ellas.


En la predicción del almanaque para 1873 se duda sobre si "habrá exposición, si llega ese proyecto a cuajar". La exposición a la que se refiere y que sintetizo a continuación fue la que acabó celebrándose en Viena, inaugurada el 1 de mayo de 1873 hasta su clausura el 31 de octubre del mismo año. Se trató de la mayor Exposición Universal de Agricultura, Industria y Bellas Artes realizada hasta entonces, llegando a albergar alrededor de doscientos pabellones que daban cabida a los avances industriales de todo tipo, sin olvidar las costumbres, la educación y la cultura en general.

El Gobierno español respondió a la invitación Austro-Húngara para tomar parte en ese gran acontecimiento mundial, previsto para 1873, creando el 19 de abril de 1872 una comisión general, nombrando como presidente a don Manuel de la Concha, a pesar de la gran inestabilidad política del país en el entonces reinado de Amadeo de Saboya, aunque sin vaticinar de antemano la proclamación de la que sería la I República española en febrero de 1873, algo que no podía prever el almanaque editado.

Por continuar comentando la participación española el año entrante, el gobierno republicano, pese a estar desbordado por las sublevaciones cantonalistas y por la tercera guerra carlista, no renunció a la participación del país en ese gran acontecimiento internacional, pues España quería participar activamente e igualarse con las grandes potencias europeas a pesar de la delicada situación en la que se encontraba. El 13 de marzo de 1873 el entonces gobierno de la República creó la Comisaría de España para la creación del Pabellón español llegando a reunir un importante número de expositores que entraron en el concurso establecido. La participación fue un éxito, pues se llegó a ocupar a ocupar el séptimo lugar respecto al total de expositores que participaron en el concurso y por delante de Gran Bretaña y Rusia.

La mención a Arderius en el juicio del año: "Arderius hecho serio dará ganas de llorar" se refiere a Francisco Arderius, creador e impulsor del llamado teatro bufo que comenzó en 1866 y que vino a protagonizar una crisis en la vida teatral del XIX. El conocido como teatro bufo es una variante de carácter cómico-burlesco de corta duración escénica e inspirado en Francia. Francisco Arderius (Lisboa, 1836-Madrid, 1887), actor, cantante, impulsor y empresario fue el creador del tan renombrado teatro de los bufos. Hay que entender que el género bufo no fue el instaurador de nuevas estructuras dramáticas, aunque la música sencilla que incorporaba en sus representaciones sirvió de base al llamado Género chico, fruto de la posterior Restauración, como entretenimiento paródico de intención burlesca a caballo entre la zarzuela grande y la chica. Este nuevo género, mal visto por los círculos culturales e intelectuales, proporcionó una nueva vía de salida al teatro musical que predominaba entonces con la misión de hacer reír y divertir a un público atosigado por la lastimosa situación en la que se encontraba envuelta la sociedad española de entonces y cosechando gran éxito en distintas ciudades. La prensa de la época recogió muy prontamente el éxito de este nuevo género destacando los números musicales que incluían, como el baile del cancán y los versos cacofónicos y formas de hablar con acentos regionales, cierta presencia del destape femenino y diálogos subidos de tono, características propias del género. 

Como curiosidad, en el periódico semanal La correspondencia de los bufos, editado en 1871 por el propio empresario Francisco Arderius del que tan solo se editaron 26 números, aparece en uno de ellos el Acróstico prosaico bufo de los partidos políticos de España, cuyas letras iniciales forman la descriptiva y contundente frase de "Calamidades públicas", lo que exime de más comentarios.

Conservadores
Alfonsinos
Liberales
Aostinos
Montpensieristas
Isabelinos
Demócratas
Absolutistas
Dinásticos
Esparteristas
Septembristas
Progresistas
Unionistas
Borbónicos
Levíticos
Inquisitoriales
Cimbrios
Anarquistas
Socialistas

También se cita de pasada que "los progresistas puros a Vico le aplaudirán", refiriéndose al filósofo italiano Giambattista Vico, cuya idea del progreso de las naciones la formuló por etapas, aunque no de una forma lineal e irreversible, sino de forma cíclica, a modo de espiral, donde también tienen cabida los retrocesos. 

La referencia a Vico y a sus ideas en el siglo XIX, se divulgaron por los ilustrados e intelectuales españoles mediante debates donde se discutía sobre el "carácter nacional", como elemento explicativo a la hora de justificar la decadencia socioeconómica del país en las discusiones en los círculos intelectuales entre el liberalismo, de clara tendencia secularizada y aperturista, frente a la ideología tradicionalista y conservadora como corriente ideológica básicamente católica. Es en este contexto donde hay que situar la mención al filósofo napolitano en el juicio del año del almanaque.


Antes de dar paso a una nutrida selección de las viñetas contenidas en el almanaque, se anuncia en su portada que fue escrito, con la colaboración de varios escritores, por Eusebio Blasco e ilustrado con dibujos originales por Cubas.

Eusebio Blasco (1844-1903), prolífico periodista, dramaturgo, comediógrafo y poeta, participó desde muy joven como colaborador en revistas satíricas, pasando con el tiempo de mantener una ideología de corte liberal a posicionarse a favor de la ideología conservadora de Cánovas, lo que le facilitó conseguir el cargo de director general de Correos en la Restauración.

Por su parte, el ilustrador y dibujante Manuel Cubas colaboró en semanarios y almanaques humorísticos ilustrados, como en este que nos ocupa. Como escritor, fue un prolífico novelista humorístico publicando varios folletines en prensa (en La Iberia), habitualmente ilustrados por él mismo. En 1882 fue el encargado de ilustrar cuarenta láminas, con técnica pictórica de acuarela, el Teatro selecto de don Ramón de la Cruz, editado en Madrid bajo la responsabilidad de José María Faquineto.



















©Antonio Lorenzo