Esta pequeña muestra de dibujos relacionados con la Navidad proviene en su mayor parte de lo recogido en el álbum que sobre este insigne dibujante editó en Madrid, Gaspar Editores, en 1881, empresa en la que Ortego colaboró durante años en buena parte de su producción gráfica. Dicha empresa, el mismo año de su fallecimiento y como homenaje a quien fuera su ilustre colaborador, editó el álbum reseñado donde se recoge una pequeña muestra de tipos y escenas populares de su producción gráfica entre 1857 y 1868 para ayudar con los beneficios de su compra a la familia del fallecido. A todo ello se unió la iniciativa de algunos artistas españoles creando una suscripción para sufragar en parte los gastos de su entierro y atender en lo posible a las necesidades familiares por la pérdida de tan genial artista que nos ilustró visualmente con sus chispeantes e inolvidables caricaturas y dibujos.
martes, 27 de diciembre de 2022
El dibujante Francisco Ortego y la Navidad
Mencionar el nombre de Francisco Ortego (Madrid, 1833-Bois-Colombes, París, 1881) nos remite a un extraordinario dibujante y caricaturista español al que debemos un reconocimiento memorístico y emocional por su merecida e impresionante obra, aunque olvidado en los tiempos actuales, y que desgraciadamente murió fuera de España y en la miseria.
Innovador por su forma de concebir el dibujo, colaboró prolíficamente como dibujante en numerosas publicaciones de la época con fina ironía y como agudo observador de las costumbres, siendo entre las más conocidas: el semanario ilustrado El Museo Universal; dibujante y colaborador como corresponsal de guerra de la famosa obra literaria de Pedro Antonio de Alarcón Diario de un testigo de la guerra de África (1860), aparecida primero en fascículos y recopilados posteriormente en libro por la célebre editorial Gaspar y Roig; en El Cascabel (1863); en la revista satírica Gil Blas, publicada desde finales de 1864; en El Siglo Ilustrado, donde comienza a representar de forma oronda a la reina Isabel II tras su exilio a Francia en 1868; como ilustrador de almanaques y pionero dibujante de los primeros carteles publicitarios conocidos en España patrocinados por la empresa chocolatera de Matías López en 1871. En dicho año decidió trasladarse a Francia debido a la mala situación económica de su familia y a su decepción por la nueva restauración de la monarquía con la inesperada figura del rey Amadeo de Saboya. A pesar de su reconocido talento se trasladó a París tratando de mejorar su futuro. Debido a su carencia de recursos económicos se desplazó en el que fuera su último año de vida a Bois-Colombes, pueblo cercano a París. Allí permaneció hasta su triste fallecimiento en 1881, aquejado de tuberculosis y con apenas 48 años, el insigne dibujante sin haber logrado mejorar su precaria situación económica.
Sus dibujos y caricaturas, como formas de literatura y de lectura gráfica, nos aportan de forma expresiva todo un conjunto de referencias que nos ayudan a entender o a interpretar el contexto situacional que formulan y donde en cada ilustración se refleja el ambiente sobre la vida cotidiana de mediados del XIX, dibujando a vendedores, tipos madrileños en plazas y esquinas, ferias y diversiones, etc., a lo que se une la visión y la intencionalidad de su creador. A través de sus recreaciones nos ofrece todo un paisaje de situaciones, personajes y lugares propios asociados a un costumbrismo, preferentemente de ambiente urbano, mediante sus ilustraciones gráficas.
No es este el lugar ni el sitio adecuado para trazar siquiera un recorrido por tan magna obra, de la que me limito a rescatar algunos de sus dibujos en relación con la Navidad, donde cada uno de ellos merece un recorrido por los detalles que aporta y que nos traslada a todo un imaginario colectivo de mediados del siglo XIX.
Para finalizar este pequeño recorrido y recordatorio de la figura de Ortego adjunto el dibujo realizado por su amigo Pellicer donde recoge la triste escena del exterior de la casa mortuoria de Ortego y que apareció en la revista La Ilustración española y americana del 8 de noviembre de 1881.
©Antonio Lorenzo
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