La advocación popular acerca de los Siete Dolores de la Virgen María, tanto en su iconografía como en textos alusivos, alcanzó notable popularidad y difusión a partir del siglo XVI al ser impulsada su figura como madre a través de las órdenes mendicantes de franciscanos y dominicos desde el siglo XIII. Su difusión en pinturas, grabados, esculturas, códices, estampas, libros miniados, etc. se extendió rápidamente al humanizar su figura en escenas de carácter maternal y doloroso por la muerte de su hijo.
Aunque por lo general resulte desconocido, los Siete Dolores se basan uno a uno en las siguientes referencias bíblicas:
También es importante señalar la influencia de los evangelios apócrifos, poco tenidos en cuenta, para resaltar la vida de la madre de Cristo, puesto que en los considerados canónicos u oficiales apenas aparecen testimonios sobre la vida de la Virgen. Pero es durante los siglos XIV y XV cuando un nuevo sentimiento religioso dio lugar a una iconografía sentimental, cargada de expresividad emocional, acerca del dolor y la soledad de la Virgen ante la muerte de su hijo.
Respecto a la literatura popular impresa, en el año 1848 se editaron por distintos talleres de Barcelona estas coplas ilustradas con imágenes de pasajes bíblicos en referencia a los Siete Dolores de la Virgen, así como en pliegos sueltos.
No faltan tampoco los ejercicios de piedad reverenciales impartidos por congregaciones, como la ofrecida anualmente en la ciudad de Lérida.
La alusión iconográfica a la Virgen de los Dolores también abunda en estampas religiosas, pero en esta que reproduzco adquiere un mayor interés, no solo por el pañuelo que lleva en las manos, sino también por los objetos que aparecen a sus pies como signos de la Pasión: La corona de espinas, los clavos de la cruz, el martillo, la escalera, la bolsa con treinta monedas, el guante, la lanza y los dados.
También son frecuentes los gozos dedicados a la Virgen de los Dolores, como en este del año 1855 con las licencias necesarias y acompañados con un acto de contrición, oraciones y curiosas salutaciones a las llagas de las manos derecha e izquierda, así como de los pies izquierdo y derecho, junto a la del costado santísimo.
Composiciones estróficas sobre cada uno de los Siete Dolores también aparecieron en este pliego suelto, proveniente del taller de Pablo Roca en Manresa, especialista sobre todo en estampas religiosas desde aproximadamente 1824 hasta mediados del siglo XX por sus herederos, con referencia en su cabecera a las "innumerables indulgencias concedidas por diferentes Sumos Pontífices", sin especificar ninguno.
La concesión de indulgencias a todo aquel que contribuya con limosnas se refleja también esta hoja suelta con oraciones al levantarse en la mañana y en el mediodía dedicadas a la Virgen de los Dolores venerada en un hospital cordobés.
Las imágenes de la Virgen de los Dolores suelen estar acompañadas de elementos simbólicos que merecerían de una mayor atención.
Las representaciones teatrales sobre los Siete Dolores de la Virgen también se conocían finales del siglo XIX, como sucede con el drama religioso de José Julián Cavero, original de 1869, cuya puesta en escena se produjo años después en diversas ciudades.
Dicho drama religioso se representó en el Teatro Muevo Minas de Riotinto (Huelva) en el año 1911 por la Gran Compañía Cómico Dramática de José Vico, donde el apellido del autor del drama, Julián Cavero, aparece con "b" por error en el cartel.
©Antonio Lorenzo