lunes, 19 de mayo de 2025

Hechos y atrocidades del bandolero jerezano Agustín Florencio

 

En la literatura popular impresa es frecuente la presencia de bandidos ajusticiados en el patíbulo como consecuencia de los crímenes o desmanes cometidos. Ello suele ir contextualizado, tanto por la sentencia condenatoria, como por la confesión y el arrepentimiento de quien va a ser ejecutado. El interés por la lectura de estos pliegos descritos de forma efectista es variado. De una parte, acrecienta en el público el morbo por los hechos narrados, y por otra, vienen a contribuir y a mantener de alguna forma el orden social y a señalar las consecuencias finales de un mal comportamiento. A ello se une el sentido moral donde se entremezcla lo pernicioso y lo heroico vinculado todo ello al imaginario social. Este tipo de literatura popular distribuida mediante pliegos sueltos agrupa toda una serie de personajes que pueden aparecer etiquetados como jaques, guapos, forajidos, rufianes, reos, bandoleros o ladrones.

El romance sobre los hechos y atrocidades del jerezano Agustín Florencio, gozó del favor del público desde comienzos del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XIX, según se deduce por su amplia trayectoria editorial. Sus más conocidas reimpresiones llevadas a cabo por distintos talleres corresponden, entre otros, al malagueño Félix de las Casas, al valenciano Agustín Laborda y al barcelonés Ignacio Estivill, al que se une el reproducido en esta entrada proveniente del taller de José María Moreno en Carmona (Sevilla). 

El personaje, que se autodefine de una forma ególatra como nacido valiente y soberbio, nos dice que entró en prisión "por no sé qué cosillas", cuya trayectoria fue el haber asesinado, entre otros muchos, a un mulato y a un alférez. Entre sus variadas fechorías se añaden también la de contrabandista y comerciante fraudulento de cereales, seda y tabaco. Dio muerte a un hombre en una casa de juegos, a un mesonero y hasta a un alcalde. La trayectoria del personaje, es, como puede apreciarse, todo un ejemplo significativo de criminalidad desarrollada en la primera parte del pliego de amplio recorrido. Tras su arrepentimiento por las tantas fechorías cometidas fue conducido al cadalso arrastrado en un serón viejo atado a la cola de un caballo por las calles aledañas. Es en la segunda parte del pliego donde se detalla parte del relato judicial llevado a cabo en la Chancillería de Granada y donde se enumeran los delitos cometidos entresacados desde los documentos judiciales conservados. 

El arrepentimiento y el reconocimiento de tantos desmanes cometidos por el criminal viene a contribuir de alguna forma a la difusión no censurada de estos papeles sueltos, ya que se inscriben dentro del orden moral establecido donde los presentes solicitan: "Pidamos que le perdone y que a nosotros nos haga cuerdos para que nunca incurramos en quebrantar sus preceptos". 

Este pliego aporta un interés añadido, puesto que se se conocen detalles documentales sobre la sentencia condenatoria del bandido jerezano. En la segunda parte del pliego, que se aleja un tanto del patrón narrativo más sensacionalista, se hacen referencias a la documentación judicial de la Chancillería de Granada en la que se enumeran los delitos atribuidos al reo y se ofrecen informaciones aportadas por los testigos durante el proceso.

La relación entre las causas judiciales documentadas y los textos de los romances, como ocurre con el pliego reproducido, ofrece un notorio interés tal y como ha estudiado magníficamente Juan Gomis en sus referenciales investigaciones sobre este y otros ejemplos etiquetados como Literatura de patíbulo, lo que constituye todo un subgénero de interés vinculado a otros contextos europeos. Todo ello guarda relación con las disposiciones y alternancias prohibitivas de las autoridades sobre la difusión de este tipo de pliegos, aunque no lograron impedir su larga difusión a lo largo del tiempo.

Sobre el jerezano Agustín Florencio, ejecutado aproximadamente en 1715 y al que se le adjudican 35 muertes y otra serie de delitos, generó tal interés en el público que hasta el valenciano Gabriel Suárez escribió, hacia 1732, una comedia de bandoleros recreando la vida fantasiosa del bandolero jerezano y añadiendo escenas e ingredientes de carácter costumbrista sobre la resonancia que tuvo dicho personaje en la España de aquellos años.


Otro aspecto interesante sobre las andanzas del bandolero Florencio se relaciona también con la historia política de la guerra de Sucesión, llevada a cabo entre los partidarios del rey Felipe V frente a las pretensiones del archiduque Carlos de Habsburgo, como consecuencia del conflicto sucesorio tras el fallecimiento sin herederos de Carlos II. Dicha interpretación novedosa y poco estudiada es otro ingrediente a tener en cuenta sobre el bandolerismo andaluz de la época. Dicho aspecto, que abre un nuevo camino de investigación, es estudiado y documentado por Juan José Iglesias Rodríguez, donde aporta y señala los conflictos y tensiones entre la justicia real y la eclesiástica en relación con el bandido jerezano nacido en el último tercio del siglo XVII, lo que abre y nos ofrece nuevas perspectivas de análisis.

Tras esta amalgama de datos sobre el historial delictivo del jerezano pleno de rasgos sensacionalistas (crímenes, asesinatos, castigos, atrocidades, arrepentimientos y ejecuciones) características de este tipo de papeles sueltos, me limito a la reproducción del pliego en cuestión, propio de un blog divulgador y generalista, pero al que añado a continuación importantes referencias académicas para enmarcar y contextualizar estos sucesos.









Para saber más

* Gomis, Juan (2016), Los rostros del criminal: una aproximación a la literatura de patíbulo en España, en "Cuadernos de Ilustración y Romanticismo", Universidad de Cádiz, nº 22, 2016.

* Gomis, Juan & Bonet, Clara (2020), Crimen y castigo en pliegos de cordel: hacia una poética de lo criminal, "De los cantares de gesta a los cantares de ciego", Instituto de Estudios Auriseculares, Estados Unidos, 2022.

* Iglesias Rodríguez, Juan José (2015), Bandolerismo y actitudes políticas en la Andalucía de la guerra de Sucesión, Chronica Nova, 41, 2015.
©Antonio Lorenzo

viernes, 9 de mayo de 2025

La cabeza del malvado bandido colgada en un palo y los lamentos de su compañero de cuadrilla


El pliego reproducido es un ejemplo más sobre la figura del bandolero romántico propio de la literatura popular impresa y que guarda relación con la literatura generalista española del siglo XIX. Tanto en la novela, como en el teatro o en la poesía, se nos presenta la imagen del bandolero, preferentemente andaluz, como prototipo de generosidad respecto a los pobres y siendo considerado de una forma positiva y casi heroica. Sus hazañas fueron difundidas a través de pliegos sueltos y en novelas por entregas, de las que se conocen numerosos títulos. La figura del bandido en el imaginario popular apenas tenía en cuenta el que fueran malhechores o asesinos al margen de la ley, pues sobre ellos primaba sobre todo la idea de generosidad como símbolo de la libertad y al margen de la ley oficial. La imagen tópica de la vida itinerante del bandolero se asentaba en que era un ser valiente y audaz, astuto y familiar y hasta capaz de arrepentirse de sus hazañas como rasgos distintivos. Es cierto que el arquetipo del bandolero admite una pluralidad de imágenes tópicas y ambiguas, aunque por lo general predomina la idea de su sentido de generosidad y de ayuda a los pobres.

El pliego narra la triste y compasiva visita del que fuera compañero de cuadrilla del bandolero Paco el Zalao y cuya cabeza se encontraba expuesta en un palo a la intemperie como consecuencia del escarmiento y castigo justiciero al que fue sometido. Su triste compañero viene a reivindicar su honradez y el auxilio que proporcionaba a los necesitados, al tiempo que critica la forma de vida de los ricos señores y su desprecio hacia los indigentes.

Dentro del numeroso corpus de obras dramáticas sobre estos personajes, tal vez sea el más conocido el drama de José María Gutiérrez de Alba, Diego Corrientes o el bandido generoso (1848), al que siguieron otras obras continuadoras sobre el personaje. "El que a los ricos robaba y a los pobres socorría", puede considerarse una frase proverbial que ha trascendido el paso del tiempo convirtiéndose en una imagen emblemática del bandido. La contextualización de la visión sobre el bandido generoso y su ajusticiamiento ha de considerarse desde un ámbito multidisciplinar donde se conjugan aspectos que pueden resultar contradictorios, como la mala imagen de los ricos de las ciudades respecto al campo y por las desigualdades económicas asociadas al andalucismo del XIX. La figura del bandolero no solo se reduce a sus manifestaciones literarias de todo tipo o a las distintas representaciones teatrales, sino que incluso se ha popularizado en películas y hasta en músicas alusivas al personaje.

El bandolerismo, asociado a ladrones o asaltadores de mercancías en caminos por donde discurrían las antiguas diligencias ha de ser contextualizado de una forma amplia y en relación con el Romanticismo y el Costumbrismo preferentemente andaluz de la época.

El bandolerismo no deja de ser una especie de reacción ante los poderes establecidos, en los que también aparece la figura de la mujer bandolera o vengadora, aunque de una forma muy delimitada por la sociedad patriarcal y por la jerarquía autoritaria, ya fuera por el maltrato sufrido o para lograr una independencia respecto al varón reivindicando sus derechos femeninos.

Las condiciones demográficas favorables al bandolerismo en la región andaluza se asocian a la despoblación y al abandono a su suerte en los territorios rurales de sus pobladores por parte de los gobiernos. Envuelto todo ello en las guerras coloniales que afectaban a la débil situación económica del país, donde la agricultura y ganadería se desarrollaba en latifundios y posesiones territoriales de las clases aristocráticas y lejanas de un desarrollo industrial. La imagen del bandolerismo español, preferentemente andaluz, también guarda relación con la visión de lo español propia de los viajeros y escritores románticos por la inestabilidad política y económica de entonces. La imagen mitificada del bandolero fue expandiéndose a través de distintos relatos pasando a ser un estereotipo y un tópico de la realidad andaluza en el imaginario popular.

En Los españoles pintados por sí mismos, recopilación en dos volúmenes entre 1843 y 1844, se recogen artículos sueltos a través de la prensa y escritos por distintos y significativos autores, donde aparece la figura del bandolero y las diferentes fases por las que pasa un hombre joven hasta llegar a convertirse en bandolero.

En relación con el bandolerismo es importante señalar la fundación de la Guardia Civil el 28 de marzo de 1844, firmado por Isabel II como Real Decreto a instancias del Ministerio de Guerra, con la finalidad de mantener la seguridad ciudadana y la protección de los caminos.

El pliego y sus antecedentes

Tras esta efímera contextualización sobre los bandoleros, el pliego reproducido recoge diversos aspectos y similitudes que es conveniente tener en cuenta para enmarcarlo convenientemente.

La cabecera del pliego incluye un grabado que viene a rememorar el original cuadro, pintado por Rafael Tejeo, titulado: Bandido contemplando la cabeza de un compañero, puesta en un palo, para escarmiento, en una encrucijada. El cuadro representa, acorde con su título, al salteador que, con trabuco en mano y despojado de su montera, contempla con meditación la cabeza de su compañero expuesta en un poste con la intención motivadora por parte de la justicia de exponer un escarmentado final a los malhechores. El paradero actual del cuadro es desconocido, pero rebuscando información sobre la producción pictórica de Rafael Tejeo he encontrado que data del año 1839 y que fue reproducido en el Semanario Pintoresco Universal del 22 de diciembre de 1839, del que doy noticia y adjunto el grabado.

El pintor Rafael Tejeo, nacido en Caravaca de la Cruz (Murcia) en 1798, y fallecido en Madrid el año 1856, destacó como pintor de sucesos históricos y como afamado retratista. En 1839 fue nombrado teniente director de pintura de la Academia de San Fernando, tras la vacante de José Madrazo al ser ascendido a director de la academia en 1841. Fue retratista de la Corte isabelina y convertido en pintor honorario de Cámara. Participante en numerosas exposiciones de pintura fue una destacada figura en el panorama cultural de la primera mitad del siglo XIX.




El dibujo de Rafael Tejeo constituyó para el escritor Tomás Rodríguez Rubí una fuente de inspiración para elaborar unos versos incluidos en sus Poesías andaluzas, publicada en 1841 en la imprenta de Yenes en Madrid donde se incluye la composición La visita nocturna. Dichos versos son los usados precisamente en el contenido del pliego reproducido donde en su cabecera aparece un grabado diferente al original de Rafael Tejeo, pero que viene a recoger la misma situación y desarrollo. Rodríguez Rubí destacó también como un afamado dramaturgo y escritor de temática costumbrista andaluza, llegando a ser diputado y miembro de la Real Academia Española (con el sillón R) desde 1860.



Otro dato digno de interés es la relación del original dibujo del pintor con el tema desarrollado en la novela La familia de Alvareda, prologada por el Duque de Rivas y cuya acción transcurre en Sevilla hacia el año 1810, de Cecilia Böhl de Faber, más conocida por el seudónimo de Fernán Caballero. En dicha novela, de ambiente netamente andaluz, la propia autora alude al cuadro de Tejeo y a la coincidencia de situaciones. Vemos, pues, como el pliego guarda relación con el cuadro original de Tejeo, con los versos de Rodríguez Rubí y con la novela de Fernán Caballero, retomado todo ello en el pliego reproducido.

La escena andaluza que se anuncia en el pliego, sucede en la tierra de "María Zantísima" tras la muerte del célebre bandido "Páco el Zaláo" y continuando con la nueva canción "La rosa del amor" que sirve de relleno. Impreso en Barcelona, Imprenta de Juan Llorens, 1864.





Adjunto los versos originales compuestos por Tomás Rodríguez Rubí en sus Poesías andaluzas de 1842, para poder contrastarlos con los ofrecidos en el pliego.





©Antonio Lorenzo

miércoles, 23 de abril de 2025

El consejo y el desengaño sobre los sufrimientos de una nación

 

El año 1896, fecha del pliego, resulta significativa, ya que dicho año es el antecedente de la pérdida de las colonias españolas que se produjo un par de años más tarde. El 12 de abril de 1896 fueron convocadas unas elecciones generales siendo Alfonso XIII menor de edad y ostentando la regencia su madre María Cristina de Habsburgo-Lorena. En pleno periodo de la restauración borbónica en España, donde el ejercicio del poder entre los llamados liberales y conservadores se efectuaba mediante turnos tras el pacto alcanzado en noviembre de 1895. Celebradas las elecciones de 1896 obtuvieron más representantes los conservadores, aunque utilizando las manipulaciones propias de este tipo de requerimientos como han señalado prestigiosos historiadores. 

Estos pliegos no dejan de guardar cierta relación con los periódicos de la época. En la España de 1896, en pleno conflicto armado con respecto a la independencia cubana, la numerosa prensa escrita reflejaba una sociedad envuelta por la crisis y por las tensiones sociales. La desigualdad, la pobreza y la corrupción imperaban en esos difíciles años previos al comienzo del siglo XX.

Mª Dolores Carbonell Zaragoza, en su artículo Hace apenas cien años, publicado en Militaria. Revista de cultura militar, del año 1999, Nº 13, expresa cómo un joven podía librarse de la entrada a quintas a cambio de dinero.


La cabecera del pliego, nominada como Trobos [sic] de actualidad viene a recordarnos los sufrimientos de los hijos de una nación al oponerse unos contra otros solamente por las ideas, como se apunta a lo largo de estas coplas glosadas y cuyo resumen es el telar:

Hoy España es un telar
y el que se meta a tejer
va enredando más la tela
que el que tejió antes en él.

Este pliego se encontraba a la venta en la tienda de M. Borrás en la Casita de madera que se encontraba en la Cuesta del Teatro en Palma, donde también se vendía un variado e interesante surtido como se detalla en el colofón del pliego.


El pliego






©Antonio Lorenzo

viernes, 18 de abril de 2025

Avisos y desengaños para un alma que desea agradar a Jesucristo crucificado

 
Los pliegos de temática sagrada se relacionan con los sermones y discursos morales practicados por los predicadores. Todo ello viene a constituir una serie de estrategias discursivas que estuvieron muy extendidas durante el Siglo de Oro español. Desde un punto de vista cristiano, el paso hacia la muerte venía a desencadenar y a asumir toda una serie de avisos y desengaños que deberían encaminarnos hacia la verdad prometida y basada en la virtud revelada por Dios en la moral cristiana.

En los encabezamientos de estos pliegos suelen aparecer títulos anunciadores del tipo: "denominaciones" "consideraciones", "doctrina", "despertador" o "avisos y desengaños", que proponen al lector una serie de indicaciones o pautas a considerar con la finalidad de distinguir lo correcto de lo incorrecto. Estos escritos vienen a proponer normas o modelos a seguir para tratar de evitar fraudes o engaños mediante ejemplos de conductas que no se ajustan en su conjunto con la realidad. Sus falsas verdades apuntan preferentemente contra las mujeres mediante estrategias de exageración con la finalidad de corregir o enmendar sus formas de comportamiento.

Todo ello, y bajo el disfraz de contrarrestar estas supuestas verdades, no dejan de convertirse en ejemplos de antifeminismo y menosprecio, tan asentado en el imaginario colectivo de la época, con la finalidad de solicitar la gracia y el perdón de un Jesucristo crucificado, como se apunta en algunas de las cabeceras de las hojas volantes. 

Los textos literarios del barroco alcanzaron una notable continuidad temática a través de los pliegos sueltos, donde el sentimiento del desengaño, unido a lo religioso como visión del mundo, vendría a ser la vía adecuada para establecer y consolidar una vida moral acorde con lo preconizado por la iglesia.

La vida, entendida como un tortuoso camino de carácter fugaz e inherente al desengaño, fue propio de la literatura hispánica del barroco, representada en obras dramáticas, como las de Calderón o en la genérica obra de Quevedo. La conciencia de este sentimiento, como ciclo vital, viene a constituir un generador de desencanto que incita a buscar medidas de carácter moral y religioso para reconducir nuestra vida.

Este pliego, editado en Valencia sin año, viene a reflejar una continuación de la visión desencantada propia del barroco y de una vida que busca resurgir con la ayuda de una moral religiosa. Este tipo de pliegos contienen una serie de avisos, pretendidamente didácticos, pero impregnados con un fuerte tufo de misoginia respecto a lo considerado como propio de la conducta de las mujeres y que los hombres deberían adoptar como actitud preventiva para tenerlo en cuenta. Esta divulgación escrita en pliegos sueltos impresos suele contener normas, disposiciones o sentencias que enjuician determinados comportamientos.





©Antonio Lorenzo

viernes, 11 de abril de 2025

Tradiciones populares sobre la Virgen de los Siete Dolores

 

La advocación popular acerca de los Siete Dolores de la Virgen María, tanto en su iconografía como en textos alusivos, alcanzó notable popularidad y difusión a partir del siglo XVI al ser impulsada su figura como madre a través de las órdenes mendicantes de franciscanos y dominicos desde el siglo XIII. Su difusión en pinturas, grabados, esculturas, códices, estampas, libros miniados, etc. se extendió rápidamente al humanizar su figura en escenas de carácter maternal y doloroso por la muerte de su hijo. 

Aunque por lo general resulte desconocido, los Siete Dolores se basan uno a uno en las siguientes referencias bíblicas:
  

También es importante señalar la influencia de los evangelios apócrifos, poco tenidos en cuenta, para resaltar la vida de la madre de Cristo, puesto que en los considerados canónicos u oficiales apenas aparecen testimonios sobre la vida de la Virgen. Pero es durante los siglos XIV y XV cuando un nuevo sentimiento religioso dio lugar a una iconografía sentimental, cargada de expresividad emocional, acerca del dolor y la soledad de la Virgen ante la muerte de su hijo.

Respecto a la literatura popular impresa, en el año 1848 se editaron por distintos talleres de Barcelona estas coplas ilustradas con imágenes de pasajes bíblicos en referencia a los Siete Dolores de la Virgen, así como en pliegos sueltos.




No faltan tampoco los ejercicios de piedad reverenciales impartidos por congregaciones, como la ofrecida anualmente en la ciudad de Lérida.



La alusión iconográfica a la Virgen de los Dolores también abunda en estampas religiosas, pero en esta que reproduzco adquiere un mayor interés, no solo por el pañuelo que lleva en las manos, sino también por los objetos que aparecen a sus pies como signos de la Pasión: La corona de espinas, los clavos de la cruz, el martillo, la escalera, la bolsa con treinta monedas, el guante, la lanza y los dados.


También son frecuentes los gozos dedicados a la Virgen de los Dolores, como en este del año 1855 con las licencias necesarias y acompañados con un acto de contrición, oraciones y curiosas salutaciones a las llagas de las manos derecha e izquierda, así como de los pies izquierdo y derecho, junto a la del costado santísimo.


Composiciones estróficas sobre cada uno de los Siete Dolores también aparecieron en este pliego suelto, proveniente del taller de Pablo Roca en Manresa, especialista sobre todo en estampas religiosas desde aproximadamente 1824 hasta mediados del siglo XX por sus herederos, con referencia en su cabecera a las "innumerables indulgencias concedidas por diferentes Sumos Pontífices", sin especificar ninguno.





La concesión de indulgencias a todo aquel que contribuya con limosnas se refleja también esta hoja suelta con oraciones al levantarse en la mañana y en el mediodía dedicadas a la Virgen de los Dolores venerada en un hospital cordobés.


Las imágenes de la Virgen de los Dolores suelen estar acompañadas de elementos simbólicos que merecerían de una mayor atención.


Las representaciones teatrales sobre los Siete Dolores de la Virgen también se conocían finales del siglo XIX, como sucede con el drama religioso de José Julián Cavero, original de 1869, cuya puesta en escena se produjo años después en diversas ciudades.
  

Dicho drama religioso se representó en el Teatro Muevo Minas de Riotinto (Huelva) en el año 1911 por la Gran Compañía Cómico Dramática de José Vico, donde el apellido del autor del drama, Julián Cavero, aparece con "b" por error en el cartel.


©Antonio Lorenzo