Esta entrada está dedicada a exponer la otra serie de pinturas de castas atribuidas al pintor pueblano José Joaquín Magón, según lo considera Mª Concepción García Sáiz, investigadora y actual directora (2016) del madrileño Museo de América, quien estudió estas manifestaciones pictóricas en su obra: Las castas mexicanas. Un género pictórico Americano, Milán: Olivetti, 1989. Actualmente se exponen en el Museo de Castas mexicanas de Monterrey (Nuevo León).
Las obras pertenecen a la colección particular de la señora Lydia Sada Garza, quien ha sido considerada una de las coleccionistas de arte más importantes de América Latina. Estos cuadros fueron exhibidos por primera vez en el museo en el año 2008 como parte de la exposición temporal "Espejos distantes". Posteriormente, en el año 2013, fue inaugurada la galería para exhibir de manera permanente las obras que le fueron entregadas en préstamo al museo.
La señora Lydia Sada Garza, falleció el pasado 13 de marzo de este mismo año a los 99 años de edad. El 13 de julio de 2013 fue distinguida por el gobierno español con la condecoración de la Orden de Isabel la Católica.
Añadiré también unos comentarios generales sobre las pinturas de castas en su relación con la realidad social de la sociedad virreinal.
La señora Lydia Sada Garza, falleció el pasado 13 de marzo de este mismo año a los 99 años de edad. El 13 de julio de 2013 fue distinguida por el gobierno español con la condecoración de la Orden de Isabel la Católica.
Añadiré también unos comentarios generales sobre las pinturas de castas en su relación con la realidad social de la sociedad virreinal.
Esta serie presenta unas características propias que se apartan de la serie del 'arzobispo Lorenzana' que traté en la entrada anterior. Cada cuadro presenta un rótulo, etiqueta o leyenda donde no sólo se describe el 'resultado' del cruzamiento de la pareja, sino que en ellas se expresa una evidente idea de menosprecio que hay que contextualizar para evitar connotaciones interpretativas sesgadas sin tener en cuenta la evolución histórica y social de la realidad virreinal y la dinámica social del siglo XVIII. No son, obviamente, representaciones inocentes puesto que son expresiones de relaciones de poder, pero no bastan como testimonio directo para identificarlas con una idea de una sociedad basada en el racismo.
No está claro tampoco que el pintor sea el artífice o creador de dichas leyendas o si, por el contrario, se deben a una posterior mano ajena obedeciendo a indicaciones externas, pues no hay una clara relación entre las descripciones con su representación.
Para formarnos una previa idea más o menos clara de estas etiquetas, conviene agruparlas en el siguiente listado que refleja una clara clasificación artificial. Hay que tener en cuenta, a su vez, la variabilidad y evolución de las series de cuadros de castas (se conocen más de un centenar de series). En las series más tempranas se hace un mayor hincapié en los rasgos físicos, como el color de la piel, el cabello o las vestimentas, mientras que en la segunda mitad del siglo XVIII hay un creciente interés por los oficios y ocupaciones concediendo una mayor importancia a los espacios donde se desarrollan las escenas en un enfoque más socio-económico.
Repasemos las etiquetas o leyendas de los cuadros, algunas de ellas claramente despreciativas, como "cuerpo contiancho", "mala ralea", "de ingenio tardo" o "ingerto malo".
Las pinturas de castas en la sociedad novohispana
Repasemos las etiquetas o leyendas de los cuadros, algunas de ellas claramente despreciativas, como "cuerpo contiancho", "mala ralea", "de ingenio tardo" o "ingerto malo".
Las pinturas de castas en la sociedad novohispana
En un reciente trabajo de las historiadoras Pilar Gonzalbo y Solange Alberro: La sociedad novohispana: estereotipos y realidades, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2013, se proponen desmontar y aclarar los tópicos, prejuicios y estereotipos sobre la historia del México virreinal: Pilar Gonzalbo, respecto a la sociedad de castas y Solange Alberro en lo referente al concepto de nobleza. La primera de las dos partes, escrita por Pilar Gonzalbo, lleva por título "La trampa de las castas" organizada en VI capítulos. La idea central de la autora es señalar que el concepto de "sociedad de castas" no puede emplearse como argumento central de explicación de la complejidad social del México virreinal, puesto que el orden social ni tuvo la misma vigencia ni es aplicable a todo el territorio. Tomando como principal fuente los registros parroquiales, donde se anotaba la identidad y posición social de los progenitores, ocupación profesional y situación étnica de los feligreses, no se puede concluir que esa indudable e indiscutida "segregación social" obedeciera o estuviera basada en una "ideología racista" que justificaba la superioridad natural de los españoles como grupo dominante. El ordenamiento social, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, no se basaba en la pertenencia a una determinada casta (como algunos historiadores han aceptado como indiscutible de forma simplista), sino su pertenencia a determinada posición y reconocimiento social. Entresaco un texto esclarecedor:
En una estricta sociedad de castas, cada individuo desde su nacimiento a su muerte no podría ascender a otra casta sin romper el orden social de origen religioso o divino, donde la casta está por encima de la raza, como sucede en la sociedad hindú, donde están sumamente limitadas las posibilidades de ascenso social.
Estas pinturas estaban concebidas para ser exportadas como "curiosidades americanas" para satisfacer encargos de personas influyentes, ya fueran de la península o del propio virreinato. En Europa, y de acuerdo con la mentalidad cientifista de la Ilustración, se hallaba en boga una curiosidad por lo exótico y una fascinación por lo desconocido. Estas pinturas respondían, pues, al deseo de resaltar la idea de riqueza de la colonia en la metrópoli. El propio hecho de nombrar o etiquetar, no deja de ser una estrategia de conquista y de construcción de identidades afirmando la imagen del yo frente a "lo otro".
Es importante señalar que muchos de los cuadros de castas fueron realizados por criollos o mestizos por encargo del propio virrey o de autoridades españolas, de lo que puede entenderse que los propios criollos o mestizos participaban del "imaginario cultural y social", perspectiva de la que formaban parte los propios creadores. Los más renombrados de los pintores novohispanos, dirigían sus propias academias y según el estatuto de entrada en ella de sus discípulos (estatuto IX de la Academia de Ibarra), para acceder a ella se dice expresamente que 'ninguno puede recibir discípulos de color quebrado'; se especifica también que es necesario 'que sea español', 'de buenas costumbres' y 'de gracia innata', estatuto firmado por Miguel Cabrera, considerado como el mejor pintor de castas y de pintura religiosa de su época. Ser de "color quebrado" (entiéndase de aquellos con mezcla de negro o afromestizos) era para los pintores dirigentes de la Academia, recogido en las ordenanzas, un impedimento suficientemente grave para ingresar en ella. Es decir, los propios pintores criollos de las pinturas de castas reivindicaban ocupar sus propios espacios de poder y la búsqueda de un reconocimiento oficial ejerciendo ellos mismos prácticas discriminatorias contra los afromestizos.
Con la feliz expresión de 'colonialismo interno' se trata de incidir en la idea de que los propios criollos practicaban un colonialismo interno para legitimarse en relaciones de igualdad con los peninsulares, en lo que ya en el siglo XX se conoce con el nombre de mestizaje. Con ello se mantenían y renovaban de alguna forma las estructuras coloniales que operaban bajo el dominio externo de los antiguos colonizadores.
"Y recurrir a la confiabilidad de los pintores de cuadros de castas es como mínimo ingenuo y en consecuencia tendencioso. La pintoresca nomenclatura que estuvo de moda durante varias décadas entre los funcionarios españoles y algunas familias prominentes, como parte de una temática exitosa entre los pintores novohispanos, es confusa, equívoca, admite variantes, nunca se aplicó formalmente a los habitantes del virreinato y no tiene el mínimo valor probatorio como testimonio del orden de la sociedad virreinal. Muy probablemente se mencionó entre ciertos grupos en tono peyorativo y burlesco, a sabiendas de que en nada repercutía en las relaciones sociales". (Cap. I)Los términos "criollo", "casta" o "raza" han sufrido un desplazamiento léxico de significado a lo largo del tiempo que ha ido deslizándose, de su sentido original de mera categoría biológica, a una categoría social, si bien es cierto que no invalida ni solapa la presencia de un componente racista de las mismas según la perspectiva actual.
La imprecisión del término "casta", que originalmente tenía un sentido positivo y de orgullo por el linaje, según se recoge en el Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias (1611), pasó a designar las mezclas raciales con sangre africana. Los cuadros de castas son un intento de clasificación jerárquica y social que no se corresponde de forma directa con una discriminación racial.
En una estricta sociedad de castas, cada individuo desde su nacimiento a su muerte no podría ascender a otra casta sin romper el orden social de origen religioso o divino, donde la casta está por encima de la raza, como sucede en la sociedad hindú, donde están sumamente limitadas las posibilidades de ascenso social.
Es importante señalar que muchos de los cuadros de castas fueron realizados por criollos o mestizos por encargo del propio virrey o de autoridades españolas, de lo que puede entenderse que los propios criollos o mestizos participaban del "imaginario cultural y social", perspectiva de la que formaban parte los propios creadores. Los más renombrados de los pintores novohispanos, dirigían sus propias academias y según el estatuto de entrada en ella de sus discípulos (estatuto IX de la Academia de Ibarra), para acceder a ella se dice expresamente que 'ninguno puede recibir discípulos de color quebrado'; se especifica también que es necesario 'que sea español', 'de buenas costumbres' y 'de gracia innata', estatuto firmado por Miguel Cabrera, considerado como el mejor pintor de castas y de pintura religiosa de su época. Ser de "color quebrado" (entiéndase de aquellos con mezcla de negro o afromestizos) era para los pintores dirigentes de la Academia, recogido en las ordenanzas, un impedimento suficientemente grave para ingresar en ella. Es decir, los propios pintores criollos de las pinturas de castas reivindicaban ocupar sus propios espacios de poder y la búsqueda de un reconocimiento oficial ejerciendo ellos mismos prácticas discriminatorias contra los afromestizos.
Con la feliz expresión de 'colonialismo interno' se trata de incidir en la idea de que los propios criollos practicaban un colonialismo interno para legitimarse en relaciones de igualdad con los peninsulares, en lo que ya en el siglo XX se conoce con el nombre de mestizaje. Con ello se mantenían y renovaban de alguna forma las estructuras coloniales que operaban bajo el dominio externo de los antiguos colonizadores.
Desde la perspectiva de los criollos era una forma de mostrar su orgullo hacia lo propio, al no distinguirse en las pinturas entre españoles y criollos, lo que consolidaba su propia visión de las relaciones de poder. Poco a poco se va identificando lo criollo con lo puro frente al discurso visual de castas.
Una de las conquistas de la Revolución francesa fue el favorecer el tránsito de una sociedad estamental a una economía de mercado donde se igualaban los derechos de todos los ciudadanos y se favorecía la movilidad social de los mismos fuesen de la condición que fuesen.
Pero pasemos a contemplar esta pintura controvertida, pero siempre fascinante.
Del Español, y la Yndia/ nace èl Mestizo,/ por lo comun, humilde,/ quieto, y sencillo |
Mestizo y Española/ dan al Castizo/ la aficion al caballo/ desde bien niño |
De Español y Castiza/ el Fructo bello/ se vè igual a su Padre/ ya pelo à pelo |
El Orgullo y despejo/ de la Mulata,/ náce del Blanco, y Negra/ que la dimanan |
Español y Mulata/ ser, y doctrina/ dan conforme a su genio/ a la Morisca |
De Español, y Morisca/ nace el Albino,/ corto de vista, devil/ suave, y benigno |
Albino y Española/ Los que producen/ de torna átras, en figura/ genio, y costumbres |
Mulato, è Yndia engendran/ Calpa Mulato/ de indocil genio, fuerte/ cuerpo cortiancho |
De Yndia, y Calpa mulato/ Gíbaro nace/ inquieto de ordinario,/ siempre arrogante |
De Negro, è Yndia, Lovo,/ mala ralea,/ Herodes son de bolsas,/ y faltriqueras |
Lovo, è Yndia, Cambujo,/ es de ordinario/ pesado, y perezoso/ de ingenio tardo |
El Yndio, y la Cambuja/ Sambayga engendran/ el q no ai Maturranga/ que no la Entiendan |
El Cuarteron Cabcioso/ a luz dimana,/ del Mestizo sencillo,/ y la Mulata |
Cuarteron y Mestiza,/ siempre peleando/ engendran al Collote/ fuerte y osado |
De Collote, y Morisca,/ el Albarazado/ nace, y se inclina siempre/ á burlas, y chascos |
Tenteenelayre, nace/ (ingerto malo)/ de Tornaatrás adusta/ y Albarazado |
©Antonio Lorenzo
Maravilloso artículo, muchísimas gracias por ilustrarnos con tal excelsitud.
ResponderEliminarSaludos cordiales desde Salta, Argentina.
Muchas gracias a ti, Ximena, por tus palabras.
ResponderEliminarUn saludo cordial desde Madrid.