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viernes, 29 de marzo de 2024

El testamento y el codicilo de Cristo en los pliegos de cordel

 

Los pliegos que recogen el Testamento y el Codicilo de Cristo, que pueden ir acompañados de otras composiciones, tienen tras de sí una curiosa historia: no solo por los escasos ejemplares conservados, sino también por el hecho de figurar en el índice de prohibidos por el Santo Tribunal de la Inquisición. Uno de los fines del Santo Oficio era tratar de controlar y combatir la heterodoxia en cuanto a la importación o circulación de libros o impresos. Bien es cierto que la expurgación de la literatura popular impresa, debido a su carácter efímero y a su dispersa y poco controlable distribución resistió mejor la censura inquisitorial al no aparecer en ellas, en muchos casos, ni el nombre del autor ni el lugar de impresión.

Se conocen numerosos pliegos de temática religiosa donde se describe la pasión de Cristo, a la que se le añaden otras composiciones que tuvieron una muy amplia acogida hasta épocas relativamente recientes. No obstante, a pesar de apartarse algunos de ellos de la considerada ortodoxia doctrinal, se supone que se permitió su difusión, a modo de vista gorda, por contener una clara adhesión a las creencias católicas. No obstante, todo ello es discutible y exigiría una mayor atención documental que se aleja de las simples pretensiones de dar a conocer algunas muestras de la literatura de cordel en esta entrada. 

Según eminentes estudiosos el primer índice español de libros prohibidos por la Inquisición española data del año 1547, del que no se conserva ningún ejemplar, pero sí en citas y copias de cartas que validan su existencia. El primer catálogo publicado por la Inquisición española es de 1551, según las cuatro ediciones impresas de Valladolid, Toledo, Sevilla y Valencia, aunque con algunas diferencias textuales y donde se citan las obras condenadas por la Inquisición española.

El testamento de Cristo

Sobre el testamento de Cristo conocemos en pliegos dos versiones con el mismo título y cuyos textos podían imprimirse por separado y contener otras composiciones añadidas con variaciones textuales como veremos de forma sucinta. Dada la variabilidad de pliegos, en alguno de ellos la pasión viene precedida por un conmovedor diálogo entre Cristo y su madre, que circuló repetidamente en pliegos y en oraciones.

El primer pliego que reproduzco comienza con la frase inicial muy repetida: "Sepan cuantos esta carta vieren", expresión coincidente con los protocolos notariales de entonces.





La importancia del testamento según las antiguas creencias cristianas y como expresión de las últimas voluntades resulta fundamental para entender el paso a la otra vida una vez expuestas y designadas como "mandas", referidas a la fórmula inicial «Ítem mando» designando las últimas voluntades a sus herederos. Con el testamento se consideraban resueltos los asuntos terrenales hereditarios y uno se preparaba espiritualmente para afrontar el camino para la salvación.

Cristo, en su testamento, sigue de forma ordenada las pautas a observar, pues figuran presentes como testigos sus once discípulos, excepto Judas "que por falso no lo cuento", y los cuatro evangelistas, a modo de escribanos, para dar testimonio fehaciente como albaceas.

Ciertamente, el motivo de los testamentos se extiende como recurso literario a otros muchos pliegos conocidos de carácter burlesco, como los testamentos del gallo, la zorra o del asno, así como a testamentos de personajes reales o ficticios, como el del Gran Palanquín, don Guindo y Pascual Cerezo, Juan de Austria, Felipe II, Judas o Luzbel.

El codicilo

El codicilo hace referencia a una especie de añadido, a modo de complemento, que amplía o introduce nuevas disposiciones. En caso de haber modificaciones, estas no serán sustanciales ni alterarán las últimas voluntades otorgadas aún en el caso de haberse otorgado previamente el testamento. El codicilo del testamento de Cristo, se amplía con nuevas mandas y reflexiones sobre sus discípulos, con especial condena a Judas y resaltando a Elena, madre del emperador Constantino, quien será quien encuentre los restos del madero donde fue sacrificado Jesucristo que se convertirían en imaginarias e inconsistentes reliquias tan aprovechadas por la iglesia.

Tanto el testamento como el codicilo que lo acompaña, son claramente apócrifos en el sentido de redacciones paralelas que tratan de explicar aspectos de la historia sagrada, pero con posibilidades de que fueran prohibidos y condenados (a falta de una confrontación textual según los títulos con textos no conservados) en alguno de los Índices prohibidos por Fernando de Valdés (1559) o por Gaspar de Quiroga (1583), donde se especifica de forma generalizada que "no conviene que anden en romance".

Esta tradición combina elementos apócrifos y devotos puesto que a pesar de su aparente contradicción van unidos en este caso. Efectivamente, dicho testamento, al igual que muchos otros casos o milagros difundidos en pliegos carecen de fundamento real, pero en cambio han servido para promover la devoción de amplios sectores de la población.

En este primer pliego reproducido se agrega tras el codicilo el Romance de un alma contrita donde tampoco aparece el autor y se utiliza el arrepentimiento como útil vía afectiva para el adoctrinamiento. Se trata en este caso de un romance que aparece incluido en el Romancero espiritual (1612), escrito o compilado por José de Valdivielso (1565-1638) con el título de Romance de un alma convertida, aunque su atribución no deja de ser dudosa, aunque como autor del mismo aparece en la portada de otro pliego con el testamento de Cristo fray Francisco Bernardo de Salazar, de la Orden de Predicadores.


En el siguiente pliego sobre el Testamento de Cristo, difiere del reproducido anteriormente con un desarrollo y texto distinto haciendo hincapié en la presencia al pie de la cruz de las Tres Marías a lo que se añade un devoto romance sobre la Asunción de la Virgen, con recorrido en otros pliegos de cordel.





Como añadido a los antiguos pliegos conservados sobre el Testamento de Cristo reproduzco la fotocopia de la parte de un pliego conservado en la «Biblioteca Valenciana Digital» con un texto del testamento más moderno e inconsistente temporalmente. Tras resaltar su línea materna y paterna incluye advertencias a insignes predicadores de órdenes religiosas para redimir a los cristianos de los agarenos o musulmanes. Dicho testamento figura añadido a unas Coplas a la divina aurora. En el pliego tampoco aparece el autor, ni la fecha ni el lugar de impresión.



La readaptación o reutilización de fragmentos, motivos o versos de romances profanos vueltos «a lo divino», como recurso adaptativo del romancero tradicional fue propio del siglo XVI y conocido con el término de «contrafacta». Mediante estas contrafacturas los autores de poesía religiosa pretendían alcanzar una mayor popularidad. Muchos versos, motivos sueltos o episodios de estos romances de carácter originalmente profano fueron readaptados a lo divino por escritores de los que se conservan escasos vestigios orales recientes, como veremos más adelante en relación al testamento de Cristo.

El romancero religioso no tiene un solo origen basado en lo "canónico", sino que sus fuentes provienen de una tradición innovadora tal y como se refleja en los múltiples ejemplos recogidos y en sus interacciones con historias piadosas, donde la figura de María adquiere un notable protagonismo que no figura en los escritos propiamente evangélicos, sino más bien de inspiración piadosa donde se mezclan e intercambian versos y motivos temáticos.

Los romances religiosos entremezclan textos de procedencias heterogéneas, considerados muchas veces como oraciones, hace difícil una clasificación de los mismos y el asignarles un título identificativo para catalogarlos

El testamento de Cristo guarda indudable relación textual con composiciones escritas de temática religiosa por distintos autores. Un caso representativo es el romance escrito por Alonso de Ledesma en sus Conceptos espirituales, cuyo primer tomo data del año 1600, y donde en el testamento pronunciado por Cristo se encuentra presente en escena su madre y donde Juan (San Juan Evangelista) figura como escribano señalando que el testamento debe de ser firmado y corroborado por cuatro testigos (los Evangelistas). Su comienzo es A las palabras que dijo Cristo en la cruz en metáfora de testamento

En una cama de campo
estaba Cristo a la muerte,
que en cama de campo nace,
y en cama de campo muere...
 
 


Muestras recogidas oralmente

La expresión poética del nacimiento y la muerte en una cama de campo se asocia metafóricamente con el ciclo natural del comienzo y el fin de la vida, presente también en oraciones y en otros romances trasmitidos oralmente, como en el recogido por Agapito Marazuela en 1933 y conservado en el Archivo de Menéndez Pidal.
Versión de Hoyocasero (ay. Hoyocasero, p.j. Ávila, Ávila, España). Recitada por T. Martina Giménez. Recogida por Agapito Marazuela Albornos, 00/00/1933 (Archivo: AMP). Publicada en IGR-vulgar 1999, p. 290. 022 hemist. Música registrada.
En una casa de campo   está mi Dios a la muerte;
en cama de campo vive,   en cama de campo muere.
Tan estrecha era la cama   que rodearse no puede,
para ver de estar en ella   un pie sobre el otro tiene.
Manda venir a San Juan,   que quiere que esté presente,
que quiere hacer testamento   de sus tan queridos bienes,
y un escribano de pluma   pa que testamento ordene.
El cuerpo manda a la Iglesia,   y en la custodia le entierren,
y el día del Sacramento   por las calles le celebren;
las entrañas manda al hombre,   para que de mí se acuerde,
y el corazón a mi madre,   que de derecho la viene.

Otro de los muy escasos ejemplos recogidos de la tradición moderna y relacionados con el romance de El testamento de Cristo, es el recogido por Javier Asensio y Carlos Muntión en Baños de río Tobía en La Rioja en el año 2003. (https://www.riojarchivo.com/el-testamento-de-cristo/)

En cama de campo, madre,
en cama de campo nace   está Jesús a la muerte
y para poder estar   un pie sobre otro tiene.
Llamen, llamen a San Juan   que hacer testamento tiene
la pluma del escribano,   ¡ay, qué presente lo tiene!
El cuerpo deja a su madre   porque derecho le viene
el corazón a la iglesia   pa que con él se consuele.

Otro ejemplo de la pervivencia en la tradición oral de este tipo de composiciones de temática religiosa en referencia al testamento de Cristo es este romance recogido por tradición oral en la localidad extremeña de Alcuéscar en el año 1903 por el folklorista don Rafael García-Plata de Osma con el título de Jesús y la Magdalena, reproducido por Bonifacio Gil en sus Romances populares de Extremadura, donde se recoge y contrafacta «a lo divino» versos del romance profano Las quejas de doña Urraca.



Para saber más

González, William H.: Romancero religioso de tradición oral, Madrid, Eypasa, 1994.

De Sancha, Justo (ed.): Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas, sacadas de los mejores ingenios españoles. Tomo XXXV de la Biblioteca de Autores Españoles, de Manuel Rivadeneira. Madrid, 1855.

Trapero, Maximiano: Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias, Ediciones Nieva, 1990.

©Antonio Lorenzo

lunes, 15 de octubre de 2018

El testamento de Judas


Pliego donde se entremezcla lo legendario y controvertido de la muerte de Judas, con lo literario del testamento que otorga.

Sobre la muerte de Judas existen divergencias. Al enterarse de la condena de su maestro "se arrepintió" y fue a devolver las treinta monedas de plata a los sacerdotes. Según el evangelio de Mateo:
"Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre" (Mateo 27:5-8).
A su vez, Lucas, en Los Hechos de los apóstoles, ofrece otros detalles sobre la muerte de Judas:
"Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre" (Hechos 1:18-19).
Vemos, pues, cómo existen divergencias sobre la muerte del apóstol traidor. Si Mateo simplemente dice que se ahorcó, Lucas señala que se reventó derramándose sus entrañas en el llamado Campo de sangre.

Para conciliar ambos textos se ha sugerido que cuando Judas se colgó, la cuerda se rompió y su cuerpo cayó reventándose al golpearse contra el suelo. Para que esto fuera posible Judas se tendría que haber ahorcado de los pies, lo que no deja de ser una incongruencia.


Un antecedente sobre la forma de ahorcamiento de Judas, nos la proporciona el P. Nicolao Orano, (1611), haciéndose eco de lo expresado por Papías, obispo de Hierápolis en el siglo II, en uno de sus treinta sermones contra el traidor Judas. El hecho de ahorcarse lo explica porque semejante traidor debía morir entre cielo y tierra y rechazado por ambos. La soga debía estrangular la garganta delatora y su alma pecadora no podía ser exhalada por la boca que besó a Jesús y por ello le sale por el hueco del vientre.

La Leyenda áurea (escrita hacia 1264) por Jacobo de la Vorágine y traducida en español en el siglo XV, es otra de las principales fuentes de información sobre Judas. En dicha obra, se integra la historia de Judas en el capítulo que dedica al apóstol san Matías, sustituto de Judas tras la ascensión de Jesús.

La imaginería religiosa suele representar a Judas con el pelo pelirrojo, motivo folklórico asociado al personaje y asociado a su vez con la maldad y el infierno, pues el pelo bermejo evoca el fuego infernal, devorador y los delirios de la lujuria. Así l
o representó también el imaginero murciano Francisco Salzillo en su espléndido grupo escultórico de "La Santa Cena" (1761).

La creencia de que determinados seres malignos habitaban en algunos árboles, asociados además al paganismo y a la brujería, identificó al saúco como árbol maldito y asociado a la muerte según las leyendas.

No todas las creencias sobre el saúco son negativas, pues tanto sus hojas como sus bayas maduras se usan en medicina para aliviar determinadas enfermedades, pero su asociación como árbol maldito es la predominante.

También existe la creencia de que Judas se ahorcó de la rama de una higuera. Esta creencia guarda relación con la maldición de Jesús a este árbol y a sus frutos. Sin duda es un relato de difícil comprensión y que la iglesia tiene buen cuidado de no leerlo en la misa dominical.

Cuenta el evangelista (Mc 11, 12-26) que una mañana salió Jesús con sus discípulos y a poco de caminar sintió hambre. Acercándose a una higuera, pensando encontrar sus frutos, observó que la misma estaba vacía de ellos. Jesús maldijo entonces a la higuera diciendo "que nunca nadie coma frutos de ti", siguiendo luego con su viaje hacia Jerusalén. Al día siguiente, los discípulos quedaron asombrados al ver que la higuera se había secado. Mateo, en su posterior evangelio tras del escrito por Marcos, trató de atenuar la escena sobre la maldición a la higuera: "que nunca brote fruto de ti", disculpando a aquellos que no encontraron sus frutos. Las explicaciones dadas por los exégetas y estudiosos sobre esta maldición, son un intento de suavizar la escena considerando a la higuera como alegoría de la visita de Jesús al Templo donde se enojó con los sacerdotes y escribas que habían convertido la casa de Dios en una cueva de ladrones y era necesario purificarla.

Milagro, en fin, incómodo de explicar y que se asemeja y guarda relación con la soberbia mostrada por Jesús en pasajes de los evangelios apócrifos.

También es creencia popular la de que la sombra de la higuera no es buena. El refranero se hace eco de ello: «a la sombra de la higuera ni te sientes ni te duermas», «la sombra de la higuera no es buena y la del nogal trae mucho mal». Su mala fama viene también motivada porque la leche que desprende la higuera causa picor y ataca la piel, lo mismo que el envés de las hojas.


El personaje de Judas, en suma, presenta todo un universo semántico de significados y de contaminación temática.

Como ejemplo de testamento literario de carácter disparatado y burlesco participa de una tradición ininterrumpida a través de los pliegos populares, como los dedicados a los testamentos de animales (gallo, zorra, asno, mona...), relacionados a su vez, entre otros, con los Testamentos de amor, el Testamento de don Juan de Austria, el Testamento de Celestina, el testamento del Cid, el Testamento del Maestre de Santiago, el Testamento de Cristo o el Testamento de Luzbel.

La cultura sefardí, síntesis de herencias judías, hispánicas y balcánicas, ha conservado en coplas el Testamento de Amán, personaje de significación arquetípica donde, mediante coplas que acompañan la celebración de la fiesta de Purim, se evocan las intrigas del perverso Amán en su intento de exterminar al pueblo judío. Coplas de las que existen muchas variantes y donde tienen en común el carácter absurdo de sus «mandas».

Todo ello entronca, además, con las celebraciones hispánicas de la Quema del Judas de carácter carnavalesco, donde se le cuelga de un poste en forma de muñeco o pelele, que suele estar formado por trapos, madera o paja recubiertos de ropas viejas o andrajos, y no exento de implicaciones eróticas, de lo que existe abundante aunque dispersa bibliografía, o con el personaje de Judas en el teatro del Siglo de Oro y posteriores.




Pilar García de Diego, en su espléndido estudio sobre los diversos testamentos populares, se refiere al que nos ocupa de esta manera ("Censura popular", en RDTP, Tomo XVI, nº 3, 1960)
"Así como en los procesos de la Inquisición, cuando moría un reo antes de la ejecución de la sentencia, era ejecutada ésta en estatua, así en los testamentos hechos con un monigote simbólico las gentes toman la justicia en efigie, y escarnecen a la persona en el muñeco que le representa. A Judas se le condena periódicamente por su traición en infinidad de lugares. que anatematizan al traidor en el pelele colgado de una cuerda en recuerdo de su muerte. y lleva en su mano la bolsa con treinta dineros, precio de la traición. Y antes de que le estallen las bombas o petardos que le meten en las entrañas, o de ser arrojado a la llamas, donde se consume con la satisfacción de las gen­tes, se lee el Testamento de Judas, con legados que sirven de censura de defectos y escarmiento de pecados, poniendo en su boca frases como la siguiente: «Voy a hacer mi testamento / para aliviar mi tormento»."
En el pliego, el autor, conocedor de la fama atribuida a los calabreses, nos informa  que fue compuesto por un calabrés que fue comitre (encargado de dirigir y castigar a los condenados a las penas de galeras), y ventero de la Venta Quemada. Los calabreses tenían fama de ser rebeldes y violentos. Lope de Vega, en la escena primera del Acto II de La Dorotea uno de sus personajes dice sobre la procedencia de los calabreses: "porque se dice que aquella tierra fue la patria del hombre más infame". El pliego desarrolla las «mandas» o disposiciones, a caballo entre lo estrambótico y disparatado y con clara intención risible para quien lo lea o escuche, como las últimas voluntades para hacer el mal tras su ahorcamiento.

El pliego está impreso en Murcia por la oficina de Pedro Belda en 1854. Sin duda se trata de una reimpresión, pues si tenemos en cuenta su trayectoria y determinados rasgos del lenguaje utilizado alimentamos la hipótesis de que puede puede remontarse al siglo XVII.





©Antonio Lorenzo

domingo, 3 de diciembre de 2017

Muerte y testamento de la polka


Según los estudiosos, la polka o polca tuvo su origen en la región de Bohemia, en la actual República Checa, hacia 1830. Se trata de una danza popular cuya forma musical deriva directamente del minueto, baile cortesano muy popular durante el siglo XVIII. A partir de su introducción en los salones de baile de Praga, se extendió rápidamente por Viena, París, Londres, Madrid y otras grandes ciudades de Europa. Esta modalidad rítmica se trasplantó rápidamente al suelo americano, aproximadamente a partir de 1844, donde adoptó estilos y variantes particulares en Argentina, México, Paraguay, Nicaragua, etc. convirtiéndose en parte de su folclore nacional y de su tradición musical.

La polka pasó de los salones de baile elegantes de las clases acomodadas a practicarse por las clases populares, lo que significó una especie de liberación de ataduras morales y prejuicios censurados por la iglesia católica. los grupos conservadores no tardaron  en manifestar, aunque  temporalmente, su oposición ante aquella novedad que relacionaban con el morbo y aspectos inmorales.


A diferencia del vals, la polca dejó poco a poco de bailarse en los salones de baile, quedando como baile folklórico en algunos países, lo que le ha dado fama como baile antiguo. De ahí la conocida expresión «ser del año de la polca», empleado en España para referirse a algo muy viejo, anticuado o pasado de moda.

Así como la literatura de cordel exaltó en un sentido amplio el casticismo y el «majismo» dieciochesco, también encontramos críticas hacia lo pernicioso de las modas extranjeras en la vestimenta y en el baile en clara reacción nacionalista en defensa de lo propio.

Es el caso de esta estampa donde se critica la nueva moda de la polka, de la que se dice que: 

                                       La polka vino de «estranjis»
                                       y causó tal novedad,
                                       como toda cosa nueva
                                       pero es nada en realidad.
                                       Es un baile bien insulso
                                       sin gracia garvo ni sal,
                                       pero aquí siendo estranjero
                                       tiene mérito cabal.

Se critica a aquellos que no bailan la polka por plebeyos y patanes y a su moda asociada trajes y complementos. El testamento y las mandas que deja la polka entronca con la gran tradición hispánica de testamentos burlescos, a los que ya he dedicado algunas entradas anteriores.



Abundando en las críticas sobre aquellos que no practican el baile de la polka, reproduzco el siguiente pliego, donde la caprichosa Serafina desdeña a Tomás «Calabaza» por no saber bailar bien la polca. Ejemplo de impreso burlesco donde se ironiza sobre las mujeres casquivanas y las costumbres foráneas.

El pliego está editado en Barcelona, sin fecha, y se hallaba en venta en la librería de J. Lluch.

Tras el pliego, añado un "ventall" o abanico, a los que ya he dedicado entradas, con el tema de la polka que nos ocupa.





©Antonio Lorenzo

martes, 30 de mayo de 2017

Testamentos burlescos: Apúnteme usted, señor escribano... [II]


Continúo con los testamentos burlescos donde se incluye la fórmula apúnteme usted, señor escribano, recogida como refrán, como integrante de algún cuento tradicional o como canción o recitado en cancioneros folklóricos recogidos por tradición oral o bien en pliegos de cordel.

En el caso de los pliegos de cordel reproduzco uno de ellos donde se incluye el siguiente testamento que hizo la mona a su hermana. El título del pliego no parece que tenga nada tiene que ver con el testamento transcrito, en cuyo encabezamiento se dice: [Relación burlesca de un lance que sucedió en la ciudad de Toledo con un fraile de un convento que llamaban de los Padres Aceiteros por recrear a una mona en su aposento para su diversión: se refiere el chasco que vino a darle, con lo demás que verá el curioso lector]. El testamento final más bien parece un elemento de relleno, si bien Pilar García de Diego, en su clásico estudio El testamento en la tradición [Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, X (1954)] lo considera "una refundición de anteriores versiones, porque el tema de legados fantásticos, que el testador reconstruye imaginativamente sobre unas pobres ruinas, es muy antiguo en la tradición".





Comentaba en la entrada anterior que la popularidad de este testamento burlesco alcanzó incluso la gran pantalla. En efecto, la famosa actriz Rita Hayworth interpretó (doblada su voz, al parecer, por Anita Ellis) un inclasificable Hermanito de mi corazón. La película Los amores de Carmen, basada en la célebre obra de Prosper Mérimée, la protagonizó junto a Glenn Ford en 1948.












































 
A través del siguiente enlace se puede contemplar y escuchar la interpretación de Rita Hayworth en forma de tanguillo de Cádiz.


                https://www.youtube.com/watch?v=cqW8E_HDwjM

             Hermanito de mi corazón,
             que ya tú sabrás que me estoy muriendo,
             y te “pío” y te encomiendo
             que llames a un escribano,
             también a mi primo hermano.
             Quisiera hacer testamento,
             como esos payos con fundamento,
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted una cortina
             que por “ca” agujero cabe una vecina;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted una escopeta,
             que no tiene llave, cañon ni baqueta;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Apúnteme usted un olivar,
             que no se ha sembrado ni se sembrará;
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme un cuadro “rompío”
             que ya ni Dios sabe el santo que ha “sío”;
             apúnteme usted señor escribano,
             apúnteme usted señor escribano.
             Apúnteme usted señor escribano:
             cubiertos de oro,
             cubiertos de plata,
             mantones "bordaos",
             con flores de seda,
             dos copas de anís,
             dos copas de vino,
             una noble gitana
             que mucho me quiera.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.
             Lalalú, lalalú, lalalú, lalalú, lalalú.

También el controvertido cantante Miguel de Molina interpretó en la década del 40 del pasado siglo un llamado Testamento del gitano, que puede escucharse a través de este enlace:


                   https://www.youtube.com/watch?v=nFf0YEOG2J4

           ¡Ay! manito de mi corazón
           que ven a mi verita
           que me estoy muriendo,
           y yo te pío y te encomiendo
           que llames a un escribano
           y también a mi primo hermano,
           porque quiero hacer testamento
           como esos payos con fundamento.

           Apúnteme usted, señor escribano,
           apúnteme usted:

          ¡Ay! apúnteme usted un olivar
          que ni se ha sembrao ni se sembrará;
          apúnteme usted, señor escribano,
          apúnteme usted.

         Apúnteme usted un camisón
         que no tiene cuello, puños ni faldón;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted un San Lorenzo
         que se me fue el santo
         y se ha quedado el viento;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         ¡Ay! apúnteme usted una pistola
         que ve a los civiles y dispara sola;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted tres gallinas
         que son más decentes que toas mis vecinas;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

         Apúnteme usted cinco duros
         que si me los presta me sacan de apuros;
         apúnteme usted, señor escribano,
         apúnteme usted.

        ¡Ole, tacatán tacatán!
        Tirirí tirirí tirirán tacatán,
        ¡se acabó!

La expresión formulística apúnteme usted, señor escribano traspasó fronteras y llegó a América. Prueba de ello son las diferentes versiones que han sido recogidas en distintos países, como en México y en el sur de Estados Unidos. Un ejemplo de ello es este Testamento del negro recogido en la isla de Cuba

       Apunte u’té, señor escribano,
       apunte u’té con la pluma en la mano;
       apunte u’té unos pantalones
       que no tienen ojales ni tienen botones;
       apunte u’té unos calzoncillos
       que no tienen pretina ni tienen fondillos;
       apunte u’té una camiseta
       que no tiene pechera ni tiene faldeta;
       apunte u’té unos zapatongos
       que hace quince o veinte años que no me pongo;
       apunte u’té el sillón de Agustín
       que no tiene espaldar ni tiene balancín.


El ilustre investigador asturiano Constantino Cabal, recoge en su libro Las costumbres asturianas. Su significación y sus orígenes [Talleres Voluntad, Madrid, 1925, pág. 130], la finalidad carnavalesca de este tipo de testamentos de pobres, como el que recoge del entierro de la sardina.
     
 -Pa'l entierro de la sardina,
       que murió de golosina...

       Para don José Menéndez
       un peral que dé figos
       y un figal que dé peres.

 El coro comenta así:

     -Apúntelo usté, señor escribano:
      apúntelo usté con la pluma en la mano,
      tintero y papel.

Y el llorón, con la boca o la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

En seguida nueva manda:

       Para don Pedro Montoya
       un tiro de tres caballos
       que por todas las pendientes
       vayan desbocados...!

Y el coro, con tono fúnebre: 

       -Apúntelo usté, señor escribano:
       apúntelo usté con la pluma en la mano,
       tintero y papel.

Y el de la "turulla":

      -U-u-u-uh...!

Rastreando por algunos cancioneros folklóricos reproduzco dos ejemplos más sobre este tipo de testamentos.

El primero de ellos recoge una versión de Herrera del Duque (Badajoz) incluida por Bonifacio Gil en su Cancionero popular de Extremadura, Tomo II, [Badajoz, Excma. Diputación, 1956, nº 150, pág. 81.]



           Madre, que m’ ehtoy muriendo, 
           que venga el notario a hacer tehtamento. 
           Vaya uhté apuntando, 
           señor ehcribano, 
           vaya uhté apuntando 
           con la pluma en la mano. 
           Apunteme uhté un olivá(r) 
           que no se ha plantado ni se plantará. 
           Apunteme uhté una butaca 
           que no tiene asiento ni ehpalda ni pata(s). 
           Apunteme uhté un catre de acero, 
           le faltan lah patas y el barrón de en medio... 
           Apúnteme uhté un colchón, 
           por cada agujero le cabe un melón... 
           Apúnteme una sabaniya 
           que no l’han quedado máh que las oriya(s)... 
           Apúnteme uhté un cobertó(r), 
           que cuando me arropo me arrizo del tó... 
           Apúnteme uhté un almiré(z), 
           que por cá abujero le cabe una nue(z)... 
           Apunteme uhté un crucifijo, 
           que ni Dioh conoce el Santo que ha sido...


El segundo, procede del Cancionero popular de la provincia de Santander, de Sixto Córdova y Oña [Libro III, Artes Gráficas Aldus, Santander, 1952, nº 173, pág. 188].



                 Cuando el señor Domingo se fue al hospital,
                 al señor escribano mandólo llamar.
                 Bien, bien, bien.
                 Luego que hubo llegado, mandólo sentar,
                 y de aquesta manera comenzólo a hablar.
                 Bien, bien, bien.

                 Apúntelo usted, bien, señor escribano, bien,

                 que dejo a mi hermano, bien,
                 unos pantalones, bien,
                 que no tienen tela,
                 forro ni botones.

                 Apúntelo usted, señor escribano,

                 apúntelo usted,
                 con la pluma en la mano,
                 tintero y papel.
                 ¡Bien, bien, bien!

                 Apúntelo usted, bien,

                 que dejo a "fulano", bien,
                 unos zapatos, bien,
                 que por cada boca
                 se ríen del amo.
                 Apúntelo usted...

                 Apúntelo usted

                 que dejo a "Joaquina"
                 una mantillina,
                 cosa muy extraña,
                 que es toda tejida
                 con tela de araña.

                Apúntelo usted

                que dejo a "Fulana"
                seis sacos de harina,
                los tres boca abajo
                y tres fondo arriba.

                Apúntelo usted

                que dejo a mi primo
                un gorro de copa
                que era de mi abuelo
                cuando fue de tropa.

                Apúntelo usted

                que dejo a mis hijos
                un melonar
                que no se ha sembrado
                ni se sembrará.
©Antonio Lorenzo