El pliego reproducido es un ejemplo más sobre la figura del bandolero romántico propio de la literatura popular impresa y que guarda relación con la literatura generalista española del siglo XIX. Tanto en la novela, como en el teatro o en la poesía, se nos presenta la imagen del bandolero, preferentemente andaluz, como prototipo de generosidad respecto a los pobres y siendo considerado de una forma positiva y casi heroica. Sus hazañas fueron difundidas a través de pliegos sueltos y en novelas por entregas, de las que se conocen numerosos títulos. La figura del bandido en el imaginario popular apenas tenía en cuenta el que fueran malhechores o asesinos al margen de la ley, pues sobre ellos primaba sobre todo la idea de generosidad como símbolo de la libertad y al margen de la ley oficial. La imagen tópica de la vida itinerante del bandolero se asentaba en que era un ser valiente y audaz, astuto y familiar y hasta capaz de arrepentirse de sus hazañas como rasgos distintivos. Es cierto que el arquetipo del bandolero admite una pluralidad de imágenes tópicas y ambiguas, aunque por lo general predomina la idea de su sentido de generosidad y de ayuda a los pobres.
El pliego narra la triste y compasiva visita del que fuera compañero de cuadrilla del bandolero Paco el Zalao y cuya cabeza se encontraba expuesta en un palo a la intemperie como consecuencia del escarmiento y castigo justiciero al que fue sometido. Su triste compañero viene a reivindicar su honradez y el auxilio que proporcionaba a los necesitados, al tiempo que critica la forma de vida de los ricos señores y su desprecio hacia los indigentes.
Dentro del numeroso corpus de obras dramáticas sobre estos personajes, tal vez sea el más conocido el drama de José María Gutiérrez de Alba, Diego Corrientes o el bandido generoso (1848), al que siguieron otras obras continuadoras sobre el personaje. "El que a los ricos robaba y a los pobres socorría", puede considerarse una frase proverbial que ha trascendido el paso del tiempo convirtiéndose en una imagen emblemática del bandido. La contextualización de la visión sobre el bandido generoso y su ajusticiamiento ha de considerarse desde un ámbito multidisciplinar donde se conjugan aspectos que pueden resultar contradictorios, como la mala imagen de los ricos de las ciudades respecto al campo y por las desigualdades económicas asociadas al andalucismo del XIX. La figura del bandolero no solo se reduce a sus manifestaciones literarias de todo tipo o a las distintas representaciones teatrales, sino que incluso se ha popularizado en películas y hasta en músicas alusivas al personaje.
El bandolerismo, asociado a ladrones o asaltadores de mercancías en caminos por donde discurrían las antiguas diligencias ha de ser contextualizado de una forma amplia y en relación con el Romanticismo y el Costumbrismo preferentemente andaluz de la época.
El bandolerismo no deja de ser una especie de reacción ante los poderes establecidos, en los que también aparece la figura de la mujer bandolera o vengadora, aunque de una forma muy delimitada por la sociedad patriarcal y por la jerarquía autoritaria, ya fuera por el maltrato sufrido o para lograr una independencia respecto al varón reivindicando sus derechos femeninos.
Las condiciones demográficas favorables al bandolerismo en la región andaluza se asocian a la despoblación y al abandono a su suerte en los territorios rurales de sus pobladores por parte de los gobiernos. Envuelto todo ello en las guerras coloniales que afectaban a la débil situación económica del país, donde la agricultura y ganadería se desarrollaba en latifundios y posesiones territoriales de las clases aristocráticas y lejanas de un desarrollo industrial. La imagen del bandolerismo español, preferentemente andaluz, también guarda relación con la visión de lo español propia de los viajeros y escritores románticos por la inestabilidad política y económica de entonces. La imagen mitificada del bandolero fue expandiéndose a través de distintos relatos pasando a ser un estereotipo y un tópico de la realidad andaluza en el imaginario popular.
En Los españoles pintados por sí mismos, recopilación en dos volúmenes entre 1843 y 1844, se recogen artículos sueltos a través de la prensa y escritos por distintos y significativos autores, donde aparece la figura del bandolero y las diferentes fases por las que pasa un hombre joven hasta llegar a convertirse en bandolero.
En relación con el bandolerismo es importante señalar la fundación de la Guardia Civil el 28 de marzo de 1844, firmado por Isabel II como Real Decreto a instancias del Ministerio de Guerra, con la finalidad de mantener la seguridad ciudadana y la protección de los caminos.
El pliego y sus antecedentes
Tras esta efímera contextualización sobre los bandoleros, el pliego reproducido recoge diversos aspectos y similitudes que es conveniente tener en cuenta para enmarcarlo convenientemente.
La cabecera del pliego incluye un grabado que viene a rememorar el original cuadro, pintado por Rafael Tejeo, titulado: Bandido contemplando la cabeza de un compañero, puesta en un palo, para escarmiento, en una encrucijada. El cuadro representa, acorde con su título, al salteador que, con trabuco en mano y despojado de su montera, contempla con meditación la cabeza de su compañero expuesta en un poste con la intención motivadora por parte de la justicia de exponer un escarmentado final a los malhechores. El paradero actual del cuadro es desconocido, pero rebuscando información sobre la producción pictórica de Rafael Tejeo he encontrado que data del año 1839 y que fue reproducido en el Semanario Pintoresco Universal del 22 de diciembre de 1839, del que doy noticia y adjunto el grabado.
El pintor Rafael Tejeo, nacido en Caravaca de la Cruz (Murcia) en 1798, y fallecido en Madrid el año 1856, destacó como pintor de sucesos históricos y como afamado retratista. En 1839 fue nombrado teniente director de pintura de la Academia de San Fernando, tras la vacante de José Madrazo al ser ascendido a director de la academia en 1841. Fue retratista de la Corte isabelina y convertido en pintor honorario de Cámara. Participante en numerosas exposiciones de pintura fue una destacada figura en el panorama cultural de la primera mitad del siglo XIX.
El dibujo de Rafael Tejeo constituyó para el escritor Tomás Rodríguez Rubí una fuente de inspiración para elaborar unos versos incluidos en sus Poesías andaluzas, publicada en 1841 en la imprenta de Yenes en Madrid donde se incluye la composición La visita nocturna. Dichos versos son los usados precisamente en el contenido del pliego reproducido donde en su cabecera aparece un grabado diferente al original de Rafael Tejeo, pero que viene a recoger la misma situación y desarrollo. Rodríguez Rubí destacó también como un afamado dramaturgo y escritor de temática costumbrista andaluza, llegando a ser diputado y miembro de la Real Academia Española (con el sillón R) desde 1860.
Otro dato digno de interés es la relación del original dibujo del pintor con el tema desarrollado en la novela La familia de Alvareda, prologada por el Duque de Rivas y cuya acción transcurre en Sevilla hacia el año 1810, de Cecilia Böhl de Faber, más conocida por el seudónimo de Fernán Caballero. En dicha novela, de ambiente netamente andaluz, la propia autora alude al cuadro de Tejeo y a la coincidencia de situaciones. Vemos, pues, como el pliego guarda relación con el cuadro original de Tejeo, con los versos de Rodríguez Rubí y con la novela de Fernán Caballero, retomado todo ello en el pliego reproducido.
La escena andaluza que se anuncia en el pliego, sucede en la tierra de "María Zantísima" tras la muerte del célebre bandido "Páco el Zaláo" y continuando con la nueva canción "La rosa del amor" que sirve de relleno. Impreso en Barcelona, Imprenta de Juan Llorens, 1864.
Adjunto los versos originales compuestos por Tomás Rodríguez Rubí en sus Poesías andaluzas de 1842, para poder contrastarlos con los ofrecidos en el pliego.
©Antonio Lorenzo