miércoles, 29 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Escenas matritenses [I]

Retrato de Mesonero Romanos por Rosario Weiss (1842)
 
Los primeros artículos de cuadros de costumbres escritos por un entonces jovencísimo Mesonero Romanos (1803-1882), aparecieron primeramente en periódicos, posteriormente se publicaron reunidos y editados por el impresor Eugenio Álvarez en 1822 con el título Mis ratos perdidos o ligero bosquejo de Madrid en 1820 y 1821, en doce capítulos correspondientes a los doce meses del año. La obra se publicó de forma anónima como folleto siendo considerada como la primera muestra costumbrista, una vez que Mesonero admitiera su autoría en sus memorias. En 1831 publicó Manual de Madrid y al año siguiente empezaron a aparecer sus artículos costumbristas sobre Madrid en las revistas Cartas Españolas (1831-1832), Revista Española (1832-1833), El diario de Madrid (1835), El Liceo artístico y literario (1837), etc. Todos estos artículos se reunieron en 1842 en el libro Escenas matritenses, reeditado posteriormente por los editores Gaspar y Roig el año 1851 (en su quinta edición, que es la manejada), formando parte de su Biblioteca ilustrada. En ella aparecen los artículos escritos por Mesonero Romanos, tanto de la primera época (de 1832 a 1836) como de la segunda (de 1836 a 1842), informando en la portada de que se trataba de la «única completa, aumentada y corregida por el autor».

Ramón de Mesonero Romanos fue colaborador asiduo de periódicos y revistas, fundando El Semanario Pintoresco español (1836-1857) referente dominical de gran proyección posterior durante sus veintidós años de vida y conocido con el apelativo de «patriarca de los periódicos españoles».

En el apéndice de la obra (nota 27, pág. 241), el propio Mesonero detalla y comenta cómo fue el proceso de su contribución a la obra:
«Tratando de dar alguna novedad a la presente edición de las Escenas, me propusieron los señores Gaspar y Roig, sus editores, que aumentase por vía de apéndice algunos de mis artículos de costumbres escritos en distintas ocasiones, y deseoso de complacerlos, di un vistazo por mi revuelta mesa de escribir, sacudí el polvo de diez años de sus cartapacios, recogí trozos de papeles añejos y de trabajos en embrión , y a vueltas de cien memorias y proyectos concejiles, de asociaciones literarias, o de juntas de beneficencia, pude reunir esas cuantas obrecillas de mala prosa y peores versos, que en distintos sitios y periodos vieron la luz pública, partos de mi pobre ingenio y mal cortada péñola, y que por su objeto y argumento tienen o pueden tener íntima relación con las Escenas Matritenses, o sea la pintura de costumbres de nuestra sociedad. Hubiera deseado también dar cabida entre ellas a los dos artículos que escribí para la obra titulada Los Españoles pintados por sí mismos, y son los que llevan los títulos de La Patrona de huéspedes, y El Pretendiente; pero los editores, señores Gaspar y Roig, me hicieron presente que acababan de publicar esta obra, en su Biblioteca ilustrada, y que sería acaso mal tomado por los suscriptores el recibir de nuevo algunas de sus páginas».
Aparte de su labor de escritor de artículos, su trayectoria vital estuvo también marcada por inquietudes urbanísticas y de modernización, ya que se esforzó por aplicar a la ciudad de Madrid, en los cinco años en que fue concejal de su Ayuntamiento, en la redacción de textos como el Proyecto de mejoras generales o las Ordenanzas municipales, documentos que supusieron una auténtica remodelación del Madrid de la segunda mitad del siglo XIX.

Fue también promotor y fundador del Ateneo de Madrid (1835), reactualizando la que fuera Sociedad Económica Matritense, y del Liceo artístico y literario (1837) llegando a ocupar, como miembro de número, un sillón en la Real Academia de la Lengua Española durante más de treinta años.


En esta primera entrega entresaco de su primera época una serie de ilustraciones significativas. Los grabados se atribuyen a Vallejo, Vilaplana, Rico, Giménez, Coderch, Toro, Capuz, Severini, Carnicero, Martí, Cochar, Llopis y Cibera.

La calle de Toledo (pág. 8)

La comedia casera (pág. 12)

Las visitas de días (pág. 13)

El Salón del Prado (pág. 24)

El paseo (pág. 25)

El amante corto de vista (pág. 36)

Máquina Tutti li mondi (pág. 43)

Una Manola (pág. 59)

El baile del Candil (pág. 60)

El sombrerito y la mantilla (pág. 97)

©Antonio Lorenzo

domingo, 26 de septiembre de 2021

Catástrofe en la isla de La Martinica por un volcán en 1902

Impactados por el preocupante comienzo de la erupción de un volcán en la isla de La Palma el pasado domingo 19 de septiembre, me ha sugerido el dar noticia del sufrido en la isla de La Martinica en mayo de 1902, afortunadamente sin las terribles consecuencias que causó en la isla caribeña.

El pliego recoge con detalle la descripción y los daños sufridos en la ciudad de San Pedro por anteriores erupciones volcánicas y terremotos en los siglos XVIII y XIX. Esta erupción de 1902 causó, nada menos, que alrededor de 30.000 muertos

Tras el pliego entresaco una descripción de la isla descubierta por los españoles el día de San Martín (de ahí su nombre) en 1493 y las sucesivas apropiaciones de la misma. Los datos están entresacados del libro Teatro de la guerra, escrito por Andrés F. Ollero, publicado en 1898 y custodiado por la Biblioteca Nacional de España, al igual que la lámina descriptiva de la isla del año 1781 confeccionada por Juan López.






©Antonio Lorenzo

martes, 21 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Los españoles pintados por sí mismos [III]

 
En esta tercera entrada sobre Los españoles pintados por sí mismos incluyo el resto de las ilustraciones que faltaban para completar la obra, así como el índice parcial y general de la recopilación a lo que añado una interesante y posterior lámina de auca o aleluya que da fe del interés despertado por los tipos populares en fechas posteriores.

La confluencia de la imagen y el texto favoreció el éxito de la obra y su posterior desarrollo e imitación en parecidas compilaciones posteriores suscitando de forma renovada el interés del público. La actividad editora también utilizó parte de estas ilustraciones disponibles para ilustrar determinados artículos que fueron publicados antes o después en la prensa o semanarios. Es sabido que debido a las necesidades editoriales para abaratar los precios de edición se reutilizaron algunos de los dibujos de los tipos representados en otras publicaciones, por lo que la idea original de representar tipos populares en trance de desaparición (según expresa en el prólogo Rodríguez Rubí) queda cuanto menos en entredicho. Eso ocurre con figuras como el senador, el ministro, el diplomático o el diputado a Cortes..., al igual que sucede con otros «tipos» que no son propiamente representativos de lo intrínsecamente español, como el grumete, el patrón de barco o el jugador, de características más universales.

Al margen de las controvertidas ideas sobre el llamado género costumbrista, lo que nos ha guiado en estas tres entradas es el ofrecer las imágenes de los tipos representados de una forma ordenada, más atrayente y completa.

El género costumbrista, según estudios más recientes y documentados, ha pasado de considerarse como depositario de simples recursos casticistas y pintorescos, propios de una ideología conservadora y nacionalista, a ser interpretado desde puntos de vista más amplios, ya que en ellos no se proponen modelos moralistas de conducta, sino que su propósito se centra en la descripción de una serie de personajes donde lo transitorio es el eje de lo verdaderamente común. La valoración del pasado no debe confundirse como propio de una mente conservadora, retrógrada o inmovilista respecto a los cambios sociales, algo que la historia literaria ha venido achacando al escritor costumbrista.

El costumbrismo, en definitiva, excede los límites de lo literario puesto que trata de ofrecer testimonio de una realidad concreta, de ambientes y de situaciones cotidianas que cubren un gran espectro social. Una especie de cajón de sastre donde confluyen distintos puntos de vista que combinan la tradición con la innovación, lo que amplía su visión de conjunto y su límite cronológico hasta fechas más recientes.

La comadre + El mayoral + El diplomático

El gaitero gallego + El sereno + La actriz

El cómico + El maragato + La viuda del militar

La monja + El Seise de la catedral de Sevilla + El ratero

La posadera + El ministro + La colegiala

La cigarrera + El emigrado + El accionista de minas

El celador de barrio + El agente de bolsa + La prendera

El usurero + El buhonero + La mirasabidilla

La señora mayor + El covachuelista + El boticario

El diputado a Cortes + El portero + El español fuera de España

El ciego + El retirado + El índice de autores de esta entrada

Índice general de los artículos y autores de la compilación

En el índice general se aprecia un error en el título del artículo dedicado erróneamente al canónigo (página 272, por Juan Pérez Calvo), cuando en realidad corresponde a la figura  de «El cómico», aunque ya figura corregido en las ilustraciones.

Añado este auca o aleluya, de tono desenfadado y burlón sobre Los españoles pintados por sí mismos, reflejo de un itinerario de «longue durée». La reproduzco primeramente en secciones  para una mejor visualización.





©Antonio Lorenzo

viernes, 17 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Los españoles pintados por sí mismos [II]

 

Continuando la entrada anterior reproduzco las siguientes imágenes entresacadas de Los españoles pintados por sí mismos, obra colectiva aparecida entre los años 1843 y 1844, y compilada en un solo volumen en 1851 por Gaspar y Roig formando parte de su «Biblioteca ilustrada», que es la que manejamos.

En esta compilación de 1851, aunque no tan cuidada como la publicada anteriormente en dos tomos por el editor Ignacio Boix (1843-1844), se incluyen casi un centenar de láminas, que son las reproducidas a lo largo de estas entradas y que aparecen intercaladas de una manera informal, ya sean dentro o fuera del texto, dibujadas por Giménez y grabadas en madera por Capuz, Carnicero, Severini, Cibera, Rico, Vilaplana, Toro… representando los variopintos tipos populares que acompañan a los distintos artículos incluidos en la obra. Al igual que en la entrada anterior, el interés de esta segunda selección, conservando el orden de la compilación, es dar a conocer de una forma visualmente más amplia estas imágenes y al mismo tiempo suscitar el interés por su lectura.

La historia de la lectura en España no ha sido estudiada ni tenida en cuenta hasta hace relativamente pocos años, algo de lo que aún contamos con escasas perspectivas de análisis multidisciplinares en lo que significa la historia cultural. De ahí la importancia de recuperar y realizar un mínimo recorrido por la producción de los editores del pasado siglo XIX, sobre todo de los años centrales, donde se produjo un claro desarrollo de las técnicas de impresión junto al avance de la difusión de los libros y de la prensa de distinto signo. En esos años centrales la ilustración comenzó a adquirir un carácter más enraizado con el texto proporcionando elementos más interactivos y complementarios con los textos, por lo que servían para interpretar lo escrito según diferentes ópticas, ya fuesen de crítica social, formas de vestir, de sátira caricaturesca, o simplemente como complemento de lo que se lee. La trayectoria general de las ilustraciones en esos años puede resumirse como el recorrido de las imágenes para ver a las imágenes para leer.

El propósito explícito de esta compilación de tipos y oficios populares obedece a la idea, según expresa en la introducción Tomás Rodríguez Rubí, de salvaguardar lo considerado como el genuino carácter puro español frente a las influencias extrajeras.

Rodríguez Rubí lo expresa en el prólogo de la compilación de esta forma:

«Ningún otro pueblo ciertamente merecía tanto el ser pintado como el español, porque ningún otro es tan numeroso y variado en sus tipos, ni tan original. ¿Dónde hallaríais un torero? ¿dónde un gitano como el español? ¿un contrabandista como el andaluz? ¿una manola como la madrileña? En ninguna parte; y si hubiésemos tardado algo mas en pintarnos, ni en España mismo, porque la sociedad entera se está rejuveneciendo y la moda francesa nos ha ido desnudando pieza por pieza para vestirnos al instable capricho de ese pueblo, que así arroja un rey una mañana al canal de la Mancha como se quita una camisa y la echa á la ropa sucia». 

El costumbrismo, en su sentido más estricto o ajustado, alude a la tradición literaria del XIX donde se exalta el carácter nacional español como forma propia de ver y entender el mundo. Se trata de una mirada marcadamente nostálgica frente a los cambios sociales que se iban produciendo en aquellos años convulsos de mediados del siglo XIX. En los relatos costumbristas no solo se nos ofrece un relato literario sino también una representación visual.

La asociación entre el costumbrismo y la novela realista, entendido el primero como paso precursor o intermedio del realismo es un tema cuestionable para los críticos en el sentido de que en las novelas consideradas realistas  incorporan de forma habitual los usos y costumbres de la época, escenarios y tipos por lo que la interacción intertextual entre ellas, consideradas como géneros según su característico lenguaje literario, y al igual que sucede con el teatro, es frecuente y no fácil de deslindar, como ocurre, por ejemplo en el caso del genial Galdós, donde reconoce en sus Observaciones sobre la novela española contemporánea (1870):

«Pero la clase media, la más olvidada por nuestros novelistas, es el gran modelo, la fuente inagotable. Ella es hoy la base del orden social: ella asume por su iniciativa y por su inteligencia la soberanía de las naciones y en ella está el hombre del siglo XIX con sus virtudes y sus vicios, su noble e insaciable aspiración, su afán de reforma, su actividad pasmosa. La novela moderna de costumbres ha de ser la expresión de cuanto de bueno y malo existe en el fondo de esa clase, de la incesante agitación que la elabora, de ese desempeño que manifiesta por encontrar ciertos ideales y resolver ciertos problemas que preocupan a todos, y conocer el origen y el remedio de ciertos males que turban a las familias. La grande aspiración del arte literario en nuestro tiempo es dar forma a todo eso».

Tras esta segunda compilación de imágenes indico al final los autores correspondientes de cada artículo.

El presidiario + El cochero + El ejecutor

El calesero + El médico + El dómine

El exclaustrado + El patrón de barco + El elegante

El hospedador de provincia + El cartero + El anticuario

La celestina + La casera de un corral + El canónigo

El avisador + El demanda o santero + El pastor trashumante

El aprendiz de literato + La político-Mana + El grumete

El contrabandista + El senador + El segador

La maja + El bandolero + El colegial

El patriota + La doncella de labor + El baratero

El poeta + El ventero + El jugador


Relación de autores de los artículos


©Antonio Lorenzo