viernes, 17 de septiembre de 2021

Literatura popular ilustrada: Los españoles pintados por sí mismos [II]

 

Continuando la entrada anterior reproduzco las siguientes imágenes entresacadas de Los españoles pintados por sí mismos, obra colectiva aparecida entre los años 1843 y 1844, y compilada en un solo volumen en 1851 por Gaspar y Roig formando parte de su «Biblioteca ilustrada», que es la que manejamos.

En esta compilación de 1851, aunque no tan cuidada como la publicada anteriormente en dos tomos por el editor Ignacio Boix (1843-1844), se incluyen casi un centenar de láminas, que son las reproducidas a lo largo de estas entradas y que aparecen intercaladas de una manera informal, ya sean dentro o fuera del texto, dibujadas por Giménez y grabadas en madera por Capuz, Carnicero, Severini, Cibera, Rico, Vilaplana, Toro… representando los variopintos tipos populares que acompañan a los distintos artículos incluidos en la obra. Al igual que en la entrada anterior, el interés de esta segunda selección, conservando el orden de la compilación, es dar a conocer de una forma visualmente más amplia estas imágenes y al mismo tiempo suscitar el interés por su lectura.

La historia de la lectura en España no ha sido estudiada ni tenida en cuenta hasta hace relativamente pocos años, algo de lo que aún contamos con escasas perspectivas de análisis multidisciplinares en lo que significa la historia cultural. De ahí la importancia de recuperar y realizar un mínimo recorrido por la producción de los editores del pasado siglo XIX, sobre todo de los años centrales, donde se produjo un claro desarrollo de las técnicas de impresión junto al avance de la difusión de los libros y de la prensa de distinto signo. En esos años centrales la ilustración comenzó a adquirir un carácter más enraizado con el texto proporcionando elementos más interactivos y complementarios con los textos, por lo que servían para interpretar lo escrito según diferentes ópticas, ya fuesen de crítica social, formas de vestir, de sátira caricaturesca, o simplemente como complemento de lo que se lee. La trayectoria general de las ilustraciones en esos años puede resumirse como el recorrido de las imágenes para ver a las imágenes para leer.

El propósito explícito de esta compilación de tipos y oficios populares obedece a la idea, según expresa en la introducción Tomás Rodríguez Rubí, de salvaguardar lo considerado como el genuino carácter puro español frente a las influencias extrajeras.

Rodríguez Rubí lo expresa en el prólogo de la compilación de esta forma:

«Ningún otro pueblo ciertamente merecía tanto el ser pintado como el español, porque ningún otro es tan numeroso y variado en sus tipos, ni tan original. ¿Dónde hallaríais un torero? ¿dónde un gitano como el español? ¿un contrabandista como el andaluz? ¿una manola como la madrileña? En ninguna parte; y si hubiésemos tardado algo mas en pintarnos, ni en España mismo, porque la sociedad entera se está rejuveneciendo y la moda francesa nos ha ido desnudando pieza por pieza para vestirnos al instable capricho de ese pueblo, que así arroja un rey una mañana al canal de la Mancha como se quita una camisa y la echa á la ropa sucia». 

El costumbrismo, en su sentido más estricto o ajustado, alude a la tradición literaria del XIX donde se exalta el carácter nacional español como forma propia de ver y entender el mundo. Se trata de una mirada marcadamente nostálgica frente a los cambios sociales que se iban produciendo en aquellos años convulsos de mediados del siglo XIX. En los relatos costumbristas no solo se nos ofrece un relato literario sino también una representación visual.

La asociación entre el costumbrismo y la novela realista, entendido el primero como paso precursor o intermedio del realismo es un tema cuestionable para los críticos en el sentido de que en las novelas consideradas realistas  incorporan de forma habitual los usos y costumbres de la época, escenarios y tipos por lo que la interacción intertextual entre ellas, consideradas como géneros según su característico lenguaje literario, y al igual que sucede con el teatro, es frecuente y no fácil de deslindar, como ocurre, por ejemplo en el caso del genial Galdós, donde reconoce en sus Observaciones sobre la novela española contemporánea (1870):

«Pero la clase media, la más olvidada por nuestros novelistas, es el gran modelo, la fuente inagotable. Ella es hoy la base del orden social: ella asume por su iniciativa y por su inteligencia la soberanía de las naciones y en ella está el hombre del siglo XIX con sus virtudes y sus vicios, su noble e insaciable aspiración, su afán de reforma, su actividad pasmosa. La novela moderna de costumbres ha de ser la expresión de cuanto de bueno y malo existe en el fondo de esa clase, de la incesante agitación que la elabora, de ese desempeño que manifiesta por encontrar ciertos ideales y resolver ciertos problemas que preocupan a todos, y conocer el origen y el remedio de ciertos males que turban a las familias. La grande aspiración del arte literario en nuestro tiempo es dar forma a todo eso».

Tras esta segunda compilación de imágenes indico al final los autores correspondientes de cada artículo.

El presidiario + El cochero + El ejecutor

El calesero + El médico + El dómine

El exclaustrado + El patrón de barco + El elegante

El hospedador de provincia + El cartero + El anticuario

La celestina + La casera de un corral + El canónigo

El avisador + El demanda o santero + El pastor trashumante

El aprendiz de literato + La político-Mana + El grumete

El contrabandista + El senador + El segador

La maja + El bandolero + El colegial

El patriota + La doncella de labor + El baratero

El poeta + El ventero + El jugador


Relación de autores de los artículos


©Antonio Lorenzo


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