viernes, 26 de septiembre de 2014

Libro de las conquistas o arte de hacer el amor

Eugen von Blaas (1843-1932) - The Flirtation
Ejemplo de misoginia y desvalorización de la mujer es este pequeño librito editado en Reus (s.a.) donde se recogen los desafortunados consejos sobre 'el arte de hacer el amor' en un intento de hacerlos pasar como de carácter burlesco o satírico. No voy a entrar en detalles sobre lo que cualquier lector avisado puede fácilmente entresacar y deducir, pero creo que hay que admitir que es un reflejo, no el único, de una cierta mentalidad de la época. Aunque el concepto de mentalidad resulte ambiguo podemos aceptarlo como el resultado de tradiciones, valoraciones irreflexivas, costumbres y formas de pensar e imaginar la realidad de una forma acrítica más emocional que racional.

En efecto, creo que no debemos establecer fáciles conclusiones generales atendiendo solamente a unas determinadas manifestaciones populares por muy sesgadas que nos parezcan. El modelo social que nos pintan los pliegos de cordel sobre las criadas, modistas o mujeres en general no son los únicos exponentes que nos permiten establecer la mentalidad de sus consumidores, pues aunque en principio estos pliegos iban supuestamente destinados a un público más bien iletrado, rural y de pocos medios económicos, también sabemos que eran degustados por amplias capas de población urbana, pues no debemos olvidar que tanto la producción como la difusión y distribución de esta literatura provenía de las ciudades. Los valores sociales que apreciamos, pues, en los pliegos de cordel no constituyen en exclusiva las únicas apropiaciones de la realidad por parte de sus consumidores, sino simplemente uno de sus aspectos.

El concepto de mentalidad popular, o imaginario social o como lo queramos llamar, a pesar de su ambigüedad terminológica, puede resultarnos útil como marco o herramienta conceptual para describir o delimitar con cautela modelos de conducta, sin pretender por ello elevar a categorías o a conclusiones generales un determinado aspecto sin tener en cuenta otros factores moduladores que exigirían estudios previos.

En efecto, la carga moral negativa que se aprecia en estos pliegos es evidente, y abunda en el imaginario social y moral de la época, pero de ahí a sacar conclusiones definitivas sobre patrones o valores culturales de una determinada sociedad va un largo trecho.

Como el propósito de este blog es meramente ilustrativo y divulgativo, paso, sin más, a reproducir este 'importante remedio para las doncellas' que concluye al final con un interesante índice de los productos que se hallan a la venta en los almacenes 'La Fleca'.




















Antonio Lorenzo

domingo, 21 de septiembre de 2014

Pliegos de aleluyas: El cómico de la legua


El llamado cómico de la legua, actor que recorría pequeñas poblaciones donde ofrecía sus espectáculos, bien solo o con una pequeña compañía, tiene como antecedente más próximo a los actores de la Commedia dell'arte italiana. Estos cómicos, llamados 'de la legua' por la prohibición de que acamparan a menos de una legua de la población, alegraron la vida de los habitantes de los medios rurales durante el llamado Siglo de Oro.

La legua es una antigua medida de longitud variable que solía oscilar entre los 4 y los 7 kilómetros y consistía en lo que una persona podía caminar en una hora. Obviamente, la indefinición de la distancia recorrida variaba de un sitio a otro. La legua castellana quedó fijada en el siglo XVI entre los 5'5 y los 6 kilómetros.

El cómico de la legua era un actor que no hallaba acomodo en una compañía fija y se veía obligado a trabajar en poblaciones pequeñas y en compañías ambulantes. La distancia de mantenerse a una legua (o más, según las disposiciones) de la Corte o de poblaciones importantes donde desarrollaban su labor las compañías fijas tenía por motivo el no hacerse competencia mutua.

Agustín de Rojas Villandrando (1572-¿1635?), escritor y también comediante, en su obra El viaje entretenido (1603) nos relata en forma de diálogo hasta ocho 'variantes' de este tipo de trashumantes cómicos: el Bululú (actor solitario), Gangarilla (tres o cuatro actores con un muchacho que hacía el papel femenino), Cambaleo (cinco actores con actriz cantante), etc.

La Segunda República promovió y rescató de alguna forma esta especie de teatro ambulante formado por universitarios e intelectuales para difundir el teatro clásico, el cine, las canciones, títeres y marionetas, etc. por zonas rurales y aisladas. Esta labor cultural se integró en las llamadas Misiones Pedagógicas donde nombres como Alejandro Casona, con su Teatro del pueblo, o Federico García Lorca con La barraca recorrieron de 1931 a 1935 numerosas poblaciones desarrollando una importante, aunque efímera, labor cultural que se vio cercenada por el estallido de la guerra civil.

Antes de reproducir la aleluya incluyo un pliego editado en Valencia por la imprenta de Martín Peris en 1817, cuyo autor es un desconocido J.C.T. donde el protagonista desarrolla con cierta gracia las miserias que comporta el oficio de cómico y lamentándose de haber abandonado su antiguo oficio de sillero en Madrid.































De la imprenta madrileña de la calle Colegiata, 6, este pliego de aleluyas (s.a) donde se nos narra la azarosa y rocambolesca vida de este cómico de 'teatral anhelo' donde tiene que sortear las numerosas imprecaciones de un público que le lanza tomates, botellas y sillas, acabando de apuntador y con un desgraciado final.

Divido la aleluya en cuatro secciones y la reproduzco entera el final.








Antonio Lorenzo

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Pliegos de aleluyas: Escenas grotescas contemporáneas


Editadas en Madrid por Hernando y anteriormente por los editores José María Marés y Manuel Minuesa, estas escenas de carácter burlesco que conectan con las ilustraciones de la prensa y de las revistas satíricas de la época.

Divido la aleluya en cuatro secciones para que pueda apreciarse mejor y la reproduzco completa a continuación.








Antonio Lorenzo