miércoles, 28 de mayo de 2025

Diálogo entre un licenciado y una vendedora de avellanas

 

El diálogo que se recoge en el pliego entre un recién licenciado de las quintas con una castiza vendedora de avellanas sugiere diferentes perspectivas. La cabecera del pliego viene a resaltar el protagonismo de la vendedora de avellanas quedando en una especie de segundo plano el diálogo entre el licenciado Perico y la vendedora Manuela. Tras la crítica del licenciado por las frecuentes prácticas llevadas a cabo por los soldados en las quintas, se establece un diálogo con la vendedora de avellanas, a la que, curiosamente, no reconoce en un principio que en tiempos pasados fuera su prometida. Tras los requiebros entre el licenciado y la vendedora mediante galantes halagos y sugerencias, Manuela acaba confesando que ya se encuentra casada a instancias de los deseos de sus padres, pero que nunca olvidó a Perico ni sus antiguos amores. La decepción de Perico le lleva a expresar las prácticas interesadas de las mujeres, a lo que Manuela responde que su marido pronto morirá y entonces podrán casarse, pero que mientras ella siga vendiendo avellanas su marido comerá de las malas y Perico de las buenas. Ante la queja de Manuela por ser víctima de un matrimonio concertado a la fuerza por los padres, Perico se hace eco de las argucias y el orgullo propio de las mujeres para beneficiarse.

En el pliego, al igual que sucede en sus otras impresiones por distintos talleres, no aparece el nombre de su autor, algo característico de estos papeles volanderos. Sin embargo, investigando por internet, he logrado acceder al autor del mismo, cuyo nombre corresponde a Baudilio Pujol, del que no he encontrado ninguna otra documentación. Su nombre aparece en el Boletín Oficial del Ministerio de Fomento, vigente en pleno reinado de Isabel II y correspondiente al mes de junio de 1856. En dicho boletín también se recogía y registraba por entonces la ley de propiedad literaria, donde se daba cuenta de los dramas, zarzuelas, entremeses, comedias o pliegos, así como de sus editores. Estos boletines constituyen una importante documentación testimonial para conocer el nombre de los autores que no suelen aparece en el colofón de los pliegos.
Lista de las obras científicas y literarias remitidas al Ministerio de Fomento por los Gobernadores de provincia en el mes de junio de 1856 para los efectos del Real decreto de 10 de junio de 1847 sobre propiedad literaria.

La referencia al 10 de junio de 1847 es importante, pues es la fecha en la que se promulgó el Real decreto de la primera ley española en recoger y regular la propiedad intelectual. Mediante esta ley se trataba de proteger los derechos de los autores o traductores estableciendo una serie de reglas y condiciones para llevarlas a cabo. Acogiéndonos a dicha ley es como he podido averiguar el autor de los versos del pliego.

Aparte del contenido del pliego, tanto los vendedores ambulantes como los oficios tradicionales fueron una fuente y motivo de inspiración, para ilustrar versos y para dibujantes y grabadores, al que dediqué una anterior entrada el pasado año 2021 para señalar su importancia costumbrista bajo la etiqueta "Canciones y pregones de los vendedores ambulantes".


Estos vendedores, que "gritaban" sus mercancías para atraer a su clientela, no solo en Andalucía, sino también en los barrios madrileños, fueron motivo para ilustrar una colección de calcografías realizadas por el grabador Miguel Gamborino y publicadas con el título de Los gritos de Madrid entre 1809 y 1817, siendo muy apreciadas por los coleccionistas.

En el mundo de los pliegos sueltos también aparece la figura de la avellanera junto a otras vendedoras ambulantes, como la castañera, la buñolera y la jardinera, todas ellas ilustradas con versos, del que entresaco el referido a la avellanera con claras referencias a personajes y a barrios madrileños.


Otro ejemplo de diálogo humorístico, aunque se trata en este caso entre Paco y Manola, vendedora andaluza de castañas, aparece como añadido en un pliego del año 1863 donde figura como autor Enrique Gavarró Mestres, conocido también por sus sainetes.


La figura de la avellanera también se ha utilizado en los ventalls o abanicos en Cataluña donde se aprovecha la misma xilografía de Josep Noguera en el pliego suelto por pertenecer a la misma casa editora, aunque con versos diferentes.


La avellana, distribuida por los vendedores callejeros, se asocia también con aspectos eróticos mediante metáforas de doble sentido y no siempre fáciles de interpretar, aunque amparándose en una aparente e inocente forma de anunciarlas mediante una forma de ambigüedad desenfadada. La avellana se asocia a la cáscara dura que protege un interior jugoso, lo que viene a sugerir y a simbolizar la fuerza y el vigor sexual. El árbol del avellano, cuyos frutos se producen una temprana edad, se asocia su maduración en refranes aludiendo al santoral del calendario o en coplas desgajadas de cantares populares. La venta callejera, donde se grita y exalta el producto de una forma aparentemente neutral, esconde de forma ambigua referencias a asociaciones placenteras respecto a frutos como a las almendras o  piñones.

El mismo Lope de Vega, en su obra El villano en su rincón incluye una alusiva copla cantada por las vareadoras de aceitunas aprovechando un momento de descanso:

Deja las avellanicas, moro,
que yo me las varearé,
tres y cuatro en un pimpollo
que yo me las varearé.

En coplas desgajadas de cantares también se utilizan las avellanas a modo de galanteo y de incitación amorosa, lo que recuerda la costumbre de arrojar arroz a los recién casados para desearles felicidad.

Ese que me está tirando
al delantal avellanas,
parece que quiere ser
cuñado de mis hermanas.

Otras frases representativas se dedican a minusvalora a la mujer:

* La mujer es como la avellana, la más hermosa suele venir vana
* Las avellanas malas hacen más ruido que las sanas
* La avellana mala rompe los dientes y no quita la gana.
* Como sé que te gustan las avellanas, por debajo la puerta te echo las vanas

La avellana como acertijo:

Ave es mi nombre,
llana mi condición,
si no lo aciertas,
eres un gran simplón.

¿Cuál es el ave que tiene la panza llana?

Soy ave y soy llana, pero no tengo pico ni alas 

El pliego 






©Antonio Lorenzo

lunes, 19 de mayo de 2025

Hechos y atrocidades del bandolero jerezano Agustín Florencio

 

En la literatura popular impresa es frecuente la presencia de bandidos ajusticiados en el patíbulo como consecuencia de los crímenes o desmanes cometidos. Ello suele ir contextualizado, tanto por la sentencia condenatoria, como por la confesión y el arrepentimiento de quien va a ser ejecutado. El interés por la lectura de estos pliegos descritos de forma efectista es variado. De una parte, acrecienta en el público el morbo por los hechos narrados, y por otra, vienen a contribuir y a mantener de alguna forma el orden social y a señalar las consecuencias finales de un mal comportamiento. A ello se une el sentido moral donde se entremezcla lo pernicioso y lo heroico vinculado todo ello al imaginario social. Este tipo de literatura popular distribuida mediante pliegos sueltos agrupa toda una serie de personajes que pueden aparecer etiquetados como jaques, guapos, forajidos, rufianes, reos, bandoleros o ladrones.

El romance sobre los hechos y atrocidades del jerezano Agustín Florencio, gozó del favor del público desde comienzos del siglo XVIII hasta bien entrado el siglo XIX, según se deduce por su amplia trayectoria editorial. Sus más conocidas reimpresiones llevadas a cabo por distintos talleres corresponden, entre otros, al malagueño Félix de las Casas, al valenciano Agustín Laborda y al barcelonés Ignacio Estivill, al que se une el reproducido en esta entrada proveniente del taller de José María Moreno en Carmona (Sevilla). 

El personaje, que se autodefine de una forma ególatra como nacido valiente y soberbio, nos dice que entró en prisión "por no sé qué cosillas", cuya trayectoria fue el haber asesinado, entre otros muchos, a un mulato y a un alférez. Entre sus variadas fechorías se añaden también la de contrabandista y comerciante fraudulento de cereales, seda y tabaco. Dio muerte a un hombre en una casa de juegos, a un mesonero y hasta a un alcalde. La trayectoria del personaje, es, como puede apreciarse, todo un ejemplo significativo de criminalidad desarrollada en la primera parte del pliego de amplio recorrido. Tras su arrepentimiento por las tantas fechorías cometidas fue conducido al cadalso arrastrado en un serón viejo atado a la cola de un caballo por las calles aledañas. Es en la segunda parte del pliego donde se detalla parte del relato judicial llevado a cabo en la Chancillería de Granada y donde se enumeran los delitos cometidos entresacados desde los documentos judiciales conservados. 

El arrepentimiento y el reconocimiento de tantos desmanes cometidos por el criminal viene a contribuir de alguna forma a la difusión no censurada de estos papeles sueltos, ya que se inscriben dentro del orden moral establecido donde los presentes solicitan: "Pidamos que le perdone y que a nosotros nos haga cuerdos para que nunca incurramos en quebrantar sus preceptos". 

Este pliego aporta un interés añadido, puesto que se se conocen detalles documentales sobre la sentencia condenatoria del bandido jerezano. En la segunda parte del pliego, que se aleja un tanto del patrón narrativo más sensacionalista, se hacen referencias a la documentación judicial de la Chancillería de Granada en la que se enumeran los delitos atribuidos al reo y se ofrecen informaciones aportadas por los testigos durante el proceso.

La relación entre las causas judiciales documentadas y los textos de los romances, como ocurre con el pliego reproducido, ofrece un notorio interés tal y como ha estudiado magníficamente Juan Gomis en sus referenciales investigaciones sobre este y otros ejemplos etiquetados como Literatura de patíbulo, lo que constituye todo un subgénero de interés vinculado a otros contextos europeos. Todo ello guarda relación con las disposiciones y alternancias prohibitivas de las autoridades sobre la difusión de este tipo de pliegos, aunque no lograron impedir su larga difusión a lo largo del tiempo.

Sobre el jerezano Agustín Florencio, ejecutado aproximadamente en 1715 y al que se le adjudican 35 muertes y otra serie de delitos, generó tal interés en el público que hasta el valenciano Gabriel Suárez escribió, hacia 1732, una comedia de bandoleros recreando la vida fantasiosa del bandolero jerezano y añadiendo escenas e ingredientes de carácter costumbrista sobre la resonancia que tuvo dicho personaje en la España de aquellos años.


Otro aspecto interesante sobre las andanzas del bandolero Florencio se relaciona también con la historia política de la guerra de Sucesión, llevada a cabo entre los partidarios del rey Felipe V frente a las pretensiones del archiduque Carlos de Habsburgo, como consecuencia del conflicto sucesorio tras el fallecimiento sin herederos de Carlos II. Dicha interpretación novedosa y poco estudiada es otro ingrediente a tener en cuenta sobre el bandolerismo andaluz de la época. Dicho aspecto, que abre un nuevo camino de investigación, es estudiado y documentado por Juan José Iglesias Rodríguez, donde aporta y señala los conflictos y tensiones entre la justicia real y la eclesiástica en relación con el bandido jerezano nacido en el último tercio del siglo XVII, lo que abre y nos ofrece nuevas perspectivas de análisis.

Tras esta amalgama de datos sobre el historial delictivo del jerezano pleno de rasgos sensacionalistas (crímenes, asesinatos, castigos, atrocidades, arrepentimientos y ejecuciones) características de este tipo de papeles sueltos, me limito a la reproducción del pliego en cuestión, propio de un blog divulgador y generalista, pero al que añado a continuación importantes referencias académicas para enmarcar y contextualizar estos sucesos.









Para saber más

* Gomis, Juan (2016), Los rostros del criminal: una aproximación a la literatura de patíbulo en España, en "Cuadernos de Ilustración y Romanticismo", Universidad de Cádiz, nº 22, 2016.

* Gomis, Juan & Bonet, Clara (2020), Crimen y castigo en pliegos de cordel: hacia una poética de lo criminal, "De los cantares de gesta a los cantares de ciego", Instituto de Estudios Auriseculares, Estados Unidos, 2022.

* Iglesias Rodríguez, Juan José (2015), Bandolerismo y actitudes políticas en la Andalucía de la guerra de Sucesión, Chronica Nova, 41, 2015.
©Antonio Lorenzo

viernes, 9 de mayo de 2025

La cabeza del malvado bandido colgada en un palo y los lamentos de su compañero de cuadrilla


El pliego reproducido es un ejemplo más sobre la figura del bandolero romántico propio de la literatura popular impresa y que guarda relación con la literatura generalista española del siglo XIX. Tanto en la novela, como en el teatro o en la poesía, se nos presenta la imagen del bandolero, preferentemente andaluz, como prototipo de generosidad respecto a los pobres y siendo considerado de una forma positiva y casi heroica. Sus hazañas fueron difundidas a través de pliegos sueltos y en novelas por entregas, de las que se conocen numerosos títulos. La figura del bandido en el imaginario popular apenas tenía en cuenta el que fueran malhechores o asesinos al margen de la ley, pues sobre ellos primaba sobre todo la idea de generosidad como símbolo de la libertad y al margen de la ley oficial. La imagen tópica de la vida itinerante del bandolero se asentaba en que era un ser valiente y audaz, astuto y familiar y hasta capaz de arrepentirse de sus hazañas como rasgos distintivos. Es cierto que el arquetipo del bandolero admite una pluralidad de imágenes tópicas y ambiguas, aunque por lo general predomina la idea de su sentido de generosidad y de ayuda a los pobres.

El pliego narra la triste y compasiva visita del que fuera compañero de cuadrilla del bandolero Paco el Zalao y cuya cabeza se encontraba expuesta en un palo a la intemperie como consecuencia del escarmiento y castigo justiciero al que fue sometido. Su triste compañero viene a reivindicar su honradez y el auxilio que proporcionaba a los necesitados, al tiempo que critica la forma de vida de los ricos señores y su desprecio hacia los indigentes.

Dentro del numeroso corpus de obras dramáticas sobre estos personajes, tal vez sea el más conocido el drama de José María Gutiérrez de Alba, Diego Corrientes o el bandido generoso (1848), al que siguieron otras obras continuadoras sobre el personaje. "El que a los ricos robaba y a los pobres socorría", puede considerarse una frase proverbial que ha trascendido el paso del tiempo convirtiéndose en una imagen emblemática del bandido. La contextualización de la visión sobre el bandido generoso y su ajusticiamiento ha de considerarse desde un ámbito multidisciplinar donde se conjugan aspectos que pueden resultar contradictorios, como la mala imagen de los ricos de las ciudades respecto al campo y por las desigualdades económicas asociadas al andalucismo del XIX. La figura del bandolero no solo se reduce a sus manifestaciones literarias de todo tipo o a las distintas representaciones teatrales, sino que incluso se ha popularizado en películas y hasta en músicas alusivas al personaje.

El bandolerismo, asociado a ladrones o asaltadores de mercancías en caminos por donde discurrían las antiguas diligencias ha de ser contextualizado de una forma amplia y en relación con el Romanticismo y el Costumbrismo preferentemente andaluz de la época.

El bandolerismo no deja de ser una especie de reacción ante los poderes establecidos, en los que también aparece la figura de la mujer bandolera o vengadora, aunque de una forma muy delimitada por la sociedad patriarcal y por la jerarquía autoritaria, ya fuera por el maltrato sufrido o para lograr una independencia respecto al varón reivindicando sus derechos femeninos.

Las condiciones demográficas favorables al bandolerismo en la región andaluza se asocian a la despoblación y al abandono a su suerte en los territorios rurales de sus pobladores por parte de los gobiernos. Envuelto todo ello en las guerras coloniales que afectaban a la débil situación económica del país, donde la agricultura y ganadería se desarrollaba en latifundios y posesiones territoriales de las clases aristocráticas y lejanas de un desarrollo industrial. La imagen del bandolerismo español, preferentemente andaluz, también guarda relación con la visión de lo español propia de los viajeros y escritores románticos por la inestabilidad política y económica de entonces. La imagen mitificada del bandolero fue expandiéndose a través de distintos relatos pasando a ser un estereotipo y un tópico de la realidad andaluza en el imaginario popular.

En Los españoles pintados por sí mismos, recopilación en dos volúmenes entre 1843 y 1844, se recogen artículos sueltos a través de la prensa y escritos por distintos y significativos autores, donde aparece la figura del bandolero y las diferentes fases por las que pasa un hombre joven hasta llegar a convertirse en bandolero.

En relación con el bandolerismo es importante señalar la fundación de la Guardia Civil el 28 de marzo de 1844, firmado por Isabel II como Real Decreto a instancias del Ministerio de Guerra, con la finalidad de mantener la seguridad ciudadana y la protección de los caminos.

El pliego y sus antecedentes

Tras esta efímera contextualización sobre los bandoleros, el pliego reproducido recoge diversos aspectos y similitudes que es conveniente tener en cuenta para enmarcarlo convenientemente.

La cabecera del pliego incluye un grabado que viene a rememorar el original cuadro, pintado por Rafael Tejeo, titulado: Bandido contemplando la cabeza de un compañero, puesta en un palo, para escarmiento, en una encrucijada. El cuadro representa, acorde con su título, al salteador que, con trabuco en mano y despojado de su montera, contempla con meditación la cabeza de su compañero expuesta en un poste con la intención motivadora por parte de la justicia de exponer un escarmentado final a los malhechores. El paradero actual del cuadro es desconocido, pero rebuscando información sobre la producción pictórica de Rafael Tejeo he encontrado que data del año 1839 y que fue reproducido en el Semanario Pintoresco Universal del 22 de diciembre de 1839, del que doy noticia y adjunto el grabado.

El pintor Rafael Tejeo, nacido en Caravaca de la Cruz (Murcia) en 1798, y fallecido en Madrid el año 1856, destacó como pintor de sucesos históricos y como afamado retratista. En 1839 fue nombrado teniente director de pintura de la Academia de San Fernando, tras la vacante de José Madrazo al ser ascendido a director de la academia en 1841. Fue retratista de la Corte isabelina y convertido en pintor honorario de Cámara. Participante en numerosas exposiciones de pintura fue una destacada figura en el panorama cultural de la primera mitad del siglo XIX.




El dibujo de Rafael Tejeo constituyó para el escritor Tomás Rodríguez Rubí una fuente de inspiración para elaborar unos versos incluidos en sus Poesías andaluzas, publicada en 1841 en la imprenta de Yenes en Madrid donde se incluye la composición La visita nocturna. Dichos versos son los usados precisamente en el contenido del pliego reproducido donde en su cabecera aparece un grabado diferente al original de Rafael Tejeo, pero que viene a recoger la misma situación y desarrollo. Rodríguez Rubí destacó también como un afamado dramaturgo y escritor de temática costumbrista andaluza, llegando a ser diputado y miembro de la Real Academia Española (con el sillón R) desde 1860.



Otro dato digno de interés es la relación del original dibujo del pintor con el tema desarrollado en la novela La familia de Alvareda, prologada por el Duque de Rivas y cuya acción transcurre en Sevilla hacia el año 1810, de Cecilia Böhl de Faber, más conocida por el seudónimo de Fernán Caballero. En dicha novela, de ambiente netamente andaluz, la propia autora alude al cuadro de Tejeo y a la coincidencia de situaciones. Vemos, pues, como el pliego guarda relación con el cuadro original de Tejeo, con los versos de Rodríguez Rubí y con la novela de Fernán Caballero, retomado todo ello en el pliego reproducido.

La escena andaluza que se anuncia en el pliego, sucede en la tierra de "María Zantísima" tras la muerte del célebre bandido "Páco el Zaláo" y continuando con la nueva canción "La rosa del amor" que sirve de relleno. Impreso en Barcelona, Imprenta de Juan Llorens, 1864.





Adjunto los versos originales compuestos por Tomás Rodríguez Rubí en sus Poesías andaluzas de 1842, para poder contrastarlos con los ofrecidos en el pliego.





©Antonio Lorenzo