Mosaico romano |
Los testamentos recogidos en los pliegos de cordel, ya sean estos de animales (asno, zorra, mona, gato...) o de personajes reales o ficticios hunden sus raíces simbólicas en antiguas prácticas culturales. A grandes rasgos, la clasificación de los mismos puede resumirse en testamentos dictados por personajes históricos o bien en testamentos de marcado carácter satírico-burlesco. En esta primera aproximación me voy a detener en un ejemplo de testamento burlesco de gran recorrido literario como es el referido al testamento del asno.
Para situar convenientemente este tipo de testamentos satíricos-burlescos es obligado recurrir al clásico trabajo de Pilar García de Diego El testamento en la tradición (Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, IX y X, 1953-1954) y a los artículos publicados en la misma revista por José Pérez Vidal Testamentos de bestias (RDTP, III, 1947) y por Joan Amades El testamento de animales en la tradición catalana (RDTP, XVIII, 1962, cuadernos 3º y 4º). García de Diego cree hallar el origen de estos testamentos en los sacrificios de víctimas humanas de épocas pretéritas. En apoyo de esta tesis cita como ejemplo el llamado testamento de Grunnius Corocotta, fechado en el siglo IV de nuestra Era y ya citado por san Jerónimo como ejemplo de diversión entre la juventud escolar de Roma donde se parodiaba un sacrificio y la víctima legaba sus pertenencias. La parodia, que era cantada, se refiere en este caso al cerdito Grunnius Corocotta. Aunque la cita es larga, creo conveniente ofrecer la traducción de este primer testimonio literario del latín coloquial que he entresacado del estudio de Jairo Javier García Sánchez El Testamentum Porcelli, una fuente del latín vulgar siempre sugerente (en Romanística-Um, Universidade de Coimbra, 2014).
Se trata de un ejemplo de literatura burlesca, de autor anónimo, escrita hacia el año 350 d.C. La parodia alude a las últimas disposiciones del cerdo que va a ser sacrificado donando sus bienes a sus parientes y partes de su cuerpo a otros destinatarios
Mijail Bajtin en su libro La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento (1941) menciona los testamentos del cerdo y del asno como propios de la Europa de los siglos VII y VIII asociándolos a la época carnavalesca que giraba alrededor de la muerte fingida en las llamadas 'mascaradas'.
Estos testamentos de animales también aparecen mencionados en algunos de los fabliaux, divulgados principalmente por los juglares franceses durante los siglos XII y XIII, de carácter generalmente licencioso u obsceno. De los aproximadamente ciento cincuenta que se conservan hay uno atribuido a Rutebeuf (siglo XIII) conocido por El testamento del asno donde el avaricioso obispo acepta el dinero del clérigo que supuestamente habría dispuesto el asno en su testamento y le absuelve por haber enterrado a su borrico en tierra sagrada de cristianos.
'Quien tiene dinero suficiente, nada tiene que temer en este mundo y puede hacer de un asno un cristiano. Así nos lo enseña con este cuento Rutebeuf, el buen poeta que nunca tuvo dónde caerse muerto'
En época más reciente Rodrigo Caro (1573-1647) en su obra Días geniales o lúdricos (1626), donde recoge gran cantidad de materiales folklóricos, entre ellos los referentes a los juegos infantiles que se practicaban en el siglo XVII, da noticia en su Diálogo VI: 'cantares de los muchachos: nina, nina y lala, lala' del testamento de Cocorotta, recogido por san Jerónimo en la epístola Ad Eustochium, como antecedente de los cánticos sobre los testamentos de la zorra o del gallo que se cantaban en la época del erudito sacerdote y arqueólogo sevillano.
En España, y asociado al carnaval, perduran costumbres que guardan relación con el testamento del burro, como sucede en el conocido entroido o carnaval de Laza (Orense) del que muestro una reproducción del traje ritual del Peliqueiro, como curioso ejemplo de las máscaras fustigadoras, propias también con diferentes nombres en otras zonas de España, conservado en el Museo del Traje de Madrid.
La celebración que pone fin al entroido de Laza recibe el nombre de 'Entierro del Entroido' y testamento del burro', donde se repasan los acontecimientos sociales y políticos del último año y se completa la parodia adjudicando a determinados vecinos diversas partes del burro.
El testamento del burro, cuento folklórico
El testamento del asno, como cuento folklórico, está catalogado en el Índice Internacional de Aarne & Thompson con el Tipo 1842 y variantes. La tradición española apenas ha conservado este relato en su forma oral, aunque sí viene recogido en la obra póstuma de Fernán Caballero Las noches de invierno en las gañanías con el número 6, que transcribo:
Antes de reproducir la versión completa de este pliego, añado la portada del publicado en Córdoba, sin año, por el impresor Rafael García Rodríguez.
En España, y asociado al carnaval, perduran costumbres que guardan relación con el testamento del burro, como sucede en el conocido entroido o carnaval de Laza (Orense) del que muestro una reproducción del traje ritual del Peliqueiro, como curioso ejemplo de las máscaras fustigadoras, propias también con diferentes nombres en otras zonas de España, conservado en el Museo del Traje de Madrid.
La celebración que pone fin al entroido de Laza recibe el nombre de 'Entierro del Entroido' y testamento del burro', donde se repasan los acontecimientos sociales y políticos del último año y se completa la parodia adjudicando a determinados vecinos diversas partes del burro.
El testamento del burro, cuento folklórico
El testamento del asno, como cuento folklórico, está catalogado en el Índice Internacional de Aarne & Thompson con el Tipo 1842 y variantes. La tradición española apenas ha conservado este relato en su forma oral, aunque sí viene recogido en la obra póstuma de Fernán Caballero Las noches de invierno en las gañanías con el número 6, que transcribo:
Antes de reproducir la versión completa de este pliego, añado la portada del publicado en Córdoba, sin año, por el impresor Rafael García Rodríguez.
Reproduzco el pliego editado en Barcelona por los Herederos de Juan Jolis, sin año. Para saber más sobre esta importante familia de impresores remito a la entrada que les dediqué.
Antonio Lorenzo