Continuando con la entrada anterior reproduzco distintas redacciones de las 'virtudes de la noche a lo humano', de diferentes autores. La más conocida es la que reproduzco a continuación donde comienza con el tópico de la alabanza a la dama, tan repetido en la poesía amorosa del Siglo de Oro.
El pliego finaliza con una curioso romance en alabanza a una señora negra, donde no se cita el autor, pero que pertenece al cordobés Luis de Góngora y Argote, sobre lo que comentaré algo al final.
Portadas de otras impresiones
Portada el pliego editado en Barcelona por Juan Jolis, s.a. |
Portada del pliego editado en Barcelona por los Herederos de Juan Jolis, s.a. |
Portada del pliego editado en Zaragoza por Luis de Cueto, s.a. |
En el pliego reproducido por extenso, así como en el impreso por Juan Jolis, incluye un curioso romance sobre una negra señora del que se dice tiene como fin entretener y pasar el tiempo.
El romance, que pertenece a Luis de Góngora, participa del tópico sobre el carácter de lo 'negroide' que tanto éxito tuvo en las comedias del Siglo de Oro.
Víctor Patricio Landaluce - Los negros curros (1881) |
Tanto Góngora, como Quevedo o Sor Juana Inés de la Cruz, entre otros autores, se hicieron eco de una visión o arquetipo de la negritud en la sociedad barroca y que puede rastrearse tanto en poemas como en comedias. Mediante ingeniosos juegos de palabras se intenta promover la risa imitando el habla de los negros. Si bien en este ejemplo de Góngora no se aprecia tanto, sí lo pone en práctica en villancicos de su autoría parodiando una mezcla de castellano mal pronunciado con el lenguaje que se considera africano. Se trata, en el fondo, de la utilización del supuesto habla de minorías marginales como recurso de comicidad.
El teatro barroco se hizo eco de la presencia de la creciente población de raza negra creando estereotipos literarios que de alguna forma aún perduran: el negro gracioso e infantiloide o la chispeante mulata provocadora, síntomas de las actitudes y de la mentalidad de la época que se han prolongado, incluso, hasta bien avanzado el siglo XIX y se mantiene aún como estereotipo en algunas películas y comedias musicales del siglo XX.
No es el único caso donde Góngora utiliza la figura del negro en sus poemas. En un poema de asunto navideño el autor cordobés desarrolla un diálogo entre un negro (al que llama 'primo') y una negra (llamada 'Magdalena') con fines humorísticos. A su vez, en otro poema titulado 'En la fiesta de adoración de los Reyes' unos pastores se burlan de los negros que acompañan en comitiva al rey Melchor. En el romance que nos ocupa destaca el elemento humorístico en un despliegue de la capacidad e ingenio poético del autor.
Estos juegos verbales serían apreciados, no tanto por la originalidad de lo que sugieren, sino por la forma de expresar mediante reiteraciones y juegos polisémicos que conectarían fácilmente con un público conocedor del trasfondo folklórico familiar que conlleva.
Góngora no utiliza en esta ocasión un remedo de las hablas marginales en el romance, sino que se detiene en la reiteración del adjetivo negro y en la descripción del cortejo fallido por la desaprensiva negra: 'que para galanes negros / se hicieron negros desdenes'.
Para favorecer su lectura y apreciarlo mejor cotejo el romance gongorino con el ofrecido en el pliego, donde, como puede apreciarse, se añaden elementos que modulan su interpretación y que no aparecen en el poema del autor cordobés.
Por
una negra señora
un negro galán doliente negras lágrimas derrama de un negro pecho que tiene.
Hablóla
una negra noche,
y tan negra, que parece que de su negra pasión el negro luto le viene. Lleva una negra guitarra, negras las cuerdas que tiene, negras también las clavijas, pues negro es el que las tuerce. «Negras pascuas me dé Dios, si más negros no me tienen los negros amores tuyos que el negro color de allende.
»Un
negro favor te pido,
si negros favores vendes, y si con negros favores un negro pagarse debe.»
La
negra señora entonces,
entafada del negrete, con estas negras razones al galán negro entristece: «Vaya muy en hora negra el negro que tal pretende, que para galanes negros se hicieron negros desdenes.» El negro señor entonces, no queriendo ennegrecerse más de lo negro, quitóse el negro sombrero y fuese. |
Por una Negra Señora,
un negro amante doliente
negras lágrimas derrama
de un negro pecho que tiene
Cantaba una negra noche,
y tan negra que parece,
que de sus negras pasiones
el negro luto le viene.
Con una negra guitarra,
negras las cuerdas, y puente,
negras también las clavijas
por el negro que las tuerce.
Delante una negra reja
que es de su negra el retrete,
cantaba el Negro qual cisne,
quando la vida fenece.
Que a veces un negro canto,
negros yerros enternece,
negros corazones muda,
y negros pechos rebuelve.
Negras Pasquas te dé Dios,
si mas negros no me tienen
los negros amores tuyos,
que un negro color de liebre.
Negro pesar me sustenta,
negra vida me entretiene,
con negra esperanza vivo,
negro gozo y negra suerte.
Un negro favor te pido,
si negros favores tienes,
y si con favores negros
un negro pagar se puede.
Mis negras voces te muevan,
porque los negros oyentes,
no digan cosa de negro,
pues mi negra se enternece.
Y mira qual negro amor,
que mi alma negra te ofrece,
no es justo, Negrilla mía,
por ser negro lo desprecies.
La Negra Señora entonces
Indignada del Negrete,
asi su negra aficion
del negro amante agradece.
Qué hermosa y linda negrura,
qué amores negros ofrece,
señor Negro Amante mio,
mis negros dones y bienes.
Negra noche y negro amor,
negra voz y pretendientes
negros, negra la guitarra,
mirad que lindo negrete.
Al fin los negros antojos
qual negros humos fenecen,
porque espera negros fines,
Quien negros principios tiene.
En esto un negro rumor
por la calle se rebuelve,
calose el negro sombrero,
despedido el Negro fuese.
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Antonio Lorenzo