martes, 4 de agosto de 2015

48 motivos que tienen los hombres para casarse y 36 para no casarse

Portada de la edición cordobesa de R. García Rodríguez
El pliego que reproduzco, del que existen diferentes ediciones, nos da idea de la popularidad que alcanzó esta carta y su respuesta sobre los cuarenta y ocho motivos que tienen los hombres para casarse y los treinta y seis para lo contrario.

En otro pliego, que publicaré en una posterior entrada, las mujeres expresan los ciento ocho motivos por los que los hombres deben casarse, estimarlas y quererlas.

El pliego está editado en Madrid por Marés en 1853 y con venta en Palma en la tienda de Mateu Borrás, del que ya comenté que su imprenta monopolizó en la segunda mitad del siglo XIX las publicaciones efímeras de la ciudad de Palma y del resto de la isla.






Antonio Lorenzo

jueves, 30 de julio de 2015

Braulio, el criado y asesino de Elena al no poder vencer su virtud

Ciego con guitarra
Ambientado en Valencia en el año mil seiscientos otro ejemplo horroroso de un crimen pasional donde no faltan los conocidos ingredientes de la poética de esta clase de pliegos, todo ello en un inverosímil y trasnochado discurso que mueve más a la risa que a otra cosa.

El pliego está editado en Barcelona por la conocida imprenta de Ignacio Estivill en 1849, taller al que dediqué una entrada que puede consultarse en el siguiente enlace:







Antonio Lorenzo

domingo, 26 de julio de 2015

Santos protectores y sanadores: san Liborio, abogado de los males de piedra y cólicos hepáticos


La llamada Leyenda Dorada o Áurea (compilación donde se recoge la vida de los santos) de Jacobo de la Vorágine (1230-1298), escrita a mediados del siglo XIII, fue repetidamente copiada, enmendada, resumida o ampliada en toda Europa y reeditada de forma ininterrumpida en letras de molde desde su primera impresión en Basilea en 1470.

Esta obra se tradujo rápidamente del latín a las lenguas vernáculas en todo el Occidente cristiano adaptándose a las necesidades de cada país e incorporando los santos locales como ejemplo de lectura edificante para sostener la piedad popular. Las numerosas ilustraciones de grabados que encabezaban los capítulos dedicados a la vida de los santos, añadían un elemento iconográfico representativo de los modelos de virtud de mártires y santos. La propagación de la lectura colectiva junto a los sermones en iglesias y conventos facilitaron e impulsaron su conocimiento popular.

El culto a los santos, como ejemplos de vida y mediadores entre Dios y los hombres, se propagó a través de las estampas populares debido a su facilidad para llegar a los sitios más apartados e impulsar la piedad de las gentes sencillas al poder disponer de ellas en sus casas por un módico precio.

La finalidad más evidente de las estampas, sobre todo a raíz de la Contrarreforma como propiciadora del culto a los santos y a las reliquias, es la propagación de la fe a lo que se añadían las indulgencias concedidas si se rezaba frente a ellas. Las estampas se pueden considerar también como elementos de cohesión social, si nos fijamos sobre todo en las cofradías y hermandades, en el sentido de focalizar e individualizar su culto a una determinada imagen considerada como la 'legítima o verdadera' frente a otras.

La estampa, considerada como fetiche o amuleto, ha servido durante siglos como refugio y consuelo frente a las desgracias y como elemento de confianza protectora.

La venta de estampas se convirtió en un recurso paralelo y lucrativo de los impresores populares de pliegos en su condición de estamperos populares. Si bien las advocaciones locales como la Virgen del Pilar, Guadalupe o Montserrat ya disfrutaban de una difusión consolidada, en los talleres de impresores populares no se descuidaron a los santos 'milagreros' como protectores de determinadas dolencias o enfermedades.

Dentro de la tipología de los grabados de imágenes devocionales, las estampas sueltas eran inmediatamente reconocibles por el público, a lo que se unían las imágenes de cultos locales promovidas y difundidas por el clero. Estas estampas, que podían adquirirse también a los vendedores ambulantes, solían ser pegadas en las paredes de las casas o llevadas en el pecho por su carácter protector.

Bajo la etiqueta de 'Santos protectores y sanadores', que han tenido o siguen teniendo cierto arraigo popular, dedico esta primera entrada a la figura de san Liborio. Dado el carácter meramente divulgativo de este blog no entraré en las distintas técnicas de grabados o estampación ni en detallados pormenores de la vida de sus protagonistas.

A san Liborio se le suele representar, junto a la mitra y báculo de obispo, junto a un libro sobre el que descansan unas piedras, puesto que se le considera 'abogado' de:

                                                Males de piedra, ijada y orina
                                                Cálculos en los riñones
                                                Cólicos hepáticos y nefríticos
                                                Próstata y vejiga
                                                Punzadas en el costado
                                                Retención de orina
                                                Enfermedades de la vesícula

Del taller de la familia de grabadores catalanes Abadal (siglo XVII)
El culto a san Liborio se contempla también en los llamados gozos o goigs propios del ámbito catalán y valenciano.



Antonio Lorenzo