domingo, 11 de diciembre de 2016

Mujeres vengadoras: Atrocidades de la valerosa dama llamada Espinela (5ª parte)

"La valerosa Espinela" (Madrid, Imprenta de Marés, año 1849)
Añado un ejemplo más de "mujeres vengadoras" recogidas en los pliegos de cordel (también en  ocasiones por tradición oral) y a las que dediqué anteriormente 4 entradas. Se trata en este caso de la "nueva relación y curioso romance" de la valerosa dama llamada Espinela.

http://adarve5.blogspot.com.es/2013/03/mujeres-vengadoras-1-parte.html
http://adarve5.blogspot.com.es/2013/03/mujeres-vengadoras-2-parte.html
http://adarve5.blogspot.com.es/2013/03/mujeres-vengadoras-3-parte.html
http://adarve5.blogspot.com.es/2013/03/mujeres-vengadoras-4-parte.html

Agustín Durán, en su Romancero General o Colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, ya lo recoge en su tomo II (1851) con el número 1330. A su vez, Flor Salazar lo engloba en el apartado de 'mujeres autosuficientes' y proporciona un ejemplo recogido por tradición oral y difundido por León y Santander (El Romancero vulgar y nuevo, Fundación Ramón Menéndez Pidal, Madrid, 1999, nº 74, pág, 124), si bien con un comienzo que se aparta del impreso que reproduzco, aunque figura en otros.

           La Espinela (estrófico)/(é-a)
Ninguno niegue su patria   sin tener impedimento,
que es muy grande desventura   la de un pobre forastero.
Yo nací dentro de Roldas,   me llevaron a la iglesia,
y en el sagrado bautismo   me pusieron Aspinela,
y mis padres me criaron,   me pusieron a la escuela
y en breve tiempo aprendí   contar y leer, que es ciencia
para una mujer bastante   si es que de ello se aprovecha. [...]
Las distintas versiones del pliego no coinciden sobre el lugar de nacimiento de nuestra heroína. La mayor parte de ellos sostienen que era natural de Caspe, del "Reyno de Aragón". Otros pliegos, los menos, sitúan su nacimiento en la malagueña Ronda, tal vez para enmarcarla en un terreno característico de hombres arriscados y de honda tradición bandolera para subrayar su temeridad y valentía.

Hija de nobles padres (tópico recurrente) se enamoró y propuso matrimonio a un vecino que la rechazó por no ser de su altura social. Tras su desengaño amoroso, se viste de hombre y sorprende a su vecino cortejando a una mujer, matando a los dos. En la versión de su nacimiento en Caspe, huye primero a Huesca y posteriormente a Pamplona, donde adopta el nombre de Raimundo y se alista como soldado en el penal de Ceuta. Tras cometer otro nuevo crimen continúa por Marbella y Málaga. Haciéndose acompañar por un valenciano (extremeño en otras versiones) que le ayudó en una refriega y que no parece sospechar de la supuesta condición varonil de su compañero, parten hacia Salobreña, Alpujarras, Alcolea, Monte Júcar y Archidona, cometiendo continuados crímenes. Al llegar a Riogordo, la justicia mata al valenciano acompañante y detienen a Espinela llevándola a Sevilla (Granada en otros pliegos) donde desvelando su condición de mujer es juzgada y condenada a morir en la horca. Previamente se arrepiente de su vida y hechos, lo que es otro tópico en estos pliegos, concluyendo con la habitual moralina de advertencia sobre el fin que espera a los que se alejan de lo convenido socialmente.

Inmaculada Casas, en El éxito de lo marginal. Historia de la prensa popular en España (1750-1850). Localización, catalogación y análisis del discurso, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2011, pág. 90, sugiere que en este tipo de romances donde la mujer adopta actitudes y conductas atribuidas generalmente a los hombres (valentía, arrojo, fiereza, etc.), puede insinuar un solapado intento de reivindicación igualitaria femenina.
"La descripción heroica de los asesinatos cometidos por estas doncellas de capa y espada podría asociarse a un intento por parte del autor por fomentar la rebeldía entre las mujeres, pero la moraleja final siempre está presente, “escarmentad, pecadores, / mujeres, vivid alerta, / que quien anda en malos pasos / este es el fin que le espera", lo  cual  refuta  dicho  argumento. Sin  embargo, aunque  no  existiera  esa  intención, sospechamos que estos relatos pudieron contribuir de algún modo a que las españolas de la época fueran tomando conciencia de la posibilidad de un sistema social y político no patriarcal y en el cual, ellas tuvieran una mayor participación".
Reproduzco el pliego impreso en Barcelona, s.a., por los Herederos de Juan Jolis, editores de pliegos entre 1760 y 1770.





Adjunto xilografías del mismo pliego y de otros impresores.

Edición de Córdoba: imprenta Rafael García Rodríguez, s.a.

Edición de Valencia: hija de Laborda, s.a.

Edición madrileña: Imprenta de la calle Juanelo, s.a.

Edición de Sevilla: Imprenta y librería de José Gª Fernández, s.a.

Edición desconocida: s.l. y s.a.

Edición de Valencia: imprenta Ildefonso Mompié, 1837
©Antonio Lorenzo


martes, 29 de noviembre de 2016

Imágenes para leer: Quadro de Historia natural, civil y geográfica del Reyno del Perú (año de 1799)

Indios peruanos elaborando chicha, del "Codex Trujillo del Perú" (siglo XVIII)
El Quadro de Historia natural, civil y geográfica del Reyno del Perú fue pintado en 1799 y concebido para representar al Perú en toda su complejidad y riqueza. La concepción del mismo y los textos se deben al vizcaíno José Ignacio de Lecuanda (1747-1800), peninsular ilustrado de la alta jerarquía de gobierno del Virreinato del Perú, y las pinturas al francés Luis Thiebaut, del que apenas conocemos datos salvo que perteneció a una familia de grabadores franceses que ilustraron libros de historia natural, como los de Buffon y Humboldt. El cuadro iba destinado al Ministerio de Hacienda e Indias, depositario de los informes y documentación de los viajes y expediciones científicas de la época. 

El cuadro se encuentra custodiado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales desde 1880. Se trata de una obra absolutamente singular, pues ofrece un panorama histórico en apretada síntesis del saber acumulado de carácter enciclopédico e ilustrado con valiosos informes de todo tipo. El referido cuadro recoge medio millar de dibujos, descripciones y recuadros de la flora, fauna y etnias del Perú de 1799.

También es máxima su valoración y testimonio único como cuadro ilustrado y documento descriptivo de la época de la Ilustración, de valor múltiple (geográfico, histórico, económico, etnográfico  y  por su  relación  con la  Historia Natural.



En  1929  formó  parte  de  la  Exposición  Retrospectiva de Historia Natural en el antiguo invernadero del Jardín Botánico el 1 de julio de 1929, según se aprecia en la foto.


El cuadro recoge descripciones y análisis de la geografía, productos geomineros, flora y fauna del entonces Virreinato de Perú, sus pobladores de distintas etnias o naciones, diversas razas y orígenes, en sus aspectos naturales, culturales y sociales, poblaciones, monumentos, instituciones; las producciones agrícolas, las virtudes medicinales o nutritivas de más de un centenar de plantas, las industrias de los nativos y nuevas, los productos de comercio entre España y el Virreinato, sus transportes marítimos en un sentido y en otro, y sus valores económicos, todas las inversiones y rendimientos: todo ello en texto y con ilustraciones sobre un lienzo enmarcado que se puede contemplar y leer en un hermoso cuadro mural de tres metros y cuarto (3,25 metros de largo por 1,15 metros de ancho).

Mi interés por traerlo a este blog se centra en los tipos humanos representados en el mismo y por su relación con las pinturas de castas que he venido desarrollando en anteriores entradas.

Si atendemos a la distribución visual del cuadro, las representaciones de las diferentes etnias se ilustran en la parte superior del mismo, distinguiendo entre los llamados "civilizados", a la derecha del discurso preliminar, y los "indios salvajes" de la Montaña Real a su izquierda. La distinción entre ellos se ilustra por la diferente vestimenta de los primeros frente a la desnudez o semidesnudez de los segundos. Cada dibujo trata de ilustrar las diferentes etnias, según las pintó Luis Thiebaut: icaguates, payagues, bogas, maynas, panos, ucayalis, cepeos, humuranas, capanaguas, yagüas, putumayos, yuris, iquitos, nanays, guaques y carapachos.

Parece ser que la fuente sobre la que se inspiro Thiebaut para sus dibujos proviene de los bocetos que realizó el científico checo, Tadeo Haenke, que acompañó a la famosa expedición de Alejandro Malaspina quien visitó las costas peruanas en su viaje por Tarma y Jauja en junio y julio de 1790. El mismo Lecuanda fue seguramente quien proporcionó las copias de los dibujos de Haenke a Thiebaut para que las incluyese en el cuadro.

El propio Lecuanda se expresa de esta forma sobre la Montaña Real (amplio territorio fronterizo andino-amazónico que era entonces muy desconocido, mal explorado, asociado a la barbarie y habitado por numerosas tribus de "indios infieles").
"Esta  hermosa  porción  del  universo  aunque poco  conocida  en  sus  interioridades  se  ha   observado  ser  en presente  la  más  amena,  la  más  fecunda  y  rica  en  producciones naturales de cuantas comprende nuestro antiguo y nuevo continente. Estos  amenos  países  están  habitados  de  innumerables  tribus  de indios salvajes cuyos usos y costumbres, religión y carácter tiene no poco  que  admirar".
La distinción entre civilizados y salvajes o infieles ya figura recogida en un interesante plano de las distintas intendencias del virreinato de Perú elaborado por el cosmógrafo y marino gallego Andrés Baleato (Ferrol, 1766-Madrid,1853). En sus 32 años de permanencia y prestando servicios a cinco virreyes sucesivamente, quien fuera virrey del Perú, Francisco Gil de Taboada (entre 1790 y 1796), le encargó una serie de mapas para reflejar la división administrativa en intendencias. Pues bien, en el plano que elaboró en 1790, y que reproduzco, señalo con flecha el territorio donde sitúa que habitaban las tribus de 'yndios infieles'.


Imágenes y descripciones originales de las mismas

La primera transcripción del contenido escrito del cuadro fue dado a conocer el año 1912 por Francisco de las Barras de Aragón en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural (nº 1912, pp.  224-285), con el título de: Una  historia  del Perú  contenida  en  un  cuadro  al  óleo  de 1799.

Lecuanda, al elaborar los textos del cuadro, se aparta un tanto de los discursos despreciativos sobre los indios que preconizaban otros viajeros ilustrados. Reproduzco lo escrito por Lecuanda según aparece en la cenefa intermedia del cuadro, como capítulo sexto y a modo de resumen, según la fiel transcripción de Barras de Aragón.


De las "cartelas" o "leyendas explicativas" que acompañan cada ilustración en el cuadro, he recortado y añadido la correspondiente a cada una de ellas, según el mencionado trabajo de Barras de Aragón, para obtener una cabal idea e información de lo contenido en el singular cuadro.

Si repasamos someramente los comentarios de las llamadas naciones civilizadas, vemos que no solo se incide en la vestimenta o en las actividades de cada uno, sino que también se emiten juicios de valor y comparaciones sobre su carácter y comportamiento.

Con las llamadas naciones salvajes ocurre lo mismo: se comenta su aspecto físico y sus actividades principales, y entre los juicios de valor añadidos no dejan de sorprendernos algunos de los comentarios sobre su antropofagia y que algunos de ellos se comen a sus difuntos y parte de sus cuerpos, convertidos en cenizas, les sirven de condimento para sus manjares; o aquellas indias que no conocen el pudor y se cubren sus genitales con dientes de mono o de los obtenidos de los enemigos de su tribu; otras tribus se cuelgan del cuello los corazones de los vencidos y hacen cecina con carne humana...

En fin, creo que este pequeñísimo recorrido por una breve parte del magnífico cuadro nos invita a contemplarlo y acrecienta el interés por el mismo.

Las 'naciones civilizadas' del Quadro



















Las 'naciones salvajes' del Quadro



















©Antonio Lorenzo