domingo, 18 de marzo de 2018

Canciones al estilo moderno: La pamplinera+El tremendo+Los pollos

Verdulera - "Colección de trajes de España"
 de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (1777)
Este es un ejemplo más de la conjunción de andalucismo y madrileñismo en un mismo pliego con diferentes canciones.

La Pamplinera, vendedora de “pamplinas”, alude a la yerba de cierto sabor amargo que se usa en ensaladas y en algunos guisos. También es conocida como “oreja de ratón”, “coruja” o “hierba de la gallinera”. Esta hierba, al crecer con gran facilidad, es causa de malestar entre los agricultores y jardineros a la hora de mantener y recoger sus cosechas. El escaso aprovechamiento de esta hierba perdura en el habla popular en el sentido de algo de poca importancia o valor.

El texto de la canción El Tremendo puede considerarse como una variante de los conocidos jaques o guapos en la literatura popular impresa. Personajes plenos de insolencia y narcisismo que aparecen también en los pasos y pasillos de corte andaluz, como Curro, Dolores y el Tremendo, de Juan Ignacio González del Castillo.


La última canción, de ambiente madrileño, está dedicada a Los Pollos, personajes barbilampiños que presumen de juntar versos en su afán de seducir a las damiselas o a las viejas de "dientes delicados".

El pliego está editado en Madrid, en 1849, por la imprenta de José María Marés.





©Antonio Lorenzo

miércoles, 14 de marzo de 2018

Sangriento y horrible crimen cometido en un cortijo


Un ejemplo más de pliego de asunto escabroso que corresponde a la bien conocida temática de estos impresos populares, donde la truculenta historia es acompañada por una no menos truculenta xilografía como vehículo de atracción morbosa para sus compradores u oyentes. Este gusto por lo truculento tiene un largo recorrido, al que se añade, además, un claro prejuicio incriminatorio sobre la etnia gitana de continuada andadura literaria.

En los pliegos de cordel se puede rastrear fácilmente el rechazo a las minorías étnicas que, si trascendemos sobre su mera literalidad, su estigmatización contribuye a dotar en el imaginario social un sentido de unidad frente a lo ajeno, al tiempo que se resalta lo considerado como propio.

En el  pliego subyace la negativa valoración colectiva de la etnia gitana a la que se le atribuyen una serie de tópicos basados en prejuicios y estereotipos, como embaucadores, inmorales, raptores de niños, ladrones, etc. El estigma étnico que arrastran los gitanos, al igual que sucede con otras comunidades como los judíos o los moros, contrasta en la realidad con su contribución a la economía agraria tradicional de una forma sistemática a lo largo de los años.

Al margen de estos consabidos prejuicios, el pliego nos ofrece una clara marca de oralidad al dirigirse el recitador al público que lo escucha comentando en un inciso:

                                                  Considerad el dolor
                                                  de esta madre desgraciada,
                                                  vosotras que tenéis hijos,
                                                  ¡si estaría desolada!...

El pliego está impreso en Barcelona por José Tauló en 1859 y a la venta en la conocida Casa de Juan Llorens.





©Antonio Lorenzo

lunes, 12 de marzo de 2018

La Manola+La flor de la canela+La ramilletera+La rabanera+Los pollos


Las canciones que recoge este pliego se inscriben dentro de un claro madrileñismo decimonónico, donde aparecen personajes como la Manola, la Ramilletera, la Rabanera o los Pollos madrileños.

Sobre estos personajes, más literarios que reales, dejemos hablar a uno de los escritores y representantes más genuinos del costumbrismo madrileño en particular: don Ramón de Mesonero Romanos. En su recopilación de artículos, recogidos en El antiguo Madrid. Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa (original de 1854, capítulo XIII), se refiere al personaje del "Manolo" en los siguientes términos:
"Para nosotros es evidente; que el tipo del Manolo se fue formando espontáneamente con la población propia, de nuestra villa y la agregación de los infinitos advenedizos que de todos los puntos del reino acudieron a ella desde el principio "a buscar fortuna". Entre los que vinieron guiados de próspera estrella y cambiaron luego sus humildes trajes y groseros modales por los brillantes uniformes y el estudiado idioma de la corte, vinieron también, aunque con más modestas pretensiones, los alegres habitadores de Triana, Macarena y el Compás, de Sevilla, los de las Huertas de Murcia y de Valencia, de la Mantería de Valladolid, de los Percheles y las islas de Riarán, de Málaga, del Azoguejo de Segovia, de la Olivera de Valencia, de las Tendillas de Granada, del Potro de Córdoba, y las Ventillas de Toledo, y demás sitios célebres del mapa picaresco de España, trazado por la pluma del inmortal autor del QUIJOTE; todos los cuales, mezclándose naturalmente con las clases más humildes de nuestra población matritense, adoctrinándola con su ingenio y travesura, despertando su natural sagacidad, su desenfado y arrogancia, fueron parte a formar en los Manolos madrileños un carácter marcado, un tipo original y especialísimo, aunque compuesto de la gracia y de la jactancia andaluzas, de la viveza valenciana y de la seriedad y entonamiento castellanos".
Sobre el carácter, a caballo entre lo novelesco y lo real, de los "Manolos y Manolas", apunta Mesonero Romanos un poco más adelante:
"Este nombre [se refiere al "Manolo"], a nuestro entender, no tiene otra antigüedad ni origen que el propio con que quiso ataviar al famoso personaje de su burlesca tragedia para reír y sainete para llorar el ya dicho D. Ramón de la Cruz; pues en ninguna obra anterior de los escritores de costumbres y novelas, tales como Castillo, Zabaleta, Torres y otros, hallamos designadas con este nombre a los habitantes de aquellos barrios de Madrid.
  En cuanto a la Manola, precioso y clásico tipo que va desapareciendo a nuestra vista, y cuyo donaire, gracia y desenfado son proverbiales en toda España, ¿quién no conoce el campanudo y guarnecido guardapiés, la nacarada media, el breve zapato, la desprendida mantilla de tira y la artificiosa trenza de Paca la Salada, Geroma la Castañera, Manola la Ribeteadora, Pepa la Naranjera, y Maruja y Damiana y Ruperta, floreras, rabaneras u oficialas de la fábrica de cigarros? ¿Quién no sabe de memoria sus dichos gráficos, sus epigramas naturales, su proverbial fiereza y arrogancia? ¿Quién no ve con sentimiento confundirse este gracioso tipo en el otro repugnante de la mujer mundana, que, en su deseo de parecer bien, ha querido parodiar la gracia, traje y modales peculiares de la Manola?".
Los llamados "Manolos y Manolas" son una derivación o variedades del majismo del siglo XVIII. Es importante para caracterizarlos la  profunda relación que mantienen con el barrio donde viven (Lavapiés, el Rastro, Embajadores, Vistillas...) y con los oficios que se desarrollaban en ellos.

En cuanto a su forma de ser, una característica común son sus predecesores consiste en su altanería y su animosidad contra todo lo extranjero en general y la valoración de lo propio, de sus bailes y de sus atuendos.

El pliego está editado por la prolífica imprenta de Marés, sin fecha,





©Antonio Lorenzo