martes, 15 de octubre de 2019

Entrada triunfal, boda, atentados y fallecimiento de Alfonso XII

Entrada en Madrid de Alfonso XII el 14 de enero de 1875 (Litografía Biblioteca Nacional de París)
Esta entrada es un recorrido generalista sobre la figura del rey Alfonso XII a través de lo publicado en pliegos de cordel, láminas conmemorativas o imágenes aparecidas en revistas de la época. Se recogen láminas conmemorativas de su entrada en Barcelona y en Madrid, así como la exaltación de su figura en pliegos de cordel. No podíamos pasar por alto la boda con su prima María de las Mercedes, acontecimiento recogido muchos años más tarde en el Romance de la reina Mercedes, cantado entre otras por doña Concha Piquer con letra de Rafael de León, copla convertida en himno en el imaginario colectivo, junto con la película protagonizada por Vicente Parra y Paquita Rico ¿Dónde vas, Alfonso XII? en 1959.

Los pliegos abordaron comercialmente el atentado que sufrió el monarca y las revistas se hicieron eco de la temprana muerte del rey en el palacio de El Pardo, el 25 de noviembre de 1885, tres días antes de cumplir los 28 años.

Este es un caso de fascinación popular mediante pliegos y láminas donde lo que nos interesa especialmente en este caso no es la actividad política desarrollada por el rey, propio de historiadores, sino los aspectos que, a través de los impresos populares se centran en los acontecimientos que más interesaban al conjunto de la población.

Los historiadores suelen basar sus conclusiones a partir de los textos escritos y sin apenas tener en cuenta el lenguaje visual y mucho menos los impresos de carácter popular que atesoran sus propios códigos de interpretación. Lo que sugerimos en este blog consiste, precisamente, en otorgar la debida importancia a estas manifestaciones dispersas, pero que en su conjunto abren un camino de interpretación a una realidad sugerida o meramente imaginada.

Las representaciones visuales, sean del carácter que sean, se apoyan siempre en un previo conocimiento del espectador para su interpretación. Las imágenes de contenido político, como las entradas reales a las ciudades, bodas, etc. obedecen al interés de sus autores por incidir en el imaginario social y movidos por el implícito deseo de contribuir a una propaganda política.

La iconografía política, qué duda cabe, cumple con una función informativa, pero no puede separarse de una intencionalidad persuasiva con fines propagandísticos. La singularidad de las imágenes hace que su contemplación tenga por finalidad una reencarnación de valores. Información y persuasión no son ajenos a la finalidad de las imágenes monárquicas, independientemente del soporte utilizado, aunque fueran confeccionados por sus autores de una forma más o menos inconsciente.

Estos impresos populares no son ajenos al control por parte del poder de la práctica propagandística. Aunque en ellos toman preferencia aspectos sentimentales enmarcados en el romanticismo de la época. Las estampas y grabados de María de las Mercedes, así como su boda con el apuesto rey, sus cualidades, juventud y belleza han propiciado canciones, versos e imágenes exaltando sus cualidades. En cambio, nada se recoge ni se dice de la que fuera amante del rey: la cantante de ópera Elena Sanz y Martínez de Arrizala, con el conocimiento de María Cristina de Habsburdo-Lorena, segunda esposa de Alfonso. El monarca dotó a su amante de una importante pensión mensual, le "puso un piso" en la Cuesta de Santo Domingo y tuvo con ella dos hijos varones: Alfonso y Fernando. Una vez fallecido el monarca, la administración del estado decidió suspender la paga mensual a Elena Sanz, pero ella contraatacó amenazando con la publicación de las ciento diez cartas que conservaba donde se hacía explícita la paternidad de sus hijos. La Casa Real decidió comprar su silencio mediante una importante suma de dinero.

Entradas triunfales




Entrada en Barcelona según La Ilustración Española y Americana

Entrada en Madrid según La Ilustración Española y Americana





La boda real






Los atentados

Alfonso XII sufrió dos atentados contra su vida en su corto mandato. El primero de ellos tuvo lugar el 25 de octubre de 1878 por el anarquista Juan Oliva Moncusi cuando hacía su entrada por la calle Mayor en Madrid tras un viaje por el norte de España; y el segundo, el 30 de diciembre del año siguiente, por el obrero gallego Francisco Otero González cuando los monarcas volvían de pasear por el Retiro. De ambos atentados el monarca salió ileso. Los dos autores fueron detenidos, juzgados y ejecutados a garrote vil.

Dibujo de Juan Comba del primer atentado en La Ilustración Española y Americana

Dibujo de Juan Comba del segundo atentado en La Ilustración Española y Americana
Estos atentados fueron aprovechados rápidamente por los impresores de pliegos para difundirlos entre la población. Tampoco faltaron las versiones cantadas que han llegado a ser recogidas oralmente en tiempos recientes. Bajo el título Atentado anarquista contra Alfonso XII, cuyo número del IGR (Índice General del Romancero) corresponde al 0202.9, se conocen versiones madrileñas, asturianas, leonesas, gaditanas e incluso sefardíes.



Ejecución de Oliva Moncasi
La muerte del monarca

Dibujo de Juan Comba en La Ilustración Española y Americana



©Antonio Lorenzo

lunes, 7 de octubre de 2019

Pliegos de cordel y zarzuela: "Doña Juanita"


Las adaptaciones de las operetas foráneas y su entrecruzamiento con las zarzuelas para un público español fue una práctica habitual por los empresarios de los teatros en la avanzada segunda mitad del siglo XIX. La realidad teatral española de esos años no puede entenderse sin tener en cuenta estas adaptaciones por los autores de zarzuelas. La modificación del texto original o la reorquestación de determinados pasajes musicales eran frecuentes y se adaptaban a la plantilla de los músicos ejecutantes, así como el acortamiento o supresión de determinadas escenas en la idea de que de esa forma se ganaría una mayor atención por parte del público.

La obra que da pie a estos comentarios y a su presencia en el pliego es la ópera Donna Juanita, cuyo libreto original es de Camillo Wenzel y de Richard Genèe y la música del célebre compositor austriaco Franz von Suppé (1819-1895). La ópera fue estrenada en el Carl-Theater de Viena el 21 de febrero de 1880 y entre nosotros el estreno absoluto, bajo la etiqueta de zarzuela grande, se produjo en el Teatro Español de Barcelona el 30 de julio de 1881.

Los responsables de la adaptación española fueron el autor dramático Juan Manuel Casademunt en el libreto y Guillermo Gereoeda en la música. El hecho de que Donna Juanita estuviese ambientada en un episodio bélico donde los españoles salen victoriosos fue un motivo añadido para la aceptación de una obra de corte nacionalista con el agrado de un público general.


El año 1910 la ópera fue adaptada en un acto y tres cuadros con el título de La alegre doña Juanita y estrenada en el Teatro Eslava de Madrid. La adaptación del texto corrió a cargo de Manuel Fernández Palomero y la música de Suppé arreglada por Vicente Lleó. La acción se desarrolla en la isla de Menorca durante la guerra de 1781.


Julia Fons: protagonista de "La alegre doña Juanita"

El éxito de esta adaptación operística no se debió en su totalidad a la propia obra en sí, sino en gran medida a la interpretación de la que posteriormente fuera considerada como la reina del cuplé debido a su singular belleza, a la alegría que destilaba y a sus movimientos provocativos que alborotaban el ritmo de los corazones de los hombres, provocando a su vez la envidia de las mujeres en una sociedad marcadamente anclada en una mentalidad conservadora en sus costumbres de cara al exterior.

Julia Fons de Checa nació en Sevilla en 1882 trasladándose a Madrid cuando contaba ocho años. Tras su debut en el teatro de la Zarzuela en 1899 alcanzó una notable popularidad que la llevó a interpretar como tiple cómica, bailarina y actriz, célebres obras como «La gatita blanca» (1905) o «La corte del faraón» (1910), entre otras muchas. Realizó giras y estrenos en La Habana y Buenos Aires. Sus últimos años artísticos la llevaron a introducirse en el mundo de las variedades, donde cosechó enormes aplausos y el reconocimiento de innumerables admiradores por sus interpretaciones de corte sicalíptico (picardía erótica y textos de doble sentido).

Máxima estrella del teatro Eslava, el 11 de julio de 1907 revolucionó Valencia al subirse al globo "Duque de Alburquerque" en los comienzos de la industria aeronáutica siendo la primera artista española en montarse en globo ante la presencia de cientos de personas.


El año de 1908 publicó su libro Lo que yo pienso. Confidencias de una tiple del género chico donde abordaba temas como la emancipación femenina, el divorcio o el sufragio femenino, lo que la convirtió en una adelantada a su época y en pionera de las reivindicaciones feministas.


Selección de imágenes de Julita Fons































El pliego que ha dado pie a estos comentarios podía encontrarse en Barcelona en el depósito de J. Clara. El impreso se completa con la buenaventura de una gitanilla.





©Antonio Lorenzo

domingo, 29 de septiembre de 2019

La azarosa vida del general Belisario

Mosaico con Belisario a la diestra de Justiniano
El pliego reproducido recrea la figura del general Belisario tomando como base la ópera Belisario, cuya música fue compuesta por Gaetano Donizetti basada en el libreto de Salvatore Cammarano. Se estrenó el cuatro de febrero de 1836, con éxito de público y crítica, en el Teatro La Fenice de Venecia.


Interior de "La Fenice" de Venecia, hacia 1837
El éxito de Belisario se extendió de forma inmediata a lo largo de diversas ciudades del mundo, como Viena, Madrid, Londres, Lisboa, La Habana, México, París, Berlín, Río de Janeiro, Filadelfia, Nueva York, Buenos Aires, etc. Estas ciudades la conocieron en su texto original y posteriormente se representó traducida a los diversos idiomas.

Considerado como uno de los más importantes generales de la antigüedad, Belisario nació en Tracia (antigua provincia del imperio romano, que corresponde a parte de los actuales territorios de Bulgaria, Grecia y Turquía europea) alrededor del año 500 de nuestra era. De origen campesino se incorporó siendo muy joven a la guardia de Justiniano, quien fuera nombrado emperador de Bizancio. El ascenso militar de Belisario fue debido a sus importantes victorias contra los persas, vándalos y ostrogodos y contra las revueltas hacia el emperador en sitios alejados, como África o Sicilia y, en suma, a su exitosa participación en la reconquista de gran parte del imperio romano de occidente, perdido hacía aproximadamente un siglo.

La obra narra los últimos años del general bizantino Belisario al servicio del emperador Justiniano. Acusado falsamente por su esposa Antonina de haber dejado morir a su hijo Alessi (Alejo en el pliego), cuando apenas era un bebé. Justiniano lo destierra y hace que le saquen los ojos, a lo que siguen numerosas vicisitudes acompañado por su hija Irene en el destierro. La imagen de Belisario como un mendigo ciego ha prosperado en las leyendas y ha servido de inspiración a pintores que han hallado en su destierro motivos de inspiración.

Jacques-Louis David - Belisario pidiendo limosna (1781)

François-André Vincent - Belisaire (1776)

Nicolas René Jollain - Belisario pidiendo limosna (1767)
Anthony van Dyck - Date obolum Belisario

Belisario, convertido en arquetipo de la desgracia humana, es comparable en algunos aspectos al Edipo de Sófocles. Hay historiadores que mantienen que ni fue cegado ni cayó en la mendicidad, pero la incidencia sobre estos aspectos confiere al personaje una aureola propia de personajes legendarios, tan del gusto popular, donde lo de menos es perseguir la verdad histórica. Sin duda, las peripecias e injusticias sufridas a lo largo de su vida alimentaron su leyenda, así como su deambular por las calles de Constantinopla mendigando monedas para subsistir.

La trayectoria literaria de su figura es amplia. Hacia el siglo XVII el personaje aparece en el teatro. Antonio Mira de Améscua (1577-1644), en su El ejemplo mayor de la desdicha (1632), obra atribuida también erróneamente a Lope de Vega o a Pérez de Montalbán, lo convierte en su personaje central. Ya en el siglo XVIII Belisario fue inspirador de la pluma de Carlo Goldoni (1707-1793) en su tragicomedia Belisario (1734). También Jean-François Marmontel (1723-1799), utilizo al personaje en su novela Bélisaire (1767), fuente principal del libreto operístico, a lo que siguieron otras obras inspiradas en el mismo personaje. Hay que destacar también la influencia de la vida y hechos del personaje en los posteriores escritos de Isaac Asimov o Borges.

Belisario representa, pues, la figura de un antihéroe, víctima de la envidia de los poderosos, tal y como lo concibieron en la Revolución francesa como símbolo de la deslealtad de los monarcas.

El decaimiento de esta ópera y sus escasas representaciones posteriores tienen que ver con el cambio de mentalidad que se iba produciendo en la sociedad. El drama de Belisario, donde la venganza, la injusticia, la intriga o el amor filial, reflejaba un espíritu cada vez más alejado de los nuevos tiempos. El mayor interés fue decantándose por las pasiones amorosas y el sentimentalismo romántico, ausentes en la obra, y que poco a poco iban alejando el interés del público hacia lo épico y moralista que representaba el Belisario.

Contexto histórico

Resulta muy significativo, según anota Gema León Ravina en su tesis doctoral: La ópera en Cádiz en el siglo XIX: un estudio cualitativo, Universidad de Alicante, marzo, 2018, pág. 51, que la ópera de Donizetti se estrenase en Cádiz apenas seis meses después de su estreno mundial en La Fenice el 4 de febrero de 1836, si bien con un éxito relativo. Resulta también significativo que apenas un año después del estreno se recreara en el pliego que reproducimos, editado en Barcelona por Ignacio Estivill en 1837. El rápido estreno de la obra en Cádiz se explica por la importancia y el enriquecimiento que adquirió la ciudad en el siglo XIX a causa del intercambio marítimo y económico con tantas ciudades europeas y americanas.

El contexto histórico que atravesaba España el año del estreno de la ópera en el Cádiz de 1836, y el 22 de noviembre del mismo año en Madrid, en el teatro de La Cruz, se desarrolla en uno de los periodos más convulsos de la historia de España. En 1836 ejercía la regencia, debido a la minoría de edad de Isabel II, su madre María Cristina, viuda del fallecido Fernando VII. Todo ello coincide con la contienda civil de la primera guerra carlista (1833-1840), la más violenta y dramática de todas ellas. Coincide también con el pronunciamiento de los sargentos de la Guardia Real en La Granja el 12 de agosto, lo que obligo a la regente a restaurar la Constitución de Cádiz y a nombrar un nuevo gobierno para que convocase elecciones. El mismo año de 1836 supuso también el inicio de las desamortizaciones o expropiaciones por parte del estado de las posesiones de las tierras y bienes eclesiásticos y la supresión de los mayorazgos, primer paso de la conocida desamortización de Mendizabal. Coincide también con el fin del segundo sitio de Bilbao por el general Espartero sobre las tropas carlistas.

Desde el punto de vista cultural, se estrena en Madrid el drama histórico El trovador, de García Gutiérrez y Mesonero Romanos funda la publicación literaria Semanario pintoresco español, de cuño romántico. El teatro lírico atravesó este año numerosas dificultades debidas a los acontecimientos y circunstancias políticas y a la precaria situación económica, lo que afectó a los presupuestos de los teatros y a sus representaciones. No obstante, en la vida teatral madrileña las temporadas operísticas se mantuvieron, ya que el mundo operístico era entonces uno de los espectáculos favoritos de los madrileños. Solo así se entiende que las óperas puestas en escena en este año convulso fueran Il Barbiere di Siviglia, de Rossini el 3 de enero de 1836 en el teatro de la Cruz o La Cenerentola, también de Rossini, el 6 de febrero del mismo año en el teatro del Príncipe, (criticada esta última, por cierto, por Mariano José de Larra, en uno de sus artículos, ya que era gran conocedor y aficionado a estas representaciones y que acabaría suicidándose al año siguiente). El 12 de agosto de 1836 se representó l'Esule di Roma, de Donizetti, que coincidió con «La sargentada»; el 15 de octubre se representó la ópera Chiara di Rosemberb, de Luigi Ricci; el 22 de noviembre el Belisario, cuya música al igual que l'Esule di Roma, fue compuesta por Donizetti.

Un dato de interés es el relativo a la representación el 12 de agosto de 1836 de L'Esule di Roma, de Donizetti, al coincidir con la sublevación de los sargentos en La Granja (Segovia). Parece ser que los sargentos sublevados conocían de antemano que la alta oficialidad iba a hallarse ese día asistiendo a la representación en el teatro de la Cruz, lo que aprovecharon para sublevarse debido a la ausencia de los altos mandos. En cualquier caso, estos hechos contribuyeron a que la reina regente María Cristina, se viese obligada a restaurar la constitución de 1812 y a promover la nueva constitución de carácter más liberal en 1837 otorgando un mayor poder a las cortes.

La diversión favorita de la burguesía y nobleza madrileñas siguió siendo la ópera, donde en los teatros seguía asistiendo una aceptable afluencia de público. Las capas populares se decantaban más por los salones de baile donde se entremezclaban con gentes de posición social más elevada y que buscaban una vía de escape ante los acontecimientos que se iban produciendo.





©Antonio Lorenzo