martes, 9 de junio de 2020

La Santísima Vera Cruz de Caravaca y su reflejo en la literatura popular impresa [II]


En la entrada anterior se ofreció una síntesis sobre la formación de la leyenda y su traslación a la literatura popular impresa. Tras esa primera aproximación y comentarios sobre los tempranos pliegos editados durante el siglo XVII, tanto la leyenda como la imagen de la Vera Cruz no ha dejado de editarse en diferentes formatos: pliegos, estampas, libros de oraciones, novenas... donde se recoge su leyenda, imagen o milagros.

El culto a la Cruz, basado en la leyenda, es el principio y referente central para la celebración de las fiestas, pero esta referencia queda disipada a través de toda una serie de manifestaciones exteriorizadas donde se combina el mito religioso, el producto turístico y la reinvención de la tradición. La representación mental del mito religioso, configurado a través de la leyenda, iconografías, milagros y textos alusivos, desemboca en un producto donde la ciudad vende la doble imagen de la religiosidad y lo turístico asociado a las fiestas.

El armazón de las fiestas patronales de la Cruz, que se celebran del 1 al 5 de mayo, se construye con gran despliegue de rituales: bendición de la ofrenda de flores, desfiles de los bandos moro y cristiano,  parlamento entre el rey cristiano y el sultán moro, el baño de la Cruz, Gigantes y Cabezudos, fuegos artificiales, pasacalles infantiles y de peñas, junto a diversas participaciones procesionales, más propias a una exteriorización de pertenencia a un grupo social, con la exhibición de vestuarios y adornos lujosos, que a una consistente expresión religiosa de devoción popular.

Las fiestas están declaradas de interés turístico internacional desde el año 2004.

Los Caballos del Vino

Cada 2 de mayo se celebra en Caravaca la carrera de los Caballos del Vino, manifestación singular que se desarrolla en el tramo final de la cuesta del castillo. Los mozos cumplen con el ritual de subir lo antes posible por la cuesta agarrados a su caballo ricamente enjaezado con bordados y telas (algo que también se enjuicia en un concurso y se valora el tiempo invertido en la ascensión).

El origen legendario de la tradición supone que estando la fortaleza templaria de Caravaca sitiada por las tropas musulmanas de Granada, los moros contaminaron el agua que daba suministro a los refugiados en la fortaleza. Algunos de los refugiados salieron por la noche con el fin de suministrar agua al resto de los enclaustrados. Se dice que lograron llenar de vino unos pellejos que, atados a los caballos, corrieron velozmente agarrados a ellos dos mozos en la parte delantera y otros dos en la trasera para protegerse ellos y la carga y burlando el cerco enemigo. Una vez llegados al castillo bañaron con el vino la reliquia de la cruz , lo que hizo perder milagrosamente sus propiedades alcohólicas siendo ofrecido a los enfermos que sanaron inmediatamente.

EL festejo de los Caballos del Vino tiene solicitada a la UNESCO la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. 

El baño de la Cruz

El ritual del lavatorio de la Cruz tiene lugar el día 3 de mayo, considerado como el de la aparición de la misma en la conocida como Fiesta de las Cruces, denominación popular de esta celebración. El baño de la Cruz trata de explicarse mediante la leyenda de que el año 1384 hubo una plaga de langosta en las localidades de Totana y Lorca que comenzó a destruir árboles, viñas y huertos. Para salvar en lo posible la devastación decidieron que se bañase la Cruz y se llevase el agua bendecida hacia esas poblaciones y se regase con ella los campos infectados como remedio para atajar la plaga. Tras ello, la plaga desapareció y se perpetuó la costumbre del baño de la Cruz. Los caravaqueños y visitantes rellenan tras el baño vasos y botellas en la creencia de que servirán de remedio para atajar todo tipo de males. Todo ello va acompañado de charangas, desfiles, procesiones y cabalgatas donde se trata de hacer gala del nivel económico luciendo ricos atavíos, ya sean de cristianos o moros, en una fiesta que apenas recuerda la originaria y piadosa devoción.













Tras la procesión solemne de los Bandos Moro y Cristiano la Santísima Cruz se dirige al templete donde antes del baño ritual se desarrolla un fingido «Parlamento» entre el rey cristiano y el sultán moro, procediéndose a continuación a una especie de vistoso simulacro de combate entre ambos bandos. Tras esta escenificación se realiza el baño de la Cruz y la bendición de las aguas, quedando la reliquia expuesta a continuación en la parroquia de El Salvador para ser adorada por sus devotos.

Los dos días siguientes, 4 y 5 de mayo siguen los festejos conmemorativos con más desfiles, misas y fuegos artificiales.

El robo de la Cruz en 1934

En la madrugada del día 14 de febrero de 1934 tuvo lugar el sacrílego robo de la Cruz, lo que causó una tremenda conmoción en la ciudad. La autoría del robo despertó muchas conjeturas, aún no resueltas, ante el hecho de que se descubrió el sagrario abierto y vacío sin la reliquia. Entre las hipótesis manejadas sobre la autoría del robo, algunos han querido asociarlo a un interés puramente esotérico sobre el simbolismo de la reliquia y su valor como talismán. Tampoco ha faltado la hipótesis del robo por alguna logia masónica e incluso por la intervención del propio capellán del santuario que la custodiaba, el presbítero don Ildefonso Ramírez, sospechoso de dejación y abandono de sus obligaciones, al que se le agredió la tarde del 28 de abril y se le allanó su vivienda al dar crédito a que una gitana soñó que la Cruz se encontraba oculta bajo una de las losetas de la vivienda del capellán. Un grupo de ciudadanos lo agredió hasta que logró refugiarse en el ayuntamiento. El presbítero acusado falleció a la edad de 53 años el 28 de junio de 1936.

La indagación sobre los supuestos culpables del robo supone toda una mezcolanza de incidencias, de acusados, de suposiciones y con sumarios y procesos judiciales paralizados o requeridos por otras instancias y vueltos a abrir en otras jurisdicciones, algo de difícil explicación a causa, seguramente, de desconocidas presiones.

El cronista oficial de Caravaca de la Cruz, José Antonio Melgares Guerrero nos ofrece un recorrido por todos estos sucesos en su trabajo: El robo de la Vera Cruz de Caravaca (1934), págs. 141-160, recogido en "Murcia, crimen y castigo. Taller de Historia del Archivo General", Imp. Regional de Murcia, 2008. Melgares nos informa que, tras la paralización del proceso judicial a causa de la guerra civil, se volvió a reabrir el sumario en abril de 1939 haciéndose cargo del asunto el juez militar de instrucción Francisco Redondo Pérez. También apunta a tres teorías generalistas sobre el robo: la teoría popular, que sostiene que el robo fue una simple simulación para proteger la reliquia y restituirla tras la guerra; la teoría judicial, achacando el robo a la masonería y a los "Rojos", y, finalmente, la teoría diplomática vaticana, que es a la que otorga una mayor credibilidad al considerar que fue la propia iglesia la responsable última de la sustracción de la Cruz para proteger la reliquia de los desastres de la guerra que se avecinaba. Según Melgares, la Cruz robada acabó siendo trasladada a la nunciatura apostólica de Madrid. Una vez allí, se envió a Roma donde sugiere (en la pág.156), que «allí permanece a buen recaudo en un lugar seguro del Estado vaticano».

Indalecio Pozo, en su detallado estudio: Fiestas y Lignum Crucis. Un periodo oscuro en la historia reciente de la Cruz de Caravaca (1934-1942), (Murgetana, nº 23, año 2010, págs. 2003-220), nos ofrece suculentas y documentadas noticias sobre tan controvertido robo que difieren en notable parte de lo sugerido por Melgares Guerrero.

Según se recoge en los diarios regionales de la época y a instancias del obispo de la diócesis el Vaticano envió un nuevo «lignum crucis» para sustituir al robado en Caravaca. Una vez recibido quedó depositado en primera instancia en el sagrario de la catedral de Murcia, pero cuando el vicario episcopal fue a recogerlo para proceder a su traslado a Caravaca, resultó que había desaparecido misteriosamente. No obstante, los actos previstos y convocados para mayo de 1940 se celebraron con una cruz de madera de doble brazo que tuvo que ser encargada y tallada con rapidez para la ocasión por el carpintero Alfonso Sánchez «Firlaque» como medida de urgencia y para no suspender los actos programados.

Todos estos hechos hay que contextualizarlos en una situación política de vencedores y vencidos. Hay que recordar que, tras la guerra civil, las dependencias del castillo sirvieron de cárcel para presos políticos hasta el año 1941.

Tras las nuevas gestiones llevadas a cabo por el obispo de la diócesis de Cartagena, Miguel de los Santos Díaz de Gómara junto a otros religiosos claretianos para conseguir una nueva reliquia, dieron su fruto al recibir dos pequeñas astillas del «lignum crucis» en Caravaca el 30 de abril de 1942. Todo ello durante el pontificado del papa Pío XII. Aunque se admite que estas nuevas astillas se obtuvieron gracias a la concesión directa del pontífice, no se conoce documentación ni constancia alguna de dónde se encontraban o estaban custodiadas. Esta intervención papal no ha quedado acreditada documentalmente, y sí, en cambio, la intervención de unos religiosos de la Orden claretiana. La fecha oficial de la llegada del nuevo «lignum crucis» a Caravaca desde el repositorio vaticano está fijada, desde entonces, como se ha señalado, el 30 de abril de 1942, fecha mantenida como verdad oficial.

El proceso de envío parece sacado de un argumento de novela negra. De Roma se envió por avión hasta Barcelona un relicario donde venían depositadas unas astillas certificadas como verdaderas del «lignum crucis», debidamente custodiadas por dos emisarios, para ser enviadas a Caravaca. Pero como corría prisa, pues al día siguiente comenzaban las fiestas en Caravaca y el día 3 es cuando se celebra la festividad de la «Invención de la Cruz», fueron enviadas desde Barcelona... por ¡correo certificado!, ya que de hacerlo por valija diplomática no hubieran llegado a tiempo para su celebración.

El relicario con la Vera Cruz llegó a tiempo y las fiestas en su conjunto tuvieron lugar, pero para sufragar la adquisición de un nuevo relicario donde recoger la nueva y preciada reliquia se realizaron cuestaciones y hasta se llegó a programar un festejo taurino el 24 de junio por el diestro local Pedro Barrera, con gran éxito y donde se agotaron las localidades.

A finales de septiembre de 1942, con la nueva reliquia obtenida, se decidió otorgar por unanimidad el cargo honorario de Hermano Mayor de la Cofradía de la Cruz... a Francisco Franco.

Todos estos sucesos no han trascendido a las nuevas generaciones ni a los miles de devotos de la reliquia, donde una más o menos interesada cortina de humo ha ido poco a poco ocultando o quitando importancia a estos eventos.

Tras el largo proceso de investigación desarrollado a lo largo de tres décadas, finalizó oficialmente en 1959 con el sobreseimiento del caso, aunque sin llegarse a aclarar las circunstancias que realmente sucedieron.

Con el fin de contextualizar y repasar a grandes rasgos los principales acontecimientos que tienen que ver con la festividad de la Cruz, volvamos a su reflejo en la literatura popular.

Ejemplos de literatura popular impresa

La Cruz de Caravaca guarda una estrecha relación transversal con prácticas esotéricas, exorcismos, magia negra y conjuros. Se conocen múltiples ediciones donde se recogen oraciones que ayudan a prevenir o curar ciertos males bajo la devoción a la Vera Cruz.

La Cruz de Caravaca suele ilustrar la portada de muchos libros de oraciones y conjuros para desterrar numerosos males. La Cruz ha sido adoptada por sanadores y videntes como remedio para curar toda clase de dolencias. A modo de talismán, se usa como protección ante el «mal de ojo», contra los animales ponzoñosos, las mordeduras de serpiente, la rabia de los perros o, a nivel mágico, para llevarla con sigo mismo con el fin de eliminar las supuestas malas energías que te puedan enviar…









Puesto que la Cruz de Caravaca es utilizada como talismán y protagonista de conjuros, no quiero dejar pasar la ocasión sin dejar constancia del poder taumatúrgico concedido a la Cruz con la finalidad de que sirviese de protección frente a la pandemia del coronavirus. Este ritual enlaza con la tradicional «Bendición de la naturaleza», ya conocida desde el siglo XVI y que se realiza desde la llamada «Capilla de los Conjuros» de la Real Basílica-Santuario de la Vera Cruz. 

Conjuros extraordinarios 
Hoy, martes 17 de marzo [2020] a las 19:00 horas, ha tenido lugar el conjuro extraordinario con la Vera Cruz como rogativa contra el coronavirus. Al tiempo que se bendecía la ciudad y sus campos desde lo más alto del castillo, sonaban las campanas de todas las iglesias de la ciudad.
Según se extrae del enlace que adjunto, el conjuro extraordinario se repetirá cada viernes a las 12 del mediodía:


En la basílica de la Vera Cruz de Caravaca se celebró a mediodía de ayer un nuevo conjuro extraordinario con la Sagrada Reliquia. A la misma vez sonaron todas las campanas y desde las casas cientos de cofrades rezaron un credo a la Cruz de Caravaca. El rector, Emilio Sánchez, informó que «haremos este ritual todos los viernes a las doce de la mañana y pedimos a todos que a esa hora recen un credo a la Santísima Cruz».
El ritual se inició en la planta baja del castillo, la Vera Cruz en manos del rector ha salido de su capilla y tras las plegarias preparadas para la ocasión y en compañía de uno de los sacristanes, se subió a la Capilla de los Conjuros, la estancia más alta del Santuario donde se procedió a la bendición de los cuatro puntos cardinales con la Sagrada Reliquia mientras el sacerdote recorría con la Vera Cruz el pasillo exterior que rodea la cúpula del templo.
En otra entrada venidera se mostrarán más ejemplos del protagonismo de la reliquia en la literatura popular.
©Antonio Lorenzo

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