No, san Pascual Bailón no es el patrón de las discotecas, como muchos afirmarían si se les preguntara de improviso por su patronazgo. Tampoco es, como se apunta en ciertas oraciones, el intermediario para resolver casos desesperados, aunque sí tiene más sentido considerarlo como patrón de los cocineros (sobre todo en México), algo que comentaré en una entrada posterior.
Pascual Baylón Yubera, nación en la localidad aragonesa de Torrehermosa el 16 de mayo de 1540. Sus padres, Martín Bailón e Isabel Yubera, decidieron ponerle el nombre de Pascual dado que nación el día de la Pascua de Pentecostés o Pascua Florida. Tras pasar su infancia y adolescencia como pastor, primero en Alconchel de Ariza y posteriormente en tierras levantinas, ingresó a los 24 años en el convento de menores de Albatera (Valencia), llevando a cabo lo propio de los frailes legos: atender a la portería, la huerta y mendigar limosnas por los pueblos limítrofes.
Tras haber ejercido como pastor en varias localidades cercanas, acabó centrándose en la vida religiosa distinguiéndose por su devoción a Jesús Sacramentado. A pesar de su escasa formación académica dejó por escrito una serie de reflexiones que reunió en lo que él llamo «Cartapacio para mi recreación espiritual», tomando posteriormente el nombre de Opúsculos.
Pascual Bailón encarna de forma admirable el ideal de pobreza, humildad y mansedumbre transmitida por san Francisco de Asís. Fue portero, cocinero, hortelano y limosnero, lo que compaginó con su vida ascética y donde se dice que recogía las sobras de la comida para dárselas a los pobres.
Son numerosos los milagros atribuidos a su intercesión. Entre los más curiosos está el de curar enfermedades mediante un guiño, hacer llover sobre los campos de los pobres y dejar que se agostasen los de los ricos, reanimar a los moribundos e, incluso, la de resucitar a un viejo caballo de una familia acorralada por las deudas.
La tradición popular afirma que muchas veces, mientras se encontraba orando, experimentaba tanta alegría que se ponía a bailar (por eso algunos creen que su apellido no es sino un apodo que justifica esta reacción característica).
La leyenda cuenta también que, tras su muerte, en el momento de la consagración en su Misa de Réquiem, sus ojos se abrieron para adorar al Santísimo Sacramento.
Su proceso de beatificación se abrió a los escasos dos años de su muerte, ocurrida en Villarreal (Valencia) el 17 de mayo de 1592.
Pablo V beatificó a Pascual Bailón en 1618 y Alejandro VIII lo canonizó el 16 de octubre de 1690. León XIII, en su breve encíclica «Provivindentissimus», de 28 de noviembre de 1897 lo declaró patrono de las Asociaciones y Congregaciones Eucarísticas, no sólo de las que ya existían, sino también de las que se crearan en el futuro. Su fiesta se celebra el 17 de mayo, y es conocido como el Serafín de la Eucaristía.
Numerosas poblaciones celebran la festividad de san Pascual Bailón con solemnes procesiones y romerías. Calatayud, Ariza, Alconchel, Carenas, y Torrehermosa, en la provincia de Zaragoza; Almazán, en la provincia de Soria o en Villarreal (Castellón), donde descansan sus restos, son un pequeño ejemplo de festividades que han traspasado nuestras fronteras llegando a Latinoamérica, como comentaré en una posterior entrada, así como las coplas populares sobre el santo y la tradición fundamentalmente mexicana de adjudicarle el patronazgo de los cocineros.
San Pascual Bailón en la literatura popular impresa
Comienzo con un pliego, con alusiones a acontecimientos políticos, editado en Madrid [s.a.] por la Imprenta Universal.
Iconografía
A san Pascual Bailón se le suele representar vestido de franciscano y sus principales atributos hacen referencia a su vocación eucarística: un ostentorio o un cáliz; en otras ocasiones puede ir acompañado de elementos de penitencia o meditación o aludiendo a su humilde vida de pastor junto al cayado o la azada. Sus representaciones más frecuentes lo muestran de rodillas, en éxtasis ante el Santísimo y acompañado de ángeles. Giambattista Tiépolo lo pintó, hacia 1767, para el convento de Aranjuez.
Tiepolo, Giambattista - Boceto para la Iglesia de San Pascual en Aranjuez (1767) |
Son también numerosas las estampas y grabados populares con su imagen.
Otras manifestaciones artísticas
Pascual Bailón es también el título de una zarzuela en un acto y en verso, con libreto original de Ricardo Puente y música de Guillermo Cereceda. Representada por primera vez en el Teatro Circo, de Madrid, la noche del 15 de octubre de 1868.
La contradanza, género bailable europeo procedente de Inglaterra, llegó a España en el siglo XVIII pasando prontamente a las colonias americanas. La música que acompañaba a la contradanza fue adquiriendo en el Caribe convirtiéndose en una modalidad genérica criolla con especial arraigo en La Habana. Los músicos negros y mulatos fueron introduciendo elementos rítmicos afro-hispanos dando origen al nuevo género conocido como contradanza criolla.
Pues bien, la primera partitura de una contradanza criolla cubana de la que se tiene noticia es precisamente la titulada como San Pascual Bailón, editada en el 1803 con ritmo binario de 2/4, más adaptado a las costumbres rítmicas de los músicos de color, lo que constituye un claro ejemplo de la adaptación de las contradanzas europeas en la isla caribeña.
La vida y milagros atribuídos a san Pascual Bailón también encontró eco en otras manifestaciones artísticas, como en la comedia de Antonio Pablo Fernández, dramaturgo del siglo XVIII quien publicó en 1745 El ángel, lego, y pastor, San Pasqual Bailón.
No es el único caso, pues se conoce otra comedia hagiográfica sobre el santo cuyo autor es el clérigo ilicitano Ginés Campillo de Bayle, con el título El mejor pastor descalzo, san Pascual Baylón, publicada en 1691, al año siguiente de la canonización del santo por Alejandro VIII.
©Antonio Lorenzo
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