La proclamación en 1931 de la II República trajo consigo una serie de cambios y de reformas, tanto políticas como económicas y sociales. Estos cambios afectaron también a las representaciones teatrales que experimentaron una mayor apertura en cuanto a las manifestaciones de carácter frívolo escénico. Si repasamos las carteleras de los teatros de esos años o las noticias y críticas de la prensa de entonces, observamos una mayor apertura en lo que podemos llamar el erotismo teatral.
El primer tema que recoge el pliego reproducido es el titulado La Colasa, que no es otro que un conocido chotis que forma parte de la revista musical o pasatiempo cómico-lírico Las de Villadiego, con letra de Emilio G. del Castillo y José Muñoz Román y música de Francisco Alonso, que se estrenó en el madrileño Teatro Pavón el 12 de mayo de 1933.
Dicho estreno estuvo protagonizado por Celia Gámez, entonces en lo más exitoso de su carrera como actriz y bailarina, cuya interpretación del chotis «La Colasa», también conocido como «Tabaco y cerillas» alcanzó un enorme éxito. La revista combinaba diversos estilos dando cabida, entre otros, a un fado, una habanera, un pasacalles y hasta un blues o un foxtrot. El éxito de esta revista fue tal que se mantuvo durante tres temporadas sucesivas en Madrid, aparte de sus giras por provincias.
Un antecedente con el mismo título, pero de 1884, es el juguete en dos actos y en verso de Calisto Navarro y Ricardo Caballero, estrenado en el madrileño Teatro Martín el 1 de febrero de 1884.
En el terreno político el régimen republicano otorgó nuevos derechos cívicos y jurídicos a la mujer, lo que acrecentó la emancipación femenina y se tradujo en la liberalización de los cuerpos en las salas teatrales.
Durante la época republicana son muchas las obras de tono galante y pícaro que se representaron. Los cantables usaban con abundancia juegos de palabras de doble sentido y su puesta en escena se acompañaba con gestos y ademanes sugerentes que se fueron diluyendo durante el transcurso de la Guerra Civil, aunque más adelante retomaría fuerza de nuevo, si bien en unos horarios más intempestivos y conviviendo con el equívoco y ambiguo término del llamado "teatro culto"
En una de las revistas, aparecida en octubre de 1930, con el simpático nombre nombre de ¡Tararí!, publicada durante todo el periodo republicano hasta junio de 1936, se recoge una gran cantidad de informaciones, fotos y entrevistas dedicadas al mundo del espectáculo.
De dicha revista adjunto una foto donde se ilustra una de las escenas de la obra.
La exhibición del cuerpo femenino para el lucimiento personal de las vedettes y coristas significó un filón rentable de negocio donde una complaciente censura permitía esas picardías y el doble uso del lenguaje que se trasladaba incluso a los títulos de las obras, como: Las insaciables, Las cariñosas, Las luchadoras del amor, El 69 duplicado, El conejito de Atanasia, La isla de las almejas, El morrongo de Maruja, etc.
Los números cantables o bailables alcanzaron un éxito inusitado y esa es una de las razones por la que los avispados editores de pliegos de cordel incluyeran sus textos y los recogieran en este formato volandero y efímero para el uso y disfrute de un amplio sector de público.
Merecería dedicar una mayor atención los números musicales que alcanzaron vida propia y que, desgajados de las obras originales, adquirieron un protagonismo que hizo olvidar su procedencia consolidándose como canciones independientes.
Al acabar la guerra civil, la dictadura militar y su nuevo régimen impusieron una rígida censura que afectó a todos los espectáculos y en particular a la revista: al texto, a la música del género y a las vedettes que tendrían que taparse el escote, alargar los maillots y cubrir sus piernas con mallas, para preservar la moralidad y el decoro.
La revista, en suma, fue el género teatral más popular y frecuentado en la posguerra donde podían reconocerse ecos de la zarzuela, del sainete lírico, de la comedia ligera y hasta de un folklore de sentido nacionalista y de consumo, especialmente de corte andalucista o de jotas aragonesas. Este género teatral tuvo un enorme éxito, pues se cultivaba lo satírico y se apuntaban críticas, más o menos disimuladas, sobre la realidad cotidiana.
El pliego es, obviamente, «moderno» teniendo en cuenta la fecha del estreno de la revista y cuya pretensión no es otra que la de recoger los textos de algunos de los números musicales de más éxito.
©Antonio Lorenzo
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