Lámina que recoge una buena valoración de quien fuera un efímero rey de España y que dio paso a la I República española, proclamada por las Cortes el 11 de febrero de 1873 y que duró hasta el 29 de diciembre de 1874.
No fue fácil la búsqueda de un nuevo monarca tras la salida al exilio de la reina Isabel II destronada a raíz de los sucesos revolucionarios de septiembre de 1868. Varios de los candidatos propuestos para ostentar el trono de España no cuajaron, entre ellos el duque de Montpensier o el mismo general Espartero. Al final, y con el decidido apoyo del general Prim, Amadeo de Saboya, segundo hijo del rey de Italia, aceptó el compromiso siendo aprobado por las Cortes.
Su corto reinado no contó con el apoyo de la opinión pública ni con el de los distintos sectores políticos, así como tampoco por la nobleza ni por el clero, ya que su padre, el rey de Italia Víctor Manuel II, fue excomulgado por la iglesia católica después de que el ejército italiano tomara Roma el año 1870 y el papa Pío IX se vio obligado a retirarse al Vaticano.
Amadeo representaba y apoyaba un régimen liberal frente a los partidarios de la destronada Isabel II.
Pese a que en un primer momento contó con el apoyo de los progresistas, unionistas y demócratas, el fraccionamiento de estos grupos dificultó el desarrollo de su breve reinado. Durante el mismo, Amadeo I pretendió establecer un turno pacífico de gobierno entre las principales facciones en que se había dividido el partido progresista, aunque resultó un intento fracasado.
Algo más de dos años fue lo que duró su reinado y tras las luchas entre diversos sectores se vio presionado a presentar su renuncia ante las Cortes.
El papel moderador del monarca en la observancia de las prácticas institucionales y en el desempeño de sus funciones arbitrales no lograron impedir las disputas entre conservadores y radicales, llevando al fracaso el primer intento de experiencia monárquico-democrática de la historia de España.
«Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos ha que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatiros; pero todos los qué con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la nación son españoles, todos, invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cual es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. …Nadie achacará á flaqueza de ánimo mi resolución. No había peligro que me moviera a desceñirme la Corona si creyera que la llevaba en mis sienes para bien de los españoles, ni causó mella en mi ánimo el que corrió la vida de mi augusta esposa, que en este solemne momento manifiesta, como yo el vivo deseo de que en su día se indulte a los autores de aquel atentado. Pero tengo hoy la firmísima convicción de que serían estériles mis esfuerzos e irrealizables mis propósitos. Estas son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la nación; y en su nombre a vosotros, la corona que me ofrecía el voto nacional».
(Fragmento del discurso de abdicación de Amadeo I ante las Cortes)
La idea principal que recorre el texto es su clara referencia a la constante división entre los distintos sectores políticos que debían haberle apoyado durante su reinado, a que no hay enemigos exteriores, sino que es la continua debilidad interna entre los partidos políticos, junto a las tensiones que provocaban los carlistas o republicanos la causa principal de su abdicación al trono de España.
La lámina reproducida se hallaba en venta en la que parece ser la casa particular de Marcos Bargalló, distribuidor de este tipo de documentos y no sabemos si fuera además impresor o editor. Aunque no consta la fecha, todo parece indicar de que se trata del año 1873 tras la reciente abdicación del rey.
©Antonio Lorenzo
Al leer la presente lámina, me ha llamado la atención la referencia a la bandera: "rojo, blanco y también morado es ya de España el pabellón".
ResponderEliminarTenía entendido que durante la Primera República se mantuvo como bandera la rojigualda, cambiándose tan sólo sólo el escudo.
He echado un vistazo en internet y he efectivamente hay alguna referencia a la bandera tricolor citada en la lámina. En Google Imágenes he encontrado este enlace de youtube con referencia a la bandera e himno propuestos para la Primera República Federal: https://images.app.goo.gl/5zF5MwmNtDNsERSZ6.
Habría que acudir a la documentación oficial para aclarar cuál fue efectivamente la bandera de la Primera República.
Pero, a modo de prueba apócrifa, decir que en la representación alegórica de la Repúbica (ilustración de la revista La Flaca) se puede ver al fondo un arco iris con los colores rojo, amarillo y rojo.
Puede ser que la tricolor fuese la bandera de los federalistas, partidarios de romper con toda simbología borbónica. Y que los unionistas optaran por la rojigualda.
Gracias por su comentario y observaciones sobre la bandera de la Primera República.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué interesantes son los contenidos de este blog Almanaque. Cuánta información y cuánto se aprende de nuestra historia y costumbres. Una maravilla, un lujo a nuestro alcance.
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