viernes, 15 de marzo de 2024

Monstruo que se apareció a tres marineros en la isla de Escocia

 

Este pliego, impreso en Madrid, está fechado en el año 1712, coincidente con la Guerra de Sucesión española (1701-1714) como consecuencia de la muerte sin hijos de Carlos II y por la búsqueda de un nuevo rey para España entre los partidarios del Archiduque Carlos de Austria (de la Casa de los Habsburgos) y los del nieto de Luis XIV de Francia, Felipe de Anjou (de la Casa de Borbón). La cuestión sucesoria originó una grave crisis política y social que dio lugar a sublevaciones y guerras civiles entre los partidarios al reconocimiento del rey de España de una u otra Casa. La fecha de 1712 que figura en el pliego es importante para contextualizar su intención y contenido, ya que se pronuncia alabando abiertamente a Felipe V, al que se reconocerá como rey consolidado y absoluto por las potencias extranjeras tras las revisiones del Tratado de Utrech (1713-1714), aunque sin resolver las discrepancias internas.

La nueva entronización de la dinastía borbónica supuso en un primer momento la pérdida de las posesiones españolas en Italia, Países Bajos, Gibraltar y Menorca, así como parte del control comercial establecido con América como consecuencia de las concesiones y prerrogativas concedidas a los británicos.

El interés por lo monstruoso puede rastrearse desde tiempos inmemoriales, aunque es en el llamado Siglo de Oro donde esta temática alcanza su mayor plenitud a través de diversos tratados de teratologías o bestiarios donde se nos presentan monstruos o seres deformes que se alejan de lo considerado como lo propiamente normal. A lo largo de los siglos XVI y XVII las principales fuentes informativas sobre los seres monstruosos proceden de las llamadas relaciones de sucesos, gacetillas o papeles noticieros que circulaban en la época con interpretaciones político-religiosas, acompañado todo ello con atrayentes ilustraciones. El carácter híbrido de estas noticias constituye todo un entramado socio-cultural y comercial que invita a una amplia y adecuada contextualización, tal y como se desarrolla de forma documentada y amena en el fundamental libro de Luciano López Gutiérrez: Portentos y prodigios del Siglo de Oro (Maravillas de la naturaleza, lugares insospechados, historias misteriosas, duendes, licántropos, brujas, espectros, monstruos, luces extrañas...), Ediciones Nowtilus S.L., Madrid, 2012.

Durante los siglos XVII y XVIII las relaciones de sucesos sobre seres deformes o sujetos monstruosos se continuaron difundiendo en pliegos de cordel hasta llegar incluso a todo lo largo del siglo XIX debido a la fascinación que producían estos extraños seres como anunciadores de algo, lo que despertaba interés en el público consumidor.

Como ejemplo, el pliego reproducido nos da cuenta de la conversación que tuvieron tres marineros en una isla de Escocia con un monstruo, medio hombre y medio pez y portador de extrañas señales, donde se ensalza la figura de Felipe V como rey de España junto a su primera mujer, María Luisa Gabriela de Saboya, madre de Luis I y de Fernando VI, que llegarían a ser reyes de España. A su vez, se denigran con veladas críticas las sectas luteranas y se elogia a la fe católica. Este tipo de pliegos sirvieron como instrumentos de propaganda política en relación con las creencias religiosas según el contexto sociopolítico. El monstruo en cuestión viene a ser, de una forma solapada, una especie de advertencia respecto a los protestantes y un enaltecimiento de la monarquía y las creencias católicas.





Ejemplos de ilustraciones de pliegos posteriores






©Antonio Lorenzo


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