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sábado, 6 de julio de 2019

Un noble caballero «galán de monjas» es despedazado por dos mastines


La figura arquetípica del «galán de monjas» ya se perfila en la curiosísima obra de Antonio de Torquemada (no confundir con el inquisidor Tomás de Torquemada) Jardín de flores curiosas, publicado por primera vez en Salamanca en 1570, donde en uno de los diálogos del tratado tercero que componen la obra, se nos narran los amores ilícitos de un caballero rico y principal que se trataba de amores con una monja y donde ya aparece el motivo de la «contemplación del propio entierro» y cómo el demonio, en figura de dos mastines, le acabaron despedazando.

Lope de Vega en La buena guarda (1610) cuenta la historia de la monja seducida que abandona el convento para seguir a su galán, pero sigue siendo muy devota, así que la Virgen se apiada de ella y toma su lugar en el convento, para que nadie note su ausencia, hasta que la monja vuelva arrepentida.

Agustín Durán, en el tomo II de su famosa recopilación Romancero general o colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII (números 1271 y 1272) reproduce dos anónimos pliegos sueltos con el título de Lisardo, el estudiante de Córdoba, que desarrolla parecido tema y donde el seductor Lisardo también contempla su propio entierro. Historia aprovechada posteriormente por Espronceda en El estudiante de Salamanca, aunque su desarrollo más acabado nos conduce al célebre Don Juan Tenorio, de Zorrilla, donde la figura de la monja enamorada resulta altamente sugerente y atractiva para la mentalidad romántica. El personaje del don Juan es una recreación, como se ha señalado repetidamente, de la figura creada anteriormente por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla, donde su don Juan acaba abrasado en el infierno, mientras que el don Juan de Zorrilla muere tras arrepentirse y redimido por el amor.

El pliego reproducido es claramente deudor de la historia que ya venía apuntada en el libro de Torquemada y de su posterior desarrollo en obras de teatro y en pliegos sueltos. El impreso fue editado en Valencia por la imprenta de la viuda de Gerónimo Conejos.

Como señala Serrano Morales, José Enrique en su Diccionario de las imprentas que han existido en Valencia, desde la introducción del arte tipográfico hasta el año 1868; Valencia, Imprenta de F. Domenech, (1898-1899), pág. 89 y ss., anota que Jerónimo Conejos comenzó a imprimir hacia 1743. Tras su fallecimiento, en octubre de 1746, continuó con la labor impresora su viuda, fallecida probablemente hacia 1754 y continuada a su vez por sus herederos. El pliego, pues, aunque carece de fecha de impresión, hay que considerarlo anterior a 1754.

La misma historia en forma de pliego también fue editada posteriormente en Madrid por la imprenta de Andrés de Sotos, sin año, impresor que desarrolló su actividad entre los años 1764 y 1792 y del que reproduzco la xilografía de su edición.






©Antonio Lorenzo

viernes, 14 de junio de 2019

Partos asombrosos y nacimientos extraordinarios [V]


El interés de los pliegos por los sucesos sensacionalistas queda bien reflejado en esta relación que recoge la ajetreada vida de las gemelas siamesas Millie y Cristina. El fenómeno de los gemelos, y más si son siameses compartiendo algún miembro como en este caso, siempre ha suscitado fascinación y alimentado tabúes sobre muchos y variados aspectos.



Las hermanas Millie y Christine McCoy nacieron un 11 de julio de 1851 en Carolina del Norte. Sus padres, Jacob y Monimia, quienes habían tenido otros siete hijos normales, eran esclavos de un herrero llamado Jabez McKay, quien no tardó en venderlas, junto a su madre, a un empresario circense para exhibirlas en los espectáculos que regentaba. Presentadas como «Las siamesas de Carolina» acabó vendiéndolas a un rico comerciante que las exhibió en pases privados a diversas personalidades. 

Tras una serie de peripecias acabaron puestas en libertad en Inglaterra, donde la esclavitud ya estaba prohibida, bajo la custodia de su madre. Las dos gemelas fueron poco a poco ingresando notables cantidades de dinero por exhibirse en espectáculos. Recibieron clases de protocolo, música, canto y baile, llegando a ser presentadas como «El ruiseñor de las dos cabezas».

Contratadas por P. T. Barnum, adquirieron enorme prestigio y popularidad participando en giras internacionales donde cantaban canciones escritas especialmente para ellas, al tiempo que una tocaba la guitarra y la otra el piano.

Contentas con su condición, en ningún momento se plantearon el separarse, puesto que con el dinero que les pagaban ayudaron al resto de sus hermanos, haciendo donaciones a instituciones benéficas y patrocinando, incluso, un colegio para niños negros.

Tras cumplir los treinta años se retiraron de tan ajetreadas giras. Millie enfermó de tuberculosis muriendo en octubre de 1912, y su hermana Christine a las pocas horas después, a la edad de 61 años.

Fue tal la popularidad de las hermanas que aparecen en numerosos grabados y estampas, como en el pliego reproducido, así como en el «ventall» o abanico catalán que también adjunto, junto a otras imágenes y muestras de su paso por el mundo.





©Antonio Lorenzo

lunes, 10 de junio de 2019

Partos asombrosos y nacimientos extraordinarios [IV]


Este pliego se aparta del estilo habitual de los mismos en cuanto a su lenguaje y autoría. El pliego está firmado por Calixto Navarro (hijo), autor del que nada sabemos ni si desarrolló su labor escritora en otros ámbitos.

El autor del impreso es hijo del que fuera prolífico escritor zaragozano Calixto Clemente Navarro y Mediano (1847-1900), al que se le atribuyen cerca de trescientas obras. Colaborador de músicos como Bretón, Valverde o Fernández Caballero, se dedicó a escribir profesionalmente obras teatrales, juguetes cómicos, monólogos, comedias y zarzuelas, así como a desempeñar funciones de empresario en los teatros madrileños Novedades y Recoletos. Acusado también de firmar obras ajenas y de disponer de «negros» para la elaboración de obras que luego supervisaba o revisaba el texto que luego se atribuía.

También fue precursor de integrar en sus representaciones cuplés sicalípticos a la usanza francesa, por lo que fue ampliamente denostado por párrocos, asociaciones familiares o gobernadores civiles, aunque no se consiguió su neutralización, ya que prosiguió de forma imparable, así como la cada vez más notoria presencia de bailes extranjerizantes.

Calixto Navarro (hijo) nació en 1877 o 1879, según se deduce de los escasos datos que dio a conocer su padre en unos apuntes autobiográficos:
«Me casé en 1875, fui padre en el 77; reincidí el 79 y tuve la inmensa desgracia de perder a mi madre en el 86. Rodeado de mi padre, mi mujer y mis dos hijos, vivo como puedo».
Calixto (hijo), comienza el pliego con el conocido recurso de falsa modestia de autoempequeñecerse por no ser poeta, sino un mísero coplero. Tras un largo preámbulo critica la intención desmesurada de procrear hijos mientras se detiene en alabar, con erotismo solapado, el atractivo físico de la figura de la mujer. Tras alguna opinión de carácter social pasa a relatarnos el parto de los seis gemelos, lo que aprovecha para obsequiarnos con el siguiente consejo:
                          «¡Echar mano al cuenta gotas
                          y cerrar el grifo tiempo!
                          Que aunque es muy grande este mundo
                          ya apenas en él cabemos.
                          Disminuir los bautizos!
                          ¡¡¡A ver si hay huelga de clérigos!!!»
 




©Antonio Lorenzo

lunes, 3 de junio de 2019

Partos asombrosos y nacimientos extraordinarios [III]


Uno de los pliegos que con mayor frecuencia se han editado sobre los partos asombrosos es el que recoge el extraordinario nacimiento de cinco hijos varones llevando cada uno de ellos una extraña señal distintiva. Todos los pliegos consultados coinciden en las señales que aporta cada niño, no así en cuanto a los nombres de sus padres o a la localidad donde se produjo tan fabuloso parto.

En todos los casos se trata de cinco varones. El primero de ellos nació con una espiga de trigo en la mano; el segundo, con dos espadas en su vientre en forma de cruz; el tercero, con una espiga de cebada; el cuarto, con un racimo de uvas en su mano derecha; y el quinto, con una vara en el muslo a modo de escopeta o trompeta,

Sobre el significado de tales señales poco podemos aventurar, pues el propio pliego no ofrece ninguna aclaración sobre el significado de tales símbolos y nos remite como fuente de autoridad a la obra de Antonio de Fuentelapeña El ente dilucidado, obra de la que ya dimos noticia en la entrada anterior.

Un pequeño repaso por los nombres y localidades de los padres es como sigue: en este primer pliego la mujer se llama Inés González, originaria de Montellano (Vizcaya) y casada con Francisco García. La misma historia se nos cuenta como sucedida en la localidad de La Unión (Murcia), cuya madre se llama María Gutiérrez. Otra versión sitúa los hechos en la localidad de Jalapa (Valencia), con igual nombre de la madre y casada con Isidro López. Algo más extraña es la lámina que recoge la misma historia, con María Gutiérrez de protagonista, pero sucedida en Xalapa, del reino de México.

Xilografía del pliego editado en Córdoba por Fausto García Tena
Aparte del sensacionalismo propio de la historia, donde acaban falleciendo tanto la madre como los cinco varones, la finalidad última es fomentar un acatamiento a la moral y a las buenas costumbres que postulan las prácticas de la iglesia romana.

Reproduzco varios ejemplo de tan singular historia. El primer pliego, donde se añaden unos lamentos fúnebres de relleno, se editó en Madrid y se reimprimió en Barcelona en la imprenta de Cristóbal Miró en 1863.





La siguiente lámina impresa a dos caras sitúa el parto en México y nos proporciona, incluso, la fecha del mismo: el 27 de febrero de 1803.



Añado otro pliego del mismo asunto editado en Murcia por la imprenta de Pedro Belda en 1892.





Para completar este recorrido reproduzco la portada del pliego que se hallaba a la venta en Sevilla en la librería de José Guillermo Fernández en 1891.


©Antonio Lorenzo

lunes, 27 de mayo de 2019

Partos asombrosos y nacimientos extraordinarios [II]


La fascinación por la teratología, esto es, por el estudio de las anomalías o deformaciones de los organismos, recogida por la literatura generalista o por la literatura popular impresa, ha propagado este tipo de noticias sensacionalistas, donde la venta y difusión de grabados e ilustraciones con seres deformes viene muy de atrás alimentando desde antiguo la curiosidad morbosa.

En 1573 vio la luz en París un famoso y renombrado tratado del prestigioso científico Ambroise Paré bajo el título de Des monstres et prodiges, donde se exponían admirables casos, como la existencia de un cordero con cabeza de cerdo, potros con cabeza humana o partos prodigiosos, que es el tema que nos ocupa en esta ocasión. Existe edición española: Ediciones Siruela, Madrid, 1987.

Paré se preguntaba no solo por la temporalidad del embarazo, por la duración de los meses de gestación, sino también por la cantidad considerada normal de criaturas que pudieran nacer.

«Todas las vezes que se han visto que algunas dellas han parido de un vientre mucho número de hijos, ha sido tenido tenido por cosa prodigiosa o a lo menos harto maravillosa».

Ambroise Paré, basándose en la autoridad de los autores clásicos, sostenía que los partos múltiples se debían, bien a la abundancia de semen que al dividirse podía producir gemelos, o bien a la existencia de varias celdas en el útero que permitían el desarrollo de varias semillas en el mismo.

Entre nosotros El Jardín de flores curiosas (1570), cuya primera edición estuvo a cargo de los hijos del leonés Antonio de Torquemada (1505-1569), nos ofrece y relata sorprendentes casos de partos prodigiosos.

En dicho libro Torquemada trata materias dispares, ya fueran de filosofía, teología o geografía, entremezclando hechos reales, ficticios, mitos y supersticiones, extraídos de diversos autores como Aristóteles, Alberto Magno o de diversas crónicas o libros de caballería. La presencia en su obra de ciertas figuras como el Preste Juan, demonios, hermafroditas o monstruos, manifiesta la preocupación del individuo del Renacimiento ante las consecuencias no previstas de la expansión territorial de España llevada a cabo en dicho periodo. También se detiene en considerar los viajes a América, las fuentes folklóricas y lo fabuloso.

Se conocen ediciones, aunque con ligeras alteraciones, variantes o erratas, de Zaragoza, Lleida, Lyon, Amberes, Venecia.

La obra gozó de gran difusión, aunque fue incluida en el Índice de los libros prohibidos por la Inquisición, primero en Portugal (1581), y después en España (1632).

La obra contiene seis tratados en forma de coloquios entre los interlocutores Antonio, Luis y Bernardo, deteniéndose el primero de los tratados en la descripción de estos partos, fragmento del que reproduzco parte.
ANTONIO: También yo me he maravillado mucho de oírlo, aunque Aristóteles dice que las mujeres de Egipto eran tan fecundas que parían tres y cuatro criaturas de un parto; y aunque no se declara, de éstas debían criarse muchas, que, de otra manera, no había para qué hacer tanta mención dellas. En nuestra España muchas veces se ha visto parir una mujer tres criaturas, y en un pueblo cerca de éste ha poco tiempo que una mujer parió cuatro, y en Medina del Campo, muchos años ha, fue pública fama haber parido, o por mejor decir, haber movido una mujer principal siete; y en Salamanca se dijo una mujer de un librero haber parido nueve. Y de esta manera en muchas partes debe haber acaescido, y aun otras cosas de muy mayor admiración; pero nosotros con estar, como dicen, acá en el cabo del mundo, ni las sabemos ni tenemos noticia dellas.
LUIS: No habéis leído vos a Plinio, pues decís eso. El cual dice que nacer seis hijos de un parto es muy cierto, aunque esto se tiene por cosa monstruosa, si no es en Egipto, donde las mujeres pocas veces paren uno solo; y que en Ostia una mujer parió de un parto dos hijos y dos hijas, todos vivos, aunque otros autores dicen que fueron ocho; lo cual se tuvo en Roma por señal de la gran hambre que luego sucedió. También dice que en el Peloponeso una mujer parió cuatro veces, cada vez cinco hijos, y que los más de éstos vivieron. Trogo Pompeyo más se alarga en los partos de las mujeres egiptianas, porque dice que paren muchas veces siete hijos, y que algunos de ellos salen hermafroditas. También Paulo Jurisconsulto escribe que de Alejandría trajeron al emperador Adriano una mujer, para que la viese, con cinco hijos vivos, los cuatro nacidos en un día, y el quinto, pasados cuatro días después del primero parto. Y Julio Capitolino dice que también otra mujer parió, en tiempo de Antonio Pío, cinco hijos vivos. Así que no es cosa nueva ni muy difícil de creer lo que aquí se ha tratado; y confírmalo lo que es fama pública que sucedió a una señora de las grandes de estos reinos; que, poniéndose a un parto, dijeron a su marido que había parido un hijo, y de ahí a un poco, que había parido otro, y dentro de pocas horas llegaron a decirle que había parido seis hijos; y él, como por vía de gracia, respondió a los que se lo decían: «Pues sacudilde a la puta vieja, que más dará»; y esto no es fábula, sino muy averiguado.
ANTONIO: Pues que tratamos y contamos las cosas dignas de admiración que en este caso de partos se han visto en el mundo, justo es que no pasemos en 20 silencio lo que escribe y refiere Nicolao de Florencia en el sermón sexto por autoridad de Avicena en el nono De animalibus: que una mujer había parido en un mal parto setenta hijos figurados; y asimesmo refiere a Alberto Magno, el cual dice que un médico por cosa muy cierta le contó que, siendo llamado en una ciudad de Alemaña para la cura de una señora, vio que pariera de un parto ciento y cincuenta hijos envueltos todos en una red, los cuales eran tan grandes como el dedo pequeño de la mano, y que todos ellos salieron vivos y figurados.
Bien entiendo que estas son cosas difíciles de creer a los que nos las ovieren visto, pero hácelas posibles ser cosa muy notoria y averiguada; aunque, cierto, es más admirable que todas lo que sucedió a la princesa, o, según otros, condesa Margarita en Irlanda, que parió de un parto trecientos y sesenta y seis hijos, todos vivos y tamaños como unos ratones muy pequeños; los cuales en una fuente o vasija de plata, que hoy día para memoria de esto está en la iglesia de aquella isla, fueron baptizados por mano de un obispo, y nuestro invictísimo césar Carlos Quinto la tuvo en sus manos y averiguó ser esto verdad por muchos y muy claros testimonios. Muchos autores dignos de fe escriben esto, especialmente Enrico Buceburgense, Bautista Fulgoso y también Luis Vives, el cual dice que la causa de este prodigio fue la maldición de una mujer pobre que traía muchos hijos, y, llegando a pedir limosna, la Margarita le dijo que no era posible que aquellos hijos fuesen sino de muchos padres, y la pobre respondió que suplicaba a Dios que le diese tantos hijos de un padre, que ni pudiese conocerlos ni criarlos.
BERNARDO: Yo pienso que otra cosa semejante que ésta ni se ha visto ni oído en el mundo, y, cierto, la naturaleza en ella salió y excedió mucho de los límites ordinarios. El juicio dello dejémoslo a quien lo hizo, que es el mesmo Dios, que consintió y permitió concebirse tantas criaturas....
Otro autor fundamental que trató todo tipo de sucesos prodigiosos, entre ellos los partos extraordinarios, es fray Antonio de Fuentelapeña en su heterogénea obra El ente dilucidado (1676). Dicha obra se fundamenta, entre otras otras muchas, en la Historia natural de Plinio y en obras de Aristóteles, Estrabón, Alberto Magno o san Isidoro, con la finalidad de otorgar autoridad sus indagaciones. El libro se ocupa de la existencia de trasgos, duendes y otras criaturas imaginarias sobre las que trata de dar explicaciones.  También se detiene apresuradamente en la leyenda de la famosa princesa holandesa que parió 366 hijos según se recoge en el pliego reproducido en la entrada anterior.

Preguntándose Fuentelapeña, en su Duda XIV, de dónde venga la monstruosidad de los partos, entresaco estos párrafos de la magnífica y actualizada edición moderna a cargo de Arsenio Dacosta  y editada por el Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo», 2006.

312.- Supongo que el parto puede ser monstruoso, o por razón del tiempo largo, o por razón del tiempo breve, o por razón de la multiplicidad, o por la cualidad; y otras circunstancias de la criatura; de todo lo cual iré poniendo ejemplo.
313.- Por razón del tiempo largo, porque aunque el tiempo connaturalismo de salir a luz la criatura suele ser el noveno mes, con todo eso, algunos nacen al décimo según Hipócrates, otros al onceno según Aristóteles, otros al catorceno según Avizena y Pedro Aponense; y otros más tarde, pues según Alberto Grantz y Nieremberg. La duquesa de Vendale estuvo preñada dos años y al cabo parió un muchacho que andaba y hablaba.
314.- Por razón del tiempo breve, porque unos nacen al séptimo mes, otros al quinto, y otros al cuarto, según Peramato. Aquí se reducen los que dentro del útero materno, hablan, lloran, saltan, anticipando el sentido o animación, como se ha visto no pocas veces.
315.- Por razón de la multiplicidad, porque unas paren a tres, otras a cuatro, otras a siete en Egipto, otra parió 22 de una vez, otra 36, otra 150, otra 164, y la condesa de Holanda parió de una vez 366, como lo testifica Alberto Magno, Andreas Eborense, Gicciardino, Huerta y otros muchos.
316.- Por razón de la cualidad, y otras circunstancias de la criatura, porque según Livio en Frusino nació un niño tan grande como lo son otros de cuatro años; según Grantz, citado arriba, de la duquesa de Vendale nació otro, que andaba y hablaba; otro nació en Sagunto el año que fue destruída de Aníbal, que en naciendo se volvió a entrar en el vientre, como lo dice Plinio. Según Nieremberg, otro niño nació con tales cualidades, que de tres años tenía tantas fuerzas como otro de veinte; y otro, que en espacio de siete años creció, fue mancebo, varón, viejo, casóse, engendró un hijo y se murió. De todas las cuales monstruosidades se pregunta la causa de que procedieron o pudieron tener ex supposicione de su verdad, de la cual abstraigo. Esto supuesto.
317.- Respondo lo primero que la monstruosidad de los partos por razón del tiempo largo o breve en que salen a luz (si es que la dicha debe decirse monstruosidad) proviene de la templanza del vientre, y de la fuerza y debilidad de la criatura. Porque si el vientre es seco y duro, y la criatura débil, tarda más tiempo del ordinario en romper las ataduras fuertes con que está ligada y asida; el cual tiempo será más prolongado, cuanto fuere más la dureza o sequedad del vientre, o menor la fuerza de la criatura. Y al contrario siendo el vientre húmedo y blando, y la criatura fuerte, suele nacer, antes de lo ordinaria, más o menos, conforme fuere el exceso de humidad y blandura en el vientre, o la debilidad en la criatura. Pero siendo lo uno, y lo otro en debida proporción, nace al noveno mes, que es el connaturalísimo, como ya dije.
El famoso libro fue objeto de crítica por el racional benedictino Benito Jerónimo Feijoo, quien reprobaba la credulidad del autor. Iniciaba el discurso IV (Duendes y espíritus familiares) del tomo III de su Teatro crítico universal con estas palabras:
«El Padre Fuente de la Peña, en su libro del Ente dilucidado, prueba muy bien que los duendes ni son ángeles buenos ni ángeles malos, ni almas separadas de los cuerpos. La principal razón es que los juguetes, chocarrerías y travesuras, que se cuentan de los duendes, no son compatibles ni con la majestad de los ángeles glorioso, ni con la tristeza suma de los condenados. Esta razón milita del mismo modo respecto de las almas separadas, porque éstas o están en gloria o en pena..; infiere el citado autor que son cierta especie de animales aéreos, engendrados por putrefacción del aire y vapores corrompidos».
Como es notorio, los pliegos de cordel no fueron ajenos a este tipo de sucesos. Reproduzco este «Caso raro», editado en Barcelona en 1846 por la imprenta de Miguel Borrás, donde se narra el parto prematuro de nueve niños en el transcurso de un viaje entre Tarragona y Barcelona. Los nueve niños, que murieron tras el parto, fueron recogidos en una redoma, como se recoge en la ilustración.





©Antonio Lorenzo

lunes, 20 de mayo de 2019

Partos asombrosos y nacimientos extraordinarios [I]

Ilustración de la leyenda de Margaret de Henneberg y sus 365 hijos
Sobre los partos múltiples, sus creencias y explicaciones asociadas, existe una abundante bibliografía que remonta a la antigüedad grecolatina y que se ha mantenido tanto en fábulas como en leyendas. También se hallan presentes en el imaginario colectivo de distintas sociedades de una forma recurrente y que, en nuestro caso, han sido recogidas en una serie de pliegos de cordel, tal y como iremos repasando en esta y en sucesivas entradas.

Sobre el origen de estos sucesos cada cultura ha ido desarrollando interpretaciones diferentes sobre las causas o motivaciones de estos nacimientos excepcionales. La literatura popular impresa se hizo eco enseguida de estos casos para difundirlos a una población ávida de acontecimientos fuera de lo común. No hay que olvidar, a la postre, que se tratan de productos comerciales cuya finalidad era el despertar el interés del público lector u oyente acentuando el sensacionalismo de lo tratado y otorgando importancia a los grabados que acompañan el texto. La fuerza de la cultura visual de los grabados tiene como fin la de conmover, impresionar o producir fascinación al receptor.

Una causa general o explicación de estos sucesos tiene que ver con una especie de castigo a causa de un mal comportamiento, lo que nos llevaría a considerarlos, con las debidas cautelas, como ejemplos funcionales de sentido moralizante. La explicación sobre los partos múltiples estaba asociada a la creencia de promiscuidad de la mujer al haber mantenido relaciones con muchos hombres, creencia muy arraigada en el imaginario popular.

Poco a poco iré desgranando a grandes rasgos referencias a la tradición literaria de los partos asombrosos y a sus creencias asociadas. Para entrar en materia, comienzo con un pliego del siglo XVII, impreso en Madrid en 1633 por los herederos de Diego Flamenco y reimpreso en Sevilla por Manuel de Sande.

En él se recogen varias composiciones, dos de las cuales se refieren propiamente a la descripción de partos múltiples, reimpresas en numerosas ocasiones con más o menos variantes. El contenido del pliego es el siguiente:
1. Relación muy verdadera, en que se da cuenta de una mujer natural de Sevilla, que en tiempo de doce años que hace que es casada, ha parido cincuenta y dos hijos, y hoy en día está viva. Compuesto por el licenciado Fernando Álvarez.
2. Cuenta de una señora muy principal de Irlanda, que parió trescientos setenta hijos en una fuente de plata, y los bautizaron: y esta fuente se la enseñaron al Emperador Carlos V, por caso prodigioso.
3. Lleva al cabo una Enigma muy curiosa, y un romance nuevo de los mejores que hasta ahora han salido.
4. Romance nuevo de los mejores que hasta ahora han salido
Comentarios

1. La primera relación se dice compuesta por el licenciado Fernando Álvarez, del que no he logrado encontrar datos sobre el mismo. En dicha relación se describe el caso de una mujer, natural de Sevilla, que, tras estar casada doce años, ha parido a cincuenta y dos hijos.

2. Sobre la mujer que parió trescientos setenta hijos, conocemos un claro antecedente literario en la Rosa Gentil del valenciano Timoneda (ca.1520-1583). Sabemos que Joan Timoneda, aparte de su original producción literaria, fue un recopilador y editor de numerosos romances, entre ellos este que nos ocupa donde se trata de neutralizar la sospecha de que los nacimientos múltiples eran consecuencia de que la mujer había tenido relación con muchos hombres, teniendo los cronistas buen cuidado en resaltar la intachable decencia de personajes nobles en cuanto a que su descendencia provenía de un único padre.

La leyenda ya se conocía fuera de nuestras fronteras y atribuida a la condesa Margaret de Henneberg. Según dicha leyenda la altiva condesa recriminó a una pobre mendiga que llevaba gemelos achacándola de que deberían ser fruto de padres diferentes. Ofendida la mujer, rogó a Dios que castigase a la desdeñosa condesa haciéndola parir tantos niños como días tiene el año, dando a luz un total de 365 niños el Viernes Santo de 1276 (leyenda retocada en el romance donde se habla de 370 niños). Esta leyenda medieval aún se mantiene viva y tiene su correspondencia en una tablilla conmemorativa donde aparecen los dos supuestos cuencos de madera donde fueron bautizados los niños y conservada en la iglesia de Loosduiden, cerca de La Haya, lugar de peregrinación adonde acuden las mujeres infértiles para lograr una pronta descendencia.


La adaptación de la leyenda recogida y reelaborada por Timoneda, y reproducida en el pliego, sitúa los hechos en Irlanda y con un desarrollo algo distinto, como el que el señor obispo bautizó a todos los niños, que eran pequeños como ratoncillos, en una fuente de plata para mostrárselos nada menos que al emperador Carlos.


Este romance se asocia con el Tipo 762 de la conocida clasificación de cuentos tradicionales elaborada por Aarne-Thompson, del que existen versiones orales, tanto españolas como de fuera de nuestras fronteras.

Lope de Vega aprovechó esta leyenda popular para escribir su comedia Los porceles de Murcia donde entremezcla elementos legendarios e históricos.

3. Enigma muy curioso. Fragmento entresacado de la comedia El mayor imposible, ambientada en Nápoles, Acto I, escena II, de Lope de Vega (1562-1635).

4. El candado. Fragmento entresacado de la novela Lisardo enamorado de Alonso de Castillo Solórzano (1584-ca.1648)












©Antonio Lorenzo