martes, 20 de octubre de 2015

Santos protectores y sanadores: Santa Apolonia, abogada contra el dolor de muelas


Las primeras referencias sobre el martirio de santa Apolonia (siglo III d.C.) son las recogidas por Dionisio de Alejandría en carta dirigida a Fabio, obispo de Antioquía, donde relata el motín sucedido en Alejandría y las torturas, entre ellas a la anciana virgen Apolonia, a las que fueron sometidos numerosos cristianos.


De dicha carta se hizo eco Eusebio de Cesarea en su Historia Ecclesiae (VI, 41,7) donde se refiere a la persecución sufrida por santa Apolonia.


Santiago de la Vorágine, en su célebre Leyenda Dorada, desarrolló la historia situándola equivocadamente en tiempos de Decio. Sin embargo, dada su enorme difusión ha sido la base de casi todas las referencias acerca de la santa, que fue canonizada por el Papa Marcelino en el año 299.

La descripción de su martirio, recogido por los autores citados,  cuenta que para no renunciar a su fe, la anciana Apolonia se arrojó voluntariamente a la hoguera donde murió quemada.

La tardanza en su canonización, casi cincuenta años después de su muerte y oscurecida durante un tiempo, puede ser debida al debatido problema del suicidio de la santa que no encaja bien con un martirio ejecutado por manos ajenas, ya que en la iglesia no se contempla el apresurar el propio fin.


Santa Apolonia en Iglesia de St. Ágata en Bérgamo

Tradición apócrifa y localista



Hay una tradición local, claramente apócrifa, que sostiene que santa Apolonia nació en Barcelona. Dicha tradición, tal y como la recoge el ilustre etnógrafo y folklorista Joan Amades en el volumen I de su Costumari català: el curs de l'any (vol. 1), describe a Apolonia como una desdichada mujer que tuvo que hacerse monja dominica para alejarse de su violento marido. Tras una visión, regresó a su casa para asumir estoicamente su sufrimiento. Acabó siendo víctima de la violencia de género de su marido, que, de dos bofetones que propinó a Apolonia sin mediar palabra le arrancó todos los dientes, pues al parecer tenía muy mal carácter.

Esta disparatada historia, que si no fuera por la misoginia que encierra mueve más a la hilaridad que a otra cosa, es un ejemplo más de la apropiación localista de un santo para satisfacer la devoción de los fieles de una determinada región.

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Durante los siglos XV y XVI las representaciones de la santa se multiplicaron favorecidas por las disposiciones de Trento en orden a fomentar la devoción de los fieles.


Ejemplo curioso de la representación del martirio de la santa por la gran cantidad de detalles, se encuentra recogida en la miniatura elaborada por Jean Fouquet (entre 1452 y 1460) recogida en el Libro de Horas de Étienne Chevalier, miniatura de la que reproduzco la escena principal.

En la escena central se ve a la santa vestida con una larga túnica blanca, símbolo de pureza y castidad. En la parte inferior se ven a dos verdugos que atan a la mártir mientras otro le inmoviliza la cabeza tirando de su cabellera. A su vez, otro verdugo que porta unas larguísimas tenazas le arranca los dientes. A la izquierda se aprecia una especie de bufón de la corte que se va bajando los calzones en actitud de desprecio o de defecación. A su vez, el emperador Decio con su vara de mando y acompañado de algunos cortesanos, trata de que la santa abjure de su fe mientras el regidor, con una vara en la mano y un libro en la otra dirige la escena con el acompañamiento de los músicos.


Otros hermosos ejemplos de la representación de la santa se encuentran en el manuscrito iluminado en pergamino con bellísimos bordes decorados del Libro de Horas de Charles VIII y en el Libro de Horas de Uso.



Reproduzco otros ejemplos de la numerosa iconografía de la santa.














Grabado de Albert Durero
Estampa popular




















Giuseppe Maria Crespi (1665-1747) - S. Apollonia
Por la calidad de su ejecución, reproduzco una obra a buril del grabador flamenco Adriaen Collaert (ca. 1560-1618). La escena representa a Apolonia, ya anciana, sentada con un libro sobre su rodilla derecha y la palma del martirio en su mano izquierda; al fondo y a la izquierda del espectador se aprecia un paisaje con la hoguera. La escena se encuentra rodeada de un marco ornamental con flores y aves.


Del pintor italiano Guido Reni (1575-1642) estas dos escenas de la vida de santa Apolonia: De niña en oración y su martirio.


Una representación de la santa que se aparta considerablemente de los 'cánones' habituales es la propuesta por Francisco de Zurbarán (1598-1664). Zurbarán dedicó muchos de sus cuadros a representar a santas conocidas, todas ellas bajo una mirada diferente, pues puso el acento en su feminidad y en su plenitud de lozanía con majestuosos trajes de ricos paños y tocadas con delicadas joyas. De esta forma evitaba reflejar el dolor de su martirio y dotar de realismo a sus imágenes. Sus trajes han servido de inspiración a modistos contemporáneos de reconocido renombre.

De la casi veintena de santas que inspiraron a Zurbarán, encontramos la de santa Apolonia, de la que reproduzco el cuadro completo y me detengo en el detalle de lo que pudiera ser el reflejo de la belleza ideal: rostro de forma ovalada, de grandes ojos negros, boca pequeña y mejillas sonrosadas.




Zurbarán - Santa Apolonia (detalle)


Referencias literarias y populares a la oración de santa Apolonia

La oración a santa Apolonia, como abogada contra el dolor de muelas, aparece citada en un diálogo de El Quijote:



También en el Acto IV de La Celestina en una conversación con Melibea:


La tradición oral ha conservado oraciones buscando la intercesión de la santa para aliviar los dolores de muelas. Recogida en diversos lugares y con muy ligeras variantes la oración es más o menos como sigue:
A la puerta del cielo, Polonia estaba
y la Virgen María por allí pasaba.
-Polonia, ¿qué haces? ¿duermes o velas?
-Señora mía, ni duermo ni velo
que de un dolor de muelas me estoy muriendo.
-Por la estrella de Venus y el sol poniente,
por el Santísimo Sacramento que tuve en mi vientre:
¡que no te duela más ni muela ni diente!
Otras, más cercanas al conjuro que a la oración son las siguientes; la última, claramente inapropiada en boca de la santa.
Santa Polonia bendita, el que no la rece
aunque le duelan las muelas que no se queje.
Santa Apolonia bendita, quítame el dolor de muelas,
y por tu gracia y poder haz que ya no me duelan.
Santa Polonia bendita
a mí me duelen las muelas,
yo no puedo comer pan.
-Pues entonces come mierda.

Estampas y gozos populares


Ilustración de 'El santo de cada día' (edit. Edelvives, 1946)




































Para acabar esta aproximación a la figura de santa Apolonia no quiero dejar pasar la ocasión de citar lo que escribiera el padre Feijoo en su Teatro crítico universal en alusión burlesca a la gran cantidad de dientes conservados como reliquias que los cristianos recogieron entre los restos de la hoguera donde se consumió la santa.
"Concluyamos este Discurso con dos chistes de hecho. Está extremamente vulgarizado, que un Papa, advirtiendo los muchos dientes (supuestos), que había de la Virgen, y Martir Santa Apolonia, expidió un Edicto por toda la Cristiandad, ordenando, que cuantos se hallasen fuesen remitidos a Roma; y que ejecutado fielmente el orden del Papa, entró en aquella Ciudad tanta cantidad de dientes de Santa Apolonia, que cargaban un carro. Yo tengo esto por cuento, y juzgo que jamás hubo tal Edicto Pontificio. Lo que discurro es, que esta fama tuvo su origen en Martin Kemnicio, Autor Luterano, el cual en un tratado, que escribió de las Reliquias, a fin de hacer odiosa, y vana la adoración, que les da la Iglesia Católica, refiere, que un Rey de Inglaterra expidió el orden, que la voz común hoy atribuye al Papa, y que solo en el ámbito de la Gran Bretaña se hallaron tantos dientes de Santa Apolonia, que hubo con que llenar muchos toneles. [350] No por eso asiento a que sea verdadera la relación del Kemnicio; antes es sin comparación más inverosímil, que la que corre en el Pueblo. Mucho es, que de toda la Cristiandad se juntase un carro de dientes de Santa Apolonia; pero que en sola la Isla de Inglaterra hubiese dientes para llenar muchos toneles, es totalmente increíble. Sin embargo, es verosímil, que aquella fábula se derivó de ésta mudando la circunstancia de lugar, y la persona." (VI, 10)

Relicario con diente conservado en Oporto
Mandíbula en la catedral de Brindisi


















Antonio Lorenzo

sábado, 17 de octubre de 2015

Por maltratar a su madre se le enrolló como castigo una serpiente a la garganta

Leonardo Alenza (1807-1845) - Escena a la puerta de una venta
Pliego donde se narra el castigo de Dios al hijo desagradecido por tratar mal a su madre haciendo que una serpiente se le enroscara en su garganta, lo que le produjo grandes dolores durante algo más de tres meses. Por sus oraciones acabó viéndose libre de ella y, arrepentido, se trasladó a un desierto para hacer penitencia comprendiendo al fin el deber de amar y de respetar a los padres.

Tan escabroso e inverosímil pliego (s.a.) fue editado en Valladolid por la conocida imprenta de Santarén.





Antonio Lorenzo

martes, 6 de octubre de 2015

Santos protectores y sanadores: san Roque, abogado contra la peste

Escultura de Víctor Quintanilla en San Roque (Cádiz)
¿Quién no conoce el trabalenguas que pone a prueba a quien no pronuncia la erre?

                                            El perro de san Roque
                                            no tiene rabo
                                            porque Ramón Ramírez
                                            se lo ha cortado.


Pues bien, el famoso perro de san Roque, que al parecer se llamaba Melampo y al que Ramón Ramírez le cortó el rabo, se sustenta en la leyenda que habla de una fuerte epidemia de peste donde las personas acudían a orar y a refugiarse a la ermita de san Roque. El avispado santero aprovechaba para venderles unos polvos mágicos que incluían ciertas hierbas curativas y raspaduras de rabo de perro. Tanto y tanto se les fueron cortando los rabos a los perros para fabricar el supuesto 'ungüento mágico' que acabo por dejar sin rabo al perro del santo. Al menos queda constancia, según la leyenda, de que Melampo perdió el rabo por una buena causa.

Tampoco son ajenas algunas coplas populares que mencionan al santo y a su consabido perro:

                                           Por decir 'Viva san Roque'
                                           me metieron prisionero,
                                           y ahora que estoy en prisiones
                                           ¡Viva san Roque y el perro!

                                           Arrímate a mi viña
                                           que soy san Roque
                                           que si viene la peste
                                           que no te toque.


Los juegos y cantos infantiles también se han hecho eco en sus rimas a determinados santos. Doy unos ejemplos:

                                          San Antón con su bastón
                                          a san Roque pegó un palo;
                                          san Roque le achuchó al perro
                                          y al gorrino mordió el rabo.

                                          San Antón perdió el cochino,
                                          san Roque la calabaza,
                                          y tú perderás el moño,
                                          serrana si no te casas.

                                          San Sebastián fue francés
                                          y san Roque peregrino,
                                          y lo que tiene a los pies
                                          san Antón es un cochino

                                          San Roque tenía un perro
                                          que le guardaba los pasos,
                                          y cuando venía el lobo
                                          el perro siempre ladraba.

La frase 'San Roque, San Roque, que este perro no me mire ni me toque' se hizo popular durante una epidemia de rabia, por lo que el santo era invocado como protector.

El refranero agrícola también recoge alusiones a san Roque, de los que doy unos ejemplos:

               - Cuando san Roque vuelve la espalda, el tiempo cambia
               - Por san Roque la avellana se recoge
               - Pasados os Remedios e san Roque, xa non hai sesta ni merendote
               - Por Santiago a segar, y en llegando san Roque la paja en el pajar
                  y el trigo en el desván

La iglesia católica celebra el día 16 de agosto la festividad de san Roque (Montpellier, c.1295-1327), peregrino occitano canonizado por Gregorio XIV en 1584. Fue peregrino en Italia dedicándose a curar a los infectados por la peste y toda clase de epidemias. Es también protector de peregrinos, enfermeros y cirujanos, entre otros.

En 1477, en ocasión de otra epidemia de peste, se fundó en Venecia una cofradía bajo su honor que se dedicó al hospedaje de enfermos de peste siendo conocida como Confraternità o Scuole di San Rocco. Dicha agrupación fomentó la devoción al santo construyendo capillas y más centros de acogida por toda Italia y por el resto de Europa.

Muchas de estas tradiciones no tienen fundamento, pero han impulsado la devoción al santo al acercarle a la vida cotidiana del pueblo. No nos ha de extrañar, por tanto, que se nos diga que el propio San Roque hizo el camino de Santiago y visitó Compostela.

La leyenda cuenta que, cuando nuestro santo se trasladó al bosque para no infectar de esta manera a los vecinos de Piacenza, recibía cada día la visita de un perro que le llevaba un panecillo. El animalito lo tomaba cada día de la mesa de su amo, un hombre rico llamado Gottardo Pallastrelli, el cual, después de ver la escena repetidamente, decidió un día seguir a su mascota. De esta forma, penetró en el bosque donde encontró al pobre moribundo. Ante la sorpresa, se lo llevó a casa, lo alimentó y le hizo las curaciones oportunas. El mismo Gottardo, después de comprobar la sencillez de aquel hombre y de haber escuchado las palabras del evangelio que le enseñó, decidió peregrinar como él.

Más dudosa es la atribución del nombre de Melampo al perro. Melampo era el nombre de un antiguo adivino griego que de niño encontró una serpiente muerta y la enterró con honor. Sus crías como agradecimiento le lamieron (como hacía el perro con san Roque) las orejas otorgándole el don de entender el lenguaje de las aves y conocer el futuro. Sea como sea, el nombre de Melampo ha quedado asociado y consolidado a la figura del santo protector, ya sea con rabo o sin él.

Según la tradición más extendida, fue apresado como espía por las tropas francesas y encerrado durante cinco años en una prisión de Montpellier, donde muere. Antes de morir, ruega a Dios que libere de la peste a todo aquel que invoque su nombre.

Representaciones de San Roque 

La iconografía devocional de San Roque lo presenta de modo invariable vestido de peregrino (con bordón, calabaza, sombrero, esclavina y concha) y subiéndose con la mano izquierda la túnica para mostrar la llaga de su pierna izquierda infectada. Como atributos se representa con un perro con un pan en la boca y en ocasiones con un ángel. Su edad debe ser vigorosa y su cara de color moreno con pelo y barba negra.

Puede aparecer también junto a san Sebastián, abogado igualmente contra la peste, o junto a san Antonio de Padua, abogado de los animales en general.

Oleo sobre tabla. Salida de Montpellier a Roma (siglo XVII)



Entre Sebastián y Job (Girolamo dai Libri)
Claude Saint Paul (1666-1717) - San Roque


















Tiziano - La Virgen con el Niño entre san Antonio de Padua y san Roque

Tradiciones populares

En los últimos tiempos estamos asistiendo a la recuperación en algunos pueblos de Aragón de la 'Pastorada de san Roque' integrada dentro del llamado 'Dance aragonés'. Se entiende por el 'Dance aragonés' el conjunto de música y baile, con diálogos entre pastores, moros y cristianos y pugnas entre el bien y el mal (ángel y diablo), acompañados de mudanzas de palos, espadas, arcos y cintas, etc. Adjunto un enlace con el texto base de cómo se representa en el pueblo turolense de Formiche Alto.


A su vez y según cuenta el ilustre etnógrafo catalán Joan Amades (1890-1959) en su monumental e imprescindible "Costumari Català" en sus cinco volúmenes dedicados al curso del año, editados entre 1950 y 1956, al comentar en el volumen IV la festividad de san Roque describe los bailes y procesiones que se desarrollaban en distintas poblaciones catalanas y mallorquinas. Entresaco de sus prolijas descripciones dos ilustraciones relativas al 16 de agosto.



Retomando las manifestaciones populares en su vertiente impresa reproduzco algunas estampas devocionales del santo y añado un 'Saludable remedio contra la peste' agrandando la advertencia final.







Impreso por Santarén en Valladolid (1856)
Impreso por Laborda en Valencia (s.a.)






Lérida, imprenta de Corominas, 1855


Para finalizar esta aproximación reproduzco un pliego-oración editado en Madrid por la conocida imprenta de Marés y extraigo, por su interés, del tomo V del «Costumari Català» de Amades un auca que trata sobre la vida del santo.





Antonio Lorenzo

sábado, 3 de octubre de 2015

La vestiduras del alma y del hombre


Reproduzco dos pliegos de temática similar. El primero, impreso en Madrid en 1814 y el segundo, sin año, en Córdoba. Ambos utilizan las vestiduras con marcado carácter simbólico, lo que recuerda la canción profano-religiosa recogida por tradición oral referida a la simbología de las vestiduras que usa el sacerdote en la misa, tema al que dedicó un trabajo José Manuel Fraile Gil, que puede consultarse a través del siguiente enlace:


Las vestiduras sagradas
                                    Las vestiduras sagradas
                                    humilde voy a cantar
                                    para que con humildad
                                    las podamos contemplar.
                                    El amito que te pones,
                                    que antes de ponerlo besas,
                                    como a Cristo lo besaron
                                    aquellas gentes perversas.
                                    Luego te pones el alba
                                    que te arrastra por el suelo,
                                    como a Cristo lo arrastraron
                                    por burla y escarneciendo.
                                    La estola es la soga al cuello,
                                    muy gustoso se la pone,
                                    como a Cristo le pusieron
                                    aquellos fieros leones.
                                    El cíngulo que te pones
                                    alrededor de la cintura,
                                    como a Cristo le pusieron
                                    y ataron a la columna.
                                    Ya se pone la casulla,
                                    aunque trabajo le cuesta,
                                    como a Cristo le pusieron
                                    después una cruz a cuestas.
                                    El manípulo que lleva
                                    en el brazo izquierdo puesto,
                                    con que le ataron las manos
                                    a Cristo redentor nuestro.
                                    Luego se pone el bonete
                                    al salir la sacristía,
                                    como a Cristo le pusieron
                                    una corona de espinas.
                                    Sale de la sacristía
                                    se presenta ante el altar,
                                    representa a Jesucristo
                                    cuando salió al huerto a orar.
                                    Jesucristo dice misa
                                    con grande solemnidad
                                    tiene la hostia en la mano
                                    y la lleva a consagrar.
                                    Consigo trae a san Pedro,
                                    consigo trae a san Juan,
                                    consigo a los doce apóstoles
                                    que en su mesa comen pan.









Antonio Lorenzo