viernes, 9 de agosto de 2013

A una ingrata [El cantor de las hermosas, Nº 1]


La serie «El cantor de las hermosas», con la que inauguro esta primera entrada, constituye un verdadero mosaico de temas, autores, impresores y propietarios que se fueron sucediendo a lo largo de tiempo de una forma inconexa y anárquica que hace difícil un seguimiento ordenado de su producción.

No es la intención de este blog el hacer un estudio pormenorizado de la trayectoria de estos pliegos, fuera de mi alcance además, sino el mostrar y reproducir parte de mi colección para el interesado en estas muestras tan injustamente despreciadas  o ignoradas por la crítica literaria oficial.

La serie «El cantar de las hermosas» guarda una estrechísima relación con la editorial barcelonesa de Antonio Bosh y sus sucesores, como se deduce de los pies de imprenta de cada uno de los pliegos de esta serie.

El editor e impresor Antonio Bosch, nacido en la localidad gerundense de Tortellá en 1818, trabajó un tiempo en la imprenta de Piferrer (muy activa e importante durante el siglo XVIII y hasta bien avanzado el XIX) para, más tarde, en 1848, abrir su propio negocio que trasladó en 1868 a la calle del Bou de la Plaza Nueva en su período de máxima expansión. En 1875 traspasa su actividad a sus sucesores Pedro Vidal y Joan Pera, siendo el primero de ellos el que continuará con el negocio de impresión.

La temática general de estos pliegos tardíos se reduce en casi su totalidad a asuntos amororos y románticos. Algunos de sus autores han logrado ser identificados por los estudiosos, pero, en general, se trata de autores de tercera o cuarta fila cuyas dotes versificadoras resultan francamente mejorables. Pero no es la intención de quien esto escribe el criticar o valorar literariamente el contenido de los pliegos, sino el contribuir a un mejor conocimiento de esta literatura, puesto que literatura es, y a clarificar en parte el intrincado mundo de la recepción y apropiación de esta literatura efímera por amplias capas de la población en el último cuarto del siglo XIX.

Comienzo con el primer pliego numerado de esta serie del año 1859.






Antonio Lorenzo


domingo, 4 de agosto de 2013

El conde de Montecristo

Fotograma de «La venganza del conde de Montecristo», dirigida por Kevin Reynolds en 2002

La famosa novela «El conde de Montecristo», de Alejandro Dumas (padre) fue publicada originalmente en Journal des Débats en dieciocho partes. La publicación se extendió desde el 28 de agosto de 1844 hasta el 15 de enero de 1846. Primero fue publicada en París por Pétion en 18 volúmenes (1844-1845). Las versiones completas de la novela en el francés original fueron publicadas durante el siglo XIX.

La figura contradictoria de Edmundo Dantés pasa de ser una figura trágica tras su encarcelamiento hasta mostrar un irrefrenable deseo de venganza.

Un rapidísimo resumen de la novela es como sigue:

Tras llegar a Marsella como primer oficial, Dantés releva a su patrón como capitán tras la muerte de éste. Prometido con la joven Mercedes no llega a casarse debido a que es arrestado poco antes de la boda por ser sospechoso de bonapartismo. Llevado ante el procurador Villefort, este lo declara inocente al principio pero, para protegerse a sí mismo de una posible acusación bonapartista debido a una vieja relación entre el antiguo patrón de Dantés y su padre, acaba por enviarlo al Castillo de If. Todo este plan sale adelante gracias a la ayuda de Danglars, compañero de Edmundo en el barco, y Mondego, un banquero que está enamorado de su prometida, la catalana Mercedes.

Castillo de If en Marsella
Abandonado a su suerte, Edmundo pasa años en las mazmorras del Castillo de If, donde se planteó el suicidio. Sin embargo, sus sentimientos de venganza superan a su desesperación y logra fugarse gracias a la ayuda de un viejo abad llamado Faria. Éste le enseña desde matemáticas a historia y preparan la venganza contra los que condenaron a Edmundo. Tras escapar, Edmundo es rescatado por unos contrabandistas, a los que se unió haciendo negocio en la isla de Montecristo hasta convertirse en un hombre rico. Decidido a obtener su venganza y bajo una nueva identidad -luego desarrollaría dos más-, viaja a Marsella donde encuentra a su prometida casada -a él se le suponía ejecutado por traición- y a los objetivos de su venganza. Es entonces cuando comienza su largo plan.

Nueve años más tarde, Edmundo aparece en París como el Conde de Montecristo y, con todo su dinero y experiencia en el mundo de los negocios, logra crear un entramado capaz de arruinar a sus enemigos, con Villefort loco, Mondego muerto por su propia mano y Danglars apresado por un bandido italiano.

El pliego que reproduzco está editado en Barcelona por la imprenta de Ignacio Estivill en 1848, esto es, apenas unos años después de su primera publicación lo que da idea de su enorme éxito y popularidad. Parece ser que existe otra edición barcelonesa, anterior a la de Estivill, de 1846, editada por la Imprenta de Miguel Borrás que no he logrado localizar.





Escrito en forma de romance y con un poder admirable de síntesis, resulta curioso cómo utiliza la cursiva para llamar la atención y resaltar a primera vista la «catalanidad» de la prometida de Edmundo, lo que puede interpretarse como un recurso comercial ante sus más cercanos compradores catalanes.

Reproduzco también la portada de los tres pliegos editados en Valladolid por la imprenta de Dámaso Santarén en 1856.


De las innumerables ediciones de esta novela doy un ejemplo de edición cuidada y lujosa sufragada por la célebre marca de puros “Montecristo”, junto a otras ediciones baratas destinadas al gran consumo




Teniendo en cuenta el éxito de la novela de Dumas un empresario catalán encargó en 1848 a Víctor Balaguer y a su colaborador Francisco Luis de Retes su adaptación para ser representada en el teatro. Las dos primeras adaptaciones, luego refundidas en una, se estrenaron en el Teatro del Liceo el 2 y el 3 de septiembre de 1848.

La edición refundida en un sola sesión de tres actos y un prólogo, para evitar su representación en dos noches distintas, se estrenó el 6 de julio de 1849 en el Teatro Principal.


«El abate Faria y Edmundo Dantés o el conde de Montecristo» fue el título de otra adaptación posterior de la novela a cargo de José Nieto y José Guardia estrenada en el Teatro Principal de Gracia en noviembre de 1903.


La historia de Edmundo Dantés ha sido llevada al cine y la televisión en numerosas ocasiones y su papel ha sido interpretado por actores como Gérard Depadieu, Richard Chamberlain o James Caviezel.

Reproduzco, para finalizar, algunas muestras de las bellas ilustraciones que acompañan a una edición conjunta en 5 volúmenes de Londres y New York de 1888.









Antonio Lorenzo


domingo, 28 de julio de 2013

Atala o los amores de dos salvajes en el desierto

Anne-Louis Girodet, Atala portée au tombeau (1808)
Buena parte de los pliegos decimonónicos acogen temas y motivos de la novela romántica en un proceso de intertextualidad y de adaptación de obras dramáticas. Los pliegos de cordel adaptan, abrevian, condensan o fragmentan obras para un público lector-oidor que, a través de sus variadas prácticas lectoras, satisface de algún modo sus necesidades.

Un caso que podemos considerar como ejemplo de adaptación novelística por parte de los pliegos de cordel es el referente a los célebres amores de Atala y Chactas.

Las portadas y los distintos pliegos que reproducimos son deudores de la famosa novela «Atala», publicada en 1801 por François-René de Chateaubriand (1768-1848). Dicha novela gozó de una repercusión y aceptación inmensa, como lo prueba el gran número de reimpresiones y ediciones al poco de ver la luz. Tal fue su éxito que la primera edición española conocida es la valenciana de 1803, aunque existe una traducción al castellano en el mismo año de su publicación en 1801, editada en París, y que ha originado algunas polémicas sobre su traducción. Sea como fuere, lo cierto fue el éxito fulminante de la obra en España, aunque los censores de la Inquisición expurgaron párrafos, frases y expresiones por considerarlas inmorales, sobre lo que volveré.


Parece claro que si Francia e Inglaterra no hubiesen tenido colonias en Norteamérica ni Chateaubriand hubiese viajado a ellas entre abril y diciembre de 1791, el aprecio a esas culturas periféricas no hubiese tenido tanta aceptación. Los relatos de viajes de escritores franceses e ingleses fueron el motor del interés hacia esas culturas exóticas para amplios sectores de población.

El argumento, visto desde una perspectiva actual, puede resultarnos ingenuo, chocante y extemporáneo. La acción de la novela se sitúa en la Luisiana, antigua colonia española incorporada a Francia por Napoleón en 1800, tras el acuerdo secreto con España por el Tratado de San Ildefonso.

La novela se basa en la narración que hace el viejo indio Chactas, hijo adoptivo de un cristiano llamado López, a un francés llamado René que huyó de Europa y se refugió en la tribu de los Natchez, a la que Chactas pertenece.

Hecho prisionero por una tribu enemiga y condenado a muerte, Chactas es salvado de la muerte por una joven india cristiana, llamada Atala. Enamorado de ella, escapan ambos al desierto encontrando refugio junto a un misionero, el padre Aubry. Pero Atala, que resulta ser la hija de López y de una india cristianizada, rechaza el amor de Chactas y ella misma se envenena al haber prometido a su madre moribunda mantener su voto de castidad y consagrarse a Dios.

Toda la narración gira en torno a la voluntad de pureza de la protagonista, aderezada con descripciones de una naturaleza exótica, todo ello hábilmente entremezclado con la religiosidad y la pasión avasalladora del amor juvenil.

La obra abrió las puertas al sentimentalismo, a lo pasional y al individualismo, signos elocuentes del denominado Romanticismo literario. Chateaubriand no reconoce en los indios la figura del buen salvaje gobernado por la ley natural, tan querido de los ilustrados, sino que su interés va encaminado a lo exótico de sus costumbres atemperadas por su conversión al cristianismo y al enriquecimiento mutuo de experiencias entre una sociedad natural y otra sociedad civilizada.

Dada la profusión de ediciones en pliego (en prosa y en verso) de Atala y su amante Chactas solamente voy a reproducir, a modo de ejemplo, unas pequeñas muestras ilustrativas.




Barcelona, Imp. de Narciso Ramírez y Comp.ª, 1876




Madrid, Imprenta de D.J.M. Marés, 1861

Reproduzco también, al ilustrarse con otras xilografías, las portadas de las ediciones de Llorens, en Barcelona, de Corominas, en Lleida y de Ignacio Estivill, también de Barcelona.


Barcelona, Imp. de Ignacio Estivill, sin a
Atala representa el tema del amor imposible donde la fatalidad teje una especie de red invisible que da al traste a la unión de los amantes, como sucede en otros ejemplos de parejas románticas.

La famosa historia también se editó, a modo de antecedente del comic, como «aleluya», de la que expongo la editada por la Imprenta Hernando de Madrid con algunos dísticos ripiosos que despiertan la sonrisa: «Buscan un seguro asilo huyendo del cocodrilo»


Atala y la inquisición

La inquisición intervino enseguida para suprimir algunos párrafos considerados inmorales. En 1803 un inquisidor de Valencia no duda en calificar de herético tanto al autor como a la obra. Otro de ellos señala que la novela «excita esta infame pasión del amor, la alimenta y nutre»

Entre las obras (que figuran como absolutamente prohibidas) por el censor de los teatros de La Habana figura «Atala, o los amores del desierto», comedia en cinco actos.


La incoherencia o la inhabilidad de algunas traducciones ofrecían párrafos y frases, que no pasaron de largo para los censores, como las siguientes:
«Entreabría mis labios al vientecillo, y éste, lejos de refrescarme, se abrasaba con el fuego de mi aliento».
Otro ejemplo donde actuó la tijera de la censura fue en una de las traducciones de 1813 donde se describe un juego entre dos jóvenes indígenas:
«Dos doncellas bregan por quitarse una varilla de sauce. Sus pechos se rozan, sus bocas se encuentran, sus manos se cruzan sobre la varilla (...), sus bellos pies desnudos se entrelazan, sus suaves alientos se confunden, ellas se encorvan, se enredan los cabellos, miran a sus madres, se ponen coloradas y todos aplauden».
Ilustraciones e imágenes

La famosa historia de estos amantes ha servido de fuente inspiración para ilustradores y pintores.

Reproduzco algunas imágenes representativas.


De interés son estas estampas secuenciadas.





Chactas en la tumba de Atala

Pintura de Luis Monroy (1845-1918), realizada en 1871 

Chactas dépose une fleur sur le front d'Atala endormie. Musée du Nouveau Monde. La Rochelle

Pintura de Rodolfo Amoedo (1883)

La historia de Atala y Chactas también sirvió de inspiración para la zarzuela "El triste Chactas" en un acto y en prosa, con libreto de Pedro María Barrera y música de Francisco Asenjo Barbieri, estrenada en el Teatro Eslava de Madrid el 9 de marzo de 1878.




Antonio Lorenzo