sábado, 8 de febrero de 2014

Las guerras de España con Marruecos [Melillla y la 'Semana Trágica', 1909: 2ª parte]

Barricadas en Barcelona durante la 'Semana Trágica'
Al tiempo que se producía el desastre del Barranco del Lobo, en Barcelona y en otras localidades catalanas estallaba una insurrección social cuyo origen inmediato era la impopular medida de movilización de los reservistas de 1903 a 1905 para incorporarse a la guerra de África. La semana del 26 al 31 de julio, conocida como la Semana Trágica, constituye un punto de inflexión que tendría importantes consecuencias políticas, entre ellas la caída del gobierno de Maura.

Aparte de la impopular medida de movilizar a los reservistas, se podría aducir el enorme descontento entre las masas obreras ante el aumento de los precios y la falta de perspectivas de trabajo. Las injustas mil quinientas pesetas que libraban de la movilización a la guerra resultaban excesivas para los sectores más desfavorecidos. Este indigno sistema de "redención a metálico", que posibilitaba la exención del servicio militar, fue corregido parcialmente en 1912 donde previo pago de dos mil pesetas el recluta sólo servía durante cinco meses (el considerado periodo de instrucción), librándose de los treinta y un meses restantes previo informe de sus oficiales, con los previsibles abusos e injusticias de los sectores con mayor poder económico. Frases como “que vayan los ricos” o “hijo quinto sorteado, hijo muerto y no enterrado”, eran patrimonio común de amplios sectores sociales. El pueblo llano culpaba a los capitalistas, muchos de ellos altos cargos de la administración, como Romanones, de sostener la impopular guerra de África para mantener sus intereses económicos en la zona. Al antimilitarismo imperante hay que añadir la animadversión al estamento religioso. A la población, que tenía un elevado índice de analfabetismo, le molestaba que el clero estuviese favorecido y alineado con los sectores económicos y regentara una educación elitista en sus centros, centros que además operaban comercialmente con actividades lucrativas empleando a asilados y huérfanos como mano de obra barata, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo entre el resto de la población. Estas actividades comerciales de la iglesia competían con ventaja con la mediana empresa, lo que obligaba a reducir salarios y personal trabajador. 

Este malestar se ve perfectamente reflejado en el pliego que reproduzco, sin pie de imprenta, aunque fechado en 1909.






Otro pliego, con el curioso título de "Tangos sevillanos de Melilla", impreso en fecha indeterminada en Salamanca, desarrolla parecidas reflexiones, aunque en un tono menos incisivo, sobre la presencia española en la guerra de Melilla. 






En el estamento militar existía una gran desproporción entre el número de soldados y el de oficiales. Muchos de éstos últimos carecían de mando en tropa y de responsabilidades definidas. Los bajos sueldos y las pocas perspectivas de ascenso en el escalafón propiciaron que ciertos sectores no viesen con malos ojos una intervención bélica en Marruecos que posibilitase un cambio de su situación.

Desde el punto de vista político, la situación en Barcelona registraba un recrudecimiento del malestar obrero. El 14 de abril de 1907 se proclama la Solidaritat Catalana, que abarcaba, entre otros, a los sectores genuinamente catalanistas y que obtuvieron 41 de 44 actas de diputados a cubrir en las primeras elecciones que se celebraron. Con ello se rompía el caciquismo electoral que imperaba hasta entonces. El 3 de agosto del mismo año se constituyó, como contrarréplica, un organismo federativo –Solidaridad Obrera– que agrupaba a las hasta entonces desorganizadas organizaciones obreras de anarquistas y socialistas y republicanos, distintos éstos últimos de los de los republicanos del Partido Radical comandado por Lerroux, y cuyo órgano de prensa, llamado igualmente "Solidaridad Obrera", lo promovía un pedagogo llamado Francisco Ferrer y Guardia, figura destinada a influir decisivamente en los acontecimientos de la última semana de julio de 1909.

En la semana del 26 al 31 de julio, la huelga general convocada por los movimientos obreros tuvo como resultado el enfrentamiento entre piquetes de huelguistas con las fuerzas de orden público, así como la quema generalizada de conventos en un intento espontáneo de revolución social caótico e incoherente y con evidente falta de coordinación y dirección de huelga. La revuelta, carente de dirección y de objetivos, se saldó con tres muertos entre la tropa y setenta y cinco civiles, aparte de gran número de heridos.

Ilustración del semanario parisino 'Le petit journal'
El gobierno de Madrid presentó esta revuelta ante la opinión pública como un intento separatista y desencadenó una férrea represión posterior con la detención de cientos de sospechosos acusados de instigadores de la revuelta. Entre ellos se encontraba Francisco Ferrer, al que se detuvo el 1 de septiembre con la acusación de ser el inductor principal del amotinamiento. En un juicio sumarísimo y que se instruyó con inusitada celeridad, se le declaró el culpable principal al tiempo que se le condenaba a muerte junto a otros cuatro acusados.

La detención de Francisco Ferrer originó una enorme repulsa que sobrepasó nuestras fronteras. La internacionalización del Caso Ferrer encontró eco en numerosos artículos de prensa, como en el diario francés 'L’Humanité' y en la prensa italiana e inglesa. Los historiadores parecen ponerse de acuerdo en que Francisco Ferrer, pedagogo de cierto prestigio y fundador de la Escuela Moderna de marcado carácter laico, no intervino directamente en los sucesos de julio. Ferrer fue ejecutado en los fosos del castillo de Montjuich, acusado de rebelión militar, el día 13 de octubre del mismo año.


Las protestas por la ejecución de Ferrer se canalizaron a través de numerosas manifestaciones en diversas capitales europeas que, a la postre, acabaron desencadenando la caída del Gobierno Maura. La injusta y precipitada decisión de buscar una cabeza de turco para hacerla responsable de unos hechos nunca demostrados, dio pie a mitificar a un hombre para convertirlo en un mártir de la causa obrera.

La memoria colectiva ha conservado unos textos sobre estos acontecimientos con curiosas incongruencias y errores debidos al paso de los años y que respeto. Estos textos, inéditos hasta ahora, han sido recogidos oralmente en las localidades de Caminomorisco y Las Mestas, en la comarca cacereña de Las Hurdes y que el equipo investigador del que formo parte pretende publicar, si las circunstancias nos son propicias, en una proyectada "Biblioteca de Tradiciones Orales" de la comarca.

Mataron sin causa ninguna  
al gran Francisco Ferré,
y sin causa ninguna mataron  
a otros mil hombres de gran valer.
Maura y La Cierva intrinchados,  
lo mandaron detener,
y en las fosas del Monjín  
se ha convertido a la fe.
Y dispués de convertirse,  
se ha ido a tomar café,
y luego lo fusilaron  
cuando iba a amanecer.
A España la han convertido  
en una casa de fieras,
que a los hombres más honrados  
los cazan con escopetas.
Si no habiera autoridad  
y un gobierno con obreros,
van a hacer de nuestra patria  
un campo de ciminterio.

Otro texto sobre los mismos acontecimientos es el siguiente:

¡Sin causa, sin causa mataron  
al gran Francisco Ferré!
¡Sin causa, sin causa mataron  
a otros hombres de gran valer!
Estaba Francisco un día  
y iba a coger el tren,
y se presentó su esposa  
y lo quiso malmeter.
–¿Por qué defiendes al pobre,  
si no te da de comer?
¿Por qué defiendes al pobre?  
Dímelo tú a mí, Ferré.–
Y le dio tres puñaladas,  
p’al suelo vino a caer.
Con la sangre derramada  
hizo una cruz a sus pies.
–A los pobres los defiendo  
por ser cristianos de fe,
y aborrezco de los ricos  
porque no se portan bien.–
Se enteró el general Maura  
y fue a buscar a Ferré.
Lo ha metido pa los fosos  
y nadie lo podía ver.
En el año del decinueve,  
es el año de la fe,
que en los fosos de Monjín  
fusilaron a Ferré.

Para dar fin a esta entrada he creído de interés el reproducir una serie de cromos sobre estos acontecimientos que venían en los envoltorios de los chocolates de la centenaria Casa Amatller.







Antonio Lorenzo

sábado, 1 de febrero de 2014

Las guerras de España con Marruecos [Melillla y el Barranco del Lobo, 1909: 1ª parte]

Augusto Ferrer-Dalmau - Barranco del Lobo
El día 9 de julio de 1909 se produjo un ataque de los rifeños a un grupo de obreros españoles que construían un puente para el ferrocarril minero a unos tres kilómetros de los límites de Melilla. El resultado fue de 4 ó 6 obreros muertos (en esto difieren las distintas fuentes consultadas) y un número importante de heridos. En la península estos hechos reverdecieron anteriores actitudes emocionales y el gobierno decide emprender una campaña de represalias. El 11 de julio comienza el envío de tropas de refuerzo. El gobierno presidido por Maura decide alistar a los reservistas de 1903 y 1904, muchos de ellos casados y con hijos, convocándolos en el puerto de Barcelona. La movilización de los reservistas provocó una grave insurrección social en Barcelona y en otras localidades catalanas originando, junto a la conjunción de otros factores, la llamada Semana trágica, a la que dedicaré otra entrada.

Las escaramuzas se suceden ininterrumpidamente entre las tropas españolas y rifeñas durante la segunda quincena de julio con resultados alternativos. Pero el día 27 del mismo mes –y coincidiendo con los acontecimientos de la Semana Trágica, se produjo la derrota española en el Barranco del Lobo, de tan honda repercusión en la memoria colectiva de los españoles. Los rifeños se refugiaron en la cima del Gurugú, monte cercano a Melilla. Los españoles reciben la orden de desalojarlos de esa posición, por lo cual entran en el citado barranco con desconocimiento de lo abrupto y escarpado del terreno. Allí se ven expuestos al fuego graneado de los rifeños y sin apenas opciones de escapar. Esta emboscada originó un elevado número de víctimas, entre ellas la del general Pinto que estaba al mando de la expedición.

La noticia de la derrota sufrida en el Barranco del lobo, produjo una honda consternación en todos los sectores sociales, agravada por los sucesos que se estaban desarrollando simultáneamente en Cataluña.

Es a partir de septiembre cuando comienza la fase ofensiva y se van recuperando poco a poco las posiciones que estaban en manos de los rifeños. El 26 de noviembre el ejército español emprende una operación de mayor envergadura apoderándose de Nador y otras localidades importantes. El día 27, con la toma del Gurugú, se paliaba en cierta manera la grave derrota sufrida en el Barranco del Lobo.

El 17 de diciembre, y ya con Moret en el gobierno, se pone fin a las hostilidades y dan comienzo las duras negociaciones de paz.

La memoria colectiva ha conservado de estos episodios una serie de textos y de canciones que se han venido transmitiendo de forma oral, lo que indica el enorme interés con que se siguieron los acontecimientos. Entre los varios ejemplos que se podrían traer sobre estos sucesos señalo el más conocido:

                                                   En el «Barranco del Lobo»
                                                   hay una fuente que mana
                                                   sangre de los españoles
                                                   que murieron por la patria.

                                                   ¡Pobrecitas madres,
                                                   cuánto llorarán,
                                                   al ver que sus hijos
                                                   en la guerra están!

                                                   Ni me lavo ni me peino
                                                   ni me pongo la mantilla,
                                                   hasta que venga mi novio
                                                   de la guerra de Melilla.

                                                   Melilla ya no es Melilla,
                                                   Melilla es un matadero
                                                  donde se matan los hombres
                                                   como si fueran corderos
.

El interés mediático de estos episodios propició que la casa de chocolates Amatller, fundada en Barcelona en 1797 y que todavía mantiene su actividad comercial, incluyera en sus envoltorios diversas colecciones de cromos. Entre la gran variedad de asuntos que publicaron se encontraban las series dedicadas a las campañas de África. Reproduzco algunos de ellos dedicados a la guerra de Melilla de 1909.



Los episodios que recrean estos cromos, de marcado tinte triunfalista, recogen hechos y hazañas de los mandos o soldados españoles sin el menor atisbo de contextualizarlos, como por otra parte resulta previsible puesto que estaban destinados preferentemente a un público infantil.



Tampoco fueron ajenas las editoriales a estos acontecimientos, editando volúmenes para satisfacer la demanda de noticias y la general curiosidad. Un ejemplo de ello es el ofrecido por la Casa Editorial Maucci, fundada en 1892 y especializada en viajes y aventuras, que editó una crónica de la campaña que nos ocupa de 1909.


Como curiosidad, reproduzco una foto, sin fecha, tomada en la entrada de la catedral sevillana donde dos mujeres solicitan cigarrillos para los soldados que se encuentran en África, junto a un cartel donde se explicitan vivas y elogios a la nación y al ejército.


Antonio Lorenzo

martes, 28 de enero de 2014

La Paquita americana y Lolita la marinera

Vista general de La Habana por Hippolyte Garneray (1787-1858)
Este pliego, de evidente trasunto temático americano, nos presenta una primera composición donde se desarrolla un alambicado diálogo amoroso entre Paquita y un pánfilo Panchito, que no parece enterarse de la invitación de Paquita a no conformarse con un solo abrazo.

La segunda composición es una conocida habanera, si bien con un texto bastante más largo de lo que se puede escuchar a los numerosos grupos que la incluyen en su repertorio. Puede escucharse un ejemplo a través del siguiente enlace:


Reproduzco el pliego reimpreso en Barcelona por la imprenta de Cristina Segura, viuda de Llorens, sin año, del que conocemos edición de 1866.





El arraigo de la habanera en todo el territorio peninsular, sobre todo en zonas costeras aunque enraizada también en zonas interiores, creo que no necesita acreditarse por ser de sobra conocido. Como curiosidad, reproduzco parte de la transcripción musical de esta habanera recogida a Victoria Saenz Garijo, de 86 años, en el Asilo del Parque de Barcelona el 13 de septiembre de 1945. Pertenece a la Misión M12 que se conserva y custodia en el «Fondo de Música Tradicional» de la Institució Milà i Fontalans, de Barcelona, perteneciente al CSIC.

















Antonio Lorenzo


martes, 21 de enero de 2014

El cachirulo: baile y canción

Alfred Dehodencq - Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar (1851)
En una entrada anterior dedicada al pliego de «Curro, el marinero» se incluía también una canción titulada ‘el cachirulo’ junto a unas rondeñas para cantarse con guitarra.

Indagando sobre ‘el cachirulo’ y su difusión encontré unas cuantas noticias que incidían en su doble condición de baile y canción, a lo que dedico esta entrada.

Reproduzco de nuevo las coplas integradas en el pliego de «Curro, el marinero»


A propósito de estas coplas del «cachirulo», que reproduzco más adelante, un celoso padre de familia escribió al «Diario de Madrid» el 17 de septiembre de 1797 lo siguiente:
"… La licenciosidad con que se entonan una porción de seguidillas, xácaras de caballos, de tiranas, y más que todas el novísimo «Cachirulo», con el cual, más que con otra canción alguna, se halla la inocencia ultrajada, la moral ofendida, las leyes religiosas y civiles impunemente violadas por una clase de miserables seres que, privados de la vista, no conocen otro triste recurso sino el de emplear sus toscas y discordantes voces en entonar los versos de una poesía soez y hedionda, acompañados de unos mal templados instrumentos.
No sé, Señor Diarista, si por distracción ha llegado Vmd. a notar en todos los barrios de Madrid el empeño con que se canta ese escandaloso ‘Cachirulo’, con que se repite a todas horas por las criadas, por las hijas de familia, aun por las niñas de seis u ocho años, y eso en una capital de un Reino que blasona de culto y, más que todos, de religioso. No sé si ha oído las estrofas de que se compone, como son las del religioso y la beata, la del tío Pando, la de tía Matea, la de la tía Juana, la del intendente”.
Llegada la queja publicada en dicho diario a la Sala de Gobierno del Consejo de Castilla se dictó un decreto dirigido a los alcaldes dando noticias de las jácaras o canciones tituladas «El Cachirulo» y «Canción de las quejas del Zorongo y defensa del Cachirulo», que vendían públicamente los ciegos y, además, de que éstos cantaban coplas escandalosas y usaban “acciones indecentes con perjuicio de las buenas costumbres”. En consecuencia, ordenaban que se recogieran tales jácaras, que se apercibiese a los ciegos que serían castigados en caso de reincidencia y que se indagara quien era el autor de las canciones, dónde se habían impreso y por quién se había dado licencia."
(Tanto la cita como los pliegos reproducidos a continuación provienen del trabajo de Ángel González Palencia, «Meléndez Valdés y la literatura de cordel, en «Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo», Ayuntamiento de Madrid, abril, 1931, Nº XXX).

Debemos a González Palencia el haber salvado del olvido estas coplas al reproducirlas en su trabajo con la oportuna prevención académica propia de la época: “Creemos útil reproducirlos, no porque los creamos de belleza literaria, sino como documentos para quien se proponga alguna vez la tarea de estudiar la «literatura vulgar» española, que no debe confundirse con la «literatura popular», o por lo menos debe intentarse la debida separación”.

Como hace notar González Palencia los textos reproducidos de los pliegos tienen distinta procedencia, pero creo de interés el volverlos a reproducir dado que no he sido capaz de conseguir ninguna otra copia de los mismos, ya que, seguramente, las diligencias para retirarlos de la circulación hicieron su oportuno efecto.
“La Sala, acordó el 31 de enero de 1798, que se hiciese saber a los ciegos que no procediesen jamás a imprimir ni reimprimir papel alguno de esta clase, sin que procediera la licencia del juez de imprentas”.





Reproduzco la segunda parte:





Canción nueva de las quejas del Zorongo y defensa del Cachirulo.




No parece que la providencia enviada a los alcaldes tuviese mucho éxito, al menos fuera de la capital, pues los pliegos se siguieron reimprimiendo, si bien de forma clandestina, añadiendo y haciendo enmiendas, continuaciones o segundas partes.

Si tenemos en cuenta los diversos desarrollos, tanto de los pliegos como de lo que se deduce de las coplas y canciones, se centran más o menos en las siguientes secuencias:
* Llegada de América de un marinero.
* Una muchacha invita al marinero a irse con ella a su casa para cantarle una moderna tonada oriunda de Granada.
* Con la complicidad de la hermana de la muchacha requieren al marinero a que les invite a una copiosa cena.
* Con el pretexto de que llaman a la puerta, el marinero sale a abrir y dejándolo en la calle aprovechan para robarle.
* El marinero se lamenta y advierte de que no hay que fiarse de las mujeres.
Bajo este o parecido esquema se van multiplicando o desarrollando las coplas a voluntad con el consabido tema de tratar de ‘distraer’ los dineros del incauto indiano por las dos hermanas en complicidad con un tercero, que según las versiones puede ser la madrina o un hermano.

El tema del marinero engañado no es exclusivo de la península, pues se conocen versiones canarias y de Puerto Rico, aparte de una versión extremeña recogida en el cancionero de Bonifacio Gil y titulada «Don Petiongo», que desarrolla parecido tema. El nombre genérico por el que es conocido este romance es el de «El indiano burlado» (Salazar, Flor [ed.],  «El romancero vulgar y nuevo», Fundación y Seminario Menéndez Pidal, Madrid, 1999, pág. 199).

En la versión extremeña, de la que reproduzco tanto el texto como la música, recogida por Bonifacio Gil en Campanario (Badajoz) e incluida en su «Cancionero popular de Extremadura» (1931) (Tomo I),  el marinero se llama Don Petiongo, proveniente de La Habana y desarrollándose la acción en Cádiz.








Otras referencias al cachirulo

Don Preciso, seudónimo de Juan Antonio de Iza Zamácola, considerado uno de los pioneros en la recogida de los cantos populares españoles, escribió en el primer tomo de su «Colección de las mejores seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar a la guitarra», en 1799, una encendida defensa de los cantos y bailes nacionales frente a los foráneos que, en su opinión, ‘debilitan y afeminan nuestro carácter’.



Por su parte, Juan Ignacio González del Castillo, nacido en Cádiz en 1763 y fallecido en la misma ciudad en 1800, muy conocido por sus sainetes cómicos y burlescos de honda inspiración popular y que fueron representados con gran éxito, cita el baile del «cachirulo» en el sainete titulado «La boda del mundo nuevo», del que extraigo la cita:



Sobre el baile del cachirulo también nos da noticia Rafael Mitjana. Este musicólogo y diplomático malagueño tuvo la fortuna de ser el descubridor y transcriptor del importante «Cancionero de Upsala», conocido también como «Cancionero del duque de Calabria», que se encontraba en la Biblioteca de esta ciudad sueca y que recoge composiciones españolas de los siglos XV y XVI). En su obra «Discantes y contrapuntos» (1906), de los que da noticia de otros bailes populares, comenta:
“… Todos ellos de movimientos endiablados y provocativos, de ademanes lascivos y excitantes, llenos, en una palabra, de sapientísimas alusiones a lo más llamativo, recóndito y picante del amor”.



Antonio Lorenzo


martes, 31 de diciembre de 2013

La castañera, los toros del Puerto y el tango americano


Traigo en esta ocasión un pliego emparentado con la canción andaluza y con relación a determinadas representaciones de zarzuelas.

El género andaluz tuvo una importancia decisiva en la configuración de la zarzuela de la segunda mitad del siglo XIX, al igual que el conocido como casticismo madrileño a modo de exaltación nacionalista de los usos y costumbres españoles.

Los pliegos de cordel vienen a ser como una crónica popular de los gustos imperantes en los medios urbanos y no tanto en los rurales, como en una primera mirada pueda parecer, pues la producción y actividad mercantil de estos pliegos se promueve preferentemente desde las ciudades donde residen los centros de poder. La mercantilización de la letra impresa, producida, como digo, en las ciudades, se distribuye como textos baratos entre amplias capas sociales de la población sin que podamos considerarlo como un género exclusivo de las clases bajas.

Reproduzco el pliego reeditado en Barcelona por Llorens, sin año, aunque según el catálogo de Azaustre, giraría alrededor del 1850. Contiene tres composiciones que comentaré a grandes rasgos más adelante.






La castañera de Madrid

Respecto a este pregón tan difundido, entresaco de la fundamental obra de Emilio Cotarelo y Mori, Historia de la zarzuela, o sea el drama lírico en España, desde su origen a fines del siglo XIX, Madrid, Tipografía de Archivos, Olózaga I, 1934, página 189, lo siguiente:
«El 3 de abril se estrenó en el Príncipe la zarzuelita en un acto Jeroma la Castañera, letra del actor Mariano Fernández y música de don Mariano Soriano Fuertes.
La llamaron tonadilla sus autores, porque ya no se sabía ni lo que era zarzuela ni tonadilla. Es una preciosa zarzuelita en un acto, como otra cualquiera de hoy. Se hizo veinte días seguidos, y luego se cantó millares y millares de veces en todos los teatros de España y de América.
Matilde Díez hizo una castañera con muchísima gracia; lo mismo que Mariano en su papel de manolo andaluz y Sobrado de gabacho, tocador de organillo callejero. La escena es a la puerta de una taberna, en que tiene su puesto la castañera.
Empieza con un coro de hombres, sencillo, pero intencionado y armonioso. 
                       Dejad las faenas: - reíd al destino;
                       ahoguemos las penas - en un mar de vino.
 Jeroma entona su graciosa canción, acompañada luego del coro:
                       Aunque vendo castañas asadas,
                       aguantando la lluvia y el frío,
                       con mi moño y mis medias caladas
                       soy la reina para mi ‘querío’.
                       iRegordonas!... que se acaban:
                       sin dinero no se dan...
                       que a rumbosa no me ganan
                       los usías de gabán». 

Matilde Díez, actriz de los teatros de Madrid
Mariano Fernández, actor y autor de la letra


Tal fue el éxito de este pregón que no tardó en incorporarse como copla independiente al repertorio andaluz en los cafés cantantes dentro del grupo genérico de las cantiñas. Alguna de sus coplas se ha cantado por «Caracoles», estilo flamenco al que dio forma más o menos canónica el eminente don Antonio Chacón, aunque sustituyendo algunas palabras, como ‘querío’ por ‘marío’, en una grabación suya de 1928, seguramente más apto para los oídos del público femenino de la alta sociedad madrileña ante los que solía actuar.

Los toros del Puerto

De la misma obra citada anteriormente de Cotarelo, entresaco lo que publica sobre «Los toros del puerto»:
"El día 24 de diciembre de este mismo año de 1841, en que tales avances se dieron a la reaparición de la zarzuela y se empezó a usar ya este antiguo nombre, se estrenó igualmente «La zarzuela interrumpida o lo que fuere sonará»; pieza burlesca, en la cual se cantó, por Juana Pérez y Francisco Salas, una «Canción satírica» cuya letra escribió el después famoso ministro don Luis González Bravo. La misma Juana Pérez cantó a continuación las antiguas coplas del «Serení», ahora con nueva música, compuesta por don Ramón Carnicer; luego Salas cantó los famosos «Toros del Puerto», letra de González Bravo y música del propio Salas; un aria de la ópera «El fanático por la música», y, por último, Bárbara Lamadrid hizo oír un aria nueva y una «tirana» final". (Cotarelo, pp.185-186)

Más adelante añade:

«Los toros del Puerto», zarzuela andaluza en un acto y en verso. Cádiz, 1847, que parece representada en este año y teatro, pues está dedicada a Dardalla, que actuaba en él. Tiene solo tres piezas de música, el último la conocida canción «Los toros del Puerto». (Cotarelo, página 211 en nota).

Dardalla, a quien está dedicada la obra, no es otro que el célebre actor José María Dardalla y Gutiérrez, muy querido por el público y primer actor en numerosas representaciones del género gitanesco-andaluz.

Como es sobradamente conocido, el barón Charles Davillier y el ilustrador Gustavo Doré, recorrieron gran parte de España en 1862, viaje recogido en Le voyage en Espagne, publicado primero por entregas y en 1874 en su forma definitiva.

De la edición que manejo (Ediciones Grech, Madrid, 1988) reproduzco las referencias que he encontrado sobre «Los toros del Puerto»:



El nuevo tango americano

La última composición que recoge el pliego, conocida también por «El pobe negillo» remeda un tanto burdamente el habla del esclavo y no es otra cosa que el punto cubano o de La Habana que tan de moda se puso en el siglo XIX, de clara influencia atlántica, y que adquirió notable éxito tanto en los números de zarzuela como en todo tipo de espectáculos de variedades. Este nuevo tango americano guarda relación con los tangos de negros descritos y estudiados por José Luis Ortiz Nuevo y Faustino Núñez, fruto de sus trabajos en las hemerotecas de Madrid, Sevilla, Cádiz o La Habana y que han abierto unas nuevas e importantes vías de investigación que pueden consultarse en su fundamental y espléndida obra La rabia del placer. El nacimiento del tango y su desembarco en España (1823-1923), Diputación Provincial de Sevilla, 1999, junto a otros trabajos de ambos autores.

Antonio Lorenzo