Los pliegos que recogen el Testamento y el Codicilo de Cristo, que pueden ir acompañados de otras composiciones, tienen tras de sí una curiosa historia: no solo por los escasos ejemplares conservados, sino también por el hecho de figurar en el índice de prohibidos por el Santo Tribunal de la Inquisición. Uno de los fines del Santo Oficio era tratar de controlar y combatir la heterodoxia en cuanto a la importación o circulación de libros o impresos. Bien es cierto que la expurgación de la literatura popular impresa, debido a su carácter efímero y a su dispersa y poco controlable distribución resistió mejor la censura inquisitorial al no aparecer en ellas, en muchos casos, ni el nombre del autor ni el lugar de impresión.
Se conocen numerosos pliegos de temática religiosa donde se describe la pasión de Cristo, a la que se le añaden otras composiciones que tuvieron una muy amplia acogida hasta épocas relativamente recientes. No obstante, a pesar de apartarse algunos de ellos de la considerada ortodoxia doctrinal, se supone que se permitió su difusión, a modo de vista gorda, por contener una clara adhesión a las creencias católicas. No obstante, todo ello es discutible y exigiría una mayor atención documental que se aleja de las simples pretensiones de dar a conocer algunas muestras de la literatura de cordel en esta entrada.
Según eminentes estudiosos el primer índice español de libros prohibidos por la Inquisición española data del año 1547, del que no se conserva ningún ejemplar, pero sí en citas y copias de cartas que validan su existencia. El primer catálogo publicado por la Inquisición española es de 1551, según las cuatro ediciones impresas de Valladolid, Toledo, Sevilla y Valencia, aunque con algunas diferencias textuales y donde se citan las obras condenadas por la Inquisición española.
El testamento de Cristo
Sobre el testamento de Cristo conocemos en pliegos dos versiones con el mismo título y cuyos textos podían imprimirse por separado y contener otras composiciones añadidas con variaciones textuales como veremos de forma sucinta. Dada la variabilidad de pliegos, en alguno de ellos la pasión viene precedida por un conmovedor diálogo entre Cristo y su madre, que circuló repetidamente en pliegos y en oraciones.
El primer pliego que reproduzco comienza con la frase inicial muy repetida: "Sepan cuantos esta carta vieren", expresión coincidente con los protocolos notariales de entonces.
La importancia del testamento según las antiguas creencias cristianas y como expresión de las últimas voluntades resulta fundamental para entender el paso a la otra vida una vez expuestas y designadas como "mandas", referidas a la fórmula inicial «Ítem mando» designando las últimas voluntades a sus herederos. Con el testamento se consideraban resueltos los asuntos terrenales hereditarios y uno se preparaba espiritualmente para afrontar el camino para la salvación.
Cristo, en su testamento, sigue de forma ordenada las pautas a observar, pues figuran presentes como testigos sus once discípulos, excepto Judas "que por falso no lo cuento", y los cuatro evangelistas, a modo de escribanos, para dar testimonio fehaciente como albaceas.
Ciertamente, el motivo de los testamentos se extiende como recurso literario a otros muchos pliegos conocidos de carácter burlesco, como los testamentos del gallo, la zorra o del asno, así como a testamentos de personajes reales o ficticios, como el del Gran Palanquín, don Guindo y Pascual Cerezo, Juan de Austria, Felipe II, Judas o Luzbel.
El codicilo
El codicilo hace referencia a una especie de añadido, a modo de complemento, que amplía o introduce nuevas disposiciones. En caso de haber modificaciones, estas no serán sustanciales ni alterarán las últimas voluntades otorgadas aún en el caso de haberse otorgado previamente el testamento. El codicilo del testamento de Cristo, se amplía con nuevas mandas y reflexiones sobre sus discípulos, con especial condena a Judas y resaltando a Elena, madre del emperador Constantino, quien será quien encuentre los restos del madero donde fue sacrificado Jesucristo que se convertirían en imaginarias e inconsistentes reliquias tan aprovechadas por la iglesia.
Tanto el testamento como el codicilo que lo acompaña, son claramente apócrifos en el sentido de redacciones paralelas que tratan de explicar aspectos de la historia sagrada, pero con posibilidades de que fueran prohibidos y condenados (a falta de una confrontación textual según los títulos con textos no conservados) en alguno de los Índices prohibidos por Fernando de Valdés (1559) o por Gaspar de Quiroga (1583), donde se especifica de forma generalizada que "no conviene que anden en romance".
Esta tradición combina elementos apócrifos y devotos puesto que a pesar de su aparente contradicción van unidos en este caso. Efectivamente, dicho testamento, al igual que muchos otros casos o milagros difundidos en pliegos carecen de fundamento real, pero en cambio han servido para promover la devoción de amplios sectores de la población.
En este primer pliego reproducido se agrega tras el codicilo el Romance de un alma contrita donde tampoco aparece el autor y se utiliza el arrepentimiento como útil vía afectiva para el adoctrinamiento. Se trata en este caso de un romance que aparece incluido en el Romancero espiritual (1612), escrito o compilado por José de Valdivielso (1565-1638) con el título de Romance de un alma convertida, aunque su atribución no deja de ser dudosa, aunque como autor del mismo aparece en la portada de otro pliego con el testamento de Cristo fray Francisco Bernardo de Salazar, de la Orden de Predicadores.
En el siguiente pliego sobre el Testamento de Cristo, difiere del reproducido anteriormente con un desarrollo y texto distinto haciendo hincapié en la presencia al pie de la cruz de las Tres Marías a lo que se añade un devoto romance sobre la Asunción de la Virgen, con recorrido en otros pliegos de cordel.
Como añadido a los antiguos pliegos conservados sobre el Testamento de Cristo reproduzco la fotocopia de la parte de un pliego conservado en la «Biblioteca Valenciana Digital» con un texto del testamento más moderno e inconsistente temporalmente. Tras resaltar su línea materna y paterna incluye advertencias a insignes predicadores de órdenes religiosas para redimir a los cristianos de los agarenos o musulmanes. Dicho testamento figura añadido a unas Coplas a la divina aurora. En el pliego tampoco aparece el autor, ni la fecha ni el lugar de impresión.
La readaptación o reutilización de fragmentos, motivos o versos de romances profanos vueltos «a lo divino», como recurso adaptativo del romancero tradicional fue propio del siglo XVI y conocido con el término de «contrafacta». Mediante estas contrafacturas los autores de poesía religiosa pretendían alcanzar una mayor popularidad. Muchos versos, motivos sueltos o episodios de estos romances de carácter originalmente profano fueron readaptados a lo divino por escritores de los que se conservan escasos vestigios orales recientes, como veremos más adelante en relación al testamento de Cristo.
El romancero religioso no tiene un solo origen basado en lo "canónico", sino que sus fuentes provienen de una tradición innovadora tal y como se refleja en los múltiples ejemplos recogidos y en sus interacciones con historias piadosas, donde la figura de María adquiere un notable protagonismo que no figura en los escritos propiamente evangélicos, sino más bien de inspiración piadosa donde se mezclan e intercambian versos y motivos temáticos.
Los romances religiosos entremezclan textos de procedencias heterogéneas, considerados muchas veces como oraciones, hace difícil una clasificación de los mismos y el asignarles un título identificativo para catalogarlos
El testamento de Cristo guarda indudable relación textual con composiciones escritas de temática religiosa por distintos autores. Un caso representativo es el romance escrito por Alonso de Ledesma en sus Conceptos espirituales, cuyo primer tomo data del año 1600, y donde en el testamento pronunciado por Cristo se encuentra presente en escena su madre y donde Juan (San Juan Evangelista) figura como escribano señalando que el testamento debe de ser firmado y corroborado por cuatro testigos (los Evangelistas). Su comienzo es A las palabras que dijo Cristo en la cruz en metáfora de testamento:
estaba Cristo a la muerte,
que en cama de campo nace,
y en cama de campo muere...
Muestras recogidas oralmente
La expresión poética del nacimiento y la muerte en una cama de campo se asocia metafóricamente con el ciclo natural del comienzo y el fin de la vida, presente también en oraciones y en otros romances trasmitidos oralmente, como en el recogido por Agapito Marazuela en 1933 y conservado en el Archivo de Menéndez Pidal.
Versión de Hoyocasero (ay. Hoyocasero, p.j. Ávila, Ávila, España). Recitada por T. Martina Giménez. Recogida por Agapito Marazuela Albornos, 00/00/1933 (Archivo: AMP). Publicada en IGR-vulgar 1999, p. 290. 022 hemist. Música registrada.
En una casa de campo está mi Dios a la muerte;
en cama de campo vive, en cama de campo muere.
Tan estrecha era la cama que rodearse no puede,
para ver de estar en ella un pie sobre el otro tiene.
Manda venir a San Juan, que quiere que esté presente,
que quiere hacer testamento de sus tan queridos bienes,
y un escribano de pluma pa que testamento ordene.
El cuerpo manda a la Iglesia, y en la custodia le entierren,
y el día del Sacramento por las calles le celebren;
las entrañas manda al hombre, para que de mí se acuerde,
y el corazón a mi madre, que de derecho la viene.
Otro de los muy escasos ejemplos recogidos de la tradición moderna y relacionados con el romance de El testamento de Cristo, es el recogido por Javier Asensio y Carlos Muntión en Baños de río Tobía en La Rioja en el año 2003. (https://www.riojarchivo.com/el-testamento-de-cristo/)
En cama de campo, madre,
en cama de campo nace está Jesús a la muerte
y para poder estar un pie sobre otro tiene.
Llamen, llamen a San Juan que hacer testamento tiene
la pluma del escribano, ¡ay, qué presente lo tiene!
El cuerpo deja a su madre porque derecho le viene
el corazón a la iglesia pa que con él se consuele.
Otro ejemplo de la pervivencia en la tradición oral de este tipo de composiciones de temática religiosa en referencia al testamento de Cristo es este romance recogido por tradición oral en la localidad extremeña de Alcuéscar en el año 1903 por el folklorista don Rafael García-Plata de Osma con el título de Jesús y la Magdalena, reproducido por Bonifacio Gil en sus Romances populares de Extremadura, donde se recoge y contrafacta «a lo divino» versos del romance profano Las quejas de doña Urraca.
Para saber más
González, William H.: Romancero religioso de tradición oral, Madrid, Eypasa, 1994.
De Sancha, Justo (ed.): Romancero y cancionero sagrados. Colección de poesías cristianas, morales y divinas, sacadas de los mejores ingenios españoles. Tomo XXXV de la Biblioteca de Autores Españoles, de Manuel Rivadeneira. Madrid, 1855.
Trapero, Maximiano: Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias, Ediciones Nieva, 1990.
©Antonio Lorenzo