jueves, 8 de agosto de 2013

Lamentos de Corina a su idolatrado Osvaldo

Retrato de Madame de Staël
El origen del pliego que nos ocupa en esta entrada es deudor de la novela de Madame de Staël-Holstein (1766-1817). Su obra ha quedado oscurecida con el paso del tiempo aunque, heredera de los enciclopedistas, fue divulgadora del romanticismo alemán en Francia.

De formación intelectual exquisita se casó en una boda pactada con un hombre que le doblaba la edad, el barón Magnus de Staël-Holstein, embajador entonces de Suecia en Francia. Su buena formación y posición económica no impidió a Madame de Stäel participar en los debates prerrevolucionarios con los políticos y pensadores de su tiempo, reunidos ahora en su salón de la rue du Bac y más tarde en el castillo familiar de Coppet.

En la biografía de Staël de Joseph Turquam se afirma que, inicialmente, el entusiasmo de Madame por Napoleón fue tan intenso como más tarde sería su odio. Su participación en la gran corriente antinapoleónica de la época le valió el exilio durante varios años y la prohibición, en 1810, de la primera edición de su obra, «De L´Allemagne», prohibición que no consiguió obstaculizar su gran éxito. Napoleón ordenó alejar de París a esta mujer inteligente, cultivada y muy rica con gran influencia en los círculos intelectuales.

La novela «Corinna o Italia» (Corinne ou l'Italie) fue publicada en 1807 y es considerada como la iniciadora de una incipiente novela de mujeres a comienzos del siglo XIX. 

Entre 1794 y 1803, durante un viaje a Italia y en el período siguiente, Madame de Staël escribió un diario que utilizó para escribir una novela ambientada en ese país. La novela se divide en veinte capítulos o libros, dedicados a la historia de amor entre los dos protagonistas, el tiempo y la identidad del arte italiano, especialmente en Roma, las costumbres y el carácter de la lengua italiana, la literatura, el arte, la religión y sus ritos, así como descripciones de Nápoles,Venecia y Florencia.


















         
Madame de Staël por el grabador Henri-Joseph Hesse (1781-1849)
                                   
Las aventuras de los protagonistas ofrecen a Madame de Staël la oportunidad de describir Italia (como subraya el título), sus costumbres, sus paisajes, sus glorias.

La novela obtuvo de inmediato un éxito extraordinario: desde 1807 a 1894, sólo en francés, se publicaron más de 86 ediciones.

En «Corina o Italia» subyace la opinión de que el genio no es exclusivo de lo masculino. Para Corina tener genio era ser capaz de experimentar grandes sentimientos y transformarlos en arte. Madame Staël destaca en su novela los rasgos activos y de entusiasmo que percibe la atracción y la belleza contenidas en todas las cosas.

Ediciones de Corina en España

La primera traducción de la novela en España apareció en el tomo XII de la «Biblioteca Universal de Novelas, Cuentos e Historias instructivas y agradables», editada por Ibarra en 1819 y traducida por el lexicógrafo, historiador y político Pedro María Olive.

Reproduzco la portada de una edición valenciana de 1838.


Copio, en primer lugar, la historia en prosa de los amantes recogida en la edición de la imprenta vallisoletana de Dámaso Santarén en 1846. 
Corina fue hija de Mr. Eugermond, escocés, aunque nació en Italia, donde pasó alegremente los primeros años de su vida y se instruyó muy bien en la música y poesía, habilidades que se aprecian mucho en aquel país. Durante este tiempo murió su madre, que era italiana, y su padre, que se había marchado a Escocia, se casó de nuevo con una escocesa. Envió a llamar a Corina, la cual fue allá; pero, acostumbrada desde su infancia al bello clima de Italia y a las alegres costumbres de los italianos, extrañó sobremanera el aspecto triste y sombrío de Escocia y el carácter frío y reservado de los escoceses. Dotada de un talento superior y poseyendo mil habilidades, se desesperaba viendo que no hacían caso de ella, siendo así que en Italia había recibido ya muchos aplausos. A esto se juntó, para hacerle más aborrecible aquella mansión, el mal trato que le daba su madrastra. Cansada de sufrir, resolvió volver a Italia. ¡No sabía la desdichada que corría a su perdición!
Pidió permiso a su madrastra, la cual se lo concedió con la condición de que mudara de nombre y que ocultara cuidadosamente, dondequiera que fuere, su familia. Se convino a ello Corina y en su consecuencia partió para Italia.
Llegó allá, donde acabó de perfeccionarse en las habilidades que poseía, en un grado tal que era la admiración de toda Italia. Fue coronada en el Capitolio como improvisadora, estando en la cual ceremonia la vio Oswald, joven escocés que viajaba por Italia con el fin de restablecer su salud y quien, al verla tan hermosa y recibiendo tales obsequios, se prendó de ella. Procuró introducirse en su casa y Corina se prendó también de los finos modales de Oswald. Este, en un principio intentó luchar con su pasión figurándose ofender con ello la memoria de su padre, quien le había destinado, antes de morir, por esposa, a Lucinda Eugermond, hermana de Corina por parte de padre.
Pero bien pronto llegó a olvidarse de esto y juró a Corina amarla eternamente. Estando en esto, le enviaron a llamar de Escocia para que fuera a incorporarse a su regimiento, que iba a marchar para América. Tuvo que obedecer y al partir prometió a Corina no olvidarla jamás y le dio un anillo. Llegó a Escocia, donde le acosó bastante la dicha Eugermond, viuda de Mr. Eugermond, para que se casase con su hija Lucila, según había mandado el padre de Oswald al morir; pero Oswald se resistió a ello lo más que pudo.
Entretanto Corina, no pudiendo sufrir verse tan lejos de su amado Oswald, partió a Escocia donde, sin ser vista, le vio varias veces; pero figurándose que la había olvidado, porque le vio muy obsequioso con Mi-lady Eugermond y su hija Lucila, no quiso hablarle y, en un rato de desesperación, le envió el anillo y una carta que sólo decía: ESTÁIS LIBRE. Oswald hacía tiempo que no recibía carta alguna de Corina, por lo que empezó a dudar de su fe; pero al recibir la carta y el anillo, se confirmó en ello. Desesperado, por creerse burlado, se casó inmediatamente con Lucila. Corina se volvió a Italia y allí enfermó gravemente. Oswald, informado de todo, fue a buscarla en compañía de su mujer, Lucila, y de una hija que ya había tenido de ella. Corina, al principio, no quiso verle; pero se lo permitió cuando se vio cercana a la muerte, y expiró en sus brazos.
La desgraciada Corina murió víctima del amor y el triste Oswald pasó en lo sucesivo una vida infeliz. Tal es el fin de las personas demasiado sensibles que se abandonan ciegamente a sus pasiones.
A esta hoja escrita por ambas caras de la imprenta Santarén (1846), le sigue la canción que comienza: «víctimas de un amor infelice…»

Reproduzco a continuación el pliego tardío editado en Barcelona por la imprenta de los sucesores de Domenech en 1869, aunque hay noticias de ediciones anteriores, como la de la imprenta de F. Vallés, de 1837; la de Estivill, sin año, o la de la imprenta vallisoletana de Dámaso Santarén en 1846, que ya he comentado.






Reproduzco también la «Canción de la triste Corina, lamentándose de la ingratitud de Oswaldo, su falso y cruel amante», que resulta ser continuación del pliego que contiene la «Canción nueva de Abelardo y Eloisa», editado en Madrid por J. M. Marés, sin año.





Antonio Lorenzo



domingo, 4 de agosto de 2013

El conde de Montecristo

Fotograma de «La venganza del conde de Montecristo», dirigida por Kevin Reynolds en 2002

La famosa novela «El conde de Montecristo», de Alejandro Dumas (padre) fue publicada originalmente en Journal des Débats en dieciocho partes. La publicación se extendió desde el 28 de agosto de 1844 hasta el 15 de enero de 1846. Primero fue publicada en París por Pétion en 18 volúmenes (1844-1845). Las versiones completas de la novela en el francés original fueron publicadas durante el siglo XIX.

La figura contradictoria de Edmundo Dantés pasa de ser una figura trágica tras su encarcelamiento hasta mostrar un irrefrenable deseo de venganza.

Un rapidísimo resumen de la novela es como sigue:

Tras llegar a Marsella como primer oficial, Dantés releva a su patrón como capitán tras la muerte de éste. Prometido con la joven Mercedes no llega a casarse debido a que es arrestado poco antes de la boda por ser sospechoso de bonapartismo. Llevado ante el procurador Villefort, este lo declara inocente al principio pero, para protegerse a sí mismo de una posible acusación bonapartista debido a una vieja relación entre el antiguo patrón de Dantés y su padre, acaba por enviarlo al Castillo de If. Todo este plan sale adelante gracias a la ayuda de Danglars, compañero de Edmundo en el barco, y Mondego, un banquero que está enamorado de su prometida, la catalana Mercedes.

Castillo de If en Marsella
Abandonado a su suerte, Edmundo pasa años en las mazmorras del Castillo de If, donde se planteó el suicidio. Sin embargo, sus sentimientos de venganza superan a su desesperación y logra fugarse gracias a la ayuda de un viejo abad llamado Faria. Éste le enseña desde matemáticas a historia y preparan la venganza contra los que condenaron a Edmundo. Tras escapar, Edmundo es rescatado por unos contrabandistas, a los que se unió haciendo negocio en la isla de Montecristo hasta convertirse en un hombre rico. Decidido a obtener su venganza y bajo una nueva identidad -luego desarrollaría dos más-, viaja a Marsella donde encuentra a su prometida casada -a él se le suponía ejecutado por traición- y a los objetivos de su venganza. Es entonces cuando comienza su largo plan.

Nueve años más tarde, Edmundo aparece en París como el Conde de Montecristo y, con todo su dinero y experiencia en el mundo de los negocios, logra crear un entramado capaz de arruinar a sus enemigos, con Villefort loco, Mondego muerto por su propia mano y Danglars apresado por un bandido italiano.

El pliego que reproduzco está editado en Barcelona por la imprenta de Ignacio Estivill en 1848, esto es, apenas unos años después de su primera publicación lo que da idea de su enorme éxito y popularidad. Parece ser que existe otra edición barcelonesa, anterior a la de Estivill, de 1846, editada por la Imprenta de Miguel Borrás que no he logrado localizar.





Escrito en forma de romance y con un poder admirable de síntesis, resulta curioso cómo utiliza la cursiva para llamar la atención y resaltar a primera vista la «catalanidad» de la prometida de Edmundo, lo que puede interpretarse como un recurso comercial ante sus más cercanos compradores catalanes.

Reproduzco también la portada de los tres pliegos editados en Valladolid por la imprenta de Dámaso Santarén en 1856.


De las innumerables ediciones de esta novela doy un ejemplo de edición cuidada y lujosa sufragada por la célebre marca de puros “Montecristo”, junto a otras ediciones baratas destinadas al gran consumo




Teniendo en cuenta el éxito de la novela de Dumas un empresario catalán encargó en 1848 a Víctor Balaguer y a su colaborador Francisco Luis de Retes su adaptación para ser representada en el teatro. Las dos primeras adaptaciones, luego refundidas en una, se estrenaron en el Teatro del Liceo el 2 y el 3 de septiembre de 1848.

La edición refundida en un sola sesión de tres actos y un prólogo, para evitar su representación en dos noches distintas, se estrenó el 6 de julio de 1849 en el Teatro Principal.


«El abate Faria y Edmundo Dantés o el conde de Montecristo» fue el título de otra adaptación posterior de la novela a cargo de José Nieto y José Guardia estrenada en el Teatro Principal de Gracia en noviembre de 1903.


La historia de Edmundo Dantés ha sido llevada al cine y la televisión en numerosas ocasiones y su papel ha sido interpretado por actores como Gérard Depadieu, Richard Chamberlain o James Caviezel.

Reproduzco, para finalizar, algunas muestras de las bellas ilustraciones que acompañan a una edición conjunta en 5 volúmenes de Londres y New York de 1888.









Antonio Lorenzo


domingo, 28 de julio de 2013

Atala o los amores de dos salvajes en el desierto

Anne-Louis Girodet, Atala portée au tombeau (1808)
Buena parte de los pliegos decimonónicos acogen temas y motivos de la novela romántica en un proceso de intertextualidad y de adaptación de obras dramáticas. Los pliegos de cordel adaptan, abrevian, condensan o fragmentan obras para un público lector-oidor que, a través de sus variadas prácticas lectoras, satisface de algún modo sus necesidades.

Un caso que podemos considerar como ejemplo de adaptación novelística por parte de los pliegos de cordel es el referente a los célebres amores de Atala y Chactas.

Las portadas y los distintos pliegos que reproducimos son deudores de la famosa novela «Atala», publicada en 1801 por François-René de Chateaubriand (1768-1848). Dicha novela gozó de una repercusión y aceptación inmensa, como lo prueba el gran número de reimpresiones y ediciones al poco de ver la luz. Tal fue su éxito que la primera edición española conocida es la valenciana de 1803, aunque existe una traducción al castellano en el mismo año de su publicación en 1801, editada en París, y que ha originado algunas polémicas sobre su traducción. Sea como fuere, lo cierto fue el éxito fulminante de la obra en España, aunque los censores de la Inquisición expurgaron párrafos, frases y expresiones por considerarlas inmorales, sobre lo que volveré.


Parece claro que si Francia e Inglaterra no hubiesen tenido colonias en Norteamérica ni Chateaubriand hubiese viajado a ellas entre abril y diciembre de 1791, el aprecio a esas culturas periféricas no hubiese tenido tanta aceptación. Los relatos de viajes de escritores franceses e ingleses fueron el motor del interés hacia esas culturas exóticas para amplios sectores de población.

El argumento, visto desde una perspectiva actual, puede resultarnos ingenuo, chocante y extemporáneo. La acción de la novela se sitúa en la Luisiana, antigua colonia española incorporada a Francia por Napoleón en 1800, tras el acuerdo secreto con España por el Tratado de San Ildefonso.

La novela se basa en la narración que hace el viejo indio Chactas, hijo adoptivo de un cristiano llamado López, a un francés llamado René que huyó de Europa y se refugió en la tribu de los Natchez, a la que Chactas pertenece.

Hecho prisionero por una tribu enemiga y condenado a muerte, Chactas es salvado de la muerte por una joven india cristiana, llamada Atala. Enamorado de ella, escapan ambos al desierto encontrando refugio junto a un misionero, el padre Aubry. Pero Atala, que resulta ser la hija de López y de una india cristianizada, rechaza el amor de Chactas y ella misma se envenena al haber prometido a su madre moribunda mantener su voto de castidad y consagrarse a Dios.

Toda la narración gira en torno a la voluntad de pureza de la protagonista, aderezada con descripciones de una naturaleza exótica, todo ello hábilmente entremezclado con la religiosidad y la pasión avasalladora del amor juvenil.

La obra abrió las puertas al sentimentalismo, a lo pasional y al individualismo, signos elocuentes del denominado Romanticismo literario. Chateaubriand no reconoce en los indios la figura del buen salvaje gobernado por la ley natural, tan querido de los ilustrados, sino que su interés va encaminado a lo exótico de sus costumbres atemperadas por su conversión al cristianismo y al enriquecimiento mutuo de experiencias entre una sociedad natural y otra sociedad civilizada.

Dada la profusión de ediciones en pliego (en prosa y en verso) de Atala y su amante Chactas solamente voy a reproducir, a modo de ejemplo, unas pequeñas muestras ilustrativas.




Barcelona, Imp. de Narciso Ramírez y Comp.ª, 1876




Madrid, Imprenta de D.J.M. Marés, 1861

Reproduzco también, al ilustrarse con otras xilografías, las portadas de las ediciones de Llorens, en Barcelona, de Corominas, en Lleida y de Ignacio Estivill, también de Barcelona.


Barcelona, Imp. de Ignacio Estivill, sin a
Atala representa el tema del amor imposible donde la fatalidad teje una especie de red invisible que da al traste a la unión de los amantes, como sucede en otros ejemplos de parejas románticas.

La famosa historia también se editó, a modo de antecedente del comic, como «aleluya», de la que expongo la editada por la Imprenta Hernando de Madrid con algunos dísticos ripiosos que despiertan la sonrisa: «Buscan un seguro asilo huyendo del cocodrilo»


Atala y la inquisición

La inquisición intervino enseguida para suprimir algunos párrafos considerados inmorales. En 1803 un inquisidor de Valencia no duda en calificar de herético tanto al autor como a la obra. Otro de ellos señala que la novela «excita esta infame pasión del amor, la alimenta y nutre»

Entre las obras (que figuran como absolutamente prohibidas) por el censor de los teatros de La Habana figura «Atala, o los amores del desierto», comedia en cinco actos.


La incoherencia o la inhabilidad de algunas traducciones ofrecían párrafos y frases, que no pasaron de largo para los censores, como las siguientes:
«Entreabría mis labios al vientecillo, y éste, lejos de refrescarme, se abrasaba con el fuego de mi aliento».
Otro ejemplo donde actuó la tijera de la censura fue en una de las traducciones de 1813 donde se describe un juego entre dos jóvenes indígenas:
«Dos doncellas bregan por quitarse una varilla de sauce. Sus pechos se rozan, sus bocas se encuentran, sus manos se cruzan sobre la varilla (...), sus bellos pies desnudos se entrelazan, sus suaves alientos se confunden, ellas se encorvan, se enredan los cabellos, miran a sus madres, se ponen coloradas y todos aplauden».
Ilustraciones e imágenes

La famosa historia de estos amantes ha servido de fuente inspiración para ilustradores y pintores.

Reproduzco algunas imágenes representativas.


De interés son estas estampas secuenciadas.





Chactas en la tumba de Atala

Pintura de Luis Monroy (1845-1918), realizada en 1871 

Chactas dépose une fleur sur le front d'Atala endormie. Musée du Nouveau Monde. La Rochelle

Pintura de Rodolfo Amoedo (1883)

La historia de Atala y Chactas también sirvió de inspiración para la zarzuela "El triste Chactas" en un acto y en prosa, con libreto de Pedro María Barrera y música de Francisco Asenjo Barbieri, estrenada en el Teatro Eslava de Madrid el 9 de marzo de 1878.




Antonio Lorenzo