miércoles, 24 de mayo de 2017

Testamentos burlescos: Apúnteme usted, señor escribano... [I]


Los testamentos burlescos recogen una antigua tradición de corte carnavalesco y de claro sentido paródico. La tradición de los disparates, en su relación con los testamentos en la tradición folklórica, tanto oral como escrita, es muy abundante. Dentro de los testamentos, a los que ya he dedicado algunas entradas referentes a los de animales recogidos en pliegos de cordel, quiero circunscribirme en esta ocasión a una modalidad de testamentos burlescos, como los que recogen versos de inventarios de bienes ciertamente ridículos. La tradición de los mismos es antigua, pues de los testamentos en general ya conocemos antecedentes literarios en los cancioneros de los siglos XV y XVI, e insertos en entremeses y comedias del Siglo de Oro, y propagados y recogidos incluso en nuestros días, lo que engarza con una tradición secular.

En los testamentos poéticos, en general, confluyen variadas tradiciones y en ellos podemos observar diferentes modalidades o aspectos. En un sentido amplio podemos considerar bajo el rótulo de testamentos poéticos:
1. Los testamentos de animales, donde legan partes de su cuerpo a distintos destinatarios (testamentos de la zorra, asno, gallo, etc.)
2. Los testamentos de personas reales, donde se aprecia una clara intención doctrinal o moral.
3. Los testamentos de personajes ficticios, de clara intención satírica y humorística.
4. Los "testamentos de amores", donde predomina el carácter amoroso y sentimental, alejados de la comicidad. Son conocidos por su mayor presencia en los cancioneros de los siglos XV y XVI (Cancionero de Baena, Cancionero de palacio, Cancionero de Estúñiga o en el Cancionero General de Hernando del Castillo.
5. Los testamentos propiamente burlescos (en sus distintas variedades) entendidos como un subgénero de los disparates, por el uso del sinsentido, la parodia y la incoherencia como ejes organizadores del discurso bajo la apariencia de una normalidad lingüística.
Dentro de los testamentos burlescos podrían establecerse algunas modalidades, como los que describen humorísticamente el inventario estrafalario y caótico de ajuares de boda o inverosímiles dotes. Si rastreamos por los cancioneros folklóricos podemos encontrar parecido sentido humorístico en cuartetas sueltas que entroncan con esa tradición secular.

Son numerosas las muestras que podíamos traer a colación, pero me voy a detener en aquellos testamentos que suelen incluir la fórmula Apúnteme usted, señor escribano, fórmula muy repetida en recitados y cantares populares de la tradición panhispánica, como iremos viendo.

El escribano, actual notario, era el encargado de recoger por escrito las últimas voluntades de la persona que veía próxima su muerte, quien recogía las disposiciones testamentarias en las llamadas mandas, llamadas así porque cada párrafo comenzaba con la fórmula legal Ítem mando.

Esta fórmula del apúnteme usted, se ha empleado no sólo como ejemplo de testamentos de inventarios pobres en canciones, sino también en refranes e, incluso, en algún cuento tradicional. 

Un antecedente literario del Siglo de Oro

Entre los ejemplos de testamento burlesco que podríamos citar he elegido uno de ellos donde se aprecia claramente el sentido paródico del mismo.

Francisco Bernardo de Quirós (1594-1668), dramaturgo poco conocido, escribió la comedia burlesca El hermano de su hermana (Madrid, 1656). Se trata de una parodia donde se mantienen los nombres de los personajes épicos, pero con un sentido cómico-burlesco, práctica frecuente en las comedias burlescas donde se ridiculiza a grandes personajes. Traspone los escenarios, se desmitifican los hechos y se ridiculiza a los personajes históricos. Teniendo en cuenta este marco, es el Cid quien lee el testamento de don Sancho
A mi hermana doña Urraca
doy, por miedo del sereno,
un quitasol que no es bueno
sino para hacer la caca;
unas botas de camino
sin capelladas ni cañas;
un pavés con telarañas
que fue del Architiclino,
un caballo regalado
que de Peranzules fue,
que no sabe andar a pie
si no es por un estrado. (vv.1160-71)

 Esta visión paródica de personajes históricos nos presentan al rey y al Cid discutiendo sobre morcillas, buñuelos o rábanos; los moros se nos presentan como excelentes cristianos y se parodian los conocidos romances del Cerco de Zamora  ridiculizando a sus personajes en un intento de inversión, propio del carnaval, utilizando el modelo del "mundo al revés".


En esta primera entrada reproduzco un pliego donde se recoge una muestra del tipo de testamento que nos ocupa. Tras el pliego, y aunque la cita es larga, me ha parecido oportuno por lo que aporta, el copiar lo publicado sobre el "ciego de profesión" aparecido en El Panorama, periódico literario que se publica todos los jueves (Segunda época), Madrid, Imprenta de I. Sancha, 1839.

El pliego recoge, aparte de las "cuatro clases de mugeres que hay en Madrid" el chistoso testamento del hermano a su hermana, reimpreso en Barcelona en 1854.





La popularidad del tema con la fórmula inicial del apúnteme usted llegó incluso a ser interpretado (eso sí, en un español infame) por la actriz Rita Hayworth en la película Los amores de Carmen, que protagonizó junto a Glenn Ford en 1948. También lo encontramos interpretado por Miguel de Molina con el título de Testamento de un gitano, pero de ello informaré en otra entrada.

El ciego de profesión, según el periódico literario "El Panorama" (año 1839)

Hay ciegos de nacimiento: los hay de resultas de enfermedades que les han privado de la vista; los hay finalmente de oficio. De estos hablo, advirtiendo que los ciegos de oficio no necesitan ser ciegos para llamarse tales, si bien muchos lo son.
   El ciego de profesión es un jénero (sic), y todas sus especies de ocupan del entretenimiento o diversión de los que se jactan de tener vista, aunque hasta ahora está por averiguar si es el que ve quien entretiene y divierte al ciego, o este al que le oye o le compra gacetas y romances.
   Preséntase en primer término el ciego de la gaita, con su ancho y sucio morral, su capa taraseada de azul y verde, sus polainas polvorosas, un garrote ferrado y tobusto, un sombrero a lo patrón de España, Bragas y chaqueta de paño que ha sido pardo y ya suele ser rubio; y en cuanto a camisa... dicen sus declinaciones: vocativo caret. Pulsa, mal he dicho, agovia (sic) bajo las encallecidas yemas de los dedos de la mano izquierda el inharmónico y cerdoso instrumento. Empuña con la derecha la tremebunda clava, y entre el dedo del corazón y el inmediato sujeta con una lazada la mugrienta cuerda que va a parar al collar del pequeñp gosque. Síguele a muy corta distancia mofletudo y dsevergonzado rapaz, traza aproximadamente igual a la del protagonista, fuera de la capa: llámase lazarillo. Sujeta sus pulgares lazada rústica en que se ensartan las enormes castañuelas que repica de cuando en cuando, y que son como el zimbel para cazar papamoscas de calle y de balcón, de taberna y de tienda de curioso guantero, de casa modesta y de elegante palacio; porque los papamoscas abundan en todas partes. El ciego de la gaita es perezoso: levántase a las nueve en verano y a las diez en invierno: discurre de plaza en plaza, desde el Saladero al Rastro, y atraviesa en todos sentidos la población, pescando aquí un mendrugo, allá un ochavo, y más allá un encontron con perro, lazarillo y todo, y repitiendo el famoso testamento, cuyo estrivillo (sic) es
                                                        Apúnteme usted,
                                                        Señor escribano.
 El muchacho se come la parte más suculenta de las vituallas del Belisario filarmónico; y parado delante de cualquier balcón en que ve una mujer, aunque sea de sesenta, exclama puesto en jarras:
                                             Cara de santa Rita
                                             Que...! (Punto y aparte.)
A las dos de la tarde ya está el ciego de gaita en la ribera del apacible Manzanares. Aquel es, por excelencia, su terreno! Allí apura todos los recursos de su garganta, deshaciéndose en gorjeos que si son broncos, no dejan sin embargo de ser gorjeos! Allí es ver como ajitado (sic) por el astro divino de los Homeros de su estofa, improvisa variantes a cual más epigramática, instructiva o chusca a la oración de Ánimas, al responso de san Antonio, a las coplas de Calaínos, y al romance del famoso Lonjinos! Y qué si embozado en la remendada pañosa, y teniendo debajo el acólito, proporciona al auditorio tres o cuatro escenas del siempre divertido, siempre travieso Juan de las Viñas! Las lavanderas con patente suspenden sus labores: las lavanderas por extraordinario abandonan la banca: los mozos del lavadero acorren con tanta boca abierta: los pillos transeúntes se acercan igualmente al corro mientras algunos de sus cofrades, aprovechando la jeneral (sic) distracción, descuelgan tal cual camisa, o tal cual sábana que no estaba muy segura, y la ponen a buen recaudo. El ciego de la gaita triunfa en aquel momento: su voz suena para aquellas jentes (sic) muy más agradable que la de un tribuno en el foro romano: el lazarillo brinca en los entreactos, loquea y vomita desvergüenzas de a folio; y de trecho en trecho, y de corro en corro, tomando aquí un torrezno y allá un vaso de vino cristiano (porque no se consienten moros en las afueras) ganan amo y mozo, contentos y roncos, borrachos y cansados, la puerta de Segovia."
El autor de este verdadero cuadro de costumbres es Agustín Azcona, actor y autor de obras dramáticas y zarzuelas y de una inacabada Historia de Madrid desde sus tiempos más antiguos hasta nuestros días, obra de la que solo se publicó la primera parte en 1843, debido a una enfermedad que le fue dejando ciego.
©Antonio Lorenzo

martes, 16 de mayo de 2017

El temerario viaje en globo de Lunardi por el cielo madrileño en 1792 y 1793 (II)

Lunardi pierde uno de los remos en el ascenso
El primer viaje en globo del capitán Lunardi por los cielos madrileños se efectuó el día 12 de agosto de 1792 saliendo de los Jardines del Buen Retiro y acabando en el pueblo de Daganzo, como hemos visto en una entrada anterior.

La expectación causada por este primer viaje fue tal, que no me resisto a copiar parte de lo publicado unos días antes en el Diario de Madrid, sobre las advertencias a tener en cuenta para asistir a tan magno acontecimiento:
1. los expectadores (sic) que vayan en coche se podrán apear en la puerta de la 'Glorieta', frente al Pósito, y en la principal llamada de 'Aparicio'. que está en el patio del juego de Pelota; y por ellas podrán entrar los Volantes y gente de Librea (sin jaquetilla), que vayan son los coches y lleven Boletines.
2. Los que vayan a pie de Militar, en cuerpo, con capa, y mugeres (sic) con mantilla o sin ella, entrarán por la puerta llamada de 'Pobar' y todos saldrán por las mismas puertas que han entrado, para evitar las contingencias y recíprocas incomodidades de las gentes de a pie con las de los coches.
3. Al entrar las mugeres (sic) con mantilla, se baxarán (sic) ésta de la cabeza, y los hombres con capa se quitarán el embozo.
4. No pasarán los que lleven Boletines de peseta o entrada, sin que entreguen estos a los Recogedores, que estarán dentro de las puertas, y los que lleven Boletines de asiento, se los mostrarán para que no detengan el paso dichos Recogedores, y lo mismo harán al introducirse por las Vallas; pero no los entregarán hasta que estén sentados, y vayan otros comisionados a recogerlos.
5. Se sentarán indistintamente conforme vayan llegando, según la clase correspondiente al Boletín, en los asientos desocupados, y podrán llevar Quitasol, que recogerán a la hora de volar el Globo...., etc.
 Precios (en reales):
Primeras sillas, por más inmediatas.....................................24
Idem, segundas sobre el Parterre..........................................20
Asiento de bancos situados en varios parages (sic)..............16
Boletines de entrada para los que han de estar en pie...........4
A los pocos meses de esta primera exhibición aérea, en enero de 1793, los propios reyes, Carlos IV y María Luisa de Parma, junto al primer ministro Godoy, pudieron disfrutar también de un viaje aerostático de Lunardi, que se elevó al cielo madrileño junto al Palacio Real con el objetivo de recaudar fondos para los Reales Hospitales; en este caso, el viaje duró dos horas y concluyó en las proximidades de Pozuelo. Este segundo viaje no estuvo exento de dificultades, pues debido al frío de la noche y a los cambios de dirección del viento, hasta los propios monarcas tuvieron que desplazarse, recién ascendido el globo, para poder observarlo desde otras posiciones, según se recoge en el Diario de Madrid del 10 de enero de 1793, donde se da también noticia de un tercer vuelo que acabó cerca de la "Villa de Horcaxo, Provincia de La Mancha".


Anteriormente a las experiencias protagonizadas por el intrépido Lunardi en el cielo de Madrid, contamos con unos excelentes cuadros de Antonio Carnicero, quien fuera pintor de la corte de Carlos IV. En el primero se recoge el acontecimiento de 1783 donde los entonces príncipes de Asturias, futuros Carlos IV y María Luisa de Parma, presenciaron el el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, la experiencia de elevación de un globo por el francés Pilâtre de Rozier desde una plataforma poligonal. El cuadro recoge la presencia de la princesa junto a sus damas, que se encuentran sentadas sobre una alfombra y cobijadas bajo una sombrilla, mientras el futuro Carlos IV se encuentra de pie. La composición del cuadro refleja un verdadero cuadro de costumbres, pues entre los espectadores, que se hallan en círculo y a una cierta distancia, se puede apreciar el colorido de la indumentaria de los majos y majas, vendedores ambulantes, monjes y mendigos.

Antonio Carnicero - Elevación aerostática (Museo de Bellas Artes de Bilbao)
Añado otro excelente cuadro, también de Antonio Carnicero, donde se recoge la ascensión del francés Bouclé sobrevolando los jardines del Real Sitio de Aranjuez el 5 de junio de 1784. Esta hazaña aerostática parece ser que acabó de modo accidentado, puesto que el arriesgado aeronauta acabó herido al no poder controlar debidamente su descenso. Como en el lienzo anterior se recoge en el mismo una variedad de tipos pertenecientes al estamento privilegiado junto a gentes de variada clase y condición.

Antonio Carnicero - Ascensión de un globo Montgolfier en Aranjuez (Museo del Prado)
Volviendo de nuevo a Lunardi, este siguió desarrollando vuelos, como el efectuado el día 8 de enero de 1793 (como recoge la magnífica estampa y el pliego reproducido).

El 3 de mayo de 1793 volvió a elevarse de nuevo desde los Jardines del Buen Retiro hasta descender en las inmediaciones de Vicálvaro.


Entrados ya en el siglo XIX, el día 5 de noviembre de1802, con motivo del viaje de los reyes a Barcelona, La Gaceta de Madrid, del 16 de noviembre del mismo se hacía eco de la noticia de la última exhibición de Lunardi y de su accidentado descenso.
"Hizo un viaje aerostático elevándose en un globo de seda de bastante magnitud en cuya construcción se emplearon 1.200 varas... Mudó el viento Norte y le fue preciso a Lunardi practicar maniobras para bajar y no obstante su experiencia, fue a parar 200 toesas mar adentro, pero como la barquilla era de corcho, pudo acercarse a la playa".
Tras esa ascensión el italiano cayó al mar donde fue recogido por unos marineros, que ya estaban advertidos de lo que podía suceder, tal y como recoge la estampa.



En el 1967, cumpliéndose el 165 aniversario de la ascensión de Lunardi por el cielo barcelonés, se recogió su experiencia en sellos de correos y en estampillas para envíos postales.


Estos primeros inicios de la aeronáutica en España estaban concebidos, más que con pretensiones científicas, como espectáculo y entretenimiento por la incertidumbre del desenlace, a caballo entre lo cómico y lo inesperado, o ante un no descartable accidente. Estas experiencias, que proliferaron por diversos países de Europa, alimentaron seguramente el interés del gran escritor Julio Verne sirviéndole de inspiración para su célebre libro Cinco semanas en globo (1863).


Estas célebres ascensiones del capitán Lunardi, efectuadas en Inglaterra años antes de sus ascensiones madrileñas, tuvieron una gran acogida viéndose recogida en la moda de damas y caballeros donde se incluyen elementos con motivos aerostáticos, así como en en estampas y cuadros, como el que reproduzco a continuación, donde se ve a un joven y apuesto Lunardi agitando su sombrero, acompañado de su asistente y de la famosa actriz y modelo Letitia Anne Sage, en una retocadísima e inverosímil escena de una ascensión en Londres en 1785.

John-Francis Rigaud - Los tres viajeros aéreos favoritos (ca. 1785)
Para acabar esta breve relación sobre los inicios de la aerostación en España concluyo con la segunda parte del pliego donde se exalta la ascensión del día 8 de enero de 1793 del intrépido capitán italiano.









©Antonio Lorenzo

martes, 9 de mayo de 2017

El temerario viaje en globo de Lunardi por el cielo madrileño en 1792 y 1793 (I)


El 5 de junio de 1783 daba comienzo la Historia de la Aeronáutica al partir del momento en que los hermanos Joseph y Etienne Montgolfier consiguieron elevar en Annonay (Francia) un globo de seda inflado con aire caliente. La experiencia la repitieron poco después otros atrevidos pilotos, como el considerado primer aeronauta que se subió al globo unido a tierra por un cable el día 15 de octubre del mismo año: Jean François Pilatre de Rozier, quien acabó con su vida a los 31 años al estrellar su globo en su vano intento de cruzar el Canal de La Mancha.

Los primeros globos diseñados por Montgolfier eran de papel y tafetán engomado y con forma piramidal. Como combustible se usaba paja, ya fuese húmeda o seca, y lana.

Tuvieron que pasar muchos años hasta conseguir dirigir a voluntad la navegación del globo y solventar con cierto éxito la fuerza del viento. Hubo que esperar más de un siglo, hasta el 2 de julio de 1900, cuando se realizó el primer vuelo en dirigible rígido inventado por Ferdinand Graf Von Zeppelin.

Tras las primeras demostraciones de los hermanos Montgolfier en Francia, se sucedieron por toda Europa intentos y experiencias parecidas. En el caso de Madrid, Agustín de Betancourt, ingeniero e inventor de origen canario, consiguió elevar un globo aerostático de su invención ante el asombro de la corte en La Casa de Campo. La experiencia se multiplicó en otras localidades, como recogen los periódicos de la época, como La Gaceta de Madrid (años 1793 y ss.), donde da noticias de las experiencias en Barcelona, Valencia, Plasencia y otras, donde en la barquilla se introducían jaulas con gallinas, gatos y hasta cabras.

En estos primeros intentos de volar a bordo de un globo aerostático me voy a detener en el caso del capitán italiano Vicente Lunardi, que en agosto de 1792 sobrevoló el cielo de Madrid desde el Real Sitio del Retiro, hasta alcanzar la localidad de Daganzo de Arriba.

Retrato de Vicente Lunardi antes de 1815 (Museo de Historia de Madrid)
Vicente Lunardi, que ya había realizado vuelos de exhibición en las cortes europeas de Italia y sobre todo en Inglaterra subido a su globo aerostático, realizó en Madrid una demostración el 12 de agosto de 1792, tal y como se recoge en el curiosísimo pliego, del que reproduzco la primera  parte en esta entrada.

El día 12 de agosto, en presencia de la familia real, de Godoy, y del futuro Fernando VII, tuvo lugar el multitudinario espectáculo. Según el Diario de Madrid del 14 de agosto:
'Fue innumerable y muy lucido el concurso de ambos sexos, y todas clases... Tres bandas de música de la guarnición de infantería del Buen Retiro animaron la función con “alegres marchas y sonatas”..., Después de volar durante unos minutos, ante el asombro del público, que permaneció mudo, según el el aparato aterrizó cerca del pueblo de Daganzo de Arriba, a 5 leguas de Madrid, “habiéndose apeado con suma felicidad”.
Según el mismo diario:
'Tras tomar tierra Lunardi compartió con los lugareños vino y bizcochos... En el lugar del Fresno vieron las gentes el globo y pensando que seria alguna cosa del otro mundo, hechaban á huir amedrentadas, y las mugeres llorando á lagrima tendida se iban corriendo á sus casas, y un guarda de viñas echó mano á la escopeta y le iba a tirar un balazo, y no lo hizo porque el mismo susto se lo estorvó'.
Un grabado anónimo refleja cuando Lunardi "se apeó" en la Plaza de Daganzo.


Reproduzco unos interesantes grabados que recogen esta primera experiencia de Lunardi en el 1792 y que despertó, como no podía ser menos, una enorme expectación.






Uno de los grabados más curiosos es el reproducido a continuación, a la venta en la librería de Corominas en la calle Carretas, de 1784, años antes de la ascensión de Lunardi. Lo que resulta más curioso es la explicación de cómo confeccionar un globo "todo fácil y de poco coste", aunque, eso sí, una vez que se le suelta hay que ir a a buscarlo, si es que se consigue.

Obviamente, la explicación ofrecida en la estampa carece de todo fundamento y  no contribuye en modo alguno a quienes quisieran seguir las pautas marcadas, pero es un ejemplo del gran interés despertado sobre estas primeras manifestaciones aerostáticas.


Otra estampa, disparatada como la anterior, es esta de 1783, que se hallaba en venta en la librería de la Viuda de Escrivano, también en la calle Carretas de Madrid.


En una posterior entrada comentaré otras experiencias aerostáticas del capitán Lunardi por tierras españolas. Mientras, vayamos con la primera parte del pliego en cuestión.








©Antonio Lorenzo

martes, 2 de mayo de 2017

Pliegos de cordel y zarzuela: El perro chico

La actriz Lola Membrives en El perro chico
Otra de las zarzuelas de cuyos números se han nutrido los pliegos de cordel es la titulada El perro chico, libreto original de Carlos Arniches y de Enrique García Álvarez y música de José Serrano y Quinito Valverde. La obra se estrenó el 5 de mayo de 1905 en el Teatro Apolo de Madrid.

Antes de dar paso al pliego creo conveniente hacer algunas observaciones sobre la obra.


Los estudiosos consideran que entre 1905 y 1909 se abrió un periodo de transición entre las formas tradicionales y las renovadoras. Carlos Archiches, referente obligado en la historia del teatro español, cultivó con un estilo personalísimo desde el género chico a la comedia grotesca. Una forma habitual de aquellos años era el escribir en colaboración, como lo hizo en este caso con Enrique García Álvarez, con el que colaboró en un total de 21 obras (Marciano Zurita: Historia del género chico, Madrid, 1920, pág. 106). Estas piezas breves, como El perro chico, subtitulada como viaje cómico lírico, en un acto y dividido en siete cuadros, fueron habituales como expresión de la variedad de géneros de aquellos años. Todas ellas van acompañadas de música y, pese a sus esquemas conservadores, no dejan de criticar la hipocresía, la avaricia o la doble moral, mediante un humor disparatado.


Los cuadros de los que se compone la obra son los siguientes:

                  01.- Introducción y pantomima
                  02.- Terceto del pay-pay
                  03.- Cuplés del gigante portugués
                  04.- Escena de los ingleses y tango gitano
                  05.- El zoco africano
                  06.- Cuplés de Pérez
                  07.- Escena oriental

Argumento

El disparatado argumento es más o menos como sigue: al clown Witiza que trabaja en un circo madrileño, se le ha escapado un perrito amaestrado por él con el que realizaba extraordinarios ejercicios. La obra nos sitúa en la primera escena en la pobre buhardilla de Pérez Calamocha, un cesante que ha perdido su puesto de trabajo, llevando en sus brazos un pequeño perrito. Tras atar al perrillo a la pata de la mesa, se dispone a comer un panecillo envuelto en un periódico y leyendo en el mismo da con una noticia que le hace salir apresuradamente de la estancia, lo que hace suponer al público la relación directa entre la pérdida del perrillo y la gratificación ofrecida en el periódico por encontrarle.

El clown, creyendo que ya no recuperará al perrito, marcha a Granada a cumplir con otros compromisos, siendo su número sustituido por tres cupletistas (las tres hermanas Pay-pay). Pérez Calamocha, al enterarse de que el propietario del can, llamado ¡Pum!, ha marchado a Granada y no podrá cobrar la gratificación por encontrarlo, consigue, a través de un prestamista, un anticipo de la recompensa prometida y se dispone a viajar a Granada en busca del clown propietario del perrito.

Ya en Granada asistimos a una escena donde un grupo de ingleses, de visita por la ciudad, asisten a unos bailes de gitanillos que intentan sacarles dinero.

EL clown Witiza comenta con un camarero que si aparece alguien preguntando por él que le diga que se encamina a Tánger. Al aparecer Pérez Calamocha y el prestamista, que habían encontrado al perro, el camarero ve la oportunidad de quedarse con las cinco mil pesetas de la gratificación, les miente y les indica que Witiza se ha marchado a Londres y aprovecha para sustituir al perrito ¡Pum! por un perro de aguas feo y sucio. Enterados del engaño y recuperado el perrito, Calamocha y el prestamista se dirigen hacia Tánger en busca del clown, pero el barco que los trasportaba, tras sufrir un temporal, logra con dificultades arribar a una playa, donde ambos caen prisioneros de una tribu rifeña. En la escena séptima, última de la obra, aparece Calamocha, que logró escapar del cautiverio junto a una joven nubia que ha conocido, actuando y ganándose la vida como músicos ambulantes de zoco en zoco, interpretando, entre otros números, un "chotis árabe" y unos "couples musulmanes". Tras una serie de inverosímiles pero graciosas peripecias, consiguen al fin encontrar a Witiza y recuperar el perrito.

                                           ✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥✥

Este viaje cómico estaba concebido para introducir escenarios y situaciones dispares, junto a la presencia y desfile de personajes variopintos, para poder justificar así la inserción de números musicales para atraer al público al espectáculo.

Años después de su estreno aún se seguía interpretando como número suelto en los teatros de variedades el Terceto del Pay-pay, aludiendo al tipo de abanico en forma de pala con mango que se usaba en Filipinas o los Couplets del gigante portugués, cantable de un ventrílocuo de enorme tamaño escenificado por dos hombres subidos uno sobre el otro.

Aunque el pliego no lo recoge, la canción del Terceto del Pay-pay alcanzó un notable éxito debido a la picardía y a su lenguaje de doble intención junto a los gestos con los que se interpretaba.

                       Las muchachas que están en Manila
                       llevan siempre en la mano un pay pay,
                       que el pay pay en Manila se estila
                       y en Salamancay.
                       Ay que me cai!
                       Porque allí hace un calor superior.
                       ¡Qué calor, qué calor, qué calor!
                       ¡Ay, qué fresquito, quito, quito, ay,
                       me da el pay pay,
                       me da el pay pay!
                       ¡Ay, qué riquito, quito, quito, ay,
                       es el pay pay, es el pay pay!
                       Los vestidos que allí siempre usamos
                       son de nipis, encaje y bolay,
                       que sin duda para estar fresquita
                       cosa igual no hay.
                       ¡Ay, que me cai!
                       Y los días de mucho calor
                       en el baño se pasa mejor.
                      ¡Ay, qué fresquito, quito, quito, está,
                       qué gusto que da, qué gusto que da!
                       ¡Ay, qué riquito, quito, quito, ay,
                       es el pay pay, es el pay pay!

Con esta zarzuela se inició como tonadillera la argentina Lola Membrives, la que más adelante fuera una gran y reconocida actriz dramática interpretando obras de Calderón, Lope y, junto a María Teresa Montoya y Margarita Xirgú, la famosa obra Bodas de sangre de Federico García Lorca.

Fotos originales de la representación


Cuadro primero
Cuadro primero

El gigante portugués
Escena del Pay-pay

En un zoco africano

El pliego

El pliego está editado en Madrid (s.a.) por la Imprenta Universal, de la calle Cabestreros, 5.





©Antonio Lorenzo