lunes, 7 de mayo de 2018

El tío Caniyitas y otras canciones zarzueleras y de preflamenco

Una escena del Tío Caniyitas ilustrada por Doré
Este pliego merece una contextualización algo más amplia antes de dar paso a su reproducción. Editado en 1851, se recogen en él varias canciones que nos sitúan en una interesante época donde se perfilan las características de lo que posteriormente se denominará como zarzuela grande y que entronca también con el llamado preflamenco o su periodo de gestación y conformación con su amplia diversidad de influencias y variedades tras un largo proceso de transculturación: un arte mestizo, en definitiva, y precursor del llamado arte jondo. Pero comencemos por situar cada una de las canciones.

El tío Caniyitas


El tío Caniyitas, o el mundo nuevo de Cádiz, es una ópera cómica (una forma de evolución y resurgimiento de la zarzuela, para entendernos) en dos actos, de José Sanz Pérez como autor del libreto y de Marciano Soriano Fuertes como compositor de la música. Se estrenó en el Teatro San Fernando de Sevilla en noviembre de 1849, convirtiéndose, meses más tarde, en todo un fenómeno de masas, alcanzando la cifra de ciento treinta representaciones seguidas en tres teatros gaditanos a la vez. A poco más de un año de su estreno se representó en lugares como Málaga, Valencia, Madrid, Granada e incluso en La Habana durante el año 1853. Su popularidad fue enorme y su crítica elogiosa (menos benevolente en Madrid), pero sin duda marca un antes y un después para la posterior consolidación de la zarzuela.

El fulgurante éxito de la obra propició que al tío Caniyitas se le reprodujera en litografías, grabados, librillos de papel de fumar, cajas de pasas, en abanicos que se vendían en las corridas de toros y hasta dando título a algunos periódicos de Sevilla o de Madrid.

La acogida en Madrid, en cambio, no fue bien valorada por la crítica. En el periódico madrileño El Pasatiempo musical se criticaba con dureza, tanto al compositor como a la obra, señalando justo lo que nos interesa: una música escrita para el pueblo y para que la cantasen los ciegos.
"Su música está escrita para el pueblo y no para el arte, que los ciegos la han cantado y cantan por las calles; y que si esto era suficiente para la completa satisfacción de un maestro compositor, nadie mejor que el señor Soriano podía llamarse feliz oyéndose ejecutar en los talleres y plazuelas.
No tuvo otra idea el señor Soriano que la de escribir para el pueblo, y puesto que para el arte, lo habían hecho ya muchos y distinguidos compositores; y si consiguió con creces su objeto, de más está la crítica de los escolásticos imitativos, que tan tolerantes fueron con otras muchas obras de recopilaciones extranjeras".
Los gaditanos se identificaron prontamente con la obra, no solo por sus escenarios conocidos, como la Plaza de San Juan de Dios, sino por los personajes que tan cercanos les resultaban. La subordinación de los músicos a los modelos de la ópera italiana de aquellos años, se va poco a poco desinhibiendo y despejando con obras donde la música y los ambientes españoles (especialmente andaluces) van ganando cada vez más peso escénico.

Copio el resumen que sobre la obra ofrece María Encina Cortizo en su magnífica tesis doctoral: La restauración de La Zarzuela en el Madrid del XIX (1830-1856), Universidad Complutense de Madrid, 2014, nota 22, pág. 270:
 El asunto se reduce a la historia de un joven inglés (Mr. Frich), que llega a Cádiz y quiere aprender el "caló" de labios de una joven gitana. El tío Caniyitas, gitano marrullero, vendedor de objetos de hierro viejo, creyendo sacarle mucho dinero al inglés, le conduce a ver a Catana, hermosa gitana de la cual se enamora el inglés perdidamente. Pero Catana, que tiene amores con el herrero Pepiyo, en vista de los celos de éste y de las pretensiones del inglés, a la vez que ofendida por los buenos oficios de Caniyitas, provoca la venganza de los compañeros de fragua de Pepiyo, que cogen a los dos culpables y les chamuscan el pelo y las patillas, dejando a ambos escarmentados y contentos.
El texto reproducido en el pliego forma parte del acto primero donde se desarrolla un diálogo entre el inglés Frich, Caniyitas y el coro, aunque en el pliego no se especifican las frases de los intervinientes y figura el texto de forma continuada.

Como ha señalado y sugerido José Luis Ortiz en su fundacional ¿Se sabe algo? Viaje al conocimiento del Arte Flamenco en la prensa sevillana del XIX (Sevilla, 1ª ed., Ediciones El Carro de la Nieve, 1990) y posteriormente, junto con  Faustino Núñez, en La rabia del placer: el origen cubano del tango y su desembarco en España (1823-1923 (Diputación Provincial de Sevilla, 1999), ambos autores, en su rastreo por las hemerotecas municipales de Sevilla, Madrid y La Habana, certifican que estos cantos guardan una estrecha relación con el llamado "tango americano" y sus derivados, siendo precursores y originarios de un posterior cante flamenco personal. A través de las noticias publicadas en la prensa de aquellos años se abre un extraordinario mundo nuevo para la documentación de los estudios flamencos ayudando a desmitificar viejos tópicos, como el "hermetismo" de los años oscuros o la dependencia absoluta del elemento gitano en la conformación del cante jondo.

La importancia de estas composiciones de Soriano Fuertes, en plena época del reinado de Isabel II, resulta notoria porque recoge la moda del andalucismo-gitanismo a través de los personajes populares que coincide con una primera aproximación del turismo incipiente en su trato con los extranjeros y en una dudosa y burda imitación de sus modales o maneras de hablar.

Coplas al tío Pinini

En el pliego, aparecen a continuación unas coplas dirigidas al tío Pinini, pariente del tío Caniyitas. Se trata, obviamente, de una continuación o prolongación de la obra anterior, motivada sin duda por el gran éxito que obtuvo la primera. Con música también de Mariano Soriano Fuertes y con libreto, en esta ocasión, de Enrique Salvatierra, El tío Pinini, autotitulado juguete cómico-lírico-bailable en un acto, se estrenó en el madrileño Teatro de la Comedia en noviembre de 1850, justo al año siguiente del Tío  Caniyitas.

Este juguete cómico-lírico-bailable incluía varios números musicales, como un zapateado (a modo de "jaleo" gaditano),  el Vito sevillano o el Polo nuevo andaluz. Según las compañías que lo representaban iban variando el repertorio adaptándose a los actores y a los lugares donde se representara, pero sin duda provenían del repertorio popular andaluz. El pliego nos ofrece una serie de cuartetas con el común estribillo de una jota jaleada:

A la jota del tío Pinini
el que se jalea con su tirinini;
a la jota del viajo pindongo,
el que se jalea bailando el zorongo.

 La jardinera

El pliego continúa con la canción de La jardinera, cantable que pertenece a la zarzuela, en dos actos llamada El Duende, con libreto de Luis Olona y música de Rafael Hernando. Estrenada en el madrileño Teatro Variedades el 6 de junio de 1849. En su acto segundo es donde aparece la canción de La jardinera, si bien con el nombre de la florera en un diálogo con el coro, del que incluyo un excelente grabado aparecido en "La Ilustración".


La Caracolera

El impreso concluye con la canción de La Caracolera, donde se incluye en el pregón  el conocidísimo ¡Caracoles, caracoles!, convertido y consolidado en estilo flamenco por Antonio Chacón, quien lo adaptó a partir del conocido estribillo del pregón.

Vemos, pues, como en este pliego editado en Madrid por la Imprenta de José María Marés en 1851, se recoge todo un conjunto de elementos que nos iluminan sobre los años del llamado preflamenco y su indudable influencia en su posterior desarrollo como estilos consolidados y reconocibles.





©Antonio Lorenzo

miércoles, 2 de mayo de 2018

El ganso en la botillería + El ganso de la catedral


Un ejemplo más de un pliego, de carácter pretendidamente burlesco, donde se nos muestra a un pobre riéndose de un rústico, en lo que podríamos etiquetar sin complejos como una verdadera agresión verbal hacia un “ganso”, en el sentido de patán, rústico o palurdo, que no sabe desenvolverse bien por la ciudad que visita.

SI bien en el pliego no aparece el autor de los versos, algo muy común en los pliegos de cordel, sí que nos ofrece unas claves don Juan Valera en su novela Mariquita y Antonio, publicada de forma incompleta por entregas en 1861 en el periódico “El Contemporáneo”. Rastreando en ella nos sugiere la noticia sobre el autor del pliego (si es que hemos de darle crédito a lo expuesto en una obra de ficción) atribuyéndolo a un tal Pepe, un mozo del café granadino de Pedro Hurtado.


El pliego describe la visita de un rústico (un ganso) a la ciudad de Granada donde, en contraposición a la vida rústica, encuentra a personajes estrafalarios para él y describe también, de manera torpe, entre otros, el templo de la Virgen de las Angustias, hasta que entra en una botillería donde pide horchata imitando pretendidamente el habla popular andaluza propio de un hombre del campo.

Reproduzco dos pliegos: el primero, editado en Madrid por José María Marés, sin fecha; y el segundo, editado en Sevilla, sin año, por la Imprenta y Librería de don José Guillermo Fernández.

Abundando en esta misma temática añado un enlace a una entrada anterior, que trataba también el recurrente tema del rústico que visita una ciudad y no sabe desenvolverse.


El ganso en la botillería





El ganso de la catedral





©Antonio Lorenzo

lunes, 30 de abril de 2018

Gracioso chiste entre un médico y un arriero

Grabado que encabeza el pliego editado en Barcelona por J. Tauló en 1857
Este pliego narra la obsesión que tiene el médico por Juanita, esposa de Juan el arriero. Primero trata de comprar su voluntad adquiriendo un coche que Juanita heredó de su tía. Tampoco consigue comprar su huerto, de evidente simbología sexual. Finalmente, ofrece una importante suma de dinero a Juanita para que "le otorgue lo que ella sabe".

Juanita, con la aquiescencia de su marido el arriero, (donde subyace implícitamente el diferente "status" entre una persona valorada socialmente y rica frente a un oficio modesto, "pero honrado"), urden un plan para castigar las pretensiones del doctor.  Aprovechando que el arriero anuncia que se ausentará una semana, el doctor aprovecha para visitar a Juanita. Según lo pactado previamente, el arriero se presenta súbitamente y la dama esconde al doctor en un arca llena de harina. De esta forma, y tras propinar una soberana paliza al pretendiente, se vengan del mismo.

El castigo y escarmiento a los pretendientes cortejadores, sean estos curas, sacristanes , monaguillos, zapateros o, como en este caso, se trate de un médico, es un recurrente y clásico argumento cuentístico conocido con el  título de Los pretendientes atrapados, que, según el conocido índice de Aarne y Thompson, corresponde al Tipo 1730: [Antti Aarne y Stith Thompson, The Types of the Folktale, Helsinki: Academia Scientiarum Fennica, FF Communications, n.º 184, 1961]. 

A este mismo cuento, en su versión de pliego de cordel, le dediqué una anterior entrada que puede consultarse a través del siguiente enlace:


El pliego, editado en Barcelona por la imprenta de F. Vallés, sin fecha,  añade al final unos relamidos "trobos nuevos".





©Antonio Lorenzo

lunes, 23 de abril de 2018

Sentidas quejas de un fino amante a su dama y su respuesta


Sentidas quejas expresadas en quintillas por un fino amante y dirigidas a su dama, de la que se siente despreciado. Se añade la respuesta de la dama aconsejando a su amante paciencia y constancia, ya que las circunstancias, que no se explicitan, impiden su ansiado encuentro.

Concepción idealizada, platónica y mística del amor, que recuerda al concepto literario del Amor cortés, donde la amada aparece siempre distante y centrando su dicha en el propio sufrimiento amoroso, en la doliente espera y en el respeto a su honor.

Reproduzco dos pliegos del mismo asunto editados por diferentes imprentas. El primero de ellos está editado en Madrid por la Imprenta de José María Marés en 1842.





El segundo pliego está editado en Barcelona por la Imprenta de Francisco Vallés, sin fecha.





©Antonio Lorenzo

lunes, 16 de abril de 2018

Consejos higiénicos para que las madres cuiden a sus hijos (La Gota de Leche)


Traigo en esta ocasión un curioso folleto donde se recogen una serie de consejos para la correcta cría de los hijos. Las diferencias entre un folleto y un pliego de cordel se solapan en muchas ocasiones. En general, se entiende por folleto un impreso con un número de páginas más elevadas que las ofrecidas en los pliegos y generalmente encuadernados rústicamente. A su vez, el folleto suele presentar una singularidad temática o de autoría. El pliego de cordel, en cambio, se encuentra por lo general a medio camino entre el folleto y la hoja suelta, siendo su naturaleza híbrida, en cuanto admite tanto lo iconográfico, lo textual y lo oral, y que, ya sea de forma individual o colectiva, actúa como soporte o portador de un acto comunicativo.

Pero al margen de estas someras y ambiguas distinciones, lo que nos interesa en esta ocasión es la reproducción de un folleto donde se recogen pautas y consejos de comportamiento que han de tener en cuenta las madres. 

Aparte de los consejos y las ilustraciones que acompañan al folleto, con unas maduras madres tocadas con una larga y oscura vestimenta, resulta de interés comentar algo sobre la llamada Gota de Leche.

Jean Geoffroy (1853-1924) - Tríptico de "La Goutte de lait"
El origen de la Gota de Leche o consultorios para niños de pecho, se remonta al siglo XIX en Francia, donde en la última década del siglo XIX se crearon una serie de consultas o escuelas para enseñar a las madres cómo cuidar de sus hijos. En ellas se atendían a las madres que no podían amamantar a sus hijos ofreciéndoles como alternativa la lactancia artificial y desarrollando diversos procedimientos de "maternalización" de la leche. La primera consulta, abierta en París en 1892, fue creada por Pierre Budin, donde se pesaba y examinaba a los lactantes semanalmente y se ofrecían consejos a las madres lactantes sobre la alimentación e higiene de sus hijos.

En España, la llegada del primer Consultorio de niños de Pecho y Gota de Leche se le debe a  Rafael Ulecia y Cardona (1850-1912), quien lo abrió en Madrid en 1904 en una época donde la mortalidad infantil era muy elevada por cuestiones de insalubridad, hacinamiento y malos usos. Según recogen algunos estudios de finales del siglo XIX, uno de cada cinco nacidos no llegaba al primer año de vida y dos de cada cinco no sobrepasaban los cinco años. La idea se extendió rápidamente creándose nuevos consultorios de la "Gota de Leche" en Sevilla (1906), Bilbao (1906), Málaga (1906), Valladolid (1911), Granada (1916), Córdoba (1916), Melilla (1915), Salamanca (1919), etc.


Consultorio en Madrid, año 1904
La "Gota de Leche" contó en algunos casos, como en Santander, con el apoyo institucional de la reina Victoria Eugenia de Battemberg, esposa de Alfonso XIII.


Las "Gotas  de  Leche"  se  desarrollaron  y persistieron  durante el reinado  de  Alfonso XIII,  pasando por la  dictadura  de  Primo  de Rivera, la II República, la Guerra Civil y el Régimen de Franco, hasta aproximadamente mediados del siglo XX, donde se fueron transformando poco a poco en Institutos de Puericultura o Áreas de Maternidad.


El introductor en Madrid del Consultorio para niños de pecho, Rafael Ulecia, publicó una cartilla para la crianza de los hijos, de la que se editaron miles de ejemplares, destinada a ofrecer consejos para el correcto trato de los lactantes. De igual forma, el doctor Carlos Carazo publicó posteriormente otro folleto con consejos higiénicos para madres lactantes, que es el que se reproduce en su totalidad.



Cómo debe tenerse en los brazos a los niños

Posición del niño para mamar

Manera de sostener al niño para dormirle

Cómo debe meterse en el baño

Manera de ponerle en el peso

Forma de darle el biberón

©Antonio Lorenzo