martes, 5 de febrero de 2019

Impresos populares: el Sexenio Democrático y la 1ª República (1868-1874) [III]

Caricatura política aparecida en el  semanario barcelonés "La Flaca" (20 de junio de 1868)
La caricatura que ilustra esta entrada nos presenta a un intrigante Salustiano Olózaga manejando unos cubiletes de trilero sobre una mesa, donde figura el cartel de "Constitución de 1869", en su afán de buscar aspirantes al trono de España. Bajo la mesa, se ve a un mono haciéndole burla. También aparece Laureano Figuerola (ministro de Hacienda) tocando el organillo y, a su lado, se ve a Juan Prim tocando el tambor del "turrón", esto es, como símbolo de los cargos y prebendas a cuenta del estado. Más arriba se ve al hercúleo Nicolás María Rivero (presidente del Consejo) llevando en una de sus manos la campana de la Presidencia y en la otra el pastel de la "Monarquía Democrática". Sobre sus hombros aparece Posada Herrera (redactor de la Constitución) con su paquete de turrón, el regente Francisco Serrano y el almirante Topete con un incensario. Más arriba, en un globo con forma de calabaza, aparece la cara del duque de Montpensier. A la derecha de la caricatura se aprecia una especie de cucaña que sostiene como premio a alcanzar la corona real, por donde suben Alfonsito (el futuro Alfonso XII) y el pretendiente carlista. Abajo de la caricatura aparece un grupo de políticos disputándose diferentes carteras gubernamentales bajo el cartel anunciador de "grandes luchas cartero-ministeriales". Echado en el suelo y como dormitando, un león (alegoría de España) lleno de condecoraciones, aunque, eso sí, con un bozal. 

La Constitución de 1869 no puede entenderse fuera de su marco histórico. Tras el éxito del pronunciamiento de septiembre de 1868, la mayor parte del territorio peninsular se adhirió a la causa de «La Gloriosa». Para el 6 de diciembre de 1868 se convocaron unas Cortes constituyentes que fueron las encargadas de redactar una nueva Constitución, proceso constituyente que duró cinco meses.
Aunque salió adelante, la constitución del 69 no satisfizo a ninguno de los partidos del parlamento: para unos, era muy revolucionaria y para otros se quedaba muy corta. Los republicanos se oponían a su carácter monárquico, los católicos la rechazaban por su legislación sobre la libertad religiosa, etc.

La Constitución de 1869 resultó ser contradictoria, pues habiendo surgido como una revolución contra la monarquía establecía como forma de estado una monarquía parlamentaria, aunque le reservaba una influencia similar a la que tenía en otros países europeos avanzados dentro de un nuevo contexto democrático.

En efecto, la mayoría de  las  Cortes de 1869 se  decantó  por  la monarquía,  pero  la  alternativa  republicana  no  se  desechó  de  forma contundente, sino con importantes matices, precisamente por aceptarse el principio de soberanía nacional, que llevaba implícito la posibilidad de que Las Cortes estableciesen  la  forma  de  gobierno.

Para los republicanos, el principio  de soberanía  nacional  era  incompatible  con  cualquier  forma  de monarquía y con todo poder hereditario y permanente, tal y como expresó Estanislao Figueras, quien fuera el primer presidente del poder ejecutivo de la 1º República Española en 1873.

En fin, las discrepancias sobre la conveniencia de una república o monarquía se expresan en el siguiente ventall o abanico reproducido a continuación.


Las siguientes láminas y pliego son un claro ejemplo de crítica a la monarquía y exaltación de la república, lo que invita a un estudio más detallado, aunque alejado del propósito meramente divulgativo de este blog.








©Antonio Lorenzo

lunes, 28 de enero de 2019

Impresos populares: el Sexenio Democrático y la 1ª República (1868-1874) [II]


La Revolución de 1868, conocida como «La Gloriosa», fue una sublevación militar con elementos civiles que tuvo lugar en España en septiembre de 1868 y supuso el destronamiento y exilio de la reina Isabel II y el inicio del período denominado Sexenio Democrático.

El pronunciamiento militar coincide con una de las etapas más difíciles en España, no solo por la creciente inestabilidad política, sino también por los tres grandes conflictos del momento: la guerra carlista, la sublevación cantonal y el conflicto con la isla de Cuba.

Los principales protagonistas de la sublevación fueron el general Serrano, el almirante Topete y Juan Prim.


Tras el triunfo de la revolución se estableció un gobierno provisional presidido por el general Serrano. Una vez constituidas las Cortes constituyentes y tras dar cumplimiento a la convocatoria de nuevas elecciones, se aprobó la Constitución de 1869, con Serrano como regente y con Prim como presidente del gobierno. Su labor principal estuvo encaminada a buscar un rey para cumplir con lo aprobado en la nueva Carta Magna, ya que exigía como requisito el establecimiento de una monarquía constitucional. La siguiente etapa se caracteriza por la llegada al trono de Amadeo I como rey de España (1871-1873) y, tras su renuncia, por la proclamación de la Primera República Española el 11 de febrero de 1873. 

La Constitución de 1869, expresión de las más importantes ideas políticas de la Revolución de septiembre de 1868, parte de principios básicos y del reconocimiento de los derechos individuales. En ella desaparece la confesionalidad y se proclama la libertad de cultos públicos y privados. La resistencia a la Constitución, como era previsible, fue notable por parte de la oligarquía económica (debido a las reformas sociales) y por el clero en general (por la libertad de culto).


La Constitución se promulgó el 6 de junio de 1869, pero las Cortes no se disolvieron hasta el 3 de enero de 1871, un día después de la jura del nuevo rey Amadeo I, elegido por ellas.

Al margen de las abundantes ilustraciones que aparecen en las revistas de la época, considero de interés llamar la atención sobre la más desatendida literatura popular impresa, de las que reproduzco algunas muestras.

Comienzo con una lámina que conmemora el inicio de la revolución en Cádiz en 1868 protagonizada, entre otros, por el general Prim.




Continúo con un pliego, de corte patriótico y de clara exaltación a la Revolución, reimpreso en Lérida en 1869, donde se exalta el triunfo de la libertad (referido lógicamente a los rebeldes progresistas) frente a los moderados realistas. 

Merece un comentario el repetido coro del himno donde, de forma conjunta, se alaba a las dos tendencias republicanas sostenidas principalmente por Emilio Castelar y José María Orense.

                                           Libertad españoles valientes
                                           dice nuestro Emilio Castelar
                                           Viva D. José María Orense
                                           gloria, gloria al General Pierrad


Un sector de Partido Republicano, al no establecerse en la recién aprobada Constitución la forma republicana de gobierno, adoptó dos posturas no conciliables: El republicanismo unitario, favorable a una república centralista (defendida por Emilio Castelar) frente a una República Federal (representada por José María Orense y por el menos conocido general Blas Pierrard)

Los enfrentamientos entre los dos sectores todavía no se habían materializado de forma expresa. Al no establecerse en la recién aprobada Constitución la forma republicana de gobierno, se produjo dos posturas enfrentadas: de una parte: el republicanismo unitario, favorable a una república centralista (defendida por Emilio Castelar) frente a una república federal, que propugnaba otorgar un amplio margen de autogobierno a los distintos territorios.

Muestra de estas dos posiciones es esta caricatura publicada en la revista satírica La Flaca.

Caricatura de La Flaca entre dos opciones de la República
En el pliego también se menciona humorísticamente, las heridas que recibió Manuel Pavía y Lacy (marqués de Novaliches) en su enfrentamiento con el ejército de Serrano en la batalla de Alcolea. El episodio reseñado sobre que perdió una quijada, pasó como copla al acervo popular:

                                                 El general Novaliches
                                                 en Córdoba quiso entrar
                                                 y en el puente de Alcolea
                                                 le volaron las «quijás».


En la segunda parte, en forma de un recurrente testamento, el sector moderado (protagonizado básicamente por González Bravo y Arrazola), se lamentan de su situación y de la pérdida de sus beneficios (prebendas conocidas sarcásticamente en la época como «turrón»).






©Antonio Lorenzo

lunes, 21 de enero de 2019

Impresos populares: el Sexenio Democrático y la 1ª República (1868-1874) [I]


Nada mejor que esta caricatura del ilustrador Tomás Padró, publicada en la revista satírica "La Madeja política" (1873-1874), vinculada ideológicamente al republicanismo federal, para ilustrar cronológicamente el periodo conocido por el Sexenio Democrático (1868-1874).

El Sexenio Democrático constituye, sin duda, una de las etapas más sugerentes y atractivas para la investigación histórica del siglo XIX español, lo que ha tenido su reflejo en la abundante historiografía del periodo.

Desde hace relativamente poco tiempo contamos con excelentes estudios sobre la prensa más o menos periódica y sobre la labor que desarrollaron los caricaturistas en las revistas satíricas de la época, una vez recuperada la ley de Libertad de imprenta por la Constitución de 1869. La prensa periódica alcanzó por entonces centenares de nuevas publicaciones a lo largo del periodo reseñado (1868-1874). Sin embargo, los impresos populares de aleluyas, estampas, grabados, hojas volanderas, relaciones o pliegos de cordel, que convivieron con esa ingente prensa satírica, apenas se han tenido en cuenta en los estudios para ilustrar esa agitada y convulsa época. Ello se debe, sin duda, a lo efímero de su conservación y a las escasas características técnicas de su impresión, frente a las mucho más desarrolladas mejoras técnicas de las publicaciones periódicas.

El interés de este blog radica en rescatar y en dar a conocer, si bien parcialmente y a falta de un mayor número de ejemplos, estos efímeros impresos populares, ya sea en su forma de láminas, pliegos o ventalls, que convivieron con la ingente producción de prensa de aquel convulso periodo.

El Sexenio suele dividirse en tres etapas: la primera, la del Gobierno provisional español 1868-1871; la segunda, el reinado de Amadeo I (1871-1873); la tercera, la Primera República Española, proclamada en febrero de 1873, tras la abdicación del rey Amadeo de Saboya, dando lugar al periodo de una república federal a la que puso fin el golpe de Pavía en enero de 1874, poniendo prácticamente fin a la convulsa aventura de la Primera República Española.



La sublevación en Cádiz del almirante Topete, en septiembre de 1868 (conocida por la "Septembrina"), a la que se sumaron, entre otros, personajes tan destacados como como Prim y el general Serrano, se considera el inicio de los acontecimientos posteriores. Tras la victoria de los sublevados en el Puente de Alcolea (Córdoba) el 28 de septiembre de 1868 sobre el ejército leal a la reina Isabel II, esta se vio obligada a abandonar España dando fin a su reinado por la llamada Revolución de 1868 o «La Gloriosa».

Reproduzco la lámina de un ventall (abanico) sobre la importancia de esta batalla y añado a continuación un auca o aleluya que describe de forma partidaria estos sucesos.



Historia de «La Gloriosa» 


El auca en secciones






Sin embargo, no todos los impresos populares enaltecen la llegada de «La Gloriosa», como ocurre con la aleluya reproducida o con la rara lámina, aparejada con una satírica ilustración, donde se desarrolla una mordaz crítica contra los principales responsables que la llevaron a cabo y se reivindica la figura de quien debería ser el rey carlista don Carlos VII de Borbón.



A través de las mandas testamentarias de la "Revolución de septiembre", dictadas por un tal "Perico, el de los palotes", se aprovecha para criticar a distintos personajes que participaron o tuvieron protagonismo en la revolución septembrina. 

Desde la perspectiva actual no resulta fácil el identificar a determinados personajes a través de su caricatura o mote. En su tiempo, el receptor que «leía» la imagen contaba con una información interpretativa que le hacía identificar o suponer a qué personaje estaba dirigida la crítica. Los dibujantes, conocedores de un sistema más o menos común de códigos y referentes, proporcionaban una serie de pistas para que los lectores pudiesen identificar con facilidad a los personajes caricaturizados.

No se escapa de sus críticas el querido Paquito, «la cotorrita enjaulada», suponemos que en alusión al general Francisco Serrano, al que Prim, tanto en esta lámina como en el auca anterior pagaba a sus partidarios con dinero público (el conocido como turrón), en este caso al «general bonito», como también se conocía popularmente al que supuestamente fuera amante de Isabel II, que así lo llamaba. También se critica al «Pesetero de Reus» (en clara alusión a Prim), achacándole su traición al juramento de fidelidad que hizo a la reina Isabel mientras recibía condecoraciones, títulos y mercedes. Tampoco se escapa al que denomina «Caín II» (que no es otro sino el duque de Montpensier) en sus aspiraciones al trono de España. Ni tampoco se salva «Zoquete» (es decir, el almirante Topete) a quien conmina a recorrer con sus barcos las costas españolas enarbolando la bandera del rey legítimo de España don Carlos VII de Borbón. Otra crítica se refiere a «Salustio» (Salustiano Olózaga) a quien recrimina por sus repetidas calumnias contra los carlistas y por ser sirviente de los intereses franceses dirigidos por "Nap-paletó" (Napoleón). También se detiene en sus críticas contra «Mortero Rios» (es decir, Eugenio Montero Ríos, ministro de Gracia y Justicia en el gobierno de Prim en 1870), a quien reprocha ser el promotor de la separación de la iglesia y el Estado y el haber obligado al clero a acatar la constitución.

La última manda de la "Gloriosa Revolución", se dirige a S.M. don Carlos VII de Borbón, deseando que venga pronto a esta infortunada España "sentándose en el alcázar de sus mayores, que por derecho y méritos declaro que le corresponde, y lave de este modo para siempre tanta desgracia, tanta afrenta y tanta ignorancia".

Carlos de Borbón y Austria-Este (1848-1909), autotitulado "duque de Madrid", fue un pretendiente carlista al trono de España bajo el nombre de Carlos VII entre 1868 y 1909.

La lámina está impresa en Barcelona en 1870 por la imprenta de Luis Tasso en calle del Arco del Teatro 21 y 23.

Luis Tasso Goñalons (1817-1880) fue el creador de un importante negocio editorial de carácter familiar conjugando su labor de impresor y editor. Nacido en Mahón, se trasladó a Barcelona en 1835 editando hasta 1877. A partir de dicha fecha se hizo cargo su hijo, Luis Tasso y Serra, continuando con el negocio, tras su muerte en 1906, su viuda y posteriormente su yerno, Alfonso Vilardell, hasta ca. 1918.



©Antonio Lorenzo