lunes, 18 de marzo de 2019

Virtudes del cagar y defensa del pedo [III]


Es cierto que cuando se habla de la mierda produce un cierto sonrojo en las mentes bienpensantes y pudorosas. «De la mierda no se habla. Pero ningún objeto, ni siquiera el sexo, ha dado tanto que hablar, y esto ha ocurrido siempre. Un extraño rumor rodea a lo innombrable, que está hecho del más perfecto silencio y de la más prolija charlatanería». La cita está entresacada de la Historia de la mierda, del psicoanalista francés Dominique Laporte, publicada originalmente en 1978 (edición castellana en Pre-Textos, 1980).

Seguramente pocos sabrán que el conocido autor de Los viajes de Gulliver, que muchos leímos de pequeños, el irlandés Jonathan Swift (1667-1745), también fue el autor de una obra satírica titulada El beneficio de las ventosidades (editada en Madrid por ed. Sexto Piso, 2009).

Anteriormente, el militar y periodista estadounidense John Gregory Bourke (1843-1906) publicó Scatalogic Rites of All Nations (1891), de gran repercusión, y publicada en español como Escatologia y civilización. Los excrementos y su presencia en las costumbres, usos y creencias de los pueblos. (Barcelona, ed. Círculo Latino, 2005). En dicha obra recopila gran cantidad de ritos y costumbres escatológicos, así como el uso de excrementos en la medicina antigua, etc.

La cultura catalana siempre ha mostrado un interés especial sobre estos asuntos, como recoge la antología al cuidado de Empar Pérez-Cors bajo el título de Versos bruts: pomell de poesies escatològiques (Ed. Quaderns Crema, 1989). Otras obras sobre las que haré mención en sucesivas entradas es la Defensa del pedo, traducción de la obra original en latín «Pro Crepitu Ventris», por el deán de la catedral de Alicante, don Manuel Martí y Zaragoza, publicada por primera vez en 1737. Este autor, nacido en Oropesa del Mar (Castellón), en 1663 y fallecido en Alicante en 1737, es considerado como un afamado escritor y filólogo, lo que a más de uno le resultará extraño el que tuviese interés por el tema escatológico, lo que coincide, por otra parte, con la afición a estos temas por el estamento religioso, aspecto sobre lo que habría que profundizar.

Más recientemente se desarrolló en la Universidad de Huelva un congreso donde participaron una docena de profesores y más de medio millar de alumnos matriculados sobre la importancia de todo lo que la mierda significa y ha significado en el lenguaje, la psicología, la religión, el arte, la literatura, etc. hasta nuestros días. El resultado de dicho encuentro se ha recogido por Luis Gómez Canseco (ed.) en Fragmentos para una historia de la mierda. Cultura y transgresión (edición de la Universidad de Huelva, 2010).



















Antes de reproducir el pliego con la «licencia para ventosear» creo de interés realizar una olorosa excursión por los diferentes y humorísticos tipos de pedos que forman parte del imaginario popular, algunos de los cuales se apuntan o describen en el impreso. Una selección de veinticinco de ellos es más o menos como sigue:

Veinticinco tipos de pedos
EL PEDO COMÚN: es el pedo que se ejecuta en cualquier ocasión, no tiene tanto olor por que no se tira con tanta furia. Es el típico pedo que te tiras cuando vas caminando por la calle, quieres que salga despacio, pero te traiciona.
PEDO MAÑANERO: es el típico de empezar la mañana. El que nos tiramos a primera hora según vamos al cuarto de baño a lavarnos, es por decirlo así el que nos avisa que comienza una nueva jornada. Nada de levantar la sábana y olerlo uno solo. También es conocido como el pedo egoísta, ya que a nadie le gusta compartirlo.
PEDO QUE SE APLASTA CON LA SILLA: es el típico que te tiras en el colegio o en reuniones. Suele dejar una burbuja alrededor del culo. Encima sale con dificultad al estar siendo aplastado por la silla. Es común entre los diputados de la oposición en el parlamento.
EL PEDO DE OFICINA: es el que se disimula tosiendo al mismo tiempo, pero lo que no se puede disimular es el olor.
PEDO ZAPATERO: es el que se nos escapa cuando intentamos atarnos los cordones de los zapatos. La postura violenta hace que el pedo sea ruidoso. Se suele mirar rápidamente hacia atrás y si no viene nadie se respira con satisfacción.
PEDO TORMENTOSO: es aquel cuya expulsión se ve precedida de relámpagos y cuyo atronador sonido infunde pavor a quien lo escucha.
PEDO SINCERO: es el pedo que quien lo expulsa confiesa haberlo hecho. También se conoce como el pedo del gilipollas.
PEDO DOLOROSO: cuando te lo tiras parece como si te arrancaran todos los pelos del culo.
PEDO CON REGALITO INESPERADO: es el típico pedo jugoso y caldoso; ese que al estar en la calle te obliga a ir corriendo de inmediato al primer baño que tengas cerca para limpiarte.
PEDO DE SOLA EMISIÓN: es el ruidoso y corto. Se lo suelen tirar los ganaderos y los atletas de circo.
PEDO CÓMICO: es el conocido como pedo trémulo, ya que suena de forma aguda. Es corriente entre los empleados de banca y entre las señoras peripuestas con abrigo de piel y mucho culo.
PEDO CON RABO: es el que empieza fino y termina con porra, huele mal. Se lo tiran los carteros durante el reparto, los guardias municipales y las dueñas de las casas de huéspedes.
PEDITOS O AVELLANAS: son esos pedos pequeños, de escasa duración, pero que salen en "ristra" como los ajos. Se los tiran de cinco en cinco los telefonistas, las cajeras y los diputados de la oposición en el congreso.
PEDO CUESCO: son esos pedos blanduchos de sonido agudo, que suelen dejar dejar rastros en los calzoncillos y huelen malísimamente. Se los tiran los que pasan muchas horas del día sentados, estudiantes, banqueros, notarios, jueces...
PEDO FALLIDO: son los más traidores, ya que no avisan y cuando uno se da cuenta ya nos hemos tragado la mitad. Dejan una estela larguísima y se siguen oliendo durante un cuarto de hora o más.
PEDO ACUÁTICO: es el que nos tiramos dentro de la bañera, en la piscina, en el río, o en la playa. Son simpatiquísimos, a nadie molestan, apenas huelen y además, cuando se despiertan hacen «cua-cua-cua».
PEDO INVERNAL: es el que nos echamos en la cama, cuando estamos bien arropaditos. Cuando nos acordamos de él, metemos la cabeza debajo de las mantas y nos lo tragamos entero.
PEDO HUÉRFANO: es aquel que solo lo percibimos por su aroma y del que nadie se hace cargo. Carece de padre el pobrecito.
PEDO NUPCIAL: es el pedo que después de ganada la confianza necesaria, podemos compartir con otras personas en la cama. Tras ello, la pareja ya está preparada para afrontar cualquier problema. Es aceptable, pues crea unión.
PEDO SENIL: es que se tiran las viejas a primera hora del día en la iglesia y después tosen un poquito para disimular.
PEDO ARTÍSTICO: son los que se tiran algunos virtuosos, y mediante ciertas posturas de la nalga, logran el sonido deseado: agudo, grave, con allegro o retardando, etc. Estos pedos son para experimentados concursantes y necesitan ensayarse.
PEDO CONSCIENTE: es diferente a los demás. Nos lo tiramos voluntariamente, aprovechando el momento en que estamos solos, levantamos una nalga y ¡zas!. Después se trabaja al 100%.
PEDO CON REGALO: es el que viene desde las tripas forcejeando para salir. Llega sordo y con sorpresa.
PEDO POMPA: es el que se va inflando poco a poco como un globo y luego explota. No suele oler, pero hace mucho ruido.
PEDO MUDO: es el típico que no hace ruido, pero que sí tiene olor. Es un pedo de generación espontánea, pues todos los presentes dicen «yo no fui».
Vayamos con el pliego, editado en este caso en Madrid por la Imprenta Universal, s.a.





©Antonio Lorenzo

viernes, 8 de marzo de 2019

Virtudes del cagar y defensa del pedo [II]

Historia Plantarum, Lombardía (ca. 1395-1400)
La historia de la literatura escatológica no se caracteriza precisamente por su abundancia, pero sí por su persistencia en el tiempo desde los tiempos más remotos. De algún modo, nace y se disipa de forma fugitiva, como sucede con las ventosidades.

Umberto Eco, con la lucidez que caracteriza toda su obra, en el capítulo V de su Historia de la fealdad (2007), propone una tríada interesante: "Lo feo, lo cómico y lo obsceno", bajo la cual el autor ubica a la literatura escatológica, como tratamiento de los excrementos y del objeto anal a lo largo de la historia.

Si hay verbos con marcado sentido eufemístico uno de los más extendidos es el de cagar. Los exquisitos y bien educados nunca lo dirán por considerarlo soez y un atentado al pudor, tampoco excretar, ni defecar o expresiones no tan cursis como 'hacer de vientre o de cuerpo' o la más simple de 'obrar'. El eufemismo se manifiesta cuando se teme que las palabras evoquen con crudeza algún aspecto considerado de mal gusto, sobre todo lo relacionado con el sexo o lo excrementicio. 

Procedente del latín «obscenus», el término «obsceno» (fuera de escena) ya figura, desde finales del siglo XV, en el Universal vocabulario en latín y en romance de Alfonso de Palacio como equivalente a «desvergonzado», y en el Diccionario de autoridades se identifica con términos equivalentes a «impuro, sucio, torpe o feo». Obviamente, se trata de una noción cambiante que se ha ido perfilando con el tiempo y necesita un recorrido contextual en cuanto a sus cambios de matices y valoración, aunque predomine preferentemente lo relacionado con lo impúdico o deshonesto.

La escatología léxica ha sustituido eufemísticamente el retrete, el excusado, la letrina, el trono, el evacuatorio o la sorprendente expresión de 'quiosco de necesidad', por las más educadas como ir al 'water' o preguntar por el 'servicio' o el baño, o por el galicismo 'toilette', no vaya a ser que hiramos la delicada sensibilidad del oyente. Claro está, y es evidente, que el sentido del pudor ha ido evolucionando históricamente según los diversos periodos de cada cultura.

Sin embargo, hay ciertas expresiones que tienen cierta gracia, como 'voy a echar al inquilino', 'siento la llamada de la naturaleza', 'voy a despedirme de un amigo del interior', 'voy a plantar un pino', 'voy a sacar lo mejor de mí', 'voy a liberar a los rehenes'... y otras tantas expresiones que más tienen que ver con el humor.

Los escritos de carácter escatológico hunden sus raíces en la antigüedad, pues ya el mismo Aristófanes, en el 444 a. C. escribió textos escatológicos y desde antiguo se consideraba como algo natural y que no ofendía al respetable. Mucho más reciente encontramos ejemplos recogidos en libros y tratados como el ensayo sobre "El arte de peerse", de 1776 o el "Elogio del pedo", disertación filosófica histórica, anatómica, sobre su origen, su antigüedad, sus virtudes, de 1798.




Entre nosotros, y por citar un solo caso, es conocido el Tractat del pet, escrito por el predicador y fraile dominico Francesc Mulet (1624-1675), en pleno siglo XVII. Se trata de una de las obras escatológicas que alcanzó más fama y fue muy imitada. Mulet, tuvo fama de cura gamberro y desvergonzado, amigo de bromas escatológicas y aficionado a difundir anécdotas de carácter grosero. Entre otras obras, la que nos interesa para la ocasión es su tratado del pedo, escrita en 60 estrofas, con métrica de décima, donde en su preliminar 'estado de la cuestión', se lamenta irónicamente de como un tema tan importante como las ventosidades no ha sido tratado de forma científicamente rigurosa como debiera.

La obra del dominico fue reunida y editada por Constantí Llombart, seudónimo de Carmel Navarro y Llombart (Valencia 1848-1893), gran divulgador y activista cultural de la Renaixença valenciana.


Para no alargar esta entrada, que espero continuar con sucesivas aportaciones, reproduzco este sermón burlesco pronunciado en la cátedra de la pestilencia por el bachiller Cantaclaro, al que se añade una muy conocida licencia para ventosear del no menos conocido doctor Canuto de Montánchez.









©Antonio Lorenzo

jueves, 28 de febrero de 2019

Virtudes del cagar y defensa del pedo [I]

Xilografía del pliego editado en Barcelona por Juan Llorens en 1857
Al hablar de escatología podemos referirnos al ámbito de lo que está más allá de la muerte, a la vida de ultratumba o, como es nuestro caso, a lo excrementicio y a lo considerado sucio en general. El interés por lo escatológico, en este último sentido, se encuentra presente y no podía faltar en los pliegos de cordel. Es más, la abundancia de reimpresiones sobre estos temas demuestra su popularidad y buena acogida por parte de sus consumidores. Si bien la historia de la literatura escatológica no se caracteriza por su abundancia, sí lo es por su persistencia en el tiempo. Ya desde Aristófanes (423 a.d.C), en su comedia Las nubes, insiste en los temas escatológicos o anales para arremeter irónicamente contra Sócrates (primera referencia histórica sobre su figura), al que atribuye cómicamente una grotesca explicación sobre cómo hacen sus ventosidades los mosquitos, si por la boca o por el ano, o si el trueno no es otra cosa sino el pedo de las nubes. También de Esopo (siglo III), se conocen textos donde convive la comicidad con lo obsceno. Asímismo, los carnavales han sido, desde siempre, una escenario de subversión del orden social establecido y propicio al humor de corte escatológico que ha llegado hasta nuestros días.

Desde un punto de vista más académico y teórico no podemos obviar la obra de John Gregory Bourke (1843-1906): Escatología y civilización, original del año 1891, donde trata a los excrementos como un particular objeto de estudio y fuente de valiosa información, describiendo y estudiando una extensa selección de ritos y costumbres escatológicos y documentando el uso de los excrementos y secreciones en la medicina antigua como remedios para atajar distintos males o enfermedades.

Desde un punto de vista psicológico, Sigmund Freud, en 1905, elaboró su teoría sobre la fase "anal", en el sentido de que las pulsiones no satisfechas derivan total o parcialmente hacia fines distintos de los sexuales. En dicha "etapa anal" (entre los dos y los cuatro años), el niño utiliza los excrementos propios para marcar el territorio a semejanza de los animales. Parece claro que el pudor ha sido uno de los diques pulsionales que ha ido sufriendo variaciones a lo largo de la historia.

El interés por la temática excrementicia ya se aprecia en algunas de las composiciones recogidas en el célebre Cancionero de obras de burlas provocantes a risa (Valencia, Juan Viñao, 1519), así como en la poesía satírica de escritores, como el español afincado en Perú Juan del Valle y Caviedes (1645-1698) en su Defensa que hace un ventoso al pedo, poema incluido en algunas de sus obras; el Tratado del pedo, del dominico valenciano Padre Francesc Mulet y Querol (1624-1675), uno de los hitos de la literatura escatológica europea;  el deán de la colegiata de Alicante Manuel Martí con su intitulado La oración en defensa del pedo (Pro crepitu ventris), editado en Toledo por Nicolás Almanzano en el año 1776. Siendo un religioso dependiente de Roma, en pleno siglo XVIII, el deán utilizó la sátira para espantar a sus demonios interiores, al igual que sus predecesores.

Lo excrementicio no ha dejado de ser un motivo recurrente de comicidad, tanto en la cuentística folklórica como en los chistes y expresiones hilarantes como motivo de risa. La literatura burlesca del siglo XVII (novelas, entremeses, comedias, letrillas...) es pródiga en  incorporar textos de tipo escatológico. Recordemos a Quevedo (1580-1645), quien, por ser autor bien conocido, hace de lo escatológico uno de los temas integrantes de su creación poética, lo que ha convertido el tópico excrementicio como asociado indisolublemente a su figura.  Así ocurre en su famoso opúsculo "Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a Doña Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas". Su interés por lo excrementicio, las purgas o las ventosidades también aparecen en el "Buscón", "Sueños", "El parnaso español" y en diseminados poemas burlescos y en las rimas que dedica a su adversario Góngora, ese "hombre en quien la limpieza fue tan poca / (no tocando a su cepa), / que nunca, que yo sepa, / se le cayó la mierda de la boca".

Atribuído a su pluma es el conocido poema al pedo:
                                Alguien me preguntó un día:
                                ¿qué es un pedo?
                                y yo le conteste muy quedo:
                                el pedo es un pedo,
                                con cuerpo de aire y corazón de viento
                                el pedo es como un alma en pena
                                que a veces sopla, que a veces truena
                                es como el agua que se desliza
                                con mucha fuerza, con mucha prisa.
                                El pedo es como la nube que va volando
                                y por donde pasa va fumigando,
                                el pedo es vida, el pedo es muerte
                                y tiene algo que nos divierte;
                                el pedo gime, el pedo llora
                                el pedo es aire, el pedo es ruido
                                y a veces sale por un descuido
                                el pedo es fuerte, es imponente
                                pues se los tira toda la gente.
                                En este mundo un pedo es vida
                                porque hasta el Papa bien se lo tira
                                hay pedos cultos e ignorantes
                                los hay adultos, también infantes,
                                hay pedos gordos, hay pedos flacos,
                                según el diámetro de los tacos
                                hay pedos tristes, los hay risueños
                                según el gusto que tiene el dueño
                                Si un día algún pedo toca tu puerta
                                no se la cierres, déjala abierta
                                deja que sople, deja que gire
                                a ver si hay alguien que lo respire.
                                También los pedos son educados
                                pues se los tiran los licenciados,
                                el pedo tiene algo monstruoso
                                pues si lo aguantas te lleva al pozo
                                este poema se ha terminado
                                con tanto pedo que me he tirado.
Recopiladores y estudiosos de las tradiciones orales en los tiempos pasados, por un mecanismo de autocensura, no recogían, o apenas apuntaban, estas manifestaciones por considerarlas impúdicas y obscenas, cuando desde siempre han despertado la atención desde los primeros años de la infancia.

Comencemos con la reproducción de un pliego, reimpreso numerosísimas veces, lo que da idea de su gran aceptación popular.

Para cerrar esta primera entrada reproduzco una serie de azulejos (rajolas en catalán) donde el motivo de las deposiciones se encuentra presente, así como una breve alusión a la conocida figura navideña de un campesino defecando (caganer), figura convertida en seña de identidad de la imaginería navideña catalana.

Tradicionalmente, el caganer se representa vestido con faja y barretina, luciendo una pipa en los labios, pero con el paso del tiempo la figura del caganer ha ido evolucionando y actualmente se asocia a personajes célebres, como políticos, actores, músicos o futbolistas. Hay que tener en cuenta que el caganer no es el único personaje típicamente catalán que defeca: también existe la tradición del tió de Nadal (tronco de Navidad), donde a partir del 8 de diciembre (día de la Inmaculada concepción), se toma un tronco al que se debe alimentar a diario y taparlo con una manta para que no pase frío hasta el día de Nochebuena, para que "defeque" regalos y dulces al ritmo de los golpes y las canciones de los más pequeños.





Azulejos escatológicos y caganers




©Antonio Lorenzo