martes, 16 de julio de 2019

Intercesión de Ntra. Sra. de los Desamparados

Estampas antiguas de N. Sra. de los Desamparados
En el mes de marzo de 1850 y en la localidad asturiana de Llanes (según, claro está, por lo que de forma inverosímil narra el pliego), un joven de 23 años apuñaló a su madre, viéndose atacado por el demonio en figura de león. Invocada la Virgen de los Desamparados, se presentó envuelta en resplandores, intercediendo entre madre e hijo y logrando su abrazo y el perdón de ambos.

La lámina, de mala impresión, pues presenta abundantes huecos tipográficos, lleva como pie de imprenta el conocido taller barcelonés de Ignacio Estivill, donde se consigna la concesión de 280 días de indulgencia a todo cristiano que lleve consigo la imagen de la virgen.



©Antonio Lorenzo

jueves, 11 de julio de 2019

Abre el ojo y cierra la bolsa


La sabiduría popular, expresada en refranes, se hace eco de las consecuencias que supone el fiar. Tras un sucinto ejemplo de refranes populares doy paso a unas láminas ilustradas con reflexiones y versos sobre lo inconveniente de fiar.
   Confianza sin tasa empobrecerá tu casa
   El que fía y no sabe cobrar, pronto no tendrá con qué pagar
   Mal su bolsa defiende quien al fiado vende
   Ya no hay fiadores: matáronlos los malos pagadores
   Fiar equivale a regalar, y si no a regañar
   Hombre que fía, ciego sin guía
   Quien al fiado vende, la mitad de lo vendido pierde
   No hay nada más barato que lo fiado, si el comprador es hombre avisado
   Paga siempre al contado, que no es honra lo fiado





©Antonio Lorenzo

sábado, 6 de julio de 2019

Un noble caballero «galán de monjas» es despedazado por dos mastines


La figura arquetípica del «galán de monjas» ya se perfila en la curiosísima obra de Antonio de Torquemada (no confundir con el inquisidor Tomás de Torquemada) Jardín de flores curiosas, publicado por primera vez en Salamanca en 1570, donde en uno de los diálogos del tratado tercero que componen la obra, se nos narran los amores ilícitos de un caballero rico y principal que se trataba de amores con una monja y donde ya aparece el motivo de la «contemplación del propio entierro» y cómo el demonio, en figura de dos mastines, le acabaron despedazando.

Lope de Vega en La buena guarda (1610) cuenta la historia de la monja seducida que abandona el convento para seguir a su galán, pero sigue siendo muy devota, así que la Virgen se apiada de ella y toma su lugar en el convento, para que nadie note su ausencia, hasta que la monja vuelva arrepentida.

Agustín Durán, en el tomo II de su famosa recopilación Romancero general o colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII (números 1271 y 1272) reproduce dos anónimos pliegos sueltos con el título de Lisardo, el estudiante de Córdoba, que desarrolla parecido tema y donde el seductor Lisardo también contempla su propio entierro. Historia aprovechada posteriormente por Espronceda en El estudiante de Salamanca, aunque su desarrollo más acabado nos conduce al célebre Don Juan Tenorio, de Zorrilla, donde la figura de la monja enamorada resulta altamente sugerente y atractiva para la mentalidad romántica. El personaje del don Juan es una recreación, como se ha señalado repetidamente, de la figura creada anteriormente por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla, donde su don Juan acaba abrasado en el infierno, mientras que el don Juan de Zorrilla muere tras arrepentirse y redimido por el amor.

El pliego reproducido es claramente deudor de la historia que ya venía apuntada en el libro de Torquemada y de su posterior desarrollo en obras de teatro y en pliegos sueltos. El impreso fue editado en Valencia por la imprenta de la viuda de Gerónimo Conejos.

Como señala Serrano Morales, José Enrique en su Diccionario de las imprentas que han existido en Valencia, desde la introducción del arte tipográfico hasta el año 1868; Valencia, Imprenta de F. Domenech, (1898-1899), pág. 89 y ss., anota que Jerónimo Conejos comenzó a imprimir hacia 1743. Tras su fallecimiento, en octubre de 1746, continuó con la labor impresora su viuda, fallecida probablemente hacia 1754 y continuada a su vez por sus herederos. El pliego, pues, aunque carece de fecha de impresión, hay que considerarlo anterior a 1754.

La misma historia en forma de pliego también fue editada posteriormente en Madrid por la imprenta de Andrés de Sotos, sin año, impresor que desarrolló su actividad entre los años 1764 y 1792 y del que reproduzco la xilografía de su edición.






©Antonio Lorenzo