jueves, 25 de julio de 2019

Pliegos de cordel y zarzuela: El barberillo de Lavapiés


El éxito alcanzado por la zarzuela El barberillo de Lavapiés fue rápidamente aprovechado por los avispados impresores para incluir los números más significativos de la obra en pliegos de cordel y a reproducir condensada su historia en aucas o aleluyas, como veremos.

Zarzuela en tres actos, con libreto de Luis Mariano de Larra y música de Francisco Asenjo Barbieri, se estrenó en Madrid en el Teatro de la Zarzuela el 18 de diciembre de 1874.

El argumento se desarrolla en un ambiente castizo madrileño, a modo de cuadro de costumbres, donde se enfrentan dos modelos sociales paralelos: el de un mundo popular formado por el barbero Lamparilla y la maja Paloma y el de un modelo aristocrático, representado por la marquesa Estrella (partidaria política de Floridablanca) y don Luis de Haro (sobrino de Grimaldi y a su vez rival político de Floridablanca). Todo ello en un ambiente conspiratorio y pícaro donde no falta la crítica social, como en el pasaje que dice: «¡Ay, señora, qué ilusión, creer que porque ha cambiado el Secretario de Estado será feliz la nación!», junto a las historias que se entremezclan para asegurarse la atención del público.

Barbieri, hombre culto, polifacético y de amplia trayectoria, supo componer una música vibrante que conectó rápidamente con el gusto popular. Todo ello sobre un libreto compuesto por Luis Mariano de Larra, colaborador también de otras zarzuelas e hijo del célebre y malogrado escritor costumbrista Mariano José de Larra «Fígaro».

Por contextualizar algo de la famosa obra, hemos de situarnos en el convulso mes de diciembre del año de su estreno (1874), ya que a los pocos días de su primera representación se produjo el pronunciamiento militar de Martínez Campos en Sagunto, lo que estuvo a punto de dar al traste con la restauración borbónica de Alfonso XII, promovida también por Cánovas. Tanto Martínez Campos como Cánovas eran firmes partidarios de la restauración de la monarquía, aunque diferían en la forma de llevarla a cabo. Cánovas apostaba por la creación de un estado de opinión favorable y no por un pronunciamiento militar, que fue el llevado a cabo por Martínez Campos en Sagunto y proclamando allí mismo como rey de España a Alfonso XII, por lo que Cánovas se vio obligado a admitirlo. La restauración de la monarquía borbónica se concretó con la entrada en España del nuevo monarca: el 9 de enero de 1875 llegaba a Barcelona y cinco días más tarde hizo su entrada triunfal en Madrid.

Como observamos, en el breve transcurso de unos de unos pocos días se estrenó la célebre zarzuela y se restauró la monarquía borbónica tras el fracaso de la I República española.

Reproduzco en primer lugar una aleluya que recoge en viñetas la trama del Barberillo y que se halla a la venta, sin especificar el año, en la papelería barcelonesa del sucesor de Antonio Bosch. La divido en secciones para facilitar su lectura.






Continúo con la reproducción de un pliego, impreso en Barcelona el año 1876 (a los escasos tres años de su estreno) por Narciso Ramírez y Compañía. Como curiosidad, al final del pliego se añade como relleno una «americana» con el título Carnaval de don Pompeyo. Se trata de un pasaje de la zarzuela Don Pompeyo en carnaval. (Juguete bufo-lírico en un acto y en prosa, arreglado a la escena española) compuesto por José Vicente Arche Bermejo (Madrid, 1829-1885), quien también fuera en un tiempo director de orquesta del Teatro de la Zarzuela. Como compositor estrenó su zarzuela en 1873.





Acabo este rápido recorrido con dos láminas que recogen conocidas canciones del barberillo, editadas también en Barcelona por los sucesores de Ramírez y compañía en 1879, y con un pliego donde en una de sus caras se incluye también la célebre Jota del Barberillo.




©Antonio Lorenzo

sábado, 20 de julio de 2019

Canciones entresacadas de obras teatrales o zarzuelas: "El tango sevillano" [II]

Revista "El fandango" (15 de septiembre de 1845)
Los continuos viajes de ida y vuelta de navegantes y comerciantes que iban y venían entre el viejo y el nuevo mundo, propició que los "aires" de las canciones americanas fuesen muy bien acogidas entre una juventud ansiosa de novedades. De ahí la proliferación de americanas, habaneras, tangos, etc. recogidas en pliegos de cordel. Canciones acompañadas de una humilde guitarra o coreadas y bailadas en pequeñas reuniones. Los poetas locales incorporaron pronto en las letras de sus canciones la etiqueta de americanas, si bien las estrofas utilizadas fueran las conocidas de siempre, fundamentalmente cuartetas o seguidillas.

El patrón musical del llamado tango americano coincide con el de habanera. Patrón rítmico desarrollado en Cuba y recreado en España en versiones rítmicas más lentas o rápidas dando lugar a los tangos flamencos y sus derivados. El llamado tango americano y sus variantes alcanzaron gran popularidad en las primeras décadas del siglo XIX, incorporados a zarzuelas u obras teatrales. El tango, una vez cristalizado como el estilo propiamente flamenco que conocemos, se perfila posterior a estas primeras décadas teniendo como antecedente el patrón rítmico del tango americano. Si hay un término que defina mejor las influencias de estos cantos con el flamenco destacaría el de mestizaje.


Si tenemos en cuenta alguna de las estrofas de este llamado «tango sevillano» vemos que están entresacadas de versos o epigramas de diferentes autores, todos ellos con el denominador común de su carácter satírico. El epigrama, composición en verso breve que trata de expresar un pensamiento ingenioso y de intencionalidad satírica, fue ampliamente utilizado en los pliegos de cordel. Sobre el epigrama, Francisco Cutanda, en su discurso de entrada en la Real Academia Española, con el título El Epigrama en general, y en especial el español, leído el 17 de marzo de 1861, sintetiza lo siguiente:

El sabor de la sátira es agrio y amargo; el del epigrama es el que caracterizamos habitualmente con la frase, «sal y pimienta»: locución trivialísima, pero la más expresiva que se me ofrece. La sátira es, como decían nuestros abuelos, medicina mayor, y su objeto el exterminio de algún vicio, y por desgracia frecuentemente, la perdición de un individuo. El epigrama estimula, pica, escuece, mortifica; no alcanza á más. Y tiene sobre todo la particularidad de limitarse las más veces á lograr el pasajero aplauso del chiste y la agudeza: pequeño efecto que no basta para sostener una sátira.

Como ejemplo de ello, adjunto un epigrama recogido en la revista El Fandango (nº 6, mayo de 1845) de Josep Bernat i Baldoví (1809-1864), reutilizado en el pliego con ligeras variantes.

                                                     A solas en su aposento
                                                     Gregoria me suplicaba
                                                     que la refiriese un cuento
                                                     del que yo no me acordaba.
                                                     «Piénsalo bien, me decía,
                                                     que él te vendrá a la memoria»
                                                     y al tiempo que me venía...
                                                     también le vino a Gregoria.





©Antonio Lorenzo

martes, 16 de julio de 2019

Intercesión de Ntra. Sra. de los Desamparados

Estampas antiguas de N. Sra. de los Desamparados
En el mes de marzo de 1850 y en la localidad asturiana de Llanes (según, claro está, por lo que de forma inverosímil narra el pliego), un joven de 23 años apuñaló a su madre, viéndose atacado por el demonio en figura de león. Invocada la Virgen de los Desamparados, se presentó envuelta en resplandores, intercediendo entre madre e hijo y logrando su abrazo y el perdón de ambos.

La lámina, de mala impresión, pues presenta abundantes huecos tipográficos, lleva como pie de imprenta el conocido taller barcelonés de Ignacio Estivill, donde se consigna la concesión de 280 días de indulgencia a todo cristiano que lleve consigo la imagen de la virgen.



©Antonio Lorenzo