miércoles, 5 de junio de 2013

El sordo y el arriero


Otro de los escasos cuentos tradicionales que han pasado a los pliegos de cordel es el referido al conocido como «El labrador sordo» o, como se recoge en el índice Internacional de Aarne-Thompson bajo el [Tipo 1698]: «Los sordos y sus repuestas tontas».

La variabilidad y el juego de respuestas que da el sordo suele ser amplia. Unos ejemplos de respuestas en las colecciones de cuentos recogidos por tradición oral son las siguientes:

* A la pregunta por el animal perdido el sordo da respuestas inconexas (es el caso del pliego que editamos).

* Los viajeros preguntan por una dirección y el sordo cree que quieren comprarle los bueyes.

* Un embustero hace creer que cada persona es sorda antes de encontrarse con otra, con lo que al final se forma un gran griterío.

* Un viajero le pregunta por un camino y el sordo en el árbol le contesta sobre el pájaro que ha atrapado.

* El hombre sordo planifica una conversación con las respuestas esperadas y al visitar a los enfermos todo sale de otra manera: —¿Cómo estás?/—Estoy muerto; —¡Gracias a Dios! ¿Qué has comido?/—Veneno, creo; —Espero te caiga bien…

* La persona finge sordera hasta que con la pregunta apropiada se traiciona y se descubre.

El pliego que publico es un claro ejemplo para representar en reuniones o tertulias, como lo atestigua el propio encabezamiento de «pasillo», como forma de composición escénica breve y de un solo acto, junto a las indicaciones sobre la vestimenta de los personajes y la puesta en escena.





La comicidad que se desprende de las respuestas inapropiadas ha sido un recurso muy utilizado en todo tiempo y lugar. Ya Gonzalo Correas, en 1627, recoge en su célebre «Vocabulario de refranes y frases proverbiales» las siguientes muestras:



—¿Cómo estáis, casada?
—Barriendo y regando cada mañana.
—¿Cómo estáis, os digo?
—A la aceña fue mi marido.
—¿Vos traídes?
—Una hanega y dos celemines.
—¿Sois sorda?
—Buena y gorda.
—¡Válate el diablo la mujer!
—Dios vaya con él.

—Hombre, ¿traes armas?
—Un cardo y dos manzanas.
—¿Es de veras?
—Y de sebo las velas.
—Juro a tal que os lleve preso.
—Rábanos y queso.

Dentro de la gran variedad de temas, costumbres y personajes que fueron objeto de las burlas y críticas de los dramaturgos en el Siglo de Oro abundan los personajes que representan estereotipos, como los alcaldes, el barbero, el soldado, el sacristán, el zapatero, el sacamuelas o el sastre. Poco a poco estos estereotipos van siendo relegados en las representaciones por personajes con deficiencias físicas, como los ciegos, los sordos, los mellados o los jorobados. 

Publico también la portada y el epílogo del «Entremés de los sordos» de Lope de Vega, facsímil del manuscrito original conservado en la biblioteca de Archer M. Huntington, fechado en Madrid el 22 de noviembre de 1627 con la firma original de Lope. Con igual título conocemos también el entremés escrito por Luis Vélez de Guevara donde la sordera constituye el engarce común para producir efectos risibles.




Para ilustrar la vigencia de este cuento en la tradición oral reciente, publico una breve versión recogida en Las Caheruelas (Tarifa, Cádiz), por Ana Mª Martínez y Juan Ignacio Pérez, que puede consultarse en el siguiente enlace:




El sordo y los guardias civiles

Era un sordo que estaba haciendo un canasto y vio venir a la pareja de la Guardia Civil. Y dice: “Ahora me van a preguntar que qué es lo que estoy haciendo y yo les voy a decir que canastos. Y me van a decir que si tengo mujer y yo les voy a decir que tres hijas más. Y me van a preguntar que dónde vivo y yo les voy a decir que allí detrás de aquella cañá”.
Llega la pareja de la Guardia Civil y le pregunta:
—¡Dios guarde a usted!
—Canastos.
—¡Y un carajo, hombre!
—Pa mi mujer.
—¿Su mujer de usted es puta?
—Sí, y tres hijas más.
—¿A usted nunca le han dado por culo?
—Sí, allí detrás de aquella cañá.


Antonio Lorenzo


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